HERMANOS SIN TABU CAP 4 (MASTURBANDO A MIS HIJAS)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Crystal69.
Después de haberle mamado la verga a mi propio padre, mi relación con él pasó de una absoluta confianza a algo parecido a la vergüenza.
Ya no le podía ver de la misma forma porque me hacía recordar esa sensación de su semen llenándome la boca, y el tamaño de su pene apuntando hacia lo más hondo de mi garganta.
No sólo había roto una barrera más en torno al tabú del sexo en familia, sino que yo no estaba del todo lista para dar ese paso.
Más bien fue como un error, aunque realmente no estaba tan arrepentida, pues en cierta manera deseaba que la situación se repitiera.
Era esa atracción a lo prohibido lo que me excitaba, y durante un buen rato me mantuvo algo cachonda.
Pero sólo un poco.
Por la noche cocinamos los pescados que atrapamos en el muelle y formamos una fogata junto a la playa.
Platicábamos de diferentes temas triviales como la situación laboral en el país y cómo los políticos empezaban a engatusar a la gente a base de mentiras y demás, pero a medida que la noche pasaba, las cosas empezaron a variar un poco, especialmente en Lorena y Ángela, que se demostraban su amor dándose besitos de vez en cuando a la vista de mis padres.
Me pregunté cómo se lo tomarían ellos, que miraban a su hija comerse la lengua de su novia.
Incluso a mí me excitaba un poco ver cómo Lorena acariciaba las piernas de mi gemela.
—Estos pescados estaban deliciosos —dijo mi madre y alabó a su hombre como proveedor de alimento.
Mi papá me miró con un coqueto brillo en los ojos y yo me sonrojé y aparté la mirada.
—Es que Andrea fue muy buena con las manos y el anzuelo.
Nos reímos por el doble sentido de su tono de voz y luego permanecimos un rato en silencio, disfrutando con sólo el ruido del océano rompiendo contra la costa y el fragor de las aves marinas que sobrevolaban en el cielo nocturno.
Comenzaba a hacer un poco de frío por la brisa, y mi madre dijo que ya era hora de volver a la casa y dormir un poco.
—Yo me quedo un poco más —anuncié porque quería pensar un poco en lo que respectaba a mi padre.
De inmediato Lorena dijo lo mismo y se despidió de mi gemela con un bonito beso en la boca.
Estefy, que estaba asando malvaviscos en la fogata y hablando por teléfono con sus amigas, también se quedó.
—¿Te pasa algo? —me preguntó Lorena, arrimándose a mí —.
No estás tan platicadora como siempre.
—Ehm… no.
Me encuentro perfectamente.
¿Y tú? Veo que estás muy embelesada con mi hermana.
Parecen hechas la una para la otra.
—Lo estamos, aunque tú también tienes lo tuyo.
Las dos son tan parecidas.
—Sí —me reí nerviosamente.
A pesar de lo oscuro, la luz de la fogata iluminaba los ojos lujuriosos de Lorena.
Yo era idéntica a su novia y eso me daba algo de escalofríos, así que le dije que me alejaría un momento porque necesitaba pensar.
Caminé un poco por la playa sin intenciones de alejarme.
Vestía sólo un camisón, así que las piernas se me congelaban.
De repente escuché las risas de Estefy y miré en dirección a la fogata, donde Lorena estaba contándole algo a mi hermana.
Regresé al calor del fuego y me senté al lado de ella.
—¿Qué tanto se ríen?
—Nada —sonrió Lorena con coquetería —.
Sólo le estaba contando unos chistes picantes a tu hermanita.
—No alientes la imaginación de Estefy.
Luego se pone como perra en celo.
—¡Oye! —me gruñó la chica y me pellizcó una teta.
Lorena se rió de nuestros juegos y también le apretó los pechos a Estefy.
Ella se rió e hizo como que se protegiera.
—¡No me toquen, basuras!
—¡Tú comenzaste! —exclamó Lorena y empezó a toquetearla por todos lados.
Admito que era excitante ver a la novia de Ángela intentando meterle mano a nuestra hermana menor, y como me parecía divertido hacerla enojar, la sujeté de los brazos para que no se moviera.
