Francisca: me lleve una sorpresa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dovetail.
Me llamo Francisca y tengo 19 años, mido 1,65 soy delgada, esbelta, piernas largas y un tanto delgadas y trasero medianamente grande y durito aunque no demasiado y desde chica he sido extraordinariamente sexual, aunque he tenido que estar reprimida por ser de una familia fanáticamente católica con educación en colegio tipo Opus Dei, etc. Así que nunca tuve una buena formación sexual, es tanto que cuando tenía 13 años no me atrevía ni a mirarme o tocarme mis partes porque era pecado.
Mi padre tiene un tío del que era muy amigo, quien nos visitaba bastante a menudo y recuerdo que desde pequeña lo convertí en mi preferido y lo hacía tomarme en brazos y le exigía que me pasara las manos por debajo de mi traserito de cinco y seis años, lo que a él no le atraía nada, pero si no lo hacía yo me ponía a llorar y me daba berrinche, entonces él caía en la trampa y me agarraba del potito y después me sentaba en su falda donde me regaloneaba.
Fui creciendo y me fui dando cuenta de que las mujercitas tenemos un sentido de la sexualidad que si lo aprendemos a manejar, hacemos caer a cualquier hombre. El hecho es que ya a los 11 años yo le coqueteaba a mi tío, me restregaba contra él, y él pacientemente me apartaba pero siempre terminaba sentándome a horcajadas en su falda. Cuando tenía 15 años a raíz de no recuerdo que cosa que le hice, el me dijo que ya no quería seguir siendo mi amigo, que no lo molestara más y que no lo llamara por teléfono porque no quería ni verme ni oírme.
Cuando recibí su carta, casi enloquecí de ira, de desesperación y frustración por perder esa rica especie de amistad. Eso fue antes del verano y nosotros iríamos a veranear cerca de donde él vive. No lo llamé para responderle su carta, quedé frustrada, echando de menos sus cariños y mis calenturas y restregones contra él, el poner mi cabeza en su hombro, el que me regaloneara, y por sobre todo, echar de menos el sentir como me quedaban las pantaletas después de estar sentada a su lado con mi cabeza en su hombro, mientras conversaba con papá o mamá o simplemente conmigo contándonos las cosas de nuestra vidas, éramos muy buenos amigos. Peleamos porque una tarde que nos quedamos solos por un ratito corto, me pregunto si me podía dar un beso y yo le di un cachuchazo en la cara y le dije que sería lo más asqueroso que me podría pasar. Esto fue después que le conté como había besado a un niño en un baile que tuvimos en la escuela, al que casi le saque la lengua de tanto chupársela. Eso causó que se ofendiera diciéndome que lo único que quería era saber como besaba y que yo supiera como besaba un adulto.
Dos meses después, cuando llegamos a la playa muy cerca de la ciudad donde él vive, decidí pasar a verlo a su oficina sin avisarle, así que en una ida al centro de la ciudad a comprar abarrotes, les dije a mis padres que iba a ir a vitrinear un poco y me fui directamente a su oficina. Me había arreglado para verme lo más bonita posible, con unos shorts sueltos, nuevecitos, hasta me había puesto una tanguita que no había usado para estar lo más linda para él. La verdad es que aparte de sentir ese fuerte escozor entre mis piernas, el que no me atrevía a saciar por mis problemas religiosos, ya que para nosotras es pecado tocarse buscado placer, le tenía aun un tremendo cariño, al fin y al cabo, desde los 5 años era mi tío amado, él que me había enseñado a patinar, a andar en bicicleta, a tirarme de cabeza en la piscina, a limpiarme mi entrepiernas cuando estaba muy fuerte, etc. (eso es parte de otro cuento), y a pesar de que me había tratado varías veces de ¡niñita de mierda, desaparece de mi vida!
Toqué el timbre y salió él a abrir la puerta. Mirándome con sorpresa y un poco de ira me dijo:
-Que haces aquí. No te dije que no quería saber más de ti, mocosa insolente y cochina – con un tono bastante iracundo.
