GÉNESIS 19:31-38
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por misterchuy1.
GÉNESIS 19:31-38
Cuando DIOS envió fuego sobre Sodoma y Gomorra, LOT, que era hijo de Harán y sobrino de ABRAHAM, tuvo que abandonar la ciudad de Sodoma, con su mujer y sus dos hijas solteras.
Antes de salir, el Ángel destructor les advirtió:
– Cuando salgan de la ciudad hacia los montes no volteen atrás, pues si lo hacen quedarán convertidos en estatuas de sal.
Pero la mujer de Lot, incrédula y a espaldas de su esposo, volteó hacia atrás y, en ese momento, fue transformada en estatua de sal.
Lot y sus hijas, sin detenerse, siguieron adelante, hasta llegar al pueblo de Zamar, pero no queriendo quedarse allí, continuaron hasta las cuevas en las montañas cercanas, donde se instalaron a vivir, por algún tiempo, llorando la muerte de su esposa y madre.
Tiempo después, las hijas de Lot, pensando que no tendrían la oportunidad de casarse y tener descendencia, decidieron hacer algo al respecto, pues la mayor dijo a la menor:
– Hermana, en este lugar nunca podremos tener relación con ningún varón, ni ser bendecidas con un descendiente, hagamos que nuestro padre duerma con nosotras y así podremos tener hijos de él.
– Pero nuestro padre es ya anciano.
– Si pero es la única esperanza que tenemos de concebir, pues no ha quedado hombre vivo sobre la tierra, después que DIOS la ha destruido.
– ¿Y qué haremos?
– Demos a beber vino a nuestro padre hasta embriagarle, y así no se dará cuenta de lo que haremos.
– ¿Y quién lo hará primero?
– Yo soy la mayor, por lo tanto seré yo primero y mañana lo harás tú.
Y poniendo manos a la obra, al llegar su padre, le sirvieron la cena, acompañada abundantemente con el vino que ellas mismas preparaban, hasta lograr que Lot cayera rendido de cansancio y vino.
Ente ambas, lo llevaron a su lecho y la hija menor salió del improvisado aposento, dejando a la mayor, quién empezó a desnudar totalmente a su propio padre, procediendo ella a hacer lo mismo colocándose al lado de él.
Tomando las varoniles manos entre las suyas, comenzó a pasarlas por su juvenil y desnudo cuerpo, estremeciéndose y excitándose al sentir el roce de las callosas manos sobre su aterciopelada piel, sintiendo como sus rosados pezones se erguían retadores al endurecerse, y su vagina se estremecía de anticipado placer, emitiendo sus primeros y cálidos jugos.
Inconscientemente, Lot sintió la tersa piel, que sus manos acariciaban, y su enorme miembro viril, reaccionó con una tremenda erección, a pesar de su avanzada edad, y, sin darse cuenta, comenzó a acariciar y besar la tersa piel del juvenil cuerpo que se le ofrecía, tomando con su boca los turgentes pechos, lamiéndolos, besándolos y mordiéndolos con verdadero deleite, haciendo estremecer de placer a la dueña de tan deliciosos cántaros de miel, al tiempo que pasaba sus manos por todo el cuerpo de su hija: espalda, brazos, piernas y las firmes y redondas nalgas, escarceos que lograron en ella alcanzar su primer orgasmo, en convulsiones que la estremecieron e hicieron derramar sus jugos vaginales.
Acostándose en el lecho, y abriendo al máximo sus hermosas piernas, colocó a su padre encima de ella, y tomando la enhiesta verga con sus manitas, la guió a la entrada de su gruta virginal, restregando la enorme cabeza en los húmedos y calientes labios, que se estremecían con la inminente primera penetración de un miembro masculino en su suave feminidad.
Soltando el falo viril, enlazó sus brazos alrededor del cuello de su padre, y acercando sus carnosos labios a los de él, se fundieron en un tierno, pero apasionado beso, al tiempo que Lot, de una poderosa embestida, introdujo su durísima verga en la cálida funda, rompiendo con el certero golpe la virginal tela del coñito de su propia hija, sin darse cuenta de lo que hacía.
Los labios del amante y padre, contuvieron el grito de dolor y placer, que surgió de los tiernos labios de su recién desflorada hija, quien, después de los primeros momentos dolorosos, empezó a mover sus caderas, al encuentro de las poderosas embestidas y al mismo frenético y enloquecedor ritmo, con que entraba y salía la potente verga, que con cada metida abría cada pliegue vaginal, lubricando con sus líquidos y lubricándose con los jugos femeninos, que hacían que ambos amantes gimieran y gritaran de placer, diciendo palabras, lo mismo tiernas y suaves, que obscenas y fuertes, la hija, sin poder contenerse, explotó en una tremenda venida, cuando sintió que sus entrañas eran inundadas por la blanca e hirviente leche, proveniente de la verga de su propio padre, y que se fue a juntar con los líquidos de su ardiente orgasmo.
Permanecieron un rato en la misma posición, hasta que del miembro viril salió hasta la última gota de semen, saliéndose de la húmeda y cálida cueva, trayendo consigo restos de esperma y sangre mezclados, mostrando así la perdida virginidad de la hija mayor; ella lo hizo recostarse en el lecho, procediendo a limpiarlo con agua tibia, para después tratar de reanimarlo con su boquita, primero besando la amoratada cabeza, recorriendo todo lo largo del tremendo tolete desde la cabeza hasta la base, para por fin metérselo todo en la virginal boquita haciéndole una fenomenal mamada, como si fuera toda una experta, consiguiendo en poco tiempo ponerla nuevamente en posición de ataque.