Lorena pudo al fin agarrarle las tetas con total libertad y en un momento dado Estefy dejó de resistirse.
—Es una pena que no las tengas tan grandes como tus hermanas.
—Pero tengo un bonito culo —dijo con una pícara sonrisa.
—Eso me consta —le di un sonoro beso en el cuello que le arrancó unas risas.
Así era Estefy, como mi muñeca de juegos, y a ella le gustaba.
Era tan sólo un par de años menor que yo y aunque se decía ser muy madura, la verdad no lo era.
—Uhm… pues yo no he tenido el placer de ver tu culito.
—Lástima, sólo Andrea tiene derecho a tocarlo.
—Ay si.
Vamos a darle un vistazo.
—¡Estás loca! No te voy a enseñar las nalgas.
—Vamos, sólo un poco y te prometo que dejo de molestar.
Estefy se lo pensó seriamente.
Yo sabía que detestaba un poco a Lorena porque siempre la andaba fastidiando lanzándole indirectas a su virginidad o a su poca estatura.
Aunque ella se reía, en el fondo sí que quería deshacerse de ella.
—Ash.
Está bien, pero promételo.
—Lo prometo.
Estefy miró para ver si no había nadie, y sin pena ni tapujos, se puso a cuatro patas y nos mostró su culo respingón.
Lorena no se conformó con eso y le bajó los shortcitos.
Grande fue nuestra sorpresa ver que Estefy no hizo ademán de molestarse y como no llevaba ropa interior, pudimos ver con total claridad su vulva estrecha y totalmente limpia.
Ella, divertida, movió un poco las nalgas.
—Uy, mira quien parece una bebé.
Se nota que eres virgen.
—¡Deja de molestarme con eso!
—Tienes una vagina de niña ¡jajaja!
—Ya, Lorena —le advertí, y quién sabe qué fuerza me movió que me aventuré a separar un poco las nalgas de mi hermana para que pudiéramos ver su rosado y estrecho anito que clamaba ser penetrado.
—Uy, eso sí que se ve rico —Lorena se apresuró y tomó una foto con su teléfono —.
Esto será mi fondo de pantalla.
—Okey, ya les mostré el culo, así que ya déjenme en paz.
A ver la foto.
Estefy se sonrojó cuando observó su imagen de nalgas abiertas, y le dijo a Lorena que no se la mostrara a nadie más.
Ella lo prometió, pero yo dudaba que lo fuera a cumplir.
—¿Y cómo que eres virgen? —le preguntó la novia de mi gemela —.
Me extraña un poco.
—Nunca se ha dado la ocasión —argumentó Estefy, volviendo a ponerse sus shorts como si nada hubiera pasado —.
Hubo un hombre que estuvo por penetrarme pero se corrió a penas me tocó, y uno más quiso metérmela por detrás, pero también se corrió y me manchó todas las nalgas de leche.
—Eso es porque eres muy estrecha —dijo Lorena, y de inmediato, caliente como sólo ella, se quitó sus shorts.
Estefy se volvió a sonrojar.
Yo no pude apartar la mirada cuando Lorena nos mostró su vagina y se la abrió con sus deditos.
—¿Ves? Así se ve un coñito bien satisfecho.
—¿Cómo lo hacen tú y mi hermana? — le pregunté.
Lorena sonrió.
—Tenemos un strap-on.
Ángela se lo pone en la cintura.
Le gusta actuar como el hombre a veces.
Estefy y yo nos reímos.
Lorena se volvió a poner los shorts y las dos me miraron.
—¿Qué?
—Ya mostramos el culo.
Faltas tú, Andrea.
—Lo siento, chicas.
No será tan fácil.
Ambas protestaron y así volvimos a la casa.
Lorena no cumplió con su promesa, y le mostró la foto del culito de Estefy a Ángela.
Nuestra hermana menor al saberlo le echó la bronca, pero al final decidió que no era para tanto y todo pasó a ser una pequeña y picante broma, la cual decidimos convertir en una noche de chicas sólo para jodernos entre nosotras y pasar el rato.
