Hermanas en todas.
—¡Qué tal si me muestras esas lindas, gordas y gigantes tetas que tienes para mí! ….
Era la tercera botella de Chardonnay, ya me sentía bastante borracha, lo encontré terrible para mí ya que no estoy habituada a beber de esa manera, pero también en mi borrachera lo encontré divertido, me sentía segura bebiendo con mi hermana, la cual se alzó a llenar por enésima vez mi vaso:
—¡Oh!, Alicia … por favor, no más …
—¡Que dices! … estamos recién empezando … ¿somos o no somos amigas? …
En realidad, no me esforcé mucho en detenerla y ella con su voz de ebria siguió en su tarea de llenar mi vaso.
—Alicia … en un par de horas más se levantarán los niños …
Como si hubiese hablado en algún idioma alienígeno, ignoró totalmente mis comentarios. No nos veíamos desde hace algunos años, ella se había transferido con su marido a Antofagasta a trabajar con una importante empresa estatal del rubro minero. Gozaban de una muy buena situación económica y nos habían invitado a mí, mi marido Mauricio y mi hija Gloria por las vacaciones estivas.
—Te desconozco, mosco … ¿Es esta la chica que quería fiesta todas las noches? …
Alicia con paso vacilante, volvió a sentarse en el sofá luego de haber llenado mi vaso.
—Donde … ¿Dónde está esa chica divertida? … ¿esa chica que no tenía marido, ni hijos ni una casa que cuidar? … esa chica a la que le gustaban tanto las pijas …
—¡Alicia! … ¡Cállate, por Dios! … Mauricio puede escucharte …
Exclamé mirando hacia la cocina y la escala pensando en que podría haber alguien escuchando a mi beoda hermanita, afortunadamente estebamos solo nosotras.
—¡Ah!, no te hagas … no eres una santa … tenías muchas pijas en ese entonces …
Me sonreí divertida. Ciertamente que nos teníamos suficiente confianza mi hermana mayor y yo, pero nunca ella me había hablado así en ese lenguaje. La vi beber un largo trago y yo hice lo mismo y le respondí.
—Nunca tantas como hubiera deseado … pero no me puedo lamentar …
—Apuesto a que sí las tuviste … pu- … pu- … puta …
Le salió tan divertido que estallamos en carcajadas que tuvimos que acallar con los cojines y manos. El alcohol hacía parecer todo mucho más divertido de lo que realmente era. Luego en un suspiro exclamó:
—¡Oh!, Dios … estoy tan tremendamente caliente …
Esto nos provocó otro ataque de risas, a posteriori dijo:
—Theresa … estoy hablando en serio … no te rías …
—¡Oh! … ¿Hay algo malo entre tú y Andrés? …
—No … no exactamente …
Dijo ella estirando sus piernas sobre el sofá y seguidamente prosiguió:
—Solo que lo promovieron a un cargo de mayor responsabilidad y mejor remunerado … por eso hemos podido viajar a Europa de vacaciones … pero tenemos muy poco tiempo juntos … y cuando yo quiero él está agotado y no siempre quiere, está demasiado cansado …
Hizo una pausa para beber un largo sorbo y agregó:
—… O tal vez yo ya no lo caliento … ya no se siente atraído por mí … no quiere mi coño …
—¡Oh!, Alicia … sabes que eso no puede ser … sigues siendo tan hermosa y sexy como el día en que se casó contigo … de seguro se trata de su trabajo … sé que te ama más que a nada en el mundo …
—¡Uhm! … puede ser … pero últimamente me estoy gastando un dineral en Everyready y Duracell … quizás debería comprar acciones en el mercado …
—¿Qué estás diciendo? … ¿A que te refieres? …
Una pequeña y depravada sonrisita cruzo su boca como una mueca.
—¡A las pilas, niña! … las baterías de mis juguetes …
—¡Oh!, Alicia … ¡Por Dios! … no quiero oír hablar de eso …
—¡Ah! … ¡Cómo si nunca hubieras usado uno! … ¡o si nunca te hubieras masturbado! …
—Bueno … tal vez sí … pero no voy a andar presumiendo de eso …
—¿Tal vez? …
La voz de Alicia se congeló de una manera extraña. La habitación estaba en penumbras, ella había bajado la intensidad de la luz con un atenuador a control remoto. La sentía rumiar sus pensamientos, no sabía si decir o no lo que le estaba pasando por la mente, sin poder soportar ese forzado silencio le dije:
—¿¿Qué?? …
Miró el concho de vino que le quedaba en el vaso y dijo:
—¿Recuerdas el viaje que hicimos con papá y mamá al norte? … papá arregló nuestra vieja Van con una amplia litera y nos desplazamos costeando en todas esas hermosas playas por dos semanas …
Un escalofrió helado recorrió mi espalda.
—¿Recuerdas esa vieja Van que olía a la mercadería que comerciaba papá? …
—¡Oh!, sí … apestaba tanto … pero fue mi viaje familiar favorito … fue justo después que cumpliste los quince y yo doce a la semana siguiente …
Tomé un gran trago de vino. Mi cabeza estaba girando, pero no sabía a donde quería llegar Alicia con su discurso. Nunca habíamos hablado de esto y pensé que jamás lo haríamos. Debía cambiar el tema, así que le dije:
—Junto a Andrés habíamos pensado de invitarte a Santiago para las próximas vacaciones … ¿Qué me dices? …
Pero ella no iba a permitir que yo cambiara la conversación, así que como si nada dijo:
—¿Recuerdas que papá y mamá dormían en una tienda y tú y yo compartíamos la litera dentro la Van? …
Mi corazón se aceleró y murmuré:
—¡Uhm! … creo que sí …
Me miró inquisitivamente.
—¿Recuerdas que más sucedió en ese viaje? …
Ahora sabía exactamente hacia donde iba con sus preguntas, pero me hice la desentendida.
—¡Oh!, sí … hermosas playas … un mar paradisiaco … muchos turistas … arenas blanquísimas …
Pero Alicia no me escuchó.
