Fui infiel con el sobrino de mi marido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El siguiente relato es muy comprometedor por lo que he cambiado nombres y lugares para evitar cualquier sorpresita.
Mi nombre es Daniela, de 25 años, soy de piel trigueña, me han dicho que tengo bonito cuerpo, soy delgada sin embargo tengo mis buenas tetas y mi trasero esta formado por dos llenitas nalgas. Siempre he sido ardiente y despierta en asuntos sexuales, sin embargo provengo de una familia muy conservadora y asi fui formada, no era del tipo de chica que estando caliente buscara a un hombre para quitarse la calentura, sino más bien tenía muchos tabúes y lo único que logré en esos años fue adquirir un consolador o dildo y quitarme las ganas en mi habitación con él.
Hace dos años y medio contraje matrimonio con Samuel, hemos sido buena pareja hasta ahora, el también es muy conservador en nuestra relación, pero el sexo no ha sido malo.
Hace un año atrás, yo estaba embarazada, de tres meses y Samuel tenía que ir a otra ciudad debido a que era la convención anual de su empresa, este evento sería de lunes a viernes, por lo tanto la pasaría sola en casa, eso pensaba yo, sin embargo mi marido, tratando que yo no estuviera sola, me dijo que había contactado a un sobrino suyo, que iba a estar de paso en esta ciudad algunas semanas, para que me acompañara esos días, ya que con tanta delincuencia era muy riesgoso que yo estuviera sola. Al principio yo no quería, pero el me convenció que era lo mejor.
El lunes por la mañana, llegó el sobrino de Samuel, de nombre Luis Carlos, me había imaginado a una persona, vieja, fea y aburrida, pero resultó todo lo contrario, Luis Carlos era un joven de unos 20 años bien parecido, alto, atlético, muy extrovertido y sobre todo atrevido, le indique su habitación, al mismo tiempo que le agradecía el favor que nos hacía. Cuando lo recibí en la casa, yo tenía puesto un short pequeño, y una blusa de tirantes sin sujetador, la cual marcaba bien mis pezones; Luis Carlos no quitaba la vista de mis senos y de mis nalgas, lo sorprendí en varias ocasiones viéndomelos, lo cual me puso un poco incomoda. A continuación me encerré en mi habitación y me puse a leer un libro para matar el tiempo. Luis Carlos después de instalarse salió de la casa sin decir nada, se veía que era un chico demasiado independiente.
Por la noche se apareció él, pregunté si había cenado y si quería acompañarme a cenar, el agradeció el gesto y nos sentamos a la mesa. Conversamos bastante; pero me llamó la atención cuando me dijo que sí estaba embarazada, a lo que contesté que si, -pero no se le nota!- me dijo, a lo que respondí que era porque era muy poco tiempo todavía. –Es usted muy bonita!- me halagó Luis Carlos, -Gracias- le dije un poco sonrojada. –El tío si que supo escoger a su mujer- siguió diciendo.
Del comedor nos fuimos a la sala para ver TV, seguimos charlando de temas triviales, pero tomamos cierta confianza, en eso el fue a su habitación y al poco tiempo regresó con ropa más cómoda, llevaba unos pantaloncillos cortos y una camiseta, me quedé observando que su cuerpo estaba muy bien desarrollado, pero me quedé impresionada por el bulto que se le hacía en su pantaloncillo, debía tener un enorme miembro.
Cuando llegó a la sala llevaba en su mano una botella de whisky, y me dijo que me invitaba un trago, yo le dije que no podía porque estaba embarazada, pero el me dijo que solo sería uno, así que acepté.
Bebimos el trago, y luego me sirvió otro, el cual también bebí, yo no estaba acostumbrada a beber, de hecho en la casa no manteníamos licor con mi marido, asi que me sentía un poco mareada y desinhibida. Más tarde, él me dijo que porque no me ponía más cómoda como hizo él. En una situación normal lo hubiera mandado al diablo, pero el licor hizo su efecto y me fui a la habitación a cambiarme, me puse un blusón largo hasta las rodillas y una de las tanguitas que uso para dormir. Cuando regresé Luis Carlos silbó como diciendo que estaba muy atractiva. Me senté a su par y seguimos viendo televisión y charlando.
En un momento, Luis Carlos me pidió ver mi vientre para ver si ya tenía mi pancita de embarazada, yo me hice de rogar, pero finalmente levanté mi blusón por supuesto que lo primero que vió fue mi tanguita, vi sus ojos de deseo, pero su mano tocó mi vientre por arriba de mi ombligo. Luego, acercó la cabeza y me pidió permiso para besar mi vientre, le dije que sí, yo estaba que me mojaba, la excitación empezó a ser presa de mi cuerpo. Luis Carlos le dio varios besitos a mi vientre, pero luego comenzó a lamerlo también, lo quise retirar tomándolo por la cabeza, pero la fuerza que di no fue la necesaria, su hábil lengua se desplazó por todo mi vientre, pasó por mi ombligo y se detuvo cuando sintió mi pelambre depilada, casi a la orilla de mi tanguita. Yo cerré los ojos y gemí reprimidamente de placer, creo que el escucharme gemir, fue la señal que él esperaba, luego su lengua subió arriba de mi vientre y fue levantando el blusón hasta dejar descubiertas mis tetas.