-Es que te echo de menos tío- dije despacito y trate de abrazarlo y darle un beso, lo que rechazo con un ligero empujón para alejarme de él. Se dirigió a su despacho a donde lo seguí, rogándole que me disculpara por haber sido tan tonta, que quería seguir siendo su amiga y recibiendo su cariño.
– No Francisca, no quiero tener más problemas y penas en mi corazón. Tu sabes cuanto te he querido en estos 9 años que nos conocemos y me has tratado en una forma realmente ofensiva y despreciativa, has sido una mierda de mujercita – dijo con sequedad y rabia.
Me volví a tirar a sus brazos amarrándolo del cuello. El cayó sentado en su silla con mi arremetida y me monte en su falda.
– Chiquilla de mierda, caliente y cochina, así que ahora si estas caliente de verdad – mientras le tire un beso a la boca que el esquivó y sujetándome de la cintura me levanto y me saco de encima de él.
Se paró y arregló su ropa mientras me miraba como si estuviera viendo a alguien que no conocía.
-Así que ahora tú me quieres besar – dijo despacio, casi en un murmullo, acercándose lentamente a mí que había quedado sentada sobre su escritorio. – Entonces ahora vas a saber lo que pasa cuando juegas con un adulto – me dijo mientras acercaba su cabeza a la mía. Me sentí extrañamente asustada y a la vez excitada y sentía que mi respiración estaba acelerada y que mi corazón latía rápido.
Me tomo la cabeza entre sus manos, acercó su boca a la mía y pegó sus labios a los mío, los que mantuve cerrados, empezando a reclamar.
-¿No era esto lo que querías, niñita estúpida? – me preguntó
– Así no, así no- dije mientras trataba se sacar su boca de la mía, pero él siguió tratando de besarme hasta que de repente sentí que su lengua se abría paso entre mis labios y se juntaba con la mía. Se la mordí, a lo que me respondió con un cachuchazo que me llego a sonar en la cara. Sentí la sensación de calor que queda después de un palmazo en la mejilla, pero no me importó.
-Si lo vuelves a hacer te voy a dar una tunda a poto pelado – dijo seriamente mirándome a los ojos y acerco nuevamente su boca a la mía y volvió meterme la lengua en la boca y se la volví a morder.
Fue como una cosa instantánea, me sentí levantada por él con su brazos mucho más fuertes que yo y sentándose en el escritorio me puso sobre sus rodillas y en un segundo ya estaba con mi short abajo, con calzones y todos y sentí una fuerte nalgada que me hizo arquearme tanto de sorpresa como por la sensación de ser castigada en esa forma tan arcaica. Después de otras tres nalgadas, pasaba de un cachete al otro y la tercera en el centro de ellas, ya estaba rendida y me relaje siguiendo con mis quejidos a cada palmada, las que sonaban más fuerte que lo que dolían, en verdad dolían un poco pero también me asustaban, lo deje castigarme, pero cuando el golpe era en el centro entre mi hoyito del culo y mi rajita era cuando me respingaba al sentir por primera vez el real trato de hombre adulto, en mi zona genital. Fueron en total 12 palmadas, las conté estando boca abajo, ahí paró y me empezó a dar un suave masaje en las nalgas, y por sobre mi culito el que estaba extrañamente sensible y un tanto adolorido, continuó hacía más abajo y sentí como su mano separaba los labios de mi rajita y escarbaba hacía adentro de ella y cuando se me abrió sentí que su dedo estaba en medio de un mar de suavidad como nunca antes había sentido, estaba mojada como sopa y extrañamente resbalosa. Había sentido algo parecido a esto cuando bailaba apretada y me besaba con mi joven amigo al bailar, pero jamás tanto como estaba ahora, ahora estaba realmente inundada de jugo resbaloso.
Me sentó en el escritorio y me empezó a besar nuevamente y ahora yo ya no tenía argumento porque estaba que ardía de ganas de besarlo y a sentir lo rico, delicioso que eran sus besos. Largos y suaves, recorriendo mi boca y jugueteando con mi lengua los que correspondí con mi lengua y yo a poto pelado sobre su escritorio, sentada, toda mojada mientras el me tenía entre abrazada y sujeta con su brazos, muy pegado a mi costado. Entonces fue cuando sentí que el se puso entre mis piernas, me tomo la polera y simplemente de un tirón me la saco dejándome toda chascona y en mi sostén.
