Haciendo mayor a mi niña.
La obligación de toda madre es la de educar a sus hijas. Pero hay muchas clases de educación y cultura. Y yo eduqué a mi hija en la mejor de todas las culturas: ¡la depravación sexual!.
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Hoy era el día. Esta tarde-noche era especial para mi niña… y también para mí ¡su madre y educadora! Con 16 años, mi hija estaba en esa edad en la que unas chicas terminan la ESO. Otras inician el bachillerato. Y otras terminan su F.P.D. (Formación de Putas Degeneradas). Hoy era el día en que mi hija se examinaba para su Máster Sexual.
Un auténtico y depravado máster en relaciones sexuales inmorales y perversas, que le abriría el camino definitivo a la prostitución más viciosa.
Y allí, en el suelo del salón “pequeño”, donde hacíamos las orgías íntimas más perversas siempre grabadas, el poderoso cuerpo de mi niña se exhibía ante mis ojos. Era alta, 170 cm, lo que hacía que su cuerpo se notara más en el suelo, pero sobre todo, lo que más se notaba, eran sus increíbles y grandes pechos llenos de leche a tope, y su enorme y gruesa barriga de preñada ¡o de superpreñada si lo queréis! Solo faltaban 6 días para parir, y esta orgia era un regalo de los dioses para desear a la niña que iba a nacer de sus entrañas ¡mi primera nieta!, la mejor bienvenida posible para que notase desde esa barriga, cual iba a ser su futuro… ¡el mismo de su madre, su abuela, su bisabuela…!
Sonia se estaba ahora provocando un nuevo vómito. Desde hacía unas dos horas, estaba bebiendo sin parar alcohol de alta graduación. Había tomado varias anfetas, esnifado coca, y a mi lado estaba una inyección de heroína para inyectarle en sus glúteos. También había en la mesa cercana más botellas de alcohol y bastante surtido de drogas, incluyendo Viagra para sus clientes que, durante horas la iban a follar. Estaba muy embarazada y a la vez, muy borracha y muy drogada ¡todo iba muy bien!
Si, la puta de mi hija iba a parir una niña en 6 días. No era su primera preñez. Ni la segunda. Ni la tercera… Eso ya lo fue hace varios años. Pero iba a ser la primera vez que fuese madre, después de tantos abortos. La niña nacería con un síndrome de abstinencia brutal. Me habían parido puta, y ni yo ni mis antepasadas y descendientes féminas, sabíamos vivir sin sexo, drogas, y alcohol constantes. Era nuestra forma de vida. Nuestro deseo de vivir esa vida sin limitaciones.
Y para eso, para esa forma de vida, educaba así a mis hijas.
Sonia estaba pedo total. Drogada y borracha. Ella misma se provocaba los vómitos para luego tener más deseos de beber. Quise comprobar hasta dónde estaba de borracha y le acerqué un nuevo vaso, ahora de vodka, y ella, desde el suelo, me miró sonriente, pero su brazo ya no se podía levantar bien. Hizo entonces lo que le enseñé tantos años ¡reptar por el suelo! Arrastrarse por el suelo encima de sus propios vómitos para poder beber de ese ansiado vaso. Arrastrarse ella y arrastrar su barrigón y sus enormes y lecheras tetas, casi ubres de vaca, después de hacerlas crecer tanto tiempo.
¡Se ganó el vaso y todo su contenido! Se lo di, y de un solo trago lo vació!
Sus ojos estaban extrañamente apagados. Sus pupilas muy dilatadas. Acaricié su pecho izquierdo y me maravillé de su tamaño y dureza. Yo ya había mamado de sus pezones anteriormente y lo volvería a hacer muchas veces más. Como ella mamaba de mis tetas siempre llenas de leche. Nuestros clientes, de ambos sexos, nos deseaban y se quedaban gratamente satisfechos de la calidad de nuestra leche. Vi que ya era hora para inyectarle la heroína y se la inyecté. Y la dejé allí, en el suelo, para que en el suelo y entre sus vómitos, esperase a sus clientes.