Así, Estefy, mi gemela y su novia nos metimos al cuarto para platicar un poco no sólo sobre nuestras experiencias sexuales, sino también de algunos miedos e ideas que teníamos en cuanto a la vida.
Cuando me enviaron a la sala a buscar unas bebidas, vi a mis padres tomando algo de vino en la sala.
Estaban hablando en voz algo fuerte sobre los gastos de la casa y que mi papá deseaba renunciar a su empleo para dedicarse a otra cosa.
Me quedé oculta para ver qué decidían hacer y también me extrañó que no hablaran de eso con nosotros.
Al poco rato mi padre, molesto, se fue de la casa y cerró con un portazo.
Mi madre se quedó en la mesa con la copa en la mano.
—¿Mamá? ¿Todo bien?
—Sí —sus mejillas estaban un poco rojas —.
Tu padre está algo molesto por el trabajo, pero ya se le pasará.
Salió a buscar a tu hermano al club que está por acá cerca.
Creo que los dos se quedaran a beber.
¿Qué hay de ti? ¿Qué hacen todas reunidas?
—Estábamos teniendo una charla de chicas.
—Uy, qué interesante.
¿Puedo acompañarlas?
—Ehm… claro.
Ven.
Cuando mamá entró al cuarto, las tres chicas de allí se pusieron algo tensas.
—No, no.
Relájense, niñas.
Sólo vine a pasar el rato antes de irme a dormir.
—¿Mamá? —preguntó Estefy —¿Estás borracha?
—Tonterías, mi cielo.
Sólo algo tomada y acalorada.
Le hicimos un espacio en el círculo de nosotras para que se acomodara.
La incomodidad era evidente pues mamá era la madura del grupo y por ende la que tenía la autoridad.
Durante un momento nos quedamos charlando sobre tonterías como el clima y lo bien que la estábamos pasando gracias al amigo de mi hermano que les dio la casa.
—¿Por qué no jugamos verdad o reto? —sugirió Lorena.
Todas nos miramos raro, menos mi madre, que sonrió y vació su botella de vino con un sorbo y luego la puso en medio.
—De acuerdo.
Yo comienzo.
Giró la botella y apuntó a Lorena.
—¿Verdad o reto?
—Verdad.
—¿Has hecho el 69 con mi hija?
Lorena se sonrojó porque no nos esperábamos esa clase de preguntas.
Al menos no todavía.
—Vamos, contesta —alentó Estefy que le gustaba mucho los juegos especialente los sexuales.
—Bueno… sí, lo hemos hecho.
Prefiero estar abajo.
—Muéstranos —dije yo, pero no quisieron porque ya había pasado el turno.
Lorena giró la botella y ésta vez le tocó a Estefy, que muy aventurada, pidió reto.
—Te reto a… fingir que haces un 69 con tu madre.
Ah, y sin el short.
—¡Estás loca! —exclamó Estefy y miró con pena a mamá.
—Anda, no que muy valiente —exclamó Ángela.
Por un rato todas miramos a la mujer madura pensando en que no lo haría, aunque poco después de darle un sorbo a su copa de vino, se tendió en el piso.
—Ven, cariño.
—Pero… mamá…
—Anda, no seas así.
Ya comenzamos a jugar.
Estefy, totalmente ruborizada, se quitó el short y se quedó sólo con su tanguita roja; se paró justo sobre el cuerpo acostado de mamá y empezó a bajar poco a poco hasta acomodarse con su culito justo en la cara de la mujer.
La instrucción decía que tenía que fingir, así que se quedó así durante un rato.
Mi madre tenía las piernas bien abiertas y cómo sólo traía un camisón y debajo otro de sus bikinis sin estrenar, la carita de la chica estaba en una buena posición.
Sin tiempo que perder, mi propia madre pegó su boca sobre la rajita de Estefy y le dio tremendo chupetón por encima de la delgada telita de la ropa.
La muchachita soltó un gemidito cuando sintió la lengua de su progenitora embarrarla de saliva, y aunque estaba muy sonrojada, al poco rato se empezó a reír.
Todas aplaudimos cuando terminó, y ahora le tocaba a ella girar la botella.
Sabíamos que si le tocaba a Lorena se iba a vengar.