Me beso nuevamente y bajó su cabeza y con una mano saco una de mis tetitas y la empezó a mamar. Casi me morí del la sensación ya que junto con eso, me puso la mano entre las piernas y empezó a esparcir el jugo que tenía dentro de mi vagina por encima de mi clítoris, lo que me hacía temblar y emitir quejiditos, –ay tío, ay tío- de lo gustoso que se sentían sus dedos… me soltó y sacó en sostén, así que quede desnuda, solo con las zapatillas y calcetines… mi short y calzones habían caído al suelo cuando me dio de palmadas en el trasero.
-Lo que te pasa Francisca es que eres una putita caliente y lo que te falta es pico y buen pico… y ahora lo vas a tener – dijo mientras vi como abrió su cinturón dejando que su pantalón cayera al suelo, bajo su calzoncillo y pude ver su verga larga y gruesa, con la cabeza azul y dura como palo. Era larga y llena de venas, y se movía como al ritmo de su corazón, yo la miraba como embelezada, ya que pese a que la había visto antes, jamás la había visto así de grande. Recuerdo que pensé ¿Y todo esto me lo va a meter? con un escalofrío, pensando en que iba a perecer en el acto ya que era mi primerísima vez.
-No tío, no – exclame cuando sentí esa cosa enorme pasar por encima de toda mi rajita hacia arriba y abajo, mientras sentía una enorme sensación y los ruidos que hacía su cosa al pasar por mi entradita virgen – flac, bluoc, fluc- eran como pequeños chasquidos de lengua, mientras su besos empezaron nuevamente y yo me fui entregando y el al apretarme me empujaba hacía atrás hasta que quede encima del escritorio tendida sobre el y mi tío con mis dos piernas entre sus brazos sujetándolas y yo ya relajada y desnuda entera con su tremenda cosa casi en la entrada de mi rajita y su boca besándome tan suavemente como antes.
Se retiró de mi y me empezó a mamar las pechuguitas las que se sentían súper sensibles, a la vez que mi rajita estilaba su jugo. Pronto sentí sus besos en mi ombligo lo que me causó muchas rosquillitas ricas, en especial cuando soplando sobre este, hizo que sonara como cuando era niñita lo que me hizo encogerme pero inmediatamente sentí su lengua justo encima de esa pequeña cavidad que se abre sobre mi rajita y con su lengua empezó a bajar por sobre de mi capullo y yo a retorcerme y a reclamar hasta que simplemente me entregue a sus lamidos que iban desde esa pequeña cavidad, pasando por mi clítoris, penetrando en mi vagina, y siguiendo por lo que ahora se que se llama perineo, para llegar al hoyito de mi potito y lamerlo y empujarlo con su lengua en medio de mis escalofríos y retorcijones y cosquillas, para terminar en el huesito de mi cola y subir nuevamente y seguir lamiéndome de atrás adelante mientras yo instintivamente lo tome de la cabeza guiándolo sin mayor resultado hasta que se centro en mi clítoris donde, al poquito rato, las sensaciones se fueron haciendo cada vez más intensas y como oscilaba entre mi capullito y mi entrada vaginal repentinamente me sentí gimiendo fuerte y punteándolo con mi pubis cuando él estaba con su lengua dentro de mi vulva lamiendo mi vagina. Sentí que reventaba y sin saber como sentí que me salía un chorro de líquido desde lo más hondo de mi cuerpo, con el consiguiente retorcijón y puntazos, mientras él me sujetada de mis nalgas para poder seguir mis movimientos. Quede completamente exhausta, mientras él se trago todo mi líquido:
-Estás muy dulce mujercita, muy dulce… ojala sigas así de ahora en adelante – me dijo después de lamerme y dejarme limpia hasta mis nalgas, las que él había levantado desde abajo con su lengua.
La sensación de sentirme manejada completamente por un hombre que no anda con juegos me hizo tener ganas de hasta ir a defecar, pero como sus lamidos ya habían terminado y había nuevamente empezado a besarme en la boca sintiendo como mi liquido que él decía dulce, sentía el sabor en su boca, fue que me desboqué.
