Francisco
Anita María 3.ª parte 2.
Nota
En el capítulo anterior me alargué demasiado y no alcancé a narrar la relación con Anita María.
El fin de semana lo pasé con mis padres. No me acerqué al granero porque cada vez que lo hacía se me aceleraba el corazón y comenzaba a tener una erección.
El lunes después de la laguna me fui directo al granero, ya al entrar tenia una erección, a Francisco le encantaba y el tenia otra que me encantaba a mí.
Me hacía suya con muchas ganas y con mucho deseo. Sus fuertes brazos me apretaban fuertemente contra él en cada embestida y yo sentía que llegaba a mi estómago, que lo llenaba cada vez que acababa. Me dejaba rendida y flácida en sus brazos después de mis dos orgasmos anales. Era el placer más grande que se puede sentir, ni siquiera con Eduardo sentía algo similar. Incluso muchas veces acababa él y no yo, lo que él aprovechaba para tener su orgasmo anal.
Después de satisfacer nuestros deseos, conversábamos un rato mientras nos hacíamos cariñito.
– Cómo está Anita? – le pregunté inocentemente.
– Bien, me preguntó por ti – dijo él. La verdad es que me sorprendió, no esperaba que ella preguntara por mí. Como no la vi más, ni pregunté por ella.
– Dale mis saludos – le dije.
Se quedó un rato en silencio, me besaba suavemente en la mejilla, mis labios, mi frente.
– Te amo –
– Yo también te amo – le dije besándolo en la boca.
– Te gustaría que la trajera – de nuevo me sorprendió, no lo esperaba.
– Si, me gustaría verla – dije sin entusiasmo.
Hablamos un poco más y después nos vestimos y nos despedimos.
Al día siguiente todo fue igual, mi deseo acumulado lo descargaba todo en la tarde con Francisco.
– Mañana voy a venir con Anitamaría – dijo como en forma casual. De nuevo me sorprendió de tal manera que casi doy un salto.
– Si tu quieres – agregó.
– Si, claro, me gustaría verla – dije con algo de interés.
– Pero sólo si ella quiere venir – le aclaré, para que no la trajera a la fuerza.
– No me dijo que quería venir, pero todos los días me pregunta por ti – de nuevo me sorprendió.
– En serio? Te ha preguntado por mí ? – y yo nunca pregunté por ella hasta ayer.
– Sí, qué le dijiste que está enamorada de ti? –
– Nada, sólo conversamos de ella y de mí, bueno más de mi que de ella –
– Si, la entiendo, también estoy enamorado de ti –
Más besos, más caricias y más sexo. Luego nos duchamos, nos vestimos y nos despedimos.
– Hasta mañana mi amor –
– Hasta mañana, amor –
Esa noche pensaba como sería el reencuentro con Anita, lo pensaba y lo pensaba, de distintas maneras.
A medio día, o mejor dicho, después del almuerzo, me fui al granero a esperar a Francisco tal como habíamos quedado.
Venia con Anita de la mano. Una niña muy dulce, al lado de Francisco que se veía todo un hombre.
– Hola – me dijo Francisco secamente.
Casi me dolió su saludo, pero lo entendí, no podía ser de otra manera estando Anita presente.
– Hola – saludó Anita suavemente y empinándose para darme un beso en la mejilla.
No había crecido mucho de estatura, Sabina de la misma edad, con 11 años, era a lo menos 10 centímetros más alta que ella. Pero Anita tenía más pecho, más caderas y más trasero, además de unas piernas bonitas.
– Hola – le dije al momento que la besaba suavemente en la mejilla.
– Tanto tiempo sin verte – me dijo
– Si, yo también me he acordado mucho de ti – la verdad es que si me había acordado de ella. No mucho porque Sabina no me lo permitía.
– Bueno, los dejo, a la tarde nos vemos – dijo Francisco entrando al granero a ponerse su ropa de trabajo.
Nos quedamos conversando con Anita hasta que Francisco se fue.
Después de la mano corrimos a la laguna, al llegar nos desnudamos y nos metimos al agua.
Nunca había sentido el agua tan rica como ésa tarde. Después salimos del agua y nos tumbamos en el pasto al Sol.
Las gotitas de agua brillaban sobre su piel, le pregunté si podía tomármelas y me respondió que sí.
Rocé mis labios por sus hombros, su cuello, su mejilla y terminé es sus labios. Me comí su boca y en un momento estaba encima de ella. Sus grandes ojos me miraban asustados, mi miembro erecto, entre su labios vaginales, amenazaban con una penetración.
– Perdóname, no fue mi intención, no quise asustarte – comenzando a retirarme.
– No, está bien, lo entiendo – dijo doblando las rodillas y poniéndose en posición.
– Estás segura – dije mirándola a los ojos.
– Si, lo quiero – casi en un susurro como con vergüenza.