—… fue una noche en que hubo mucho viento y papá nos mandó temprano a acostarnos … sentí como te movías … tuve la intención de gritarte por que no me dejabas dormir … pero luego me di cuenta cómo movías tus manos bajo el saco de dormir … estaba jugando contigo misma … estabas cachonda …
Lanzó una risita. Un extraño calorcillo comenzó a subir por mis mejillas. Había como un acuerdo tácito de no hablar jamás de eso. Me dio vergüenza. Pero ella había decidido romper ese pacto no escrito y prosiguió.
—… la noche siguiente … me quedé despierta para ver si lo harías de nuevo … no sé porque eso me hacía sentir caliente también a mi … justo cuando pensaba que ya no lo harías … escuché tu respiración y tus jadeos … lo estabas haciendo … otra vez lo estabas haciendo … ¿te recuerdas? …
No sabía que decir, ¿adónde quería llegar ella recordando todas esas cosas? Entonces mentí.
—¡Ehm! … no sé … han pasado tantos años …
Pero Alicia continuó con su particular perorata.
—Entonces yo también comencé a tocarme y a jugar con mi panocha …
No me atreví a mirarla, pero estaba segura de que ella me estaba mirando.
—… mientras lo hacía, tú te detuviste y actuaste como si estuvieras dormida … pero yo seguí tocándome hasta que me corrí … ¿Sabes que esa fue la primera vez que tuve un orgasmo con alguien a mi lado? …
La miré y me encontré con sus ojos, estaba sonriendo ante el recuerdo. Me encontraba incomoda, gran parte de mi vida había tratado de obviar y minimizar esos recuerdos, lo sé que no lo había logrado, periódicamente tornaban a mi mente. Tenía sentimientos de vergüenza, quizás era justo este recuerdo el que nos impedía de ser más cercanas como hermanas. Débilmente intenté que ella cambiara la conversación a otra cosa.
—¡Pero éramos unas niñas! …
Solo que Alicia estaba decidida a continuar.
—… al siguiente día no veía la hora que papá nos mandara a acostarnos …
Alicia con voz rauca y vacilante, se detuvo a mirar su vaso casi vacío, tomó la botella y se sirvió un poco más y, continuó.
—… tan pronto como papá cerró la puerta de la Van … me recosté y comencé a tocarme …
Había emoción en su voz, me preguntó.
—¿Recuerdas lo que paso después? …
—No …
Pero mi voz no sonó para nada convincente.
—¡Uy! … ¡Qué mentirosa que eres! …
Dijo inmediatamente en tono jocoso.
—… después de un minuto comenzaste a jugar contigo misma junto a mí …
Hizo una pausa esperando a que dijera algo, pero permanecí silente.
—… ¡qué diablos! … yo estaba allí … sé lo que pasó … y tú también estabas …
—¡Oh! … eso fue hace tanto tiempo … no creo sea oportuno recordarlo …
—Lo sé …
Dijo Alicia encogiéndose de hombros, su voz sonaba cansada.
—… pero me lo recuerdo siempre … pienso en cómo después lo hicimos juntas todas las noches … nos masturbábamos hasta corrernos como locas … nos apretujábamos juntitas y nos corríamos riéndonos … esos fueron los mejores orgasmos de mi vida … ¿sabes? …
—¡Oh! … no exageres …
Hubiera querido hablar de cualquier otra cosa, pero al mismo tiempo sentí como los labios de mi vagina se humedecían y mis pezones se ponían cada vez más duros por la excitación y los recuerdos que ella me estaba haciendo revivir, ahora quería instarla a continuar.
—Pero es la verdad …
Dijo Alicia con melancólica voz.
—… es raro tener que admitir que el mejor sexo de mi vida lo tuve en una vieja y maloliente Van junto a mi hermana menor …
Me reí junto a ella, alcancé mi vaso, pero estaba vacío. Me levanté a buscar la botella y llené mi copa. No sabía que decir, pero estaba segura de que Alicia esperaba que dijera algo al respecto. Volví a sentarme y simplemente dije:
—También a mi me gusto … pensaba de ser un monstruo … depravada y poseída por el mal … cuando lo hicimos juntas me pareció más normal y me sentí bien …
—Tal vez ambas éramos ambas, endemoniadas zorras calientes y depravadas …
Volvimos a sonreírnos e hicimos un brindis por eso. Luego admití resignada.
—Sí … también yo pienso mucho en ese viaje …
—¡Ah! … por fin lo admites … es curioso que luego jamás volvimos a hacerlo …
El hormigueo en mi coño había aumentado, me negaba a reconocerlo, pero había comenzado un escozor y ardor entre mis piernas, entonces dije a baja voz y filosóficamente.
—Son cosas que suceden por que tienen que suceder … son únicas y no se repiten … nunca hubo otra oportunidad semejante …
Me sentía caliente y un poco más borracha que antes. Me parecía estar en un ambiente irreal, todo lo que estaba sucediendo era como parte de un sueño. Un universo paralelo. Vi que Alicia posaba cuidadosamente su vaso sobre la mesita de centro y casi sin mirarme, me dijo:
—Hasta ahora … quizás esta sea la oportunidad que nunca tuvimos …
—¿Eh? … ¿Qué quieres decir? …
Dije un poco bromeando. Alicia me clavó los ojos en medio de mi frente, luego sin decir palabras su mano desapareció por la parte delantera de su pijama.
—¡Alicia! …
Bisbiseé horrorizada, preocupada de que pudiésemos ser descubiertas por nuestros maridos o hijos y, agregué preocupada.
—¿Acaso estás loca? …
—Bueno … te dije que estaba caliente, ¿no? …
—Pe-pero … no … no …
Me desconcertó totalmente el modo en que su mano se movía bajo su pijama y no pude articular una frase sensata, la escuche gemir y luego susurró.
—Estoy tan mojada y caliente, Theresa … ¿Qué tal tú? … ¿Qué pasa con tu panocha? …
—¡Ay!, Alicia … deja de hacer eso … ya no somos niñas … arriba está Andrés y mi hija … también está tú marido …
—Entonces tenemos que hacerlo calladitas … como solíamos hacerlo detrás de esa vieja Van … ¿recuerdas? …
Alicia desabotonó la parte frontal de su blusa y dejo libres sus hermosos senos plenos, sin dejar de mover la mano entre sus piernas.
