Fimosis
Mi Hija.
Confirmado el embarazo, boté el examen al papelero y a esperar lo que se venga. No le conté nada a mi hijo, para qué, sólo es un niño. En el trabajo tampoco dije nada, pensando que podría tener un aborto espontáneo y no iba a hacer necesario. Seguí tomando anticonceptivas un más más, además que no podía decirle que no sin explicarle el porqué. De manera que seguí haciendo el amor todos los días. Y como sabía como me gustaba y con más del año de experiencia, me hacía feliz, era como un vicio, cada noche antes de dormir. A veces me preguntaba ¿ De dónde saca tanta energía? Pero me acordaba de mi a esa edad. El calor en mi entrepierna no me dejaba dormir. Me masturbaba hasta el orgasmo y me quedaba dormida. A veces pensaba que mi papá podía ayudarme con eso, hasta me lo imaginaba en la cama. Pero nunca me atreví a decirle nada. Y mi hermano era muy chico, el me veía desnuda y yo a él. Incluso algunas veces nos bañamos juntos y yo se lo tocaba de puro curiosa. De manera que a esa edad sabia perfectamente cómo era y cómo funcionaba. Pero no podía pensar en nadie más. Yo sabía que mi hermano se masturbaba pensando en mi. Un día jugando en la cama y sólo con ropa interior los dos, cayó encima entre mis piernas, inmediatamente noté su dureza. Nos miramos si decir nada, instintivamente el comenzó a moverse y lo dejé, se sentía rico. Pero en un momento lo detuve y le dije que me dejara sola, estaba empezando a desearlo adentro y era mi hermano chico, eso no podía ser.
– Te amo hijo – pensando que el no sabía que estaba embarazada de él.
– Yo también te amo, mamá – mientras me daba estocadas profundas.
Antes de los tres meses, la ropa comenzó a no quedarme y tuve empezar a comprar ropa. Avisar en el trabajo fue más fácil de lo que había pensando. Le conté a una compañera que estaba embarazada, que había sido una aventura y él, cuando supo que estaba embarazada, desapareció. Fue el cuento que inventé. A los pocos días todos en la empresa lo sabía.
– Pasa tu mano por mi guatita – le dije una noche. Ya se notaba mi embarazo.
– Porqué estas hinchada? – preguntó mientras acariciaba mi estómago.
– Estoy embarazada – le dije. Abrió tremendos ojos.
– De quien? – preguntó.
– De quién va a ser? Tuyo, voy a tener un hijo tuyo –
– Un hijo mío? – si, pero nadie puede saberlo.
Los meses pasaron más lentos de lo que esperaba, tuve que hacer algunos cambios en las posiciones, incluso el último mes, casi todos los días fue anal.
– Estas bien mamá? – preguntaba acariciando mis grandes pechos mientras de lado, él me cogia por atrás. Seria que estaba tan sensible que hasta tenía orgasmos anales y sentía que mi hija se movía como se también lo sintiera. Después del orgasmo, los tres nos quedábamos tranquilos y nos dormíamos.
Me di cuenta que cuándo comía algo rico, como chocolate, mi hija se movía, como si le gustara. Y cuando a ella algo no le gustaba, no sentía ganas de comerlo. En cambio comía cosas que nunca me habían gustado.
Finalmente mi hija nació un mes antes del cumpleaños número 14 de mi hijo. Él estaba feliz.
– Siempre quise tener un hermanito –
– Una hermanita y vas a tener que cuidarla – le dije.
Y así lo hizo, pasaba todo el día pendiente de ella, cuando le daba de mamar a la niña, después le daba a él también. Me alcanzaba la leche para mis dos hijos.
Mientras trabajaba y mi hijo en el colegio, ella estaba en sala cuna primero y en un jardín infantil después.
El la retiraba después del colegio, la llevaba a la casa, la bañaba, la vestía, la alimentaba, la cuidaba y los fines de semana pasaba todo el día con ella.
En las noches le leía y se acostaba con ella hasta que se durmiera. Aveces llegaba a la cama cuando yo ya estaba dormida y algunas noches simplemente no llegaba, dormía con ella.
– Hijo, ten cuidado, no te olvides que también es tu hija – porque se trataban como hermanos. Ella no lo dejaba sólo ni cuando iba al baño.
