Fuí profesor de mi sobrina Marta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy Oscar, Profesor de E.S.O., viudo, mi mujer murió en un accidente de tráfico, tengo una hija de 16 años y vivo en una ciudad costera de España, y soy de un pueblo del interior, tengo un hermano menor que se quedó en el pueblo, esta casado y tiene a mi sobrina Marta de 16 años. Mi hija y mi sobrina son como hermanas, y siempre se han contado todo, cuando vamos al pueblo, siempre duermen juntas, o en casa de mi hermano o en la mía.
A mi siempre me han gustado las mujeres maduras, siendo profesor de primaria, he podido ligar con muchas madres, separadas, viudas o casadas; por lo que nunca se me ha ocurrido tirarme a una menor.
Era el verano, había ido al pueblo a pasar las vacaciones, cuando un día llegó a casa mi sobrina Marta, preguntado por mi hija, tenía los ojos llorosos. La dejé entrar y le dije que mi hija estaba en el cine con otras amigas de ellas.
-Que te pasa?, -le pregunté
-Tío, tengo un problema, por eso quería hablar con mi prima – me contestó
-Y no me lo puedes decir a mí, sabes que conmigo puedes contar para lo que quieras – dije
-Si tío, pero es muy personal…es de sexo – dijo Marta
Me quedé helado, no había pensado hasta ese momento en mi sobrina como una mujer, siempre era para mí como una hija. Me fijé en ella, llevaba una falda corta estampada, sandalias y una blusa que se le marcaban las tetas, era una copia en joven de su madre, a la que siempre me fijé por lo bonita que era.
-Si quieres me lo cuentas, en el colegio, muchas veces tengo que hacer de psicólogo con las adolescentes. – le dije
Ella se quedó pensando, no sabia que decir, pero vi que empezó a expresar lo que sentía.
-Bueno tío, hacemos ver que soy una alumna tuya que tiene un problema – me dijo Marta
-Vale, tranquila, esto no saldrá de mi – le dije
-Tengo un noviete, con el que intento tener…sexo, se que es muy fuerte tío, pero no se lo cuentes ni a mama ni a papa – habló Marta
-Ten seguro que seré una tumba – le contesté
-Pues como te decía, hemos intentado practicar sexo, pero cada vez que intenta meterla, me hace daño y nunca acabamos de hacerlo, y hoy me ha dejado, me ha dicho que soy una calientabraguetas – me confesó Marta
Me dejo descolocado, mi sobrina me estaba contando un secreto, y no se si por su parecido a su madre, o por que le estaba viendo que los pezones empezaban a endurecerse bajo la blusa, que sufrí de golpe una empalmada bestial. Ella en ese momento se fijó en mi paquete, se dio cuenta de lo caliente que me había puesto, pesé que se marcharía en ese momento, pero se quedó. Entonces yo me senté a su lado y le pasé un brazo por sus hombros y le empecé ha hablar dulcemente.
-Bueno, Marta, tu no tienes la culpa, para hacerlo bien, la primera vez, hay que tener delicadeza y seguir unos juegos para que tu cueva se moje bien – le dije
Ella me miraba con ojos llorosos, con carita de pena y entonces me soltó la bomba.
-Tío, tu me podrías enseñar, tu eres guapo y veo que gastas unos buenos centímetros- dijo sin dejar de mirar mi paquete – tu eres la persona que me puede estrenar, sin dolor y con mucho cariño.
Ahí ella ya me desmontó, se que si seguía ya no habría marcha atrás, pero era como follarme a mi cuñada cuando era joven, uno de mis sueños eróticos. Así que empecé a deslizar la mano que tenia sobre su hombro hasta que le cogí su teta por encima de la blusa, empecé a jugar con su pezón, que se puso duro como una piedra. Ella giró su carita y me dio un peso en los labios, yo le respondí, mi legua entro en su boca y empezaron las lenguas a jugar.
Mi otra mano, empezó a subir por su pierna, hasta llegar a sus bragas, le empecé a acariciar aquellos abultados labios, ella empezó a estremecerse, cogiéndome la verga por encima del pantalón.
-Tío, no puedo más, te necesito sentirte, te necesito dentro de mí – dijo Marta
Me levanté, la cogí con la mano y sin dejar de abrazarnos, fuimos hasta mi habitación, de pié, la atraje hacia mi, le subí la falda por detrás y empecé a tocarle aquel culito respingón, ella se separó y se tendió en la cama, me desnudé sin quitarme el bóxer, me acerqué a ella y le dije.
-Lo que hay bajo del bóxer es tuyo, haz lo que quieras – Le dije
Ella bajó el boxes, empezó un movimiento de arriba a bajo, se notaba que era una experta en eso de hacer pajas, cuando mi pene alcanzó la dureza de una barra de hierro, se lo metió todo en la boca, chupando como una loca, hasta que no pude mas y me corrí en su boca, como no podía tragarla toda , la quitó de la boca y los últimos disparos le cayeron en su cara.
-Ahora, te toca a ti preciosa – le dije
Así que le empecé a quitar la blusa, y le besé las tetas, con unos pezones como una piedra, le quité el sostén, que preciosas eran. Le quité la falda, se quedó ante mí con una braguitas caladas rojas, se le transparentaban la mata de pelo, estabas mojadas, se las bajé poco a poco, viéndole aquellos labios gordos y aquel clítoris sonrosado. Empecé a chupar aquella cueva, mi sobrina empezó a dar grititos y a jadear, hasta que le vino un orgasmo feroz, quedándose inmóvil, parecía muerta.
-Gracias tío, nunca había sentido lo que me has dado – me dijo Marta
Era el momento de la verdad, cogí el cojín y se lo puse debajo del culo, empecé a chuparle el clítoris, hasta que ella empezó a jadear, entonces bajé hasta su culito, el cual besé y mi lengua empezó un mete saca, con una mano le introduje un par de dedos en su vulva y empecé un mete saca, hasta que ella volvió a orgasmar, ella ya estaba preparada, así que suavemente, puse la punta de mi miembro en su chocho y empecé a penetrarla suavemente, hasta que llegué a su himen, la saque y volví a penetrarla, poco a poco, pegué un golpe de riñones y entre del todo, ella pego un grito
– Tío, me duele, – me dijo
-Ya está mi princesa, – le dije
Así que esperé un poco, y empecé un ritmo suave, ella empezó a pasar del dolor al placer, y se fue acoplando a mi ritmo, hasta que empezamos los dos en un ritmo frenético, hasta que cuando sentí que me iba a correr, la saque y se la metí en el culo, con todos los flujos, entro la mitad, ella pegó un grito y un respingo y yo me corrí dentro de ella.
-Tío, a sido maravilloso, no como con ese patán de noviete que tenía, tu sabes tratar a una mujer- me dijo suavemente ella.
A partir de aquel día nos convertimos en amantes, y empezamos unos juegos que otro da contaré
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