Francisco
Sabina 2.ª parte .
Ése año mi relación con Sabina comenzó a cambiar y con Eduardo también.
Sabina con 12 años comenzó con la regla y ya no quiso tener sexo por miedo a quedar embarazada. Entonces lo hacíamos anal, pero la mayoría de las veces era oral.
Con Eduardo también comenzó a cambiar porque le dije que siendo novios con Sabina, ella sentía que le era infiel al tener sexo con el. Entonces sólo nos masturbabamos mutuamente y oral cuando se podía.
El horario de la gimnasia había cambiado, por lo que no nos quedábamos hasta tarde en las duchas porque teníamos clases.
En la sala de clases, ese año nos sentamos al final y al rincón, así nadie veía cuando nos tocábamos por debajo del pupitre.
También las idas a estudiar juntos disminuyeron porque me iba con Sabina a su pieza y hacíamos sexo oral. Ella no permitía que Eduardo se nos uniera. Y cuando ella iba a mi casa, tenía que ser en su período infértil y aún así no podía acabar en su vagina, entonces acababa en su ano, pero ya no era lo mismo.
Comencé a comprar condones, la situación algo mejoró, pero todo había cambiado.
Cuando llegó en final de año, nos dijimos que sería mejor que estuviéramos separados durante las vacaciones.
Y así me fui a la hacienda del abuelo.
Con 14 años me imaginaba como se vería Francisco con 18 y también vería a Anita con 12 años, se debe ver hermosa.
El primer lunes me fui a la laguna como todos los años, me desnude y me metí al agua. Después en el pasto me acordaba de Anita y lo bien que lo habíamos pasado. Cuando llegó la hora, me vestí y me fui al granero, iba pensando en contarle a Francisco lo de la laguna y lo mío con Anita.
Francisco no había llegado, así que me desnude y decidí esperarlo desnudo.
– Desnudo dije? Y porqué no desnuda? No soy su mujer? – estaba en esos pensamientos, algo confundido con mi rol con Francisco.
– Con Eduardo no soy mujer, soy hombre aunque me guste tener sexo anal – mientras pensaba en ellos dos me masturbaba lentamente, incluso me tocaba mi año y hasta introducía un dedo.
Sin darme cuenta comencé a eyacular en forma abundante, hacia como un mes sin sexo y estaba ansioso.
Después seguí esperando y la tarde comenzó a caer.
– Algo debe haber pasado – pensé, me vestí con inquietud y me fui.
Mañana le voy a preguntar a Francisco, me dije. Esa noche me costó quedarme dormido.
Al otro día de nuevo a la laguna y después a ver a Francisco y que me contara qué había pasado. Llegué al granero, Francisco no estaba. Esperé y esperé hasta que me di cuenta que él no vendría. La inquietud fue mayor. Al tercer día que no llegó, pensé e ir a su casa, no sabía dónde vivís, tenía algunas referencias pero no voy a ir andando casa por casa preguntando.
Llegó el fin de semana y llegaron mis padres. Nunca había estado tan contento de verlos.
Pasé con mi mamá el mayor tiempo posible. Hasta el domingo que se fueron después de almorzar.
Ahora me acordé porqué no me gustaba venir a veranear a la hacienda, me aburría atrozmente. Si no fuera por la laguna me hubiese ido con mis padres y los abuelos, para no dejarlos solos.
Se terminaron las vacaciones y junto a éso, mis esperanzas de ver a Francisco y Anita.
Ahora ya tenía 15 años, igual que Eduardo. Sabina tenía 13 y estaba muy linda, había crecido y tenis unas lindas piernas que todos en el colegio lo comentaban.
– Estás preciosa – le dije
– Si? Gracias –
– Tengo que decirte algo – me dijo.
– Si, dime de qué se trata –
– Bueno, quería decirte que lo nuestro se terminó –
– Tu sabes que lo nuestro no venía nada bien y que el verano iba a ser bueno para los dos – no podía creer lo que estaba escuchando.
– Conocí a alguien que me gusto, me pidió ser su novia y acepté –
– Pero cómo si nosotros somos novios, como tienes otro novio? –
– Eramos novios ahora no lo somos –
– Pero ni siquiera me dijiste nada –
– Cuando? Si tu estabas no se dónde –
– Y quién es él ? –
– Un chico de último año, ya lo vas a conocer –
Estábamos en el patio del colegio, el primer día de clases y en el primer recreo. Me cayó como agua fría.