Y estos llegaron poco tiempo después. A la hora prevista. Eran siempre puntuales.
Eran cuatro. Solo cuatro hombres entre los 55 y 62 años. Eran extraordinariamente viciosos. Extraordinariamente potentes. Con pollas gruesas, muy gruesas, especialmente elegidos. Nos dimos unos profundos besos y las manos de todos ellos fueron a mi barriga ¡porque yo también estaba nuevamente embarazada de 11 semanas! Y también acariciaron y tocaron muy bien, mis lecheras tetas de las que tantas veces habían mamado todos ellos. Después de esos preámbulos, miraron a mi niña, y en sus ojos y en sus braguetas, vi que el espectáculo de mi desnuda y preñada hija arrastrada por el suelo con sus vomitonas, les ponía a parir de satisfacción.
Uno de ellos me preguntó:
–Alexia, a tu hija le quedan unos 6 días para parir, pero si la colocamos de muerte con el alcohol y las drogas, y encima con todo lo que la vamos a follar y se pone de parto ¿qué hacemos?
–No hay problema. Nuestra clínica y sus efectivos están sobreaviso ¿no veis que todas las semanas hay abortos y partos urgentes? Haced con mi hija y mi primera nieta que está todavía dentro, todo lo que queráis. Como siempre habéis hecho conmigo ¡divertíos con ella hasta agotaros! Solo somos putas que siempre estamos a vuestro servicio.
No tardaron nada en desnudarse. Ni tampoco tardaron nada en beberse al menos un vaso de cualquier licor de los presentes (whisky, vodka, tequila, coñac, anís seco…). Ni tampoco tardaron nada en prepararse unas buenas rayas de coca de las bolsitas y esnifarlas con deseo. Nuevamente se giraron hacia mi pequeña y vi cómo sus pollas iban creciendo considerablemente. Pero Luis tuvo una idea genial:
–Chicos ¿no está Sonia hoy un poco guarra… por qué no la duchamos y la lavamos?
Se miraron los cuatro, se rieron, y poco a poco y como pudieron de lo tensas que estaban ya sus pollas, se mearon sobre Sonia “hasta agotar existencias”. Luego, Marcial se acercó a ella por detrás, le levantó el culo, y su polla se la introdujo analmente hasta que los huevos tocaron su coño ¡empezaba la fiesta!
Sexualmente hablando, nada estaba prohibido. Todo estaba permitido hacerle.
El cuerpo de mi pequeña apenas se estremeció al recibir por el culo tan impresionante polla. Una posible sonrisa se marcó en su boca, mientras ese pollón penetraba mil veces dentro de ella, bien agarrado su cuerpo por las manos de su culeador. Y de repente, Nico (Nicolás) le dice a Marcial:
–Vamos Marcial, sé buen amigo, saca la polla de ahí y cambia su cuerpo de posición, que nosotros también queremos follarla, somos cuatro y quedamos tres a la espera.
–¿Y qué queréis que le hagamos?
–Que tú sigas follándote ese culo. Luis y yo le hagamos una doble vaginal que tiene el coño dilatadísimo, y Carlos que la folle en la boca. Nada que no hayamos hecho antes con ella y con su madre, pero para eso debes dejar el culo un momento, para que todos nos pongamos bien.
Y así se hizo en pocos segundos. Todos sabían hacerlo y todos querían hacerlo.
Una polla por el culo. Dos pollas en su ya muy dilatado coño casi parturiento. Y una polla follando su boca hasta la garganta. Porque esa gruesa polla no estaba siendo mamada. Mi hija tenía la cabeza cogida con las dos manos y se la metía profundamente. Los ojos cerrados de mi hija indicaban que seguía casi inconsciente del alcohol y las drogas. Pero su cuerpo percibía gratas sensaciones. Joder, también las siento yo cuando me follan y estoy bien barrigona. Con ese coño tan bien dilatado por el embarazo. Esas dos pollas que penetran juntas en el coño, no son solo el placer que recibes. Son muchos los placeres.