—Estás actuando así solo porque estás borracha …
La amonesté en un hilo de voz, no quería que nadie nos escuchara.
—… vamos … saca la mano de tus pantalones … no seas niña …
—Soy la mayor … tu no me vienes a comandar a mí … mírate … tus ojos brillan … sé que tú también lo quieres, Theresa … no tienes que ser tímida con tu hermana mayor …
—Ya no somos niñas … somos mujeres maduras … con marido e hijos …
Dije sin poder apartar la vista de su mano.
—Somos solo chicas más grandes …
Dijo alzando su culo y bajándose los pantalones a los tobillos, abrió las piernas y me presento su peluda concha encharcada en fluidos. Sus senos lucían seductores bajo la tenue iluminación, ella comenzó a jugar con sus pezones y masajeaba sus pechos aplastándolo hasta gemir y yo la miraba hipnotizada.
—Alicia … no voy a hacer nada contigo …
Dije en una voz temblorosa e incierta. Hubo un dejo de decepción en sus ojos claros y me dijo.
—Bueno … pero al menos quédate a mirarme … quiero ver tus ojos cuando me corra …
Mi corazón latía desbocado, solo pude asentir levemente con mi cabeza. Los ojos de ella se iluminaron y me dedico una esplendente sonrisa, luego se recostó en el sofá y abrió más sus piernas dejando escapar un agitado gemido. Pensé que todo esto era obra del vino, de otro modo ella no estaría comportándose así. Mañana cuando se despierte ni siquiera tendrá registro de lo sucedido. La vi sentarse y quitarse la blusa, luego deslizó sus pies desde sus pantalones y quedó completamente desnuda. Se acomodó sobre el diván y sus manos abarcaron sus flexibles y redondos senos, sicalípticamente jugueteó con sus pezones. Estaba totalmente borracha, pero tan sexy como siempre.
—¡Uhmmmm! … Theresa … se siente tan rico esto …
Su cuerpo comenzaba a flexionarse y contorcerse sobre el sofá. Me resultaba cada vez más difícil permanecer sentada quietecita en mi lugar, entonces ella se volvió hacia mí:
—¿Recuerdas la noche que abriste tu saco de dormir para dejarme mirar cómo te tocabas? … para mí fue la noche más sexy que he vivido …
—¡Ay!, Alicia … termina con eso … eso está en el pasado …
Dije tratando de no mirar su sinuoso y esbelto cuerpo, sus manos subieron a sus senos y los apretó con fuerza.
—… ¿no entendía cómo podía estar tan caliente por otra chica? … ¿que para peor era mi hermana menor? … pero había algo especial en verte tocar tu coño y dejar que tu vieras cómo tocaba el mío … no era simplemente sexo … estábamos compartiendo un momento especial y secreto … estábamos compartiendo nuestra intimidad … una cosa privada solo tuya y solo mía …
—Tienes razón era solo algo especial … tuyo y mío … estaba tan celosa de tu cuerpo … tú tenías tetas y las mías apenas afloraban … tus curvas eran deliciosas y yo era plana … me gustaba verte desnuda …
—Me gustaba la forma en que me mirabas … nunca nadie me miró en el modo en que lo hacías tú …
Alicia abrió sus piernas con toda naturalidad e inserto tres dedos en su vagina. Casi se me cortó la respiración y no supe que hacer. De instinto intenté apartar mis ojos de ella, pero me fue imposible. Sus dedos comenzaron a entrar y salir mojados de su conchita, aún cuando la luz no era mucha, su coño enviaba reflejos a mis ojos, ella se dio cuenta y me preguntó.
—¿Puedes ver bien mi coño con esta luz? …
Negué con la cabeza, ella se inclinó, tomó el control remoto y aumentó la iluminación de la habitación, me miró y quiso saber.
—¿Ahora sí? …
—Sí … mucho mejor …
Ella se acomodó hacia atrás y separó suavemente sus labios mayores, lo suficiente para mostrarme su clítoris erecto, sus labios vaginales estaban hinchados y empapados.
—¿Puedes ver el coño desnudo de tu hermana mayor? …
—Sí y te ves hermosa …
Dije aturdida y turbada ante la deliciosa vista de su coño peludo. Nunca había visto el coño de otra mujer. Ciertamente había visto vello púbico en el gimnasio y también un par de películas porno con mi marido, pero esta era la primera vez que una mujer abría su coño exclusivamente para mí. Me sentí avergonzada de lo mucho que me gustaba y no iba a hacer ni decir nada para que ella se detuviera. Puede sonar raro, pero me estaba calentando como nunca. Alicia comenzó a frotar con cuidado el área alrededor de su chuchita y comenzó a hablarme.
—Hace tres meses que no follo con Andrés … me masturbo todos los días … hasta tres veces en un día … casi siempre lo hago pensando en ti y a esas noches en la Van … te imagino a mi lado … te tocas el coño junto a mí … estamos juntitas …
Algo se estremeció dentro de mí, pero me tenía hechizada con su melenudo coño y le dije.
—Soy tu hermana y te amo … si quieres eso de mí … estoy aquí para ti …
¡Oh!, Dios. Porqué dije eso. Alicia se detuvo y murmuró.
—¿Deveras? … ¿Ahora? … ¡Oh! … he fantaseado con eso miles de veces … pensé que jamás lo haría realidad … aquí estoy yo con mis piernas abiertas solo para ti … y tú estás allí pensando que estoy loca y me juzgas …
Pellizcó y tiró de su pezón violentamente hasta gemir de un placentero dolor y agregó.