Cuando lo consiguió, se colocó a horcajadas sobre la enorme pija, ensartándose por si misma hasta que llegó a la empuñadura del erecto miembro, moviéndose torpemente debido a su falta de experiencia.
Lot, inconscientemente, se dio cuenta y tomando a su cabalgadora por las caderas, les imprimió un movimiento rítmico, que ella aprendió en poco tiempo y poniendo sus manitas sobre el velludo pecho, continuó moviéndose de manera tal, que en poco tiempo volvió a convulsionarse con los espasmos de una nueva y más abundante venida, que la hizo caer desmadejada sobre su follador, sintiendo que tocaba el cielo.
Saliéndose de ella y antes de que se recuperara, la volteó, levantando sus pomposas nalgas al aire y haciéndola recostar su cabeza en la almohada, llevando su verga hacia el esfínter anal, metiéndola poco a poco, y, cuando iba a la mitad, de un poderoso empujón la metió hasta la base, ella lanzó un grito de dolor, al sentir como si la partieran en dos, pero cuando su culito se acostumbró al tolete invasor, y las manos de su padre iniciaron en su vagina una obra maestra de masturbación, ella respondió moviendo sus nalguitas al mismo ritmo de las poderosas embestidas, abriendo su esfínter anal al entrar, y cerrando y apretándolo al salir aumentando el roce, provocándole otro tremendo orgasmo, al tiempo que sentía su recién desflorado culito inundado por un verdadero río de ardorosa leche, quedando ambos desmadejados, abrazados y profundamente dormidos.
Despertó ella casi al amanecer, y tomando sus ropas se dirigió al lecho que compartía con su hermana menor; cuando amaneció, se levantaron para realizar sus labores diarias, despertando a su padre, quien después de desayunar, salió hacia su trabajo, sintiéndose muy fatigado, sin saber por qué.
Cuando regresó por la tarde, nuevamente sus hijas, puestas de acuerdo, volvieron a embriagarlo con abundante vino, llevándolo a su lecho, tocando el turno a la hermana menor, quién al quedarse sola con su padre, se desnudó, y lo desnudó a él lentamente, acariciando y besando cada parte que quedaba al desnudo, logrando en poco tiempo excitar a su inconsciente padre con una tremenda erección de la enorme verga, hacia donde dirigió sus besos, tocando con la lengua, la punta de la cabezota, lamiendo el tallo hasta su base y volviendo a la cabeza, hasta abrir sus carnosos labios, metiéndose poco a poco todo el inmenso tolete, mientras con la otra mano acariciaba su virginal coñito, excitándose de tal manera, que aún antes de ser penetrada por la gran verga de su padre, le vino su primer orgasmo, derramando en sus deditos los virginales juguitos de su pasión incontrolable.
Cuando se recuperó de su primera y ardiente venida, se montó encima de Lot, colocando con sus delicadas manitas la tremenda verga en la entrada de su chochito, restregándolo en los virginales labios vaginales, clavándose ella misma poco a poco, hasta sentir que llegaba a hacer contacto con su telita virginal; entonces se dejó caer, sintiendo un gran dolor:
– ¡¡¡AAAAAAAHHHHH!!! – gimió ella.
Quedándose quieta por algunos momentos, durante los cuales, su recién desflorado coñito se amoldo al grosor de aquel pedazo de carne, que la había penetrado hasta el último pliegue de su vagina, y que le estaba proporcionando el más delicioso placer que ella había experimentado, entrando hasta la empuñadura y logrando hacerla llegar a su segundo orgasmo.
El afortunado Lot, en su inconsciencia, tomo con sus rudas manos los redondos melones que se le ofrecían, sobando y pellizcando los enhiestos pezones, incitándola a su cabalgadora a moverse sobre el erecto pene, respondiendo ella con movimientos de atrás hacia adelante, clavándose ella misma, deliciosamente en la potente verga, hasta que esta soltó una tremenda descarga de blanca leche, provocando que ella se viniera una vez más, al sentir en su interior como su propio padre le inundaba de semen su ardorosa cueva de amor.
Sin salirse de ella, Lot se sentó, quedando frente a frente con su hija y amante, tomando con su boca los carnosos y sensuales labios, bajando hacia los hermosos pechos, besándolos, mordiéndolos, tomando con sus dientes los duros pezones, excitándola una vez más, empezando de nuevo a meter y remeter el duro miembro en la cálida funda vaginal, que una vez más la recibía con amor y agradecimiento, abriéndose a cada estocada del miembro viril, que parecía querer traspasarla, y Lot en su inconsciencia empujaba su inmenso tolete dentro de su propia hija, pensando tal vez que lo hacía con su difunta esposa, sin darse cuenta que a quién se tiraba era a su propia hija, o…¿Quién sabe?
Saliéndose un momento de la cálida cueva, Lot hizo que su hija se colocara boca arriba, y abriéndole las piernas con las suyas, volvió a ensartar su dura verga entre los cálidos pliegues de la sensual vagina, que volvió a recibirla estremecida de pasión al sentir todo el peso del cuerpo de su amante y padre, en una lucha cuerpo a cuerpo, que concluyó cuando a ella le vino un tremendo orgasmo al sentir derramase un verdadero río de leche caliente dentro de sus entrañas vaginales, en poderosos chorros que con su tibieza lograron mitigar el ardor de la ardiente cuevita, dejando exhaustos a los incestuosos amantes.
Después de esto, ambas hijas de Lot concibieron y dieron a luz a los hijos de su propio padre.
Y, aunque la sagradas escrituras mencionan el hecho, no dan cuenta de los detalles, los cuales son producto de la imaginación de quién escribe, pero…¿NO CREEN QUE PUDO HABER SUCEDIDO EN FORMA SIMILAR?
SALUDOS DESDE MÉXICO.
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