Sin que me diera cuenta y con todos mis movimientos y retorcijones, repentinamente sentí que su cosa entraba en mi rajita. La saco y metió varias veces mientras yo apretaba mis nalgas para tratar de rechazarla y en un segundo sentí su lengua que entraba bruscamente en mi boca casi hasta el fondo junto con un agudo dolor de sentir su pene entrando suave pero firmemente en mis entrañas. Siguió empujando con su lengua enteramente adentro de mi boca en medio de mis quejidos de dolor, mientras su aparato llegaba hasta el fondo de mi chuchita, entonces desfallecí, quedando lacia sobre el escritorio mientras él entraba y salía de mi, ya casi sin ningún dolor, sintiendo como mi vagina gorgoreaba y su fluido se escurría por entre mis nalgas.
Así siguió hasta que empecé a sentir una extraños escalofrío, que fueron aumentado su intensidad, mientras me di cuenta de que se me escapaban una larga serie de gemidos y mi pubis empezó a seguir un ritmo contrario a su embebidas, cuando el empujaba yo empujaba cuando él sacaba yo me retiraba. Sentía mi ano, empapado mientras el me sujetaba de mis nalgas. Era la cosa mas rica que jamás me había pasado, hasta que de repente me vino un acceso de escalofríos mientras el me lo metía y sacaba cada vez más rápido y el gemía junto conmigo y de pronto sentí un fuerte empujón, un tremendo gemido y otro empujón y otro y de pronto me sentí dando un gemido más fuerte que el de él y me sentí inundada por dentro por un liquido que se sentía tan rico, caliente y suavecito dentro de mi, entre estertores y gritos suaves y escalofríos que me subían desde mi pubis y ano hasta la cabeza, como una explosión enorme y violenta de placer, con toda mi rajita lubricada sintiendo aun más rico que con mis propios líquidos. A cada bombeada, ahora más lentas, mi tío emitía un gemido, mientra sujetándome de las nalgas me movía hacia delante y atrás suavemente mientras yo me retorcía y corcoveaba y gemía al unísono con él, hasta que se tendió encima de mí besándome y acariciando mi cara mientras yo me puse a llorar de la emoción e impresión.
Fue mi primer orgasmo y fue como algo milagroso ya que todo lo que había escuchado y leído (que no era mucho por lo demás) no se parecía en nada a lo que estaba sintiendo a pesar del dolor causado por la pérdida de mi virginidad.
-Por Dios que eres rica niña – dijo mientras me besaba y yo con mis lágrimas le retribuía sus besos. El seguía entrando y saliendo de mí muy suavemente hasta que su cosa que se había sentido todo lo grande que era y era grande, se puso más blanda y aun descansando sobre mí y con nuestros besos seguimos otros cinco o más minutos, mientras yo lo abrazaba con mis piernas por su cintura y el continuaba echándome e inundándome mi vagina que ahora ya hacía toda clase de ruidos de globos, chasquidos, etc.
Llegó el momento en que se retiro muy lentamente de mi y sentí como me empezaba a manar su jugo de adentro de mi rajita, jugo blanquizco que el cuidadosamente frotó en mi pubis y potito el que estaba suave y muy pronto sentí que su dedo empezaba a echar todos esos jugos adentro de mi hoyito del culo.
-Que haces, tío – pregunté, mientras el me levanto las piernas dejando con mi trasero casi a la altura de su cara y yo con la piernas abiertas, expuesta entera a su mirada lo que me causó una fuerte vergüenza muy adentro de mi, pero no me quedo otra que aceptar y dejarlo hacer. Pronto sentí que me besaba los labios de mi rajita y que bajo hasta mi ano y me lo beso y lengüeteo, pese a todos los jugos que me había esparcido adentro y afuera de éste.
-Si ya perdiste tu virginidad, mejor las pierdes todas en una sola vez – me dijo suavemente.