—… por favor no me odies por esto …
Sabía que mi hermana se estaba comportando en modo extraño. Pensé que era debido al vino, pero ahora me estaba convenciendo de que se había emborrachado a propósito, solo de ese modo podía suprimir sus inhibiciones y hacer realidad su fantasía. Yo había tenido mis propias fantasías y podía entenderla, pero nunca odiarla. Muchas veces pensé a aquellas veces en la vieja Van de papá cuando compartíamos la litera. La emoción de lo prohibido, el miedo a que te atrapen, el entendimiento tácito de no decir nada a nadie, compartíamos el secreto de nuestra intimidad. Además, los orgasmos fueron realmente maravillosos, estaban muy marcados en mi vida. Eso es lo que ella necesitaba ahora de mi y de pronto me encontré dispuesta a todo por ella.
—Nunca podría odiarte … te amo y siempre te amaré … somos hermanas …
Con eso me saqué la camiseta por encima de mi cabeza, desabroché mi sujetador y liberé mis senos,
—¡Oh!, Dios … tus tetas son tan hermosas …
Exclamó Alicia alborozada. En realidad, mis pechos tenían un tamaño respetable después de la maternidad, pero no eran más grandes que los de ella. Me puse de pie y baje mis pantalones de yoga juntos a mi tanga, en principio me sentí extraña estar desnuda en la sala de mi hermana, pero mi coño rezumaba líquidos sin cesar, nunca había estado así de caliente. Alicia se llevo una mano a la boca y exclamó atónita.
—¡Oh!, Theresa … estás completamente afeitada …
—Sí … a Mauricio le gustan los coños “pelados” …
—¡Oh! … nunca escuché llamarlos así …
—Así es cómo él le dice …
—Está bien hermanita … muéstrame ese coño tuyo “pelado” …
Ambas nos reímos más en confianza. Volví a sentarme en el sofá y abrí mis piernas para ella. Los ojos de mi hermana se abrieron maravillados, también su sonrisa fue estupenda.
—Tienes un coño absolutamente precioso …
Miraba mi coño ansiosa, deliberadamente aparto las manos de su coño melenudo y acarició sus voluminosas tetas con ambas manos y, me dijo:
—¿Puedo ver más? …
Nunca he tenido complejos, ni tampoco me sentía una exhibicionista, pero la idea de hacerme ver por mi hermana me excitaba. Mis manos estaban temblorosas cuando las acerqué y presioné levemente mis hinchados labios, con elegancia y gracia abrí mi coño para mi hermana. Alicia lanzó un audible gemido y mi cuerpo se estremeció con descargas eléctricas, la miré y le pregunté.
—¿Es esto lo que quieres? …
—Es exactamente lo que quiero …
Respondió Alicia recorriendo mi cuerpo con una hambrienta mirada de pasión, sus ojos iban y venían de mi chocho totalmente depilado. Se arrodilló sobre el sofá y deslizó sus dedos en su coño, podía sentir el chapoteo de sus dedos en su encharcado coño. Mientras follaba su coño, con la otra mano frotaba su clítoris y sus enormes tetas se bamboleaban acompasadamente, era indescriptiblemente erótico ver a mi hermana masturbarse de ese modo. Volví a sentir la complicidad del placer prohibido, tal como lo había sentido tantos años atrás, entonces la escuche decir:
—¡Vamos! … juega con tu coño … mastúrbate conmigo
Tenía más de diez años de matrimonio y todavía me daba vergüenza masturbarme delante de mi marido, solo pocas veces accedía y no me sentía confortable. Pero con Alicia era diferente, a pesar de su depravada mirada, me sentía natural con ella, éramos compinches, éramos hermanas y nos estábamos dando un regalo la una a la otra, disfrutando de la expresión mutua de nuestros cuerpos. Delicadamente coloqué la punta de un dedo en los pliegues de mi coño. Mi clítoris era extremadamente sensible como para tocarlo directamente, empujé mi dedo suavemente contra la capucha que lo cubría y la utilicé para atenuar una excesiva estimulación que pudiese causarme dolor. Mi mano encontró el ritmo natural y mi cuerpo se tensó placenteramente.
—¡Oh!, es cómo cuando éramos niñas …
Escuché a Alicia casi en un arrullo, y prosiguió.
—… te tocas exactamente igual a como te recordaba … eres tan caliente y sexy …
Sus dedos volvieron a emitir ese sonido de chapoteo mientras follaba su coño.
—… ¿escuchas eso? … ¿puedes oír lo mojada que estoy? …
—Sí … lo escucho … yo también estoy bastante mojada …
—Y puedo verlo …
Los labios de Alicia estaban entreabiertos y su lengua jugaba en la comisura de ellos, si no la conociera, hubiera pensado que estaba tratando de adivinar el sabor de mi panocha. Pero ninguna de las dos estaba lo bastante borracha como para llegar a lamernos nuestros coños. Volvió a hablarme.
—No tienes idea de cuanto he fantaseado contigo … casi no puedo creer que lo estemos haciendo …
—Yo tampoco lo puedo creer … pero me gusta y me trae recuerdos …
Alicia sacó los dedos de su coño y aspiró en forma sublime su fragancia. Casi me atraganto cuando con la misma naturalidad comenzó a lamer sus dedos chupando el jugo de su propio chocho. En principio me dio vergüenza ajena presenciar ese acto tan intenso y personal, pero luego me alegré de haber encontrado una persona que se comportaba como yo, a mi me encanta saborear los fluidos de mi concha. Saqué mis dedos brillantes y goteantes de mi coño y me los chupé histriónicamente para ella, Alicia me miraba con un brillo diabólico en sus ojos mientras me sonreía alegre.
—Somos un par de putas calientes y enfermizas …
Me reí junto a ella asintiendo con regocijo.
—Sí … Ssiii … ¿no te encanta? …
—Lo amo … Ven aquí conmigo … quiero sentirte junto a mí … como cuando estábamos en la Van de papá …
Sin siquiera pensarlo me levanté y me acerqué a ella, acomodándome a su lado. Ahora podía oler el aroma de su excitación, la respiré y la deseé aún más. Alicia enganchó su pierna sobre la mía. El roce suave de su cálido muslo contra el mío solo contribuyó a aumentar el nivel de mi calentura. Me sorprendí un poco, mi matrimonio y mi vida sexual con mi marido eran completamente satisfactorias, pero nunca me había sentido tan caliente y con tantos deseos de correrme, mirando a mi hermana que estaba metiendo sus dedos furiosamente dentro de su coño, era obvio que sentía lo mismo que yo, entonces le dije.