Al salir de clases lo conocí, un chico alto, bien parecido y muy simpático de unos 18 años. Se fueron juntos conversando tomados de la mano y yo con Eduardo caminando detrás.
– Ahí va mi novia, de la mano de otro hombre – me dije a mi mismo.
Al llegar a la esquina de siempre, ella me miró hacia atrás y me hizo una seña de despedida con la mano. Me despedí de Eduardo y me fui a mi casa con una frustración enorme.
Llegué a mi casa, me acosté y pensé que era el peor año de mi vida. Grité con rabia con la cara contra la almohada y después comencé a llorar suavemente. Iba dejando salir mi frustración poco a poco hasta quedarme dormido.
Al otro día en el recreo la vi conversando con él muy entusiasmada. Cuando pasé al lado de ella me sonrió y me saludó agitando la mano. Yo le sonreí y me alejé mordiendo mis labios.
– Nada que hacer, asunto terminado – pensé
A la salida de la última clase tomé mis cosas y me fui, de los primeros. No me iba a ir caminando detrás de ella y su novio.
De ahí en adelante la evité en todo momento. Hasta evitaba mirarla para no saludarla.
– Estás enojado conmigo? – me dijo por mi espalda durante un recreo.
– No, porqué tendría que estarlo? – le pregunté dándome la vuelta.
– Hola – me dijo su novio dándome la mano con una sonrisa socarrona.
– Hola – le respondí dándole un fuerte apretón de mano.
– Que tienes fuerza – me dijo burlonamente.
– Ya vamos – le dijo ella llevándoselo.
– No le hagas caso, es muy pesado –
– A la salida nos vamos juntos, yo tampoco quiero ir detrás de ellos –
A la salida esperamos que ellos se adelantaran y doblamos y la primera esquina y nos fuimos a mi casa.
Ahí, acostados en mi cama desnudos y masturbándonos, conversamos sobre la relación de Sabina y su novio.
Eduardo me sirvió de pañuelo y de consuelo. Comenzamos a hacerlo todos los días en mi casa después de clases.
Después nos luchábamos, se vestía y se iba. Ahora Eduardo pasó a ser mi novia extraoficialmente.
Teníamos un rico sexo y lo disfrutábamos. Me gustaba sentirlo entrar suavemente y salir completamente, después empujar para entrar, llegar al fondo y volver a salir.
– Te gusta así – me preguntaba
– Si, sigue así – le respondía.
Creo que esa relación me hacía olvidar a Sabina.
– Y ella, cómo está? – aveces le preguntaba mientras lo penetraba suavemente disfrutando centímetro a centímetro.
– Bien – me respondía sin entrar en detalles.
– Y coge con él? –
– Si, está tomando pastillas anticonceptivas –
– A veces lo llevé a su pieza y ahí escuchó como se la coge. Después ella sale feliz –
‘ Otras veces se va con su novio a la casa de él, ahora el la acompaña a todos lados, ya casi no tengo ningún contacto con ella, está enamorada y no me permite que diga nada de él –
Me daba una indigestión que prefería no preguntar por ella.
– Que bueno que sea feliz – le dije
– Dale saludos míos. No, no le digas nada, prefiero que se olvide de mí yo olvidarme de ella.
Un nuevo verano y nuevamente no vi a Francisco ni a Anita. Era obvio que él ya no estaba trabajando en la hacienda. Me dediqué a mejorar el dique para que fuera más profundo. Tuve harto trabajo pero me quedó bueno.
Ahora, con 17 años, había sacado licencia de conducir provisoria, no me costó mucho, a mi abuelo lo conocían todos. Prácticamente el fundó el pueblo.
Ese año pasó otra cosa extraordinaria, como mi mamá sabía que me quedaba sólo todo el verano, decidió quedarse una semana más conmigo.
Una tarde terriblemente calurosa
– Que calor hijo, creo que me voy a dar una ducha –
– Conozco un lugar secreto donde podemos bañarnos –
– Estás hablando en serio? –
– Si, vamos – le dije y tomándola de la mano comenzamos a caminar por el sendero que había hecho de tanto pasar, aunque todos los años la hierba que crece lo tapa.
Al llegar quedó sorprendida.
– Qué hermoso lugar y qué rica se ve el agua –
– Quieres bañarte? Pero tenemos que bañarnos desnudos – le dije.
– Como si nunca me hubieras visto desnuda – dijo sacándose la remera y dejando sus hermosos pechos al aire.