Por ejemplo, el roce de esas dos pollas con la que te penetra analmente. Las tres cruzándose. Las tres rozándose en un hueco inverosímil apenas separado unos milímetros. Pero sobre todo, por algo que nunca notamos las mujeres preñadas cuando nos follan ¡y es el precioso espectáculo de nuestras folladas! Por eso, en los espectáculos de porno en directo, y en los videos porno, se pagan tan bien esas escenas. Mi hija, tan super-preñada y tan tetuda, tenía a Luis encima de ella y de su barrigón. Intentaba bajarse de esa barriga tan hinchada para meter más su polla… y todos esos movimientos instintivos, eran como una nueva manera de follar ¡y la sonrisa de mi preñada hija se lo agradecía!
Los cuatro hombres estaban muy excitados. No les importaba ya si la niña iba a romper aguas y parir, debido a sus presiones sobre ella, y la dureza del follaje de esas gruesas pollas que tan gratas sensaciones le producían. Tan gratas, que poco antes de que Marcial se corriese en su culo, ella también se corrió. Como luego fue Carlos quien se corrió en su boca, y los otros dos dentro de su coño ¿Qué pensaría mi non-nata nieta, al notar la presión de las dos pollas follando a su puta madre, y luego ver tanta leche flotar por la vagina materna? Es una putada, pero yo tampoco me acuerdo de las grandes folladas de mi madre mientras me tuvo dentro de ella.
Que no era tan puta como yo, pero tampoco una santa. Aunque siempre se ha hablado de la santidad de las madres ¿también de mi propia santidad? Porque también yo soy madre.
El caso es que ver como esos bestias empezaban a follar a mi preñadísima hija. Como lo hacían de bien “y a su gusto”, y ver también los estremecimientos y alguna ligera sonrisa de mi drogada y borracha niña, me puso el clítoris y algunas otras partes de mi cuerpo a hervir. Pero no a hervir en el fuego para hacer un guiso, sino sobre la lava de un volcán para fundir todas las reservas morales de Occidente. Yo también necesitaba polla ¡y la pedí!
Esperé a que terminaran los cuatro con mi hija. Esperé a terminar el orgasmo que yo misma me estaba provocando mientras miraba como la follaban. Pero les invité a una nueva ingesta gratuita de licores y drogas ¡y me ofrecí a satisfacerles! A que pasaran de una jovencita preñada a una madre también preñada… aunque muchas más veces preñada que la hija. Y como los cuatro conocían mis vicios y mi entrega desde muchos años antes, no lo dudaron y me complacieron.
Pero antes de entregarme a ellos, le llevé a mi hija el carrito de los licores. Era como un gotero de hospital con ruedas de donde cuelga la bolsa del suero, pero que en este carrito colgaban cinco bolsas conteniendo diversos alcoholes: Ron, whisky, vodka, anís dulce y tequila. De cada bolsa bajaba una goma hueca y todas se unían en un punto con un dosificador. De este dosificador, bajaba una única goma que introduje en la boca de la pequeña (todas las hijas son para sus madres pequeñas, niñas…) Solo tenía que aspirar con fuerza, con deseo, y el dosificador abría todas las bolsas, y todos los licores juntos, iban a parar a su estómago. Era la mejor manera de coger una borrachera perfectamente brutal. La mejor manera de llegar a un coma etílico ¡y a punto de parir!
Vi que ella aún no sorbía, pero sabía que en cuanto despertase y notase en su boca la goma con los sabores de siempre, aspiraría profundamente, incluso se taparía la nariz para que en esos momentos no entrase aire en sus pulmones, solo el alcohol deseado hacia su estómago hasta que nuevamente se desvaneciese. Y vuelta a empezar hasta que llegase el maldito coma… o se le acercase peligrosamente. Mis cuatro hijas estaban perfectamente educadas y preparadas para servir toda clase de placeres. Siempre previo pago. Porque el sexo es la puerta de entrada a toda clase de placeres y vicios. Y una vez entras… ¡te quedas!