—Tengo tantas ganas de correrme como una puta caliente …
—Hazlo … hazlo, Theresa … córrete conmigo … te ves tan jodidamente sexy con tu chocho “pelado” … esto es mejor que cuando éramos niñas … incluso mucho más que mi fantasía …
Estaba tan inmersa en el momento, que me había olvidado totalmente de donde estábamos, ya no me importaba el ruido que estábamos haciendo y si éramos o no atrapadas por alguien, solo quería vivir intensamente estos momentos maravillosos con mi hermana, la mayor.
—Tu cuerpo es tan lujurioso, Alicia … con esas hermosas tetas grandes y pesadas … eres bella como una diosa griega … ¡Oh!, Dios mío … hemos enloquecido tu y yo … somos mujeres maduras … somos mamás … pero esto es tan exquisitamente caliente … es tan encantador hacerlo las dos juntitas … ¡Oooohhhh! …
Todo al largo de mi perorata, nunca dejé de magrear mi coño que continuaba a espumajear mis espesos jugos vaginales.
—¡Cresta!, Theresa … tú también me calientas con ese chocho “pelado” … ¡Mírame! … ¡Me quiero correr! … Quiero que me mires cuando me corra …
Así diciendo se enderezó en el sofá y metió todos sus dedos en su acogedora conchita y con la otra mano acariciando su clítoris frenéticamente.
—Te estoy mirando, Alicia … toca tu coño para mí … quiero verte gozar y acabar para mí …
Sus gritos salieron atenuados como vagidos y sollozos forzados. Sus caderas se sacudieron y su vientre se había hundido y pulsaba con la fuerza de su orgasmo. Nada al mundo podía superar esa vista de mi hermosa hermana embistiendo su coño con todos sus dedos y corriéndose intensamente a centímetros de mí, jamás había presenciado algo más sexy que esto. Pero antes de entender la retorcida realidad, me desesperé y me volví loca viendo las convulsiones de mi hermana.
—¡Ooohhh! … ¡Mierddd! … yo … yo también … ¡Oh!, Dios … me voy a correr … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Cada musculo de mi coño se tensó como la cuerda de un violín y luego todo mi cuerpo convulsionó en una sinfonía de euforia orgásmica sacudiéndome intensamente de placer. Todo a mi alrededor se desvaneció como por un hechizo, solo permanecieron mi cuerpo electrificado y el coño de Alicia con sus dedos brillantes y mojados que continuaban a estremecerse. Mientras mis blancas piernas no cesaban de tiritar desde la punta de mis encorvados pies, hasta la convergencia con mi ingle, quise aferrarme a todas esas esplendidas sensaciones, queriendo que nunca terminaran y duraran para siempre. Pero inevitablemente comenzaron a atenuarse. Alicia y yo nos desplomamos sobre el sofá, sudorosas y respirando afanosamente. Nuestras manos no habían abandonado nuestros coños, había un intenso olor a sexo en el ambiente. Me invadió una intensa sensación de amor, ternura y cercanía intima con mi hermana, otra vez éramos traviesas compinches. Cuando abrí los ojos el mundo no había cesado de girar, pero la habitación se movía. El grueso pezón de la enorme teta de Alicia estaba a cinco centímetros de mí rostro, si me concentraba en eso el universo permanecía perfectamente inmóvil.
—Theresa … eso fue simplemente genial … increíble … no puedo recordar de haberme corrido en un modo similar alguna vez antes …
Dijo Alicia con sus ojos que destellaban luces, luego su rostro se oscureció, me dio una palmadita sobre el muslo y agregó.
—… lo lamento …
—¿Lo lamentas? … ¿Por qué? …
—Por obligarte a hacer esto … no debería haberte coaccionada a hacerlo … el hecho de que mi marido no me toca y yo me encuentre permanentemente caliente, no me da derecho a arrastrarte a mis fantasías enfermizas …
Luego se esforzó por alcanzar su vaso y lo levantó en el aire.
—… y el estar borracha no es una excusa …
—No es necesario que te angusties … las excusas están demás …
Me levanté levemente y besé su hombro desnudo por sobre su seno, mi propio pecho se bamboleó a centímetros de su duro pezón.
—Me alegro de que hayamos hecho lo que hicimos … no es tú fantasía enfermiza … yo sola nunca habría encontrado el valor de hacer algo así … pero a través de los años había soñado con esto … siempre tuve una sensación de culpabilidad por lo que hicimos en esa vieja Van de papá … sin embargo, amaba recordar cada segundo de esos momentos … ahora todo lo que deseo es que no esperemos tanto tiempo para volver a hacerlo …
—¿Deveras? … ¿Lo dices en serio? … ¿No lo dices solo para hacerme sentir mejor? …
Los brillosos y húmedos ojos de Alicia no derramaron ni una sola lagrima, se volvieron a encender alegres.
—Por supuesto que quiero que te sientas bien … pero también hablo muy en serio … ahora deja de atormentarte y dame un abrazo …
Nuestras tetas chocaron al unirse nuestros pechos en un cálido abrazo. Una nueva y desconocida chispa recorrió todo mi cuerpo. Había abrazado a Alicia miles de veces, pero nunca así. La carne suave y acolchada de sus enormes pechos presionaban mis propios senos y esto no se parecía a nada que hubiera experimentado anteriormente. Incluso podía sentir su coño irradiando contra mi vientre. Masturbarme junto a ella era una cosa, pero ahora estaba sintiendo muchas cosas más. La sentí sobajear mi espalda y me dijo.
—Te amo, hermanita …
—Yo también te amo, hermana mayor …
Me obligué a despegarme de sus esponjosas tetas antes de hacer algo de lo que podría arrepentirme.
—Déjame … debo ir a dormir un par de horas antes que se despierten los chicos …
Me levanté y recogí mis prendas esparcidas por el sofá, Alicia no dejaba de observar mis senos y mi panocha lampiña, volvió a recostarse y metió sus dedos en su jugoso coño. Tuve la clara sensación de que volvería a masturbarse, tuve un fuerte deseo de permanecer con ella, pero después de todo lo sucedido no me tenía ninguna confianza en mí misma, le dije.