Me puso el dedo gordo de la mano en mi ano y lo hundió en el con un ligero retorcijón de mis tripas, empezó a meterlo y a sacarlo y después puso otro dedo más que entraban y salían suavemente del ano hasta que sentí que el hoyito estaba suelto y blando. No se cuanto rato estuvo en eso, pero se que me bajo y me dio vuelta dejándome de guata sobre el escritorio. Al hacer esto vi su pene que nuevamente estaba enorme y una vez me tuvo boca abajo sentí que me separaba las pierna que estaban apoyadas en el suelo y diciéndome
-Ponte sueltita, muy sueltita Franci…. Relajada – quedamente. Sentí su cabezota en mi hoyito y después que me echaba una gran cantidad de líquido. Después supe que era parte de mis jugos que él había juntado en su mano, más una buena cantidad de saliva y su cabezota entró en forma abrupta en mi ano. Me llegó a doler hasta el pelo, pero el dolor cedió una vez que el dejo de empujar, al fin y al cabo ya había entrado en mi culito. Supuse que hasta ahí iba a llegar pero después de un rato lo saco de un solo golpe, con un sonoro entre pedo y globo y me echo otro buen poco de saliva y lo introdujo nuevamente. Sentí un ruido algo como un fuitch mientras entraba y lo sentí adentro pero esta vez ya sin dolor, simplemente entró hasta donde había estado, para a los pocos segundos seguir empujando y yo sintiendo como mi tripa iba aceptando ese pedazo de carne dura y caliente. Extrañamente pensaba en lo rico que había sido su beso en mi ano, y me imaginé y espero no haber tenido mal olor, fue entonces que muy lentamente lo fue sacando para después meterlo nuevamente, así bombeando hasta al fondo, lo más al fondo que podía llegar porque sentía que topaba contra el fondo de mi poto, para después sacarlo, todo esto muy suave y lentamente, y yo sintiendo el viaje hacia adentro y hacía afuera de ese bus que me empezaba a gustar a pesar del suave dolor que producía y a esperar que saliera y la sensación de vacío que me dejaba en mi tripa, dado lo apretado del camino en que se movía. El me tenía sujeta con una mano en la espalda para que no me enderezara y la otra en mi pubis con la que me hacía un suave masaje en mi rajita. Después de unos cinco minutos, ya sin dolor alguno, cuando ya estaba completamente suelta y jadeando y sintiendo que eso también era rico, ya que de alguna forma me frotaba mi parte de adelante por dentro de mi culito y me calentaba más, hasta el punto en que sentí como mi jugo empezaba a correr por mis piernas hacia el suelo. La velocidad de sus movimientos aumentaron y pronto los dos empezamos a gemir y muy pronto a rugir hasta que me vinieron toda clases de estertores mientras sentía que mi tío se estaba vaciando en mi potito, el que en cada entrada y salida de su aparato lo hacía gorgorear, emitir peitos y toda clase de ruidos que nunca había oído ni que me podía imaginar que yo podría producir. Muy pronto quedó igual que cuando lo hizo por delante, bombeando suavemente y yo con mi potito lleno de su leche y gozando de escalofríos y tiritones al sentir lo resbaloso y súper lubricado que estaba, a medida que mi tío me lo llenaba de sus jugos tibios que se sentían tan deliciosos, calidos y resbalosos. Mientras él montado ya encima mío, me acariciaba la carita y me daba miles de besitos en la cara, ojos y boca, los que yo respondía como podía, sintiendo un tremendo placer, un tremendo temor ya que podía quedar preñada y una felicidad que me inundaba hasta el fondo de mi alma, era como la culminación de una era, como pasar en forma muy brusca de niñita a mujer, que ahora sabía que todo lo que me había hablado desde mi infancia era realidad y que era una realidad increíblemente rica el ser poseída por una persona a la que una ama y sentirse amada y enteramente poseída por él.
Lo escuche decir
-Que acabas rico mujercita, eres como un milagro – mientras lentamente me lo fue sacando hasta salir por completo. Entonces, sin dejarme cambiar de posición empezaron a salir muchos gorgoritos y peitos de adentro de mi colón, a la vez que sus jugos eran expelidos y se resbalaban por encima de mi rajita que también estaba chorreando y todos bajaron juntos por mis piernas, lentamente hacia mis calcetas y zapatillas.