Mi madre, por otro lado, se veía algo roja de la cara y sonriente.
Parecía una adolescente otra vez.
Ahora le botella apuntó a mí.
—Reto —dije un poco morbosa por el contenido sexual.
Estefy sonrió.
—Te reto a… embarrarle las tetas en la cara a Ángela.
—Sin problemas —dije y eso apagó la sonrisa de Estefy que creyó que no lo haría.
Como no tenía pena de hacerlo con mi propia gemela, me quité la blusa y me deshice del sostén.
Ángela soltó una carcajada y se quedó quieta mientras yo embarraba mis grandes pechos en toda su cara.
Ella incluso aprovechó para meterse uno de mis pezones a la boca, lo cual me arrancó un gritito cuando me mordió.
Me los embarró de saliva, los dos a la vez, e incluso los tomó entre sus manos y los sacudió.
Yo me estaba mojando al sentir la lengua de mi propia gemela babeandome los pezones.
—Listo.
Bueno me toca a mí —giré la botella.
No me molesté en ponerme el sujetador así que mis tetas quedaron al aire —.
Ahora le tocó a Estefy de nuevo.
—¡¿Qué?! ¡Buu! Bueno, elijo reto, pero no seas cruel.
—Mastúrbate delante de nosotras.
—¡Ah! ¡Mamá!
—Hazlo…
Estefy sintió el peso de nuestras miradas.
No tenía a donde huir, así que se quitó el short, la tanguita y abrió bien sus piernas.
Su pequeña vulva virginal estaba muy blanquita y sus labios algo apretados ya que nadie había tenido el honor de penetrarla.
Mi mamá y Lorena la acostaron y le sostuvieron de los tobillos.
Estefy se llevó una mano a su vagina y empezó a mover sus dedos en círculo con gran intensidad.
—Ah, miren quién es una experta en la masturbación —dijo mamá.
La carita de Estefy se sonrojó y cerró los ojos mientras sus deditos hurgaban entre sus labios vaginales, que debido a la fuerza con la que se frotaba poco a poco adquirieron una tonalidad rosada.
Yo me acerqué un poco y vi unas gotitas de flujo que se le empezaban a formar.
Aventurada, tomé su mano y me metí uno de esos deditos mojados a la boca y la humedecí más.
Estefy siguió masturbándose con más fuerza y velocidad.
Mi mamá se reía y le acariciaba la frente a su hijita.
Vi que Ángela se empezaba a pellizcar los pezones por debajo de su ropa al ver como nuestra menor se frotaba el clítoris.
—Bien, suficiente —dijo Estefy y cerró rápidamente los muslos.
Tampoco se molestó en ponerse la ropa, pero se sentó con las piernas muy juntitas.
Como Ángela no había girado, le dimos la oportunidad.
—Mamá ¿verdad o reto?
—No seré menos que ustedes.
Reto.
—Te reto a… que dejes que Lorena te chupe el coño.
Eso sí ya era bastante fuerte y pensamos que mamá no aceptaría, pero no fue así, y sí lo hizo.
Se quitó la tanguita del bikini y abrió sus piernas.
Cabe decir que su vagina era increíblemente atractiva, pues estaba sin un sólo vello y con los labios un poco abiertos y ya mojados.
Lorena era lesbiana, así que no le supuso gran pena tirarse al piso y acercarse al coño de mamá.
Suavemente deslizó su lengua por su entrada, recogiendo sus juguitos, y poco después hundió el rostro y empezó a mamar la vulva de mi propia madre.
Incluso yo me sentí muy caliente con un cosquilleo entre mis piernas.
Estefy, que tenía las piernas muy juntitas, llevó su manita a ese pequeño espacio para masturbarse.
Cuando vio que la estaba observando, se sonrojó y siguió haciéndolo.
Ángela ahora se frotataba las tetas con más fuerza y estaba sentada con las piernas algo separadas para mostrar sus bragas.
Yo me acerqué a mamá que estaba echada.
Ella me miró con mucho cariño y levantó una mano para ponerla en mis tetas.