—Buenas noches, cariño … dulces sueños …
Me miró traviesa y maliciosamente dijo.
—¿Está bien si mañana nos quedamos hasta tarde y volvemos a conversar? …
Cuando dijo “conversar” metió sus cuatro dedos en su coño y estiro su cuello lujuriosamente e hinchó sus esplendidas tetas hacia adelante, asegurándose de que entendiera exactamente lo que significaban sus palabras.
—Creo que sería oportuno … tenemos mucho tiempo que recuperar y conversar…
Le respondí guiñándole un ojo. Luego con mis prendas en mi mano me dirigí hacia las escalas, podía percibir sus ojos clavados en mis nalgas mientras subía uno a uno los peldaños. No sabía con exactitud lo que Alicia tenía en mente, pero tenía clarísimo de que estaba más que ansiosa por descubrirlo.
Me paré en la ducha con un pie apoyado al borde de la vasca para poder afeitar mi coño lo más limpio y suave posible, estaba todavía un poco borracha y aturdida después de una noche casi sin dormir, el vapor del agua dificultaba la visibilidad y me daban ganas de ir a meterme a la cama por el resto del día. Pero sabía que tan pronto como apoyase mi cabeza en la almohada, mi mente comenzaría a fantasear de nuevo. No podía dejar de pensar en Alicia y la noche en que nos masturbamos. Las imágenes de sus voluminosas tetas, su coño amplio, mojado y lleno de vellos, me hacían estar en un estado de casi constante efervescencia y excitación y, no me daba paz.
Después de secarme me fui a mi cuarto para vestirme, me situé en frente de los espejos del armario y me miré de cuerpo entero. Ciertamente nadie me confundiría con una modelo de lencería, pero mis formas estaban perfectas. Me volteé y mire mis nalgas, no estaban caídas, eran firmes y redondas, en bikini me vería esplendida. De frente al armario tomé mis senos. La maternidad me los había hecho crecer indudablemente y me gustaba la forma en que se apoyaban en mi pecho, con los pezones ligeramente respingados. No podía entender porque Alicia estaba tan caliente con mi cuerpo.
No podía negar que masturbarme junto a ella me había abierto algunos aspectos inexplorados de mi sexualidad, pero tenía miedo de que ella quisiera mucho más de lo que hasta ahora habíamos tenido, no me sentía preparada. Amo a Alicia con locura, sobre todo después de haber compartido con ella tantas cosas íntimas. Su cuerpo es precioso y me excita mucho, pero no me veo enredada con ella en sexo puramente lésbico y yo pienso que eso es lo que ella quiere de mí. Yo soy esposa y madre y no una adolescente con hormonas enloquecidas. No puedo ir más allá.
Entre mis piernas había un conocido escozor, como un cosquilleo cada vez que pensaba a ella y a su voluptuosa humanidad. Mi clítoris estaba duro, escarbé la capucha con un dedo y una andanada de explosivas sensaciones se dispararon por mi cuerpo. Más abajo estaba el agujero rosado de mi coño. Estaba empapado, hacía rato que estaba en ese estado acuoso. Nunca antes me había sentido constantemente caliente, ni siquiera durante mi embarazo cuando buscaba a mi esposo hasta cuatro veces al día. De seguro me estaba volviendo loca. Había solo una cosa que hacer al respecto, me puse la bata y bajé las escaleras.
Había recapacitado y cambiado de parecer al menos tres veces mientras descendía los escalones, ahora estaba frente a la puerta del dormitorio de Alicia y ya no había más opciones. Respiré hondo y entré sin llamar. La inconfundible figura de mi hermana mayor estaba tumbada y dormida sobre la cama, me acerqué a su mesita de noche y vi un tubo de gel lubricante, al lado de su almohada descansaba un enorme dildo. Estaba a punto de volver atrás y salir de su cuarto cuando escuché su voz.
—¡Hey!, señora sexy … ¿has venido a despertarme? …
—Nnnn-no precisamente … pero ya que estás despierta necesito hablarte …
—Suena a algo divertido … dime …
Alicia se frotó los ojos en un tentativo por despertarse. Me senté al borde de la cama y mi bata se abrió mostrando mis piernas desnudas. Solo en ese momento pensé que hubiera sido mejor si me hubiese vestido.
—Es algo serio … sobre lo que hicimos anoche como dos adolescentes borrachas …
—¿Uhm? … eso …
Levantó sus brazos para coger sus cabellos en una cola de caballo y los aseguró con una banda elástica. Luego se enfrentó a mi diciendo.
—… no quiero hacer nada que pueda perjudicar a tú familia …
—Me alegro de que lo pienses así …
Alicia se sentó en la cama y tomó de mi mano. No pude evitar notar que su remera era de una finísima malla blanca que la hacía transparente y se veían espléndidamente sus generosas tetas, con esas obscuras areolas al centro de cada una de sus mamas. ¡Maldita sea!, por qué tiene que verse tan terriblemente sexy.
—Alicia, no vayas a pensar mal … no me arrepiento de nada de lo que pasó …
Dije vacilante y tratando de mantener sus fabulosas tetas fuera de mi campo visivo.
—… aprecio mucho lo que hemos hecho juntas … pero estoy convencida de que deberíamos dejarlo hasta ahí y olvidar todo el resto … no hablar más de ello …
Me escuchaba perfectamente lo que estaba diciendo, pero me sonaba a falso y poco convincente. Ella echó su barbilla hacia adelante y cerro sus ojos alegres. Apareció un dejo de tristeza en su semblante, luego musitó.
—Creo que tienes razón … debemos dejarlo así …
Se giró levemente y me abrazó, inmediatamente sus duros senos presionaron los míos que se bamboleaban bajo mi bata. Hubiera sido agradable sentirlos una vez más contra mi piel desnuda. Pero eso no podía pasar. No debía pasar. ¡Mierddd!, me estaba excitando otra vez.