Cuando mi hijo entró a la universidad, tuve que poner a mi hija en un colegio con jornada completa, de manera que si no podía ir a buscarla yo, iba él. Pero como generalmente salía el primero, pasaba a buscarla antes. Incluso había un día que salía temprano, y llegaban a almorzar a la casa.
Los fines de semana, yo despertaba y mi hija estaba acostada al lado de mi hijo. Me preocupaba porque mi hijo dormía desnudo y en las mañanas amanecía con una erección.
– Pero hijo, tu la tienes abrazada cucharita, acaso no tienes una erección? – Ella no te siente? –
– Sí mamá, pero ella está acostumbrada –
– Cómo, si sólo tiene 7 años? Acostumbrada a qué? –
– No te preocupes mamá, no pasa nada, sólo le gusta que la abrace por atrás –
Una mañana me desperté y estaba sola en la cama. Fui a la pieza de mi hija y ahí estaban los dos abrazados durmiendo.
Después del desayuno llamé a mi hijo a la cocina y le dije que no se olvidara que era su hija, que no podía cogérsela.
– Mamá, no pasa nada, sólo es un juego, además tu jugabas conmigo y yo era tu hijo. Y no sólo era un juego, tú lo sabes –
Y tenía razón, qué podía decir yo, si había tenido una hija con mi hijo. En todo caso la niña se veía bien, no presentaba ningún problema.
Ahora ella tenía 12 y seguían bañándose juntos.
– Hijo, cómprale pastillas anticonceptivas, no la quiero embarazada a los doce años –
– No te preocupes mamá, hace más de un mes que está tomando, desde que comenzó la regla –
– Y hace cuánto que te la coges? –
– Desde hace un tiempo –
– Cuanto tiempo? –
– Como de los 8, pero sólo eran juegos. A los 10 la dejé que se montara y desde ahí hasta ahora –
Cuando mi hija cumplió los 15, yo ya tenía 48 y el sexo con mi hijo era cada vez más esporádico.
– Hija, a contar de esta noche vamos a cambiar las camas –
– Cambiarlas ? Cómo? –
– Yo me voy a ir a dormir a tu cama y tu a la mía. Ahí va a poder dormir tranquila con tu hermano – esperando ver su reacción.
– Con mi papá. Gracias mamá, me haces tan feliz escucharte –
– Ya sabias que era tú padre? –
– Mamá, no soy tonta, de chica te veía coger con mi » hermano «, era cosa de lógica descubrir quién era mi padre y estoy feliz de que sea él. Creo que lo conocía antes de nacer. Su voz, sus caricias, hasta cuando hacían el amor tenía sensaciones que las fui descubriendo poco a poco.
Cuando los vi coger, ahí entendí todo, de donde venía ese amor por mi padre. Ahora estoy feliz porque no tengo que andar ocultando nada ni teniendo sentimientos oscuros. Que bueno que aceptes nuestro amor y cuando quieras coger con él, no tengo ningún problema. Además siempre pensé: ¿ Cómo será tener sexo los tres?. Ahora podemos hacerlo, si tu quieres –
– No sé hija, déjame pensarlo –
Esa noche sentía como hacían el amor sin preocupaciones. Entonces me levanté y fui a mirar, como dijo me hija que lo hacía.
– Te gusta así papá –
– Si hija, me gusta, sentir que lo tienes todo adentro –
– Más fuerte papá, dame más –
Así debe habernos visto nuestra hija, y se debe haber mojado como lo estoy yo ahora.
– Ven mamá, acuéstate un rato con nosotros –
Me pilló de sorpresa, traté de huir pero mis pies estaban pegados al suelo.
– Por favor mamá, ven un ratito, me harías muy feliz –
Caminé hasta la cama, me saqué el camisón y me acosté.
– Ya papá, ahora a mi mamá – dijo mi hija. Y como ya estaba mojada, no le costó nada a mi hijo hacerme feliz.
Desperté y estábamos los tres durmiendo en la misma cama.
Lo último que recuerdo antes de quedarme dormida, feliz y satisfecha, es ver a mis hijos cogiendo a mi lado.
Me encanta que ese picho rico del hijo caliente se reparta cogiendo con ganas a su mami y a la chiquta que tuvieron. Esa es una mente bien abierta igual que las conchas de ellas.
y pensar que hay familias que lo hacen como algo normal, da envidia.