Hermanos sin tabú cap 10
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Crystal69.
Capítulo 10
La llamada que mi padre había recibido la tarde anterior resultó ser de su hermana mayor, Joan, la misma con la que él había iniciado su vida en el incesto.
Saber eso no nos terminaba de sorprender sobre todo porque la tía Joan es muy atractiva.
Cuando era un poco más joven fue modelo de lencería para una conocida revista de modas y ahora que se había casado recientemente ya no trabajaba de eso.
Mi padre nos contó que la había invitado a ella y a su nuevo esposo para que vinieran a vernos y pasar los días que nos quedaban todos juntos en familia.
Por otro lado yo ya sabía lo que eso significaba, sexualmente hablando.
Mis padres fueron a buscarla a la terminal de autobuses al día siguiente, así que yo me quedé con mis hermanos a ver la televisión y a hablar sobre lo que íbamos a hacer entre nosotros, que éramos como los niños de la casa.
Lorena y mi gemela Ángela estaban sentadas en el sillón mirando la película y se daban tiernos besitos en la boca.
Yo jugaba con mi móvil.
Estefy, como si fuera el acto más natural del mundo, tenía en la boca la polla de mi hermano y le daba una distraída mamada sin despegar sus ojitos de la pantalla.
—Te ves muy relajada —comentó Ángela con una sonrisa.
—Tiene fijación oral —contesté.
Estefy nos miraba sin decir nada, con el pene en su boca como si fuera un biberón —.
Siempre tiene que tener algo en los labios: un bolígrafo, un palillo de dientes… goma de mascar.
—Quieren dejarme en paz… ah, pero no me dejen de mirar.
—¿Tanto te encanta que te vean?
—Me excita más que el acto en sí —confesó y deslizó la lengua por toda la verga de su hermano.
A mí se me estaba haciendo la boca agua.
Alec permanecía quieto, con la cabeza echara para atrás y disfrutando de las artes bucales de su hermanita.
—¿Quieren que juguemos un poco? —propuso Lorena, lujuriosa como siempre.
—¿Qué tienes en mente, amor?
—Mmm… necesitamos otro hombre para hacer lo que tenía en mente.
En fin, con nosotras deberíamos bastar.
Es un concurso de ver quien hace correrse a quien primero ¿les gusta la idea?
—Me parece interesante —acepté.
Mi gemela es la que todavía ponía resistencia a las ocurrencias de su novia.
—Bueno, vamos a rifar con papelitos quien va a chupar y quien las recibirá.
El primero que haga a su pareja correrse gana.
Mientras Lorena escribía nuestros nombres en papeles los demás nos quitamos la ropa.
Luego escogimos un papel y los abrimos.
A mí me tocó mamar, a mi gemela también.
Estefy y Alec serían los que recibirían el placer y Lorena sólo se limitaría a observar quién se correría primero.
—Pero… yo quiero a Estefy —pidió Ángela —.
No quiero chuparle el pene a Alec.
—Es sólo un pene —dijo mi hermano y se masturbó un poquito delante de ella.
—Es que no me van las pollas.
Prefiero el coñíto dulce de Estefy.
A la muy pilluela de Lorena se le encendió el foco y empezó a persuadir a su novia de que le comiera la verga a su propio hermano.
Acto seguido todos los demás empezamos a fastidiarla para que aceptara.
Alec se masturbaba concienzudamente delante de mi pobre hermana para que se le antojara el pene.
Vimos como sus pezontes se ponían un poco duros.
Estefy la abrazó por detrás para untarle sus tetitas en la espalda.
Yo me estaba excitando ante la idea de ver a mi gemela mamando una polla.
—¡Ay, está bien! ¡Pero ya dejen de joderme!
—¡Perfecto! El primero en hacer que su pareja se corra, gana un esclavo sexual por un día.
¿aceptan?
—Aceptamos.
Estefy y Alec se recostaron en la alfombra y abrieron sus piernas.
La vaginita de mi hermana era preciosa, virgen todavía y con gotitas de jugo fluyendo.
En cambio la polla de Alec era imponente, con sus huevos colgando.
Estaba rasurado, así que daba una imagen muy buena.
La pobre de Ángela se sentó con las piernitas muy juntas y no dejaba de mirar la polla que se iba a comer.
Tenía la cara roja y disgustada por lo que le estábamos obligando a hacer.
—¡Empiecen!
Yo rápidamente cubrí la vagina de Estefy con mi boca y me concentré en su clítoris.
Sus jugos aderezaban sus labios con un sabor muy dulce y suculento.