Yo me saqué la polera ,los shorts y los slip, quedando completamente desnudo. Ella hizo lo mismo dejando se vulva depilada, hermosa y sus labios interiores rosados asomándose. Instintivamente sentí como un saltito de mi pene y antes de comenzar a tener una erección me metí al agua. Ahora el nivel del agua me llegaba a las caderas. Ella se metió caminando despacio hasta llegar a donde yo estaba. El agua le llegaba a la cintura. Nos sumergimos, pataleamos y hasta nos tiramos agua.
Después salimos y nos acostamos en el pasto. Yo siempre la vi desnuda, de manera que no era problema para ella. Acostada de espalda, tomando el Sol con los ojos cerrados y las rodillas dobladas me daba un espectáculo fenomenal. La observé cuidadosamente, centímetro a centímetro.
– Pero hijo, me miras como si nunca me hubieras visto desnuda –
– Nunca me había dado cuenta de lo hermosa que eres mamá –
Ella se enderezó y me miró.
– Yo tampoco me había dado cuenta lo guapo que estás. Pero y éso, qué significa? – me dijo apuntando a mi erección que estaba en su máxima expresión.
– Ah, pero mamá, tu sabes la que me pasa, también tengo mis necesidades – le dije acostándose a su lado.
Ella bajó las piernas y me miró a los ojos.
– Yo no puedo hacer nada con éso, es es tú problema –
– Y para qué están las mamás si no es para solucionar el problema de los hijos? – dije comenzando a masturbarme.
– Antes tú me lo hacías, porqué ahora no? –
Se dio vuelta hacia mí, me hizo cariño en la mejilla.
‘ Pero antes eras un niño y yo te enseñé a satisfacer tus necesidades. Pero ahora estás grande – dijo mirando hacia abajo.
– Sólo un poquito, por favor – le dije tomando su mano y poniéndosela en mi erección.
– Pero puede venir alguien – dijo tocándome suavemente.
– Aquí no viene nadie, estamos solo nosotros dos.
– Sólo un pocos – mientas su mano me palpaba, probaba la dureza y lo recorría entero con sus dedos, mirándome a los ojos. Después lo tomó con toda la mano y comenzó con el suba y baja suavemente.
– Te gusta? –
-Si, está muy rica tu mano – al tiempo que con mi mano comenzaba a acariciar su muslo.
Luego la tomé de una nalga y la atraje hacia mí.
– No, hijo, no podemos hacerlo soy tu madre –
– Te amo mamá – dándole un beso en la boca, el mismo beso que le doy siempre que la saludo.
– Yo también te amo hijo – poniendo su frente en mi pecho y mirando mi miembro
– Te gusta mamá – buscando su boca.
– Sí, me gusta pero no podemos hacer el amor hijo.
– Pero mira mamá como estoy, no puedes dejarme así –
– Ponte de espaldas – empujándome hacia atrás.
En seguida se puso de rodillas y lo metió en su boca. Yo me estremecí y empujé hacia ella. Sentí que le llegaba a la garganta. Metí mi cabeza entre sus piernas obligándola a abrirlas y comenze a lamer y chupar. Ahora era ella la que se estremecía y empujaba hacia mí.
No sé en qué momento comencé a descargarme en su boca. Ella chupaba y tragaba. Con dos dedos en su vagina y lamiendo su clitoris comenzó a tener un orgasmo, lento, profundo y con un suave quejido por las narices porque tenía la boca ocupada. Después de los últimos espasmos apretando mi cabeza con sus piernas, me soltó y cayó hacia atrás.
Ahí quedamos los dos ,de espaldas, con los brazos y piernas abiertas recuperando el aliento.
Lo mejor que me había pasado en mucho tiempo. Después nos fuimos al agua, que con nuestro calor y el Sol mi mamá estaba roja.
Después de media hora en e agua, nos salimos y nos acostamos en el pasto.
– Hijo, nadie puede saber ni media palabra de esto –
– No te preocupes mamá, como se te ocurre, esto es sólo entre tú y yo.
Después me abrazo y puso su cabeza en mi pecho. Qué bien se sentía. Le di un beso en la cabeza.
Comencé a tener una nueva erección.
– Ya, vámonos – dijo levantándose y vistiéndose –
– Pero todavía es temprano – le dije.
– Ya, vístete que la abuela nos va a echar de menos y nos va preguntar dónde estábamos –
Me vestí y nos fuimos caminando, la abracé por el hombro y ella por la cintura, traía su frente en mi cuello, al llegar a la casa nos separamos.
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