Me sentía extraña con todo esto completamente nuevo para mi, era maravilloso aunque, me dolía tanto mi rajita como mi culito, tanto por las palmadas como por la penetración, el liquido que bajaba por mis piernas se sentía raro y me hacía cosquillas y yo me sentía aun más extraña ya que era la primera vez en mi vida en que me encontraba y me sentía boca abajo, desnuda completamente, a poto pelado, con mi trasero mojado y con las zapatillas y los calcetines puestos.
Traté de moverme pero mi tío no me dejó.
-Quieta, aquí yo hago las cosas – me dijo despacio pero con mucha firmeza.
-Es que… – trate de decir pero el replico en forma inmediata
-Quieta y callada – mientras sentía que me pasaba algo por las piernas para secarme los borbotones que iban bajando. Una vez me seco hasta arriba dijo
-Quédate como estás – ya con voz más normal y se fue. Volvió al poco rato, yo estaba mirando y vi que había ido al baño, se había lavado su miembro con bastante agua y jabón, mojado una toalla y volvió a donde me encontraba así que nuevamente me puse bien de guata mientras él empezó a pasarme la toalla mojada con agua fría por mis piernas, rajita y abdomen y después por mi culito.
-Ya ahora te puedes enderezar – dijo quedamente.
Me enderecé e inmediatamente me tape mi pubis con las manos, a lo que él inmediatamente me las sacó. Sentí que me ponía roja pero él con un beso en la boca me callo mientras sentía su miembro semi flacido pegado a mi ombligo. Mientras me besaba sentí que otro borbotón de líquido salita de mis dos hoyos pero el al sentir los globitos me puso nuevamente la toalla entre las piernas.
-Puja…, puja con tus dos hoyos – lo que hice y salio otra cantidad de líquido de mi interior.
Así que me levanto en vilo y me llevó al baño, el que no tenía ducha, así que me sentó sobre el lavamanos y abriendo la llave me lavó completamente mi rajita, pubis y culito, mientras yo reclamaba que quería hacerlo yo, que me daba vergüenza. El solo sonreía y no me dejo hasta que después de hacer que me entrara abundante agua en mi vagina que me hizo expulsar varias veces y me jabonó el culito desde el hueso de la cola hasta el pubis por sobre mis bellos púbicos formando espuma y con más agua me dejo bien enjuagada, para inmediatamente bajarme y con otra toalla me seco como si fuera niña chica.
-Espero te haya gustado lo que hicimos… para mi fue muy rico… seguramente seguirás sangrando un poquito así que voy a hacer un apósito de papel higiénico para que no manches el calzón- me dijo tranquilamente y dulcemente mientras yo lo miraba entre maravillada e incrédula.
Efectivamente, después que me lavó y me seco, me fije que la toalla había quedado con manchas de sangre.
Me levanto en sus brazos y me llevó hasta el sillón de su oficina donde me sentó y él se puso a mi lado con su pito aun medio marchito y abrazándome me dijo,
-Te perdono por todas las tonterías y penas que me has hecho pasar- mientras me besaba suavemente en la cara y en la boca cosa que retribuí inmediatamente abrazándome a él y poniéndome a llorar a mares. Mi sollozos me hacían temblar mientras él me hacia cariño y me daba palmaditas en la espalda y cerca de mis nalgas, al final terminé llorando sobre su pecho medio motada sobre él mientras me abrazaba y me acariciaba mi espalda, mis nalgas y mi cabeza y pelo.
-Parece que no estuvo tan malo me dijo – con una mirada de complicidad
-Es lo más rico que me ha pasado, pero me dejaste adolorida – dije, entre sollozos y sorbidas de narices, y tomándole la mano que tenía en mi trasero y llevándosela hacia mi zona anal – Se rió un poco mientras me acariciaba mi cabeza y mi pelo como lo hacía desde que yo era una niñita chica.
-Mañana si que vas a estar adolorida, pero es un dolor rico y la próxima vez ya solo te va a gustar- dijo con una asertividad de que iba a haber otra vez.