—Entonces … ¿qué tienes en programa para hoy? …
—A decir verdad … ni siquiera lo he pensado …
—Podríamos ir de compras … ¿Te va? …
—Sí … podría ser … pero me gustaría ir al Mall chino …
—¡Vale! … iremos en el colectivo …
Se alzó y se fue al baño, pude ver que estaba desnuda de la cintura para abajo, sus hermosos glúteos se movían acompasadamente haciendo extraños dibujitos con los hermosos pliegues que cambiaban constantemente de forma. Sentí que mi corazón se aceleraba, escuché el ruidoso sonido de su orina. Me giré a mirar alrededor y vi el enorme consolador de mi hermana y realmente no me explico como ella puede meterse semejante cosa. Yo no podría.
Mientras cepillaba sus dientes, con una voz apenas inteligible, anunció.
—Yo pagaré la comida …
Cuando regresó a la habitación todavía estaba desnuda a excepción de su ajustada remera blanca sin mangas. El florido arbusto de sus vellos púbicos oscuros y rizados me llamaban la atención una vez más. No sabía si alguna vez tendría la oportunidad de verlos otras veces y el solo pensamiento me hizo entristecer.
—Está bien …
Me deprimí y me dieron ganas de llorar. ¿Por qué sentía esta extrema atracción por mi propia hermana? ¿Por qué no puedo reprimir este deseo? De repente la escuche decir.
—Creo que me lo afeitaré igual que el tuyo …
Dijo Alicia habiéndose dado cuenta de mi persistente mirada a sus hermosos vellos púbicos, y agregó.
—… quizás entonces mi marido querrá follarme …
—Nnnn-no … creo que así al natural son perfectos …
—¿Así? … ¿Tú dices? … a que sirve si ni menos tú quieres follar conmigo …
Dijo sonriendo sarcásticamente y volvió al baño a enjuagarse. No podía dejar pasar ese comentario hiriente y burlesco. Repentinamente me decidí y dije.
—¡Mierddd!, Alicia … no es justo lo que dices …
Se giró antes de llegar a la puerta del baño y sonriendo en modo sardónico me preguntó.
—¿Así? … ¿Qué parte? …
—Yo sí quiero follarte …
Lo dije sin siquiera reflexionar, no podía creerlo, pero lo dije. Se detuvo y me miró con asombro.
—Pe-perdona … no te entendí … ¿Qué cosa dijiste? …
—Alicia … no puedo dejar de pensar en ti … sobre lo que hemos hecho juntas … sobre las cosas que quieres hacer …
Me miró con suspicacia, dio un cuidadoso paso hacia mí, como temerosa de asustarme.
—¿Las cosas que yo quiero hacer? …
—Sí … quieres saber cómo es lamer el coño de una mujer …
Para darle fuerza a mis palabras, desaté mi faja y me quité la bata quedando desnuda y expuesta ante ella, luego agregué …
—… quiero ser yo la que te de eso … quiero que bajes mis bragas y me comas el coño …
Me miró dubitativa e inquisitivamente, era obvio que no podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Me estás hueveando? … ¿te estás burlando de tú hermana mayor? …
No sabía que más hacer para convencerla, entonces para dar énfasis a mis palabras, me tiré a la cama de espalda y abrí mis piernas para ella. Con dos de mis dedos me abrí ampliamente el coño.
—¿Acaso crees que esto sea broma? … he pasado toda la noche pensando en ti chupando mi coño y yo chupando el tuyo … ahora ven aquí y hazlo y cómeme mi chocho caliente antes de que me arrepienta …
Alicia titubeó por un instante, luego con una amplia sonrisa se acercó a la cama. Ambas sabíamos que no había vuelta atrás después de cruzar este portal. Había dejado más que claro que estaba dispuesta a complacer todas sus fantasías lésbicas. Se sentó mirando mi rosado y mojado coño depilado, entonces le dije.
—Mira … sé que quieres esto … sé que te preocupa que yo luego me arrepienta … prometo que esta vez no lo haré … admito que yo también lo quiero, pero tenía demasiado miedo de ser honesta contigo y conmigo misma …
Alicia se acomodó entre mis piernas y miraba hipnotizada mi panocha abierta para ella. Extendió su mano y acaricio suavemente el interno de mi muslo. Acercó su rostro a mi chocho y aspiró mi esencia, luego me preguntó.
—¿Estás segura? …
—Sí …
Dije con firmeza mirándola directo a los ojos, pero por dentro estaba totalmente nerviosa. Agregué.
—Te amo Alicia … eres la mujer más sexy que conozco … no quiero que lo intentes con quien no te merece … con una desconocida que recogiste en un bar o conociste en la calle … quiero que tú primer coño sea el mío … nunca he estado más segura de esto …
—Eres la mejor … lo máximo que podrá jamás existir …
Antes de que pudiera decir nada más, abrí los pliegues de mi clítoris y levante mis caderas en el aire invitándola a lamerme.
—¿Creo haberte escuchado decir que querías lamer mi desvencijado clítoris? …
Las pupilas de Alicia se iluminaron de regocijo, lentamente bajó la cabeza entre mis piernas. Su cálida y suave mejilla rozó la parte interna de mi muslo, sentí la tibieza de su respiración, mi coño burbujeó expectante, supe de inmediato que bastarían breves instante para hacerme orgasmar. Su lengua revoloteó alrededor de mis labios mayores y la punta enhiesta de mi botoncito, crispé mis manos y mis piececitos se encorvaron. Miles de descargan recorrían mi cuerpo. Me besó un poco aquí y un poco allá. Mi coño hizo pucheritos como la boca de un pez sacado fuera del agua. Un silente alarido que solo yo escuché escapó de mi chocho. Besó mi clítoris una vez y luego otra, sus labios formaron una prisión alrededor de mi botoncito. Mi perineo femenino estaba en llamas, ¡Oh!, dulce Jesús, esto se siente tan bien.
Alicia succionó suavemente la erección de mi clítoris, la punta de su lengua jugueteaba en círculos a su alrededor. Me encontraba en un trance delicioso y paradisiaco.