Sentir sus dedos restregándose fue de lo más deliciosos y durante un rato permanecimos así, sin apartar la mirada de Lorena que incluso se había atrevido a meterle unos dedos a mi mamá.
—Listo —se separó como si nada hubiera pasado.
Estefy sacó su mano de su entrepierna y se chupó los deditos con inocencia para saborear sus juguitos.
Aquí no pasó nada.
Ahora Ángela giró y le tocó a Estefy.
—¡Ash! ¡Esto está trucado! Elijo pregunta.
—¿Cuál es tu fantasía sexual?
—Y no se vale mentir —le advirtió mamá.
—Em… veamos.
Una triple penetración.
O sea, uno en mi coñito, otro en el ano y uno más en mi boca.
—Anda, tremenda putita saliste —dijo mi madre y le dio una palmadita en la espalda.
—¿Cómo quieres hacer una triple si sigues siendo virgen de atrás? —se burló Lorena.
—Se vale soñar, y cállate, estúpida.
Me toca girar.
Veamos, le tocó a Andrea ¿verdad o reto?
—Reto, no tengo ningún problema.
—Entonces te castigaré.
Te reto a… mmm… usar un consolador y romperle el culo a Ángela.
—No tengo consolador.
—Yo sí —dijo mamá y salió.
Al poco rato regresó con un dildo negro y bastante grandecito.
—¡Están locas! ¡Eso no me va a entrar por el culo!
—¡Vamos, no seas miedosa!
Ángela hizo un mohín, pero como estaba igual de caliente que todas, se quitó sus braguitas y se puso en cuatro.
Lorena le abrió las nalgas.
Mi mamá me dio el dildo y entonces lo acerqué al culito de mi gemela.
—Es cierto.
La vamos a lastimar.
Mamá ¿qué haces con esta cosa?
—Una tiene necesidades.
Y es cierto, Estefy tienes que cambiar de reto.
A tu hermana no le va a entrar eso por el culo.
—Bueno, bueno, está bien.
Por el coño.
De esa forma sí fue un poco más fácil.
Lorena escupió en la vagina de mi hermana para lubricarla y hasta la masturbó un poquito para hacer que lubricara.
Esperamos un poco hasta que vimos como mi gemela, en honor a las mujeres de la familia, se mojó muchísimo.
Entonces me apresuré a deslizar el dildo negro en el interior de su vulva.
Ella jadeó y arqueó un poco la espalda.
Estefy miraba todo de cerca y yo, con mucho cuidado hundí esa cosa en el coñito que tenía frente a mí.
Luego lo saqué y lo volví a meter una y otra vez.
Al principio fue un poco duro pues el coño de mi hermana no estaba dilatado, pero gracias a sus juguitos al poco rato ya estaba gimiendo de lo lindo mientras la taladraba con esa cosota.
Lorena recogió un poco de flujo con sus dedos y se lo dio a probar a Estefy, que literalmente le devoró los dedos como si fuera una chupeta.
—¡Ay! ¡Ay! ¡Más rápido, Andrea! ¡métemela más adentro!
—Eso es todo.
Te lo estás tragando enterito, pilluela.
—Uh… mmm… uy sí…
—Listo, oigan ¡sigamos con el juego! —dijo Estefy y yo me apresuré a sacar el dildo lleno de los jugos de mi hermana.
—¿Quién quiere lamerlo?
—Dámelo, es mi novia —declaró Lorena y me quitó el dildo.
Empezó a recorrerlo con su lengua hasta dejarlo bien limpiecito.
Mamá sonrió con ternura y yo me relajé un poco más pues las cosas empezaban a ponerse más interesantes.
—Esta cosa sí que nos va a servir.
Toma, guárdala, Estefy.
Mi hermanita le dio un besito al glande de plástico y lo guardó entre sus piernitas bien apretadas.
—Bueno, es hora de continuar.
Iba a ser una noche de chicas a toda regla.
^^^^^^^
Oh, sí, la noche se pone mejor para la familia vverdad? saludos! y les invito a dejarme un comentario u opinion jeje, eso motiva a seguri subiendo actualizaciones y me excita mucho, y no olviden pasar por mis otros relatos.
besotes en esas pingas y saludos!
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