-Ya, ponte el short y el brassier – que se hace tarde
Una vez me puse el short, me senté nuevamente a su lado y él tomándome de la cabeza y bajándome hacia su miembro que estaba enhiesto nuevamente, me dijo
-Bésalo…, sin dientes- muy seriamente, mientras yo abrí mis ojos con espanto.
-Si, bésalo para que pierdas tus tres virginidades de una sola vez – dijo y empujando mi cabeza me puso su cabezota grande que apenas cabía en mi boca entre los labios. Sentí que me venía una arcada de asco, pero el empujo hacía abajo y entro en mi boca, y se sentía muy suave y ligeramente saldo, pero nada asqueroso, así que le dí un beso y me retiré de él, pero inmediatamente me dijo:
-Bésalo y chúpalo como si fuera un dulce…, mi dulce – mientras empujaba nuevamente mi cabeza y su pene entró en mi boca, entonces empecé a mamar de él y ahí si que él empezó a moverse suavemente para que su tremendo eje entrara y saliera de su boca; me tuvo haciendo eso y de pronto sentí que gemía y su aparato disparó un chorro pequeño de su líquido, el que tenía un sabor fuerte y ligeramente salado, pero no desagradable el que trague y lo sentí bajar por mi garganta hasta que llegó al estómago. Ahí fue cuando el quedó lánguido y relajado y jadeando echado para atrás en el sillón mientras yo me levantaba. Su pene ya estaba marchitándose para quedar un momento después completamente chico y brillante con mi saliva y su jugo lechoso y salado.
Me fui al baño y me senté, hice abundante una cantidad de pipí mientras me miraba mi rajita la que se veía aun brillante y resbalosa, pero ya no salía sangre.
Cuando volví al sillón y me senté a su lado me abrazó y me sentó en su falda y nos besamos y acariciamos largamente, mientras nos mirábamos a los ojos y nos acariciábamos y nos sonreíamos con cariño y ternura, pero ahora ya no era como el cariño de antes cuando era niña, era más como amor de mujer y hombre.
-Ya somos más que amigos… ahora somos amigos y amantes – me dijo suavemente mientras me hacía cariño en mi pelo y cabeza. – Ahora ya eres mujer y deberás aceptar las responsabilidades que te corresponden como tal, con todo mi amor, si es que lo quieres- dijo con mucho cariño y confianza, mientras me acariciaba mi cabecita y carita aun de mujercita joven.
Inmediatamente después de eso y mientras nos besábamos tiernamente, sonó el teléfono. Era mi mamá para preguntar si yo estaba con él, a lo que le respondió que había pasado por la oficina y que me acababa de ir y que ahora nos habíamos amigado nuevamente.
Una vez que cortó la llamada me hizo acercarme a él y me dijo
-Ahora te voy a dar unas pastillitas para evitar que puedas embarazarte – me dijo y abriendo su escritorio saco de un estuche ocho pildoritas de las que me hizo tomar cuatro.
-Estas otras cuatro te las tomas como a las 12 de la noche, no te vayas a olvidar pues esta es la única forma de asegurarte que no vayas a tener un hijo mío, aunque me encantaría que lo tuvieras, pero eres muy niña ahora, mientras el mismo me puso el sostén y yo como embobada lo miraba. Me puse la polera para quedar nuevamente completamente vestida y me peiné para quedar más o menos como había llegado.
Así fue mi primera vez. Efectivamente cuando salí de su oficina sentía todo mi bajo vientre adolorido, mi ano latía suavemente y a medida que iba caminando y sintiendo que aun salían pequeñas cantidades de líquidos de mi interior, me fui caminando más lentamente, con las piernas un poco apretadas, mirando las vitrinas del comercio, con mi corazón latiendo en forma normal y con miedo por lo que había pasado, pero con una felicidad enorme que hubiera sido él quien me dejo bien cojida y bien culiada y de solo pensarlo sentía como mis dos boquitas se agitaban como diciendo:
-Estuvo riiico, estuvo riiiiiico y maravilloso- lo que me hizo sonreír desde el fondo de mi alma. Esto era por fin algo que comenzaba bien.
Si le parece bien esta historia que es verídica, les relato la continuación, así que por favor envíenme sus comentarios
Francisca
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