Fimosis
Diagnóstico .
Nuestro romance era cada vez más intenso, más apasionado. Pero un día resultó que a pesar de las anticonceptivas, resulté embarazada.
Él no terminaba sus estudios y yo estaba terminando los míos. Me licencié de la secundaria con tres meses de embarazo.
Mi papá me dijo que podía seguir viviendo en la casa hasta que mi novio se graduara y así poder mantenernos a los dos.
Así lo hicimos, nos casamos pero seguimos viviendo cada uno en su propia casa.
Al año siguiente me fui a vivir a la casa de mis suegros porque él quería dormir conmigo todos los días y no sólo un fin de semana y aveces…ni eso.
Cuando mi hijo había cumplido los dos años nos cambiamos a nuestra casa, chica pero cómoda y suficiente para los tres.
Al verano siguiente decidí sacarle los pañales y andaba detrás de él para enseñarle a orinar. Entonces descubrí que tenía un problema, le costaba orinar, se lo formaba un globo con la orina y la expulsaba para todos lados.
Le conté a mi esposo y llevé al niño al médico.
– Esto es muy común en los niños, se llama Fimosis, el anillo del prepucio no se dilata lo suficiente. Pero esto se soluciona sólo entre los 3 y los 5 años. Le voy a recetar una crema para que se la aplique y no tenga problemas por falta de aseo en el glande – dijo mientras escribía la receta.
– Si a los 5 años continúa con el problema, entonces vamos a pensar en una cirugía –
Me sentí aliviada de que no era grave y que se podía solucionar sólo con una crema. Pasé a una farmacia a despachar la receta.
Tenia que tratar de que la crema entrara a todo el glande. Entonces echaba para atrás el prepucio y le aplicaba la crema en la puntita rosada que se asomaba y luego lo masajeaba tratando de que la crema se repartiera.
Lo hacía varias veces al día y especialmente en las noches cuando lo acostaba. Me acostaba con él y le hacía el masaje. Después me iba a acostar.
A mí esposo no le pareció bien el tratamiento.
– Qué tratamiento es ése que tienes que masturbarlo todas las noches? – me decía de mala manera.
– No lo masturbo, es un masaje para que la crema anti microbiana penetre dentro del prepucio – le decía yo.
Aveces me quedaba dormida haciéndole el masaje.
Lo malo es que con tanto masaje comenzó a tener erecciones, lo bueno era que se me hizo más fácil el masaje.
De pronto me di cuenta, mientras estaba acostado con él, lo estaba masturbando.
Es mi hijo y es por una enfermedad, no tiene ningún sentido erótico. Pensaba para mí.
Un día que estaba casi dormida con los ojos cerrados, haciéndole el masaje, que consistía en echar el prepucio hacia adelante y después hacia atrás lo más que se pueda sin que le duela. Ahora con 5 años el niño, ya asomaba la mitad de su glande. No sé cuánto rato lo hacía, pero no me molestaba todo lo contrario. Entró mi esposo a la pieza del niño, yo acostada con él, tiró las ropas hacia atrás y lo estaba, literalmente, masturbándo.
Armó un escándalo, me trató de lo peor, le contesté en los mismos términos y lo eché de la pieza. Esa noche dormí con mi hijo.
A la noche siguiente seguí con el masaje, ya estaba acostumbrada a eso y mi hijo también. Entró mi esposo nuevamente y me increpó duramente, que hasta cuando le iba a hacer sexo al niño.
Me puse brava y lo mandé a donde se mandan los insoportables.
A la tercera noche me puso un ultimátum. » Es el o yo » hasta ese momento eran los dos, también lo masajeaba a él y después lo montaba y lo pasábamos bien.
– Acaso estás celoso de tu hijo? –
Me dieron los monos y lo subí y lo bajé.
– Si me das a escoger entre mi hijo y tú, mil veces mi hijo. Así que te puedes ir a la…de tu madre.
Y se fue a la casa de su madre. Después de unos diálogos, mediaciones e intervenciones, me quedé con la casa, el iba a pagar el dividendo que era lo más caro, mis suegros las cuentas, porque él no quiso y mi padre la alimentación.
Desde ese día pasé a mi hijo a mi cama y dormíamos juntos después de su respectivo masaje. Si me demoraba en hacerle el » masaje » , me tomaba la mano y se la ponía en su pene erecto.
Veía la tele, las noticias, incluso películas los fines y yo masajeandolo, si me cansaba, cambiaba de mano.
Después lo abrazaba cucharita y a dormir. A veces se lo tocaba un poco más porque ponía mi mano en su pene.
A los 8 años logré que el prepucio bajara no sin dolor. Tuve que llevarlo al baño y ponerle la ducha helada para que bajara la erección y el prepucio pudiera subir y se le calmara el dolor.
Cada noche lo hacía con cuidado tratado que se abriera pero que no bajara.
Ya a los 9 años y con su pene de unos 10 centímetros, su prepucio bajaba y subía sin ningún problema. Siempre nos duchamos juntos y en la ducha hacia lo mismo pero con jabón.
– Ya hijo, ahora estás bien, puedes hacerlo tú sólo – le dije mientras enjabonaba su pene de casi 12 centímetros ahora. Me ponía nerviosa jabonarlo.
Una mañana me tenía abrazada cucharita y sentí su erección en mi año. Hacia años que no tenía esa sensación. No dije nada, me hice la dormida y esperé a ver qué pasaba. Me empujaba despacito, como para no despertarme, una y otra vez. Lo peor era que me estaba gustando. De pronto lo sentí entrar suavemente, debe haber tenido unos 2 centímetros de diámetro. Por lo que la petracion fue muy agradable.
Hacia tanto tiempo que no tenía sexo de ningún tipo, que no me hice problema porque mi hijo me penetrara anal, además de que no es lo mismo que vaginal.
Una noche estábamos viendo tele como de costumbre, lo estaba manejando como de costumbre cuando comenzó a gemir. Le miré su pene y este estaba comenzando a echar líquido preseminal. Puse una mano para recibir sus jugos pero era mucho, llenó mi mano y cayó a su pelvis. Cuando acabó le dije que no se moviera, fui al baño a lavarme las mano. Pero antes me olí las mano. No olía mal, olia a semen pero más suave.
Me chupé los dedos y lo encontré rico, casi se me había olvidado el gusto que tenía, aunque este era casi dulce.
Volví a la pieza con un rollo de papel higiénico y lo limpié.
– La próxima vez me avisa, mi amor, si ? –
– Si mamá –
Me encanto el relato
Una ternura sentir así el picho de tu nene, mami. Más. Sigue 💋