Sin perder tiempo, él se abalanzó sobre ellas y las mamó lentamente, haciendo círculos con su lengua alrededor de mis pezones y luego metiéndolos entre sus labios para chuparlos. Hice mi último intento por quitarlo de encima de mi, le dije que no estaba bien lo que estábamos haciendo, que yo era la esposa de su tío. Como respuesta me apretó los pezones con sus labios, lo cual me hizo gemir de nuevo, y su mano derecha se introdujo dentro de mi tanguita, acariciando todo lo que tocaba, asi llegó a mi rajita rasuradita, jugó con mis labios vaginales y metió un dedo para recorrer la línea que los separaba, yo seguía gimiendo como una gatita en celo, se veía que Luis Carlos era muy hábil para acariciar a una mujer y me había excitado tanto que no quería que se detuviera de acariciarme las tetas con sus labios y el coño con sus dedos.
Ya viéndome bien excitada, Luis Carlos me quitó el blusón y siguió mamándome los senos, sus chupones eran cada vez más fuertes provocándome un intenso placer, un tipo de dolor que mezclado con el placer me daba una alta satisfacción. Un dedo penetró mi vagina y luego un segundo, me los pajeo adentro de mi vagina mientras que con su dedo pulgar me estimulaba el clítoris, tuve mi primer orgasmo a los pocos minutos, empapé sus dedos con mis jugos íntimos, pero el no cesaba de pajearme la vagina con ellos, retiró mi tanguita para tener mayor espacio.
Poco a poco sus labios y lengua fueron bajando de mis senos a mi vagina, yo abrí las piernas para darle la bienvenida, para este momento quería sentir su caliente lengua jugando con el botoncito de mi coñito. Sentí estremecer mi cuerpo cuando su lengua jugó con mi clítoris, volví a eyacular otra cantidad de jugos íntimos en mi vagina. Su lengua recorrió todos los espacios y lugares de mi gruta, luego metió dos dedos entre mi vagina y me masturbó con fuerza pero con mucha habilidad. Me hizo tener otro orgasmo, esta vez fue tan brutal que casi pierdo el conocimiento cuando termino. Nunca en mi escasa edad me habían dado un tratamiento como este, estaba cansada y aún no me habían penetrado aún. Era increíble!.
En la sala, Luis Carlos se desnudó completamente y se acomodó sobre mi en la clásica posición 69, colocándome su enorme polla en la cara, yo estaba ardiendo de deseo, la tomé con mi mano y me la llevé a la boca, lamiendo y chupando su gran cabeza colorada. Mientras la mamaba él me levantaba con los brazos mis nalgas e inició a chuparme mi agujerito del culo, esas lamidas eran nuevas para mi, ya que mi esposo es muy conservador y no es de su gusto el sexo anal; Luis Carlos me hizo estremecer allí en la cama comiéndose mi culito, no pensé jamás que ese hoyito negro fuera a causarme un exquisito placer como lo hizo.
Luego de degustar nuestros sexos oralmente, se separó de mi y me dijo que –quería cogerme-, se colocó entre mis muslos abiertos y a pesar que quería tenerlo adentro, hice todavía el último intento de pudor y le dije que no me penetrara, el ni siquiera hizo el intento de pensarlo, sino puso su gran verga entre mi rajita y con fuerza y deseo me la insertó hasta el fondo de mi gruta. Gemí y jadee mientras llegaba al final de mi vagina, luego comenzó a moverse sobre mi, metiendo y sacando su dura polla. En un instante me abracé a su cuerpo y lo rodee con mis piernas para sentir toda la magnitud de su vaivén dentro de mi intimidad, nunca me había sentido tan penetrada en mi coñito, me arrancaba gritos de pasión incontrolables, tuve un largo y rico orgasmo. En esos momentos olvidé que era casada y con 3 meses de gestación. Quería que ese hombre me siguiera haciendo suya. Este hombre había pasado los límites de lo que yo conocía como relación sexual.
Mientras me cogía, Luis Carlos se acomodó, siempre yo acostada boca arriba, tomó uno de mis pies y me lo empezó a chupar, dentro de sus labios colocó cada uno de mis deditos por turnos utilizando su lengua para lamerlos, fue muy excitante que hiciera eso, Luis Carlos estaba descubriendo todas mis zonas erógenas que no habían sido utilizadas por ningún hombre. Encontrar una mujer virgen en estas zonas también resultaba muy apetecible para Luis Carlos, por lo tanto cada uno estaba gozando a su modo.