¡cuanto amaba el coño de mi pequeña! Mientras tanto vi que Ángela a penas estaba tocando la verga de su hermano con la mano.
Tenía entre una cara de confusión y concentración.
Empezó a subirlo y a bajarlo poco a poco.
Alec estaba en el cielo porque encontraba muy excitante que su hermana lesbiana le fuera a comer el pene.
— ¡Vamos! —la apresuró Lorena.
—Espera…
—Sólo tienes que ponerlo en tu boca.
—¡No me presionen! Yo soy lesbiana.
Esta es la primera polla que me voy a comer.
Lentamente, como si fuera a morirse por sólo hacerlo, Ángela abrió su boquita y se introdujo el pene.
Cerró los ojos.
Mamó un poco y luego escupió saliva.
—¡Ahg! Sabe raro.
—Te estoy ganando —dije cuando oí como gemía Estefy y se pellizcaba las tetitas.
—No, eso no.
tomó aire y volvió a su trabajo.
Tenia sus ojitos apretados mientras le daba una buena chupada a la polla de su hermano mayor.
Eso me calentó y acto seguido introduje dos deditos en el ano de Estefy.
Mi hermanita me presionaba la cabeza y gemía como una princesa.
Alec estaba igual.
Ángela ya chupaba con más calma, aunque todavía era un poco torpe en sus movimientos.
Lorena miraba la escena con mucho interés.
Los pezones de sus grandes tetas ya estaban paraditos y se estaba tocando el coño con tres dedos, las piernas bien abiertas.
—No me cabe en la boca —se quejó Ángela —.
Ya me cansé.
—Lame los huevos —le aconsejó Estefy.
Eso le pareció más atractivo a mi hermana.
Hundió la cara en los testículos de mi hermano y comenzó a morderlos, a succionarlos y a pasar su lenguita por todos lados.
—Esto me gusta más.
Son suavecitos y duros a la vez.
Ya más calmada pude volver yo a lo mío.
La vagina de Estefy no dejaba de lubricar.
Sus jugos caían muy ricos a mis labios como un aceite excitante que ayudaba a mi lengua a resbalar.
Me estaba volviendo un poco más adicta que de costumbre.
—Creo… que… ya…
—¡No! —exclamó Estefy.
Vimos como un gran chorro de semen salia disparada de su glande y le daba a Ángela en la cara.
Mi hermana se aguantó la corrida cerrando los ojos y dejando que toda la leche le salpicara la cara.
Nada más terminar de expulsar esos chorros, se los recogió con los dedos, lo olió y lo probó.
—¡Guácala!
Nos reímos.
Fue Lorena quien se acercó a ella y con su lenguita le limpió el semen de la cara.
La mirada que esas dos se echaban era de puro amor y romance.
Sonrieron y se dieron dos besitos muy tiernos en los labios.
—Felicidades corazón, ganaste.
A quién quieres como esclava sexual por un día.
—Uhm… a Estefy claro.
—¡Bu! Pero yo no me he corrido.
—Eso se puede arreglar —dijo mi hermano, aunque su pene todavía no recobraba la fuerza.
Pusimos a Estefy a cuatro patas.
Acto seguido le levantamos el culito y dejamos que Lorena, Ángela y yo le comiéramos el coño.
Ya se imaginaran el placer que sentía la chica con tres lenguas recorriéndole toda la entrepierna, escupiendo para que la saliva se mezclara con sus jugos y le resbalara por sus muslos.
Estábamos en eso cuando la puerta se abrió.
Nos quedamos paralizados al ver a nuestros padres.
Con ellos venía nuestra tía Joan y su esposo Mauricio, un hombre alto y fornido.
—¡Vaya! Parece que has enseñado bien a tus hijos, hermano —rió mi tía.
Un rato después ya estábamos todos en el comedor.
Mi tía nos contaba algunas cosas de su viaje y convivíamos como una familia normal.
Bueno, éramos normales salvo por el detalle de que todos nos atraíamos sexualmente.
Luego tocamos el tema que más nos emocionaba: el sexo.
—Entonces… ¿están de acuerdo con lo que sucede? —nos preguntó a nosotros, los hermanos.
—Sí —respondí yo —.
Es… que últimamente me siento más unida a la familia.
—De eso se trata el incesto —mi tía le guiñó un ojo a papá —¿recuerdas como jugábamos nosotros después de la escuela?
Mi tío no parecía disgustado con la plática y acariciaba el brazo de mi tía.
A él también le iba esto del incesto y pensaba comenzar una familia así con su nueva esposa.
—Bueno, entonces ya no hay más que decir.
Es bueno que ustedes sepan en qué se están metiéndo.