Ellos también se sirvieron el alcohol que deseaban y la coca que necesitaban.
Carlos me cogió de la mano y me llevó a la otra habitación, la que tenía cama grande y redonda. Me sentó sobre el borde de la cama y llevó su boca hasta mi pezón izquierdo, y con gran maestría empezó a sacarme leche dulzona. Dentro de mi teta notaba como salía esa leche que iba a parar a su boca y a su estómago con un pequeño dolor. A mis 34 años ¿durante cuántos años y a cuanta gente, además de mis hijas, de mi propia madre y mi abuela, habré dado de mamar? Cielos ¡qué familia de putas!
Después de un buen rato de mamar de mi teta, cambió de posición y de teta, y antes de que terminase de alimentarse, vino Luis y le dijo:
–Carlos, quiero hacerle un doble anal a Alexia y te necesito. Me encanta ese culo tan limpio, tan cálido, y tan acogedor. No sé cuántas veces lo hemos usado, pero tal y como me hago más viejo, más lo necesito.
Todos nos reímos de esa broma que era verdad. Varios de mis clientes me habían propuesto matrimonio… y nunca me pedirían que dejase de ser la puta que era. Incluso a Sonia le habían propuesto “matrimonio” dos de estos maravillosos maduros. Todas mis hijas eran deseadas, usadas y muy bien pagadas. Y por cierto ¿alguno de estos maduros sería padre de alguna de mis hijas?
Subí a la cama y allí, en pie sobre la misma, esperé a Carlos y a Luis. Y al ver que sus pollas languidecían “algo”, me arrodillé sobre el cercano Luis y empecé a mamar su polla. Era verdaderamente gruesa. Tenía que abrir la boca de manera extraordinaria, pero mi mandíbula ya estaba acostumbrada casi a desmontarse. Incluso me había arrancado las últimas muelas de mi dentadura, para que las gruesas pollas pudiesen entrar en mi garganta sin hacerse daño del roce con ellas. Como muy pronto se las arrancaría Sonia. Cuando comprobé que la respiración de Luis se agitaba y que mi garganta estaba muy hinchada, la saqué y le ofrecí mi culo. Con Carlos solo tuve que abrir la boca para tragarme su pollón y nada más. Solo el vernos en esa mamada, se la puso durísima.
Luis se puso boca arriba y mientras nos mirábamos a los ojos intensamente, empalé mi culo con su polla. Me doblé con dificultades ¡no olvidéis que estaba preñada!, y Carlos me fue penetrando desde atrás. No le costó mucho meterla casi toda, y así, con las dos pollas en mi culo, empezamos a follar. Tumbada sobre Luis, quise demostrarle el mucho cariño que sentía por él y empecé a comérmelo a besos ¡naturalmente con mucha lengua! Creo que si alguna vez me casaba o me emparejaba en serio, sería con él o con Marcial. No importaban los años sino el placer, y la seguridad de saber y notar que siempre harían lo imposible, para hacernos felices a todas nosotras.
Esa entrega a mis amantes y el placer recibido de ver a mi hija disfrutar con estos viejos verdes, subió mi libido más arriba del Everest y les pedí guerra. Necesitaba guerra y necesitaba explotar mis vicios. Y les dije:
–Chicos, necesito más pasión en mi culo, más caña, o no me ensanchareis bien mi culo. Y tú Luis, tienes mis tetas a tu alcance. Has mamado de ellas muchas veces pagando, ahora te las ofrezco gratis ¿no vas a aprovecharte de esa rebaja?
Los dos se aprovecharon. Me cogieron fuerte de las caderas y sus pollas empezaron a hacerse notar juntas en mi culo. Ahora sí las notaba intensamente, extendiendo y dilatando ¡aún más!, mis anillos anales y mis placeres.