—Pruébame …
Le dije suplicante. Hozó con su entera boca en mi encharcada vagina y luego comenzó a libarse de mis abundantes fluidos. La sentía flexionarse y apuntar su lengua dentro de mí en diferentes angulaciones, un poco por arriba, un poco por abajo, por los costados, chupaba mi clítoris. De pronto repentinamente su lengua se hundió en mí. Un escalofrío exquisito e involuntario recorrió todo mi cuerpo, quise cerrar mis piernas temerosas de mi orgasmo, apreté sus mejillas, la escuché gemir. Su lengua se zambullía una y otra vez en lo profundo de mi coño recogiendo mis frescos y calientes humores desde las profundidades extremas de mi coño. Lamía mi vagina ansiosamente, ávida de más y más de mi sabor íntimo. Aferré sus cabellos diciéndole.
—¡Oh!, sí … lámelo todo … bébelo todo …
Me estaba entregando a ella como un regalo y estaba recibiendo un regalo de ella. Nos entendíamos a la perfección, no hacían falta palabras. La amaba y ella me amaba a mí. ¿Cómo pude haberme resistido tanto a esto? Estoy segura de que mi esposo jamás lo entendería. Me dejaría y se llevaría a mí hija. Sin embargo, estaba ahí sin voluntad e imposibilitada de apartarme de mi hermana. Había elegido este camino y no quería cambiarlo. Estaba dispuesta a arriesgarlo todo. No podía renunciar a esta felicidad.
Giré mi cara y presioné mi boca en la almohada, dejé escapar sollozos de placer. Alicia chupaba mi coño como queriendo sacar cada gota desde mi profundidad. Aferró mis caderas y tiró de mi panocha a su boca enérgicamente mientras soltaba un lujurioso gemido. Levanté mi pelvis para indicarle que me estaba llevando al límite.
—¡Ay!, Alicia … que rico que me chupas … ¡Cómete mi coño peladito! …
Era extraño ver la cabeza de ella entre mis piernas, siempre había sido mi esposo a darme placer oral, agarré sus cabellos y dirigí su cabeza directamente sobre mi clítoris.
—Chúpame justo ahí, hermanita … haz que me corra …
Alicia prestamente se ubicó por sobre mi botoncito pulsante y comenzó a darme con todo. Me chupaba, me lamía, me daba veloces golpecitos con la punta de su lengua, volvía a succionar como una ventosa. Me introdujo su pulgar en mi conchita y casi lancé un grito, mientras follaba mi estrecha cavidad, no dejaba de succionar y lamer mi clítoris. Era mucho y mi cuerpo comenzó a estremecerse, mis caderas corcovearon y mis glúteos estaban tan apretados que me dolían, el temblor entre mis muslos era bestial, moví mi cabeza de lado a lado y exploté.
—¡Aaarrrggghhh! … ¡Ssiii! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Me corro! … ¡Diosito santo! … ¡Ay! … ¡Siii! …
Esto no tenía nada de delicado, había agarrado a Alicia cerca de sus orejas y empujaba mi coño en su boca con fuerza, se estaba ahogando en mis fluidos, pero mantenía estoicamente su boca en mi panocha sin resistirse, es más, había aumentado sus lamidas y me parecía a ratos que bebía y bebía todo lo que emanaba como torrente de mi concha vibrante. No sé si lo hacía porque era yo su hermana o porque era algo que había ansiado toda su vida y no se iba a dejar escapar nada de lo que dimanaba de mi panocha como un manantial. Sus lujuriosos ojos estaban pegados en mis concupiscentes pupilas, parecía algo depravado e inmoral el modo en que ella continuaba a comerme el coño. Mi orgasmo parecía no tener fin, ráfagas de temblorcillos se apoderaban de mis piernas, parecía como si toda mi energía estuviera saliendo por mi vagina directamente a la boca de mi hermana mayor. Varios chorros salieron de mi chocho y bañaron la cara de Alicia, pero a ella no le importó, continuó a acariciar y chupetear mi coño ávidamente. Mi cabeza golpeo la almohada y casi ya no tenía aliento, pero mi hermana continuaba a chuparme el alma, perdí por completo el control de mi cuerpo. Creo que me había hecho correrme como tres veces seguidas. Adolorida y delicada tuve que empujar su rostro lejos de mi sexo que tiritaba incontrolado.
Alicia poco convencida soltó mi capucha engurruñada y pude dejar de dar desesperados saltitos al sentir mi clítoris libre. Me quedé inerte, mientras ella llegó a lamer, chupar y mordisquear mis tetas, la lengua de Alicia trabajaba sobretiempo, con una satisfactoria sonrisa apoyé mi mano en su nuca y empuje mi seno en su boca famélica. Nunca me había sentido así radiante y amada, este era otro momento único. Mientras trataba de tragar aire y saliva, la escuché decir.
—No está nada de mal para una novata …
Tratando de humedecer mis labios, le respondí.
—Y si tú continuas así, vas a matar a alguien … siento todavía temblores y me zumban las orejas …
Alicia mordió mi pezón y envió otra descarga eléctrica a recorrer mi espina dorsal haciéndome encorvar mi espalda. Su suave mano se apoyo sobre mi coño desnudo, solo pude juntar mis piernas rápidamente, todavía me sentía delicada ahí abajo.
Nos quedamos sobre la cama a acariciarnos, ambas sabíamos que esto era solo un comienzo, el inicio, solo un prefacio en nuestras vidas. Ya bastante recuperada le dije.
—¡Qué tal si me muestras esas lindas, gordas y gigantes tetas que tienes para mí! …
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Que excitante relato, espero que sigas contando lo que sucedió después.
Dios, como me calentó este relato, me masturbaba mientras leía, seguí así, lo haces muy bien, muchos detalles que lo hacen excitante.
Es un buen relato caliente. Me puse duro ahí abajo y pujaba por salirse el duro. Lo tuve que sacar a pasear y pegarle unas manoteadas de lo duro que se puso.
Una crítica constructiva, es demasiado largo. Pero es muy bueno en detalles.
Saludos.
Ufff!!! Quiero mas de ellas, por favor. Me ilusiona leerlas haciendo una tijera.