Hermanos sin tapu cap 9
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Crystal69.
Más tarde, cuando volvimos de ese delicioso paseo familiar, y Ángela se veía más avergonzada que de costumbre, vimos a Lorena esperando en la sala y mirando la televisión.
Llevaba una diminuta blusa y unos shorts que mostraban sus esculturales piernas.
Nada más verla, mi hermana se fue con ella y la saludó con una serie de sensuales besos y luego la muy tierna se puso a llorar mientras la abrazaba con fuerza.
Mamá, papá y yo nos miramos como si fuéramos los culpables de un asesinato, por haber inducido a que Ángela tuviera sexo conmigo frente a ellos.
—Creo que las cosas no salieron como lo esperaba —dijo mi mamá y quiso hablar con su hija, pero papá la detuvo y le negó con la cabeza.
Hasta yo sabía que era mejor dejar que mi hermana asumiera lo que había hecho y decidiera si hacer lo correcto.
Yo esperaba que sí y aceptara unirse a nuestra práctica porque francamente la idea de volver a tener su boca entre mis piernas me ponia loca.
—¿En dónde está Estefy? —preguntó mamá.
—En su cuarto —contestó Lorena —.
Alec le llamó a unos amigos y se fue con ellos.
—¿En serio? Pensé que se quedaría.
—Creo que tuvo una pequeña pelea con Estefy.
Fuimos a ver a la chica y la encontramos en su cama, echa un ovillo mientras escuchaba música con su teléfono.
Esta en tanga y sin sujetador.
Nos sentamos al borde del colchón.
Papá le dio una palmadita cariñosa en el trasero y mamá le movió el hombro.
—¿Qué pasó?
—Alec es un imbécil.
—¿Por qué?
—Pues… —nos miró como si no supiera si contarnos.
Mamá le sonrió.
—Hija, si hemos decidido aceptar tener sexo entre nosotros no hay nada que no puedas decirnos.
—Es que… intenté hacerlo con Alec.
Eso era obvio ¿verdad? Pero él ya no quería entrar por atrás.
Deseaba… bueno… quitarme la virginidad y hasta yo sé que no se la puedo dar a mi hermano.
Ni en esta situación.
Él insistió.
Nos peleamos y se fue.
—¿Eso hizo ese cabrón? —preguntó papá, visiblemente molesto —.
Tendré que hablar con él.
—Lo haremos todos —replicó mamá —, ya es hora de poner las cartas sobre la mesa.
—Lo siento.
Yo sólo… quería disfrutar un poco más.
En ese momento mamá sonrió.
—Creo que papi puede complacerte en eso ¿no, cielo?
—¿Yo? No sé si sea el momento para ello.
Estefy miró a nuestro padre con sorpresa, como si la idea de tener sexo con él le resultara extraña.
No obstante, se limpió una lagrimita y se sentó con las piernas dobladas.
—¿Lo harías?
—Hija… bueno…
—Es sólo por atrás —le dijo mamá —, y es Estefy.
—Lo sé, es sólo que a mis ojos sigues siendo una niña.
—Pero ya no lo soy —replicó ella —, soy mayor de edad y… quiero intentarlo.
Quiero hacerlo.
Padre se estaba resistiendo majestuosamente, pero no lo logró por mucho tiempo.
Estefy aunque ya no era una niña seguía comportándose como una.
Cruzó los brazos por debajo de sus hermosas tetitas.
Sus pezones rosados se veían apetitosos, moría por tenerlos en la boca.
—Puedo hacerlo con ustedes —sugerí, mordiéndome el labio —, es que… sería interesante.
—¿Y tú, mamá?
—Ah, yo debo ir a ducharme y descansar.
He tenido suficiente sexo por hoy.
Les dejo solos.
Mamá se despidió con sendos besos en nuestras bocas y se fue del cuarto.
Papá y nosotras nos quedamos solas y en silencio durante un rato, sentados en la cama sin saber que hacer.
Él nos miraba de hito en hito, algo avergonzado y yo no comprendía por qué si no era la primera vez que íbamos a intimar.
—Entonces… ¿vamos a hacerlo o no? —dije a los dos.
Estefy y mi padre se vieron las caras.
—Bien… son mis hijas, así que creo que debo complacerlas.
—Eso es —me apuré a quitarle la camiseta y los pantalones.
Se recostó en la cama con la polla semierecta y sus grandes huevos colgando.
A mi hermanita se le hizo la boca agua al verlos.
Lo noté en la lujuriosa mirada que se estaba echando.