Luis empezó a mamar de mis tetas. Lo hacía desde muchos años atrás y sabía hacerlo. Y sabía cómo me gustaba que lo hiciese. Su boca era grande, cubría mis pezones y sorbía con intensidad, y eso aumentaba el dolor de la salida de la leche a tanta presión. Pero también sus dientes jugaban. Sabía hacerlo. Me mordía unas veces y me los masticaba otras veces.
Y empecé a correrme. Estaba muy excitada y lo deseaba. Lo necesitaba.
Así estuvimos largo rato los tres, hasta que Luis se corrió en mis intestinos. Luego Carlos, y apenas poco después, nuevamente yo. Pero Luis no dejó de mamar mis tetas en ningún momento y mi excitación creció de nuevo. De repente, oímos la potente voz de Carlos:
–Alexia, nos estamos perdiendo un paisaje increíble. Marcial está mamando de las tetas de tu hija, mientras ella mama de los goteros alcohólicos, y Nico usa nuevamente su culo.
Y efectivamente, así era. El preñadísimo cuerpo de mi hija estaba boca arriba, o si lo preferís, barriga arriba. Y en esa posición, la muy puta estaba con la goma de las bolsas de licores dentro de su boca, sorbiendo con fuerza de la misma para poder meterse la mayor cantidad posible de alcohol en su ya hinchada barriga. Marcial estaba lateralmente tendido sobre la parte superior de su cuerpo y mamaba con fuerza de sus dos tetas alternativamente. Y Nico… bueno, Nico estaba sentado en el suelo, con las piernas abiertas por debajo del culo de Sonia y con el pollón metido en su culo. Pero Carlos tenía razón ¡el espectáculo era de cojones!
Porque yo estoy describiendo una escena, pero no toda la escena real. La fuerza que Sonia hacía para beber todo ese alcohol era increíble, por el deseo de beberlo y el enorme agotamiento por su ya gran borrachera, las drogas consumidas y el follaje. Nunca la había visto tan ansiosa por consumir, por trasegar hacia su estómago, la mayor cantidad de licor posible y en sus circunstancias.
Marcial estaba tumbado sobre ella, sobre la parte superior de su cuerpo. Mamaba la leche juvenil de sus tetas con fuerza, incluso su mano izquierda apretaba la teta de la que mamaba para sacar de ella la mayor cantidad posible de leche. Pero su mano derecha estaba jugando con su coño. La estaba masturbando con todos sus dedos dentro del coño. A veces, parecía que quería meter dentro todo su brazo. Hacer un fisting pre-natal. Excitar a mi niña tan extraordinariamente, que la mantuviese despierta para que ella siguiese mamando alcohol hasta el final ¿Querría con su mano acariciar también a nuestra bebé?
Pero ¿y Nico? Nico estaba sentado en el suelo sí. Y sobre parte de sus piernas estaban los glúteos de mi hija, que favorecían la penetración de su pollón en el culo de la niña, pero ¡el muy bestia de Nico había rodeado con sus brazos el barrigón de la niña!, y así cogido, es como se la estaba follando. Agarrado a mi nieta non-nata para follarse mejor a la madre ¡mi hija!
La estampa. El paisaje, eran maravillosamente cálidos y excitantes.
Sublimes.
Imposible de mejorar.
Y mientras esos tres dibujaban tan extraordinario espectáculo, nosotros, los otros tres, empezamos a colocarnos con fuerza de drogas y alcohol. La noche era joven y quedaban muchas horas por delante. Y muchos cojones por vaciar.
Y las dos mujeres, supimos aprovechar las horas y vaciar los huevos hasta dejarlos secos.
Todos los huevos.
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NOTA: Este relato no es mío. La protagonista me ha dado los apuntes y yo solo los he pasado a limpio y los he novelado. Gracias Sonia y sed todas vosotras muy felices.
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Menos las drogas y el embarazo, me gustó
Ya extrañaba tus historias, Aida…
Muy rico el relato, morboso y muy caliente, sobre todo para ellos seis, bien relatado y desarrollado. Gracias.