Sólo hay que cuidarse para no tener ningún embarazo no deseado o algo así.
—Todo está bien —aseguró mamá mirándonos con coquetería —.
El placer de mis niños es lo más importante.
—Vamos todos a la playa —pidió mi tío.
—Pero a la nudista —dijo Estefy y nadie puso objeción.
Así pues empacamos unas cosas y nos metimos a la camioneta.
Estábamos felices de que todo en nuestra familia se estuviera tornando así de… extraño y excitante en cuanto al sexo y al incesto.
Supongo que gracias a que nuestros padres siempre fueron muy abiertos en cuanto a que nos tocáramos entre nosotros como hermanos ayudó a que no tuviéramos tantos tabues.
Tía Joan era guapa, como ya les dije, e iba muy alegre con nosotros contándonos cosas de su trabajo y eso.
Estaba vestida con una bonita minifalda y una blusa.
Nosotros en paños menores.
Lorena sin sostén.
Estefy con su tanguita y su playera.
Mi hermano, adelantado y excitado, iba desnudo con su bonita polla semierecta.
Estaba sentado al lado de mi tía intentando llamarle la atención, pero la mujer se mostraba muy indiferente con toda naturalidad.
—Además de incestuosa soy nudista —nos contó —, así que no me extraña verles sin ropa.
Especialmente a ti, sobrino.
Llegamos a la playa nudista, que estaba un poco más escondida por cuestiones obvias.
Nada más bajar, Estefy se deshizo de su tanguita, tomó a mi hermana gemela de la mano y la llevó a la playa.
Mis padres y mis tíos bajaron la nevera, las toallas y las sombrillas para instalarse debajo de una palmera.
Yo y Alec, tomados de la mano, estábamos caminando hacia el agua.
—¿Cuándo me dejarás romperte el culo?
—Qué sutil —dije riendo y mirando a mi alrededor.
Era un campo nudista donde había desde niños hasta viejos.
Eso era malo porque no íbamos a poder tener tanta privacidad.
Me quité el short y la blusa.
Alec ya venía desnudo y su polla empezó a ganar tamaño cuando vio a un grupo de guapas universitarias poniéndose bloqueador.
—¿Nadamos? —nos preguntó tía Joan cuando se nos acercó.
Ya estaba desnuda y era espectacular.
Sus tetas eran grandes, naturales y firmes de pezones rosaditos.
Su coño estaba depilado a tal grado que parecía la de una bebé —¿qué?
—Nada… —dijo Alec, aunque su polla reaccionó.
Mi tía rió con coquetería y le dio un besito en la punta de la boca —.
Vamos, sobrinos, nademos un poco.
Nos tomó a cada uno de la mano y nos llevó hasta el agua que estaba en su temperatura adecuada.
Varias personas estaban allí bañándose o jugando a la pelota con total naturalidad.
A parte de las pollas tiesas en algunos hombres, no había mucho… paraíso sexual que ver.
Así eran los nudistas me contó tía.
No siempre estaban cogiendo como yo me lo imaginaba.
—No se apresuren mamá cuando se nos acercó.
Mi tía fue con ella y la abrazó por la espalda.
—Cuñadaaaa… te amo.
—Ya tendremos tiempo para coger entre todos ¿verdad?
—Sí, vamos a hacer de este verano una pequeña fiestecita sexual para ustedes —aseguró tía Joan —les daré una probada para que vean.
De repente mamá gritó.
—¡Joan! ¡No me metas los dedos tan así!
Alec se puso colorado.
Bajo del agua, tía Joan estaba masturbando a mamá.
Quien cerró sus ojitos cafés y con una sonrisa disfrutaba de los dedos de su cuñada.
Entonces sentí las manos de Alec en mi coño y supe que él estaba haciendo lo mismo.
—Oigan, ya que alguien se vaya con mi hermano porque va a estallar —bromeé.
—Más tarde nos encargamos de eso —aseguró mamá, rodeando a Joan con sus brazos y dándole suaves y sexys besos frente a nosotros.
Ver a las dos mujeres hacerlo fue sumamente excitante, sobre todo porque yo nunca había visto a mi mamá en tintes lésbicos, pero por la confianza con la que se besaba con mi tía, me dio a pensar de que no era la primera vez que las dos se enrollaban.
Sonreí y me acerqué a ellas, que me recibieron bien, me abrazaron y nos unimos en un beso triple muy rico de madre, hija y tía.
Mientras tanto Alec que nos miraba sonriente no podía ni esperar a que llegaran todas esas nuevas aventuras que se nos estaban preparando.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!