Papá abrió un poco sus piernas y comenzó a masturbarse lentamente.
Nosotras miramos atentamente mientras nos quitábamos la ropa.
Poco a poco esa verga empezó a ganar tamaño, a bombear sangre hasta que se puso tan erecta como un mástil.
Imaginé la satisfacción de mi padre al verse a punto de tener sexo con nosotras, sus niñas consentidas.
Primero comencé yo, que me acomodé justo entre sus piernas y sin dudarlo me llevé su miembro a los labios.
¡Dios! Cuánto lo quería.
Me llenaba la boca en su totalidad.
No me lo podía meter más adentro como quisiera, pero lo poco que entraba me daba para mamar a gusto, para tocarlo con mi lengua.
Cerré los ojos y casi olvidé que Estefy estaba conmigo.
—¡Me toca! —masculló mi hermanita como si me estuviera quitando un dulce.
Me hice a un lado y ella ocupó mi lugar.
Con una hermosa sonrisa feliz ella tomó el pene de papi en sus manos.
Luego intentó metérselo en la boca pero como ella tenía una boquita algo más pequeña que la mía, tuvo ciertos problemas en acomodarla.
Cuando finalmente lo logró, cerró sus ojos y deslizó suavemente el falo hasta su garganta.
—Creo que no es una posición muy cómoda para una garganta profunda —dije.
—Pero quiero intentarlo.
—Sólo mamá sabe hacer la garganta profunda —le recordé.
—Me da igual que hagan.
Sólo chupen —exclamó papá, gozando de lo rico cuando la lengua de su pequeña hija le lamió los huevos.
Yo me sonreí y me fui detrás de Estefy.
Hice que se pusiera en cuatro sin que se quitara el pene de la boca.
Luego ella ofreciéndome una perfecta vista de su culito, le abrí los labios vaginales y deslicé la lengua por esa hermosa entrada que ya estaba goteando de jugos.
¡ah! Cuánto adoraba verla mojada.
Formaba pequeñas gotitas de flujo que yo recorría con mi lengua.
Más al fondo vi su himen intacto y sentí grandes deseos de romperlo, llegar hasta las partes más profundas de ella y bombear mi semen.
Claro, si fuera hombre lo haría.
Chupé la vagina de mi hermanita durante un buen rato mientras me tocaba el clítoris con ambas manos.
Estefy gimió.
Yo me sentía tan húmeda que mis deseos por ser penetrada por atrás fueron muy lejos.
O quizá yo debería penetrar a alguien.
Rápidamente salí del cuarto y fui en dirección a mamá, que estaba acostada en leyendo un libro.
—¿Qué pasó, hija? Vienes goteando ¡jaja!
—Este… ¿tienes tu consolador? Quiero metérselo a Estefy.
—En el cajón.
Anda, ven un momento.
—¿Sí?
A penas me acerqué, mamá se inclinó para hundir su boca en mi vaginita.
Eso me sorprendió mucho porque nunca lo había hecho, y a su vez hizo que me recorriera un buen escalofrío.
—Ay… mamá….
—Listo.
Una vagina limpia es una vagina feliz.
No supe si quedarme o no, pero como ella volvió a su lectura, supuse que no.
Me imaginé qué sentiría mi madre de saber que sus hijas estaban enfiestándose con su esposo.
Sea como fuere tomé el consolador y regresé al cuarto, en donde Estefy ahora le ofrecía a papá su culito en un fabuloso 69.
—¡Ay! ¡Quería meterte esto!
—Te atrasaste —dijo ella con una risita coqueta y siguió mamando apurada.
—Bueno… al menos métemelo a mí.
—Estoy ocupada ¿que no ves?
—¿Y qué hago yo?
—Puedes esperar.
¡Pff! Incluso en el sexo nos peleábamos como las hermanas que éramos.
Pero mi espera no duró mucho.
Estefy se compadeció de mí y me dijo que me recostara en la cama en la posición del perrito.
Lo hice encantada, ofreciéndole mi culito mojado.
Ella se colocó detrás de mí con el dildo en la mano, lamiéndolo para lubricarlo.
Papá esperaba de pie masturbándose.
—Hagamos una cadena ¿vale? Papá me la mete por el culo a mí y yo a ti.
—De acuerdo.
Estefy tenía buenas ideas siempre.
Apoyé la cabeza en la almohada y levanté el trasero.
En seguida sentí cómo mi hermanita usaba el juguete para abrirme el ano, y suavemente deslizarlo al interior.