Lentamente comencé a moverse con movimientos suaves y sin hacer mucha presión.
– Oh! – dijo cuando sintió mi glande entrar en su vagina después de varios intentos.
– Te dolió? Lo saco? –
– No, sigue así –
Y seguí con mis movimientos lentos y suaves. Lo sacaba un centímetro y metía dos. Cada vez ella ayudaba y cada vez un pequeño quejido. Finalmente quedamos pegados, pelvis con pelvis y mis casi 15 centímetros totalmente adentro.
Nos besamos dulcemente.
– Te dolió? –
– Un poquito, al principio –
Mi pene palpitaba al sentir la presión de su vagina. No se cuánto rato estuvimos así, sin movernos, disfrutándonos el uno al otro, besándonos y acariciándonos. Sus profundos ojos me decían que me amaba y yo le susurraba que la amaba.
Después comencé a moverme lentamente. Al principio lo sacaba un centímetro y lo volvía a su lugar, sentía como una succión de su vagina. Cada vez lo sacaba más y lo metía a fondo de nuevo y cada vez que hacía éso, ella emitía un pequeño quejido, casi como un suspiro, al final la pasión ocupó su lugar y mis embestidas fueron todas a fondo y con fuerza. Sentía como empujaba su útero, incluso sentí que acababa dentro de él.
Después me derrumbé como castillo de naipes y ella tirada como muñeca de trapo.
Nos miramos y nos reímos. Me levanté y la ayudé a pararse. Recién me di cuenta de la sangre en su vulva y en mi pene. La había desvirgado.
Caminamos a la laguna y nos sumergimos para escapar del calor de nuestros cuerpos y del Sol, que a esa hora era implacable.
Después de una media hora en el agua, de caricias y besos, salimos del agua y al pasto nuevamente.
Ahora le iba diciendo lo linda que era y cada cosa suya que me gustaba. Sus pechos hermosos, sus areolas grandes y abultadas, parecían pequeños volcanes de los cuales salían unos duros pezones que me apuntaban.
Los chupé hasta enrojecerlos, besé su estómago y su pelvis. Me sujetó para que no siguiera bajando.
Volví a besarla en la boca y ella comenzó a besar mi cuello y mi estómago.
– Sigue – le dije.
– No te detengas – siguió bajando por mi pelvis, lo tomó con la mano y comenzó a acariciarlo.
– Dale un besito – lo miró y le dio un beso suave.
– Un beso más grande, pásalo por tus labios – se notaba que nunca había hecho eso antes y no sabía que hacer.
– Te gusta? Mételo en tu boca y chúpalo – le tuve que explicar cómo hacerlo sin que me mordiera, aunque aveces me daba apretones con los dientes, de nervios. Decía ella.
Me di vuelta y metí mi cabeza entre sus piernas, besé sus labios y con mi lengua jugué con su clitoris. Sus chupadas eran cada vez más intensas.
– Te quiero – dijo acostándose de espaldas, doblando las rodillas y abriendo las piernas.
De nuevo entraba en busca del placer y la felicidad.
Después del agua a tumbar nos en el pasto a acariciarnos y amarnos.
No nos dimos cuenta de la hora. Me guiaba por la altura del Sol y este había bajado más que de costumbre.
Nos vestimos y nos fuimos corriendo.
Francisco se había duchado y vestido.
– Donde andaban que hace rato en los estoy esperando – dijo molesto.
– Perdóna, la culpa fue mía, no me di cuenta de la hora, se nos pasó la tarde violando –
Sin decir nada más, la tomó de la mano y se la llevó. Ella caminaba al lado de él con la cabeza agachada, sintiéndose culpable, me imagino.
Al día siguiente todo fue normal, como siempre, hicimos el amor, acabé varias veces, creo que más veces que las que el me llenó el estómago pero yo estaba feliz.
No le pregunté nada ni el a mi con respecto a Anita.
A la semana siguiente, después del primer coito me preguntó:
– Quieres que traiga a Anitamaria mañana? – dijo mirándome a los ojos como para ver en ellos mi reacción.
Obviamente que me sorprendió.
– Ella te lo pidió? –
– No, pero la conozco bien y no necesita pedirme nada. Yo sé que quiere venir a verte –
– Si, claro que me gustaría – tratando de no sonar muy ansioso, aún cuando mi voz me traicionaba.
No hablamos más de Anita y volvimos a coger, ahora con más ganas sabiendo que vería a Anita de nuevo.
Al otro día miraba el camino esperando verlos llegar. Los minutos pasaban y no venían. De pronto los divisé a la entrada del portón. El la traía de la mano como siempre. Me la traía.
Me puse a revisar unas herramientas de mi abuelo para que Francisco no pensara que estaba ansioso.
– No me hagan esperar – dijo antes de entrar al granero a cambiarse ropa.