Más tarde, mi rico amante me volteo y me puso en cuatro al estilo perrito, nuevamente me penetró, lo hizo pausadamente, me la metía y la sacaba toda, para de nuevo volverla a meter cada vez más profundo, finalmente me la dejó adentro y me comenzó a follar rítmicamente aferrándose a mi cintura y a mis nalgas, su larga verga se metía hasta mis ovarios, la sentía muy adentro, nuevamente comencé a gemir como puta. Mientras me cogía rico, sus dedos hurgaban la circunferencia de mi culito amenazando con penetrarlo, debo recordar, que mi culito era virgen aún. Luis Carlos terminó por meter un dedo en mi esfínter, al principio me resultaba incomodo tenerlo allí, pero poco a poco le empecé a tener gusto. Sin avisar, sacó su verga de mi vagina y la colocó en la entrada de mi ano, luego empujó con fuerza y su glande me penetró el culo, grité cuando lo sentí ingresar en mi interior, Luis Carlos me dijo que me relajara, lo intenté, él siguió metiéndola lentamente, sentí su inmensidad abrir las paredes de mi recto y hundirse en mis intestinos, a pesar del dolor causado, el placer iba ganando terreno, me embargó por completo una sensación de excitación diferente.
Luis Carlos me ensartaba toda su verga dentro de mi culito y me estaba llevando a primer orgasmo a través de mi recto. Gemí con todo pidiéndole que me diera más fuerte y más rápido, Luis Carlos aumento sus bombeos y también llegó a su clímax, se derramó con fuertes chorros de esperma dentro de mi culito, inundándolo por completo.
Aún se movió dentro de mi, para sacarse hasta la última gota, su semen corría por mi entrepierna proveniente de mi ano.
Yo estaba cansada y satisfecha como nunca. No tenía fuerzas ni para pararme. Luis Carlos me cargó en sus brazos y me llevó a mi habitación y allí desnuda me quedé profundamente dormida.
Pude sentir y tomar conciencia hasta el amanecer, aún permanecía desnuda sobre la cama, con olor a sexo, aún no daba crédito a lo sucedido anoche, con un hombre casi desconocido y además pariente de mi marido. Le había dado mi cuerpo y el lo tomó a placer causando la desfloración de mi culito. Me dispuse bañarme y poner las cosas en orden, mientras tomaba la ducha, oí que alguien abría la puerta, era Luis Carlos, quien desnudo se metió a la ducha conmigo, sin mediar palabras me abrazó y me besó apasionadamente, mientras lo hacía sus manos como tentáculos recorrían toda desnudez de mi cuerpo tocándome en mis partes intimas. No pude retirarlo, me dejé llevar otra vez por la pasión y nuevamente fornicamos en la ducha, me sentó de espaldas sobre sus muslos y me ensartó su polla dura en mi vagina, me cogió con fuerza y los dos acabamos teniendo un orgasmo simultaneo echándome semen en mi vagina, luego como si nada me dijo que era un mujer muy ardiente y deseable y se marchó.
Cuando salí de la ducha y me vestí, él se había retirado de la casa. Una sensación de traición e infidelidad me embargó en esos momentos, como era posible que le hubiera puesto los cuernos a mi marido y con su propio sobrino. Me sentí sucia. Pero mi mente libidinosa no dejaba de recordar los pasajes de nuestro encuentro sexual y de alguna forma enviaba mensajes de justificación a mi conciencia.
Por la noche del segundo día, Luis Carlos llegó a cenar, yo me dispuse a componer un poco las cosas, le pedí primero disculpas por lo de la noche anterior, era un error tremendo y le pedía su discreción, él solo me escuchaba mientras comía. –Ya terminaste?- me preguntó, yo le hice un ademán que sí. –Bueno, ahora quiero cogerte en tu propia cama!- me dijo aún después de escuchar lo que le dije. Se levantó me cargó en sus brazos y me llevó a mi cama, yo le suplicaba que se detuviera, que no era correcto, sin embargo, con lujo de fuerza me rompió mi vestimenta hasta dejarme desnuda, se subió sobre mi y me clavó su enorme verga, y mientras me follaba yo le seguía suplicando que no lo hiciera, poco a poco mi resistencia se terminó y la empecé a gozar como la primera noche. Esa noche me cogió con más fuerza, me la volvió a meter por la vagina y por el culo, se vino dos veces y no paró hasta que me dejó de nuevo desfallecida.
No satisfecho, se quedó a dormir en mi cama y por mañana me hizo de nuevo el amor, esta vez me hizo mamarle la verga mientras se derramaba, tragándome una buena parte de su esperma. El resto de la semana fui su puta personal. Hizo lo que quiso conmigo esos cinco días. El día viernes probé algo que publican muy poco, pero que me hizo acabar como nunca lo había hecho, Luis Carlos llevó un amigo esa noche y entre los dos me follaron a placer, por primera vez en mi cuerpo entraron dos pollas al mismo tiempo, en diferente agujero, uno por la vagina y el otro por el ano, mis dos machos me eyacularon adentro y luego en mi cara (eso es para otro relato), solo en las más extremas películas porno había visto semejante cosa. Pero me avergüenza decir que la disfrute y creo que llegué al limite de satisfacción en el acto sexual.
Mi marido llegó el sábado temprano, Luis Carlos ya no estaba en la casa.
Samuel por la noche me confesó que había llamado a su sobrino para agradecerle el favor de “cuidarme” esa semana. El le contestó que en cualquier otra ocasión le volvería a hacer el mismo favor. Yo me sonreí..
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!