Nosotros caminamos lentamente sin decir nada. Sentimos un silbido y Francisco se despedía con la mano. Le devolvimos el saludo con la mano, después de que desapareció, nos dirigimos rapida8a la laguna. Nos desnudamos pero no entramos al agua, nos abrazamos y nos besamos. Después nos acostamos en el pasto y a la sombra. Hicimos el amor mucho rato. Terminábamos una y seguíamos con la otra.
– Quiero estar siempre así contigo – me decía, entre besos y cariños.
Después a agua para lavarnos y sacarnos el sudor, el polvo y el calor.
Nuevamente en el pasto teniendo sexo oral. Ella había aprendido bien y lo hacía con gusto. Yo ya sabía y también lo hacía con gusto.
Después se subió arriba y le enseñé a cabalgarme. Le encantó mientras yo disfrutaba de sus hermosos pechos. Después de acabar se acostó encima mío.
– Te amo, te amo – me decía y yo con mi erección a tope.
Perdí la cuenta de las veces pero ni de la hora, estaba pendiente del Sol.
– Ya, tenemos que irnos – le dije.
– No me quiero ir todavía – dijo
– Te gustaría dormir conmigo, aunque sea una sola noche ? – le pregunté
– Una sola? Yo quiero todas las noches –
– Yo también, pero no podemos –
Nos fuimos a lavar, no ha bañarnos para que no se nos hiciera tarde.
Me puse la camiseta, los slip y los shorts. Ella se puso el vestido y yo le ayudé.
– Y mis calzones? – preguntó
– Los tengo en mi bolsillo, después te los paso –
– Me voy a ir sin calzones? –
– Si, después te los paso, cuando te saques un poco –
– Bueno – dijo y tomándome de la mano nos fuimos caminando.
A mitad del camino me detuve, la abracé y la besé. Metí mis manos por debajo del vestido y tomándola de las nalgas la apreté contra mi.
– Me gusta que estés así – le susurré al oído.
– Y a mí me encanta estar así contigo. Nos besamos y le entregué los calzones. Se afirmó en mí para ponérselos y caminamos al granero.
Llegamos unos minutos antes. Cuando llegó Francisco estaba satisfecho. Se desnudó y se metió a la ducha, luego se secó, se vistió y tomándola de la mano se la llevó.
A la semana siguiente llegó Francisco con Anita.
En la laguna y después de mucho amor. Le pregunté si le gustaría anal. Tenia un lindo trasero y no podía resistir las ganas de cogérmela por atrás.
– Me va a doler? –
– No sé, voy a tratar de que no te duela y que sea rico para ti.
– Bueno dijo acostándose de guata – Tenia un lindo suave y firme trasero. Lo acaricié, lo besé, chupé su potito y mojando mi miembro comencé con mucho cuidado a penetrarla sabiendo que era su primera vez.
Estuvo rico, delicioso y le dolió menos de lo que yo esperaba. Lo incluimos dentro de las demostraciones de amor. Cada vez era más rico para los dos.
Volviendo a lo de Francisco que se desnudó y se bañó delante de nosotros. Delante de su hermana ya que para mí era de todos los días.
– Habías visto a Francisco desnudo antes ? –
– No –
– Y qué te pareció? –
Se quedó mirándome y no respondió.
– Perdóname, es sólo curiosidad –
– Qué quieres que te diga, que me gusta o que no me gusta? Es mi hermano y lo quiero.
– Si, disculpa, es una estupidez, pero me sentí celoso cuando lo mirabas –
– Celoso? Porqué? A caso piensas que voy a tener sexo con él? Es mi hermano –
– Si, perdona, es que te amo tanto que tengo celos hasta de tu hermano –
– Tonto, soy tuya y de nadie más –
Tuvimos dos días más de agua, Sol y amor antes del fin del verano.
– Llévame contigo – me dijo cuando le dije que se terminaban mis vacaciones.
– Me gustaría, pero no puedo, depende de mis papás –
– Pregúntales, me voy a portar bien, te lo prometo –
– Mis papás tendría que hablar con tus papás para que te den permiso para irte conmigo –
Se puso a llorar, yo también lloré.
– El próximo año le voy a decir a Francisco que te traiga todos los días –
– Un año es mucho tiempo, qué voy a hacer sin ti –
– Haz tu vida como siempre, ve al colegio, estudia y saca buenas notas. Entonces yo voy a ir a hablar con tu mamá –
– Le vas a pedir mi mano? – abriendo aún más sus grandes ojos.
– Te casarías conmigo? – era una pregunta, pero ella lo tomó como si le pidiera que se casara conmigo.
– Siii !! – dijo colgándose de mi cuello y besándome.
-A contar de hoy día estamos comprometidos –
Hicimos el amor más que nunca, ahora éramos novios, nos íbamos a casar y era el último día.
Los vi alejarse de la mano. Con un nudo en la garganta y una lágrima en mis labios.
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