Sentí sus escupitajos y luego sus gemidos cuando papá empezó a taladrarla por detrás.
Eso me calentó en demasía y más cuando ella empezó a meter y a sacar el consolador primero despacio y enseguida más rápido.
Miré hacia atrás y vi que mi coqueta hermanita se reía mientras papá le daba por detrás.
Sus pequeñas tetas se mecían encantadoramente y su pelo iba y venía cubriéndole la cara.
Estuvimos así durante un rato hasta que finalmente me llegó el turno.
Ahora sí que iba a sentir de lo rico.
Me monté sobre papá y con ayuda de Estefy dirigí su polla a mi culito.
Debido al dildo, mi cola estaba dilatada lo suficiente como para que ese pene se perdiera en el interior.
Lo más delicioso del anal era cuando la verga salía, y disfruté de ello.
Mientras tanto Estefy se sentó encima de la cara de nuestro papito ofreciéndole su coño.
Estando frente a mí ahora, me tomó de las mejillas y me plantó un rico beso en la boca, con todo y lengua.
Su saliva goteaba de la comisura de mi boca mientras me mordía los labios.
Papá le brindaba un buen sexo oral y yo me sentía viva con esa verga entrando y saliendo de mi culito.
Los gemidos de Estefy eran tiernos y dulces como una princesita sexual.
Tenía las piernas bien abiertas y la sus nalgas apoyadas en el rostro de su amante.
Después de un rato decidimos probar algo diferente, así que me recosté boca abajo.
Estefy se acostó sobre mí, besándome el cuello y la espalda.
Papá frente a nosotras se masturbaba ágilmente.
—Ah… hijas… Dios, qué tiernas se ven.
—Te quiero Andrea —dijo mi hermana.
Me di media vuelta y ella se puso a horcajadas sobre mí.
Sus manos sobre mis tetas y las masajeó suavemente, jugando con mis pezones mientras yo podía sentir sus jugos mojándome el ombligo.
—Tijeras —dijo papá.
Nosotras nos miramos coquetas.
Primero separé mis piernas y acomodé a Estefy entre ellas.
Nuestras vaginas entraron en contacto.
Los jugos de mi hermanita y los mios se confundían y nuestros clítoris se rosaban tan deliciosamente que comenzamos a frotarnos entre sí.
Nos mirábamos a los ojos como dos enamoradas haciendo el amor.
Luego desviamos la vista hacia nuestra entrepierna, donde nuestros labios en contacto se acariciaban y se separaban mutuamente, permitiendo que nos uniéramos más.
Finalmente papá que se estaba masturbando como loco, dijo que se iba a correr.
—Hazlo aquí —señalé y él acercó su polla justo en el punto donde nuestros coños se tocaban.
Allí descargó una carga de semen delicioso y caliente.
No dejó una sola gota dentro de sus huevos, y ahora con esa sustancia para lubricarnos más, Estefy y yo seguimos haciendo tijeras, embarrándonos la leche de papá y masturbándonos ágilmente.
La polla no volvió a erectarse durante unos segundos, pero yo quería seguir con el sexo.
Una vez nuestras vaginas estuvieron cubiertas de semen, Estefy se dio vuelta y colocó su coño justo sobre mi boca.
El sabor de sus jugos mezclados con la lechita de papi le dio un nuevo sabor.
—Papi, tienes una llamada —avisó la voz de Ángela.
—Ah, voy.
—¿Qué hacen? —nos preguntó mi gemela.
—¡Ven! —le pidió Estefy, y aunque yo lo dudé un segundo, Ángela cerró la puerta tras de sí y tímidamente se acercó a la cama —¿no crees que la vagina de Andrea es riquísima?
—Bueno, somos gemelas.
Mi coño es igual al de ella.
—¡Jeje! —rió mi hermanita y siguió comiéndome el clítoris.
Ángela se sentó al borde de la cama y comenzó a acariciar la espalda de nuestra hermana menor.
—Esto sí me gusta —admitió —, prefiero ver a dos chicas chupándose el culo que a mis padres.
—Entonces ¿te nos unes?
—Ah… no lo sé.
Yo…
—Prueba la de Estefy —le sugerí —es un tanto especial.
—¿Y por qué?
—Pues… está muy apretada.
—Claro, es virgen.
—Tienes que hacerlo —repliqué.
—Creo que me abstendré por ahora.
—Eso sí que no —le gritó Estefy y rápidamente se lanzó sobre Ángela.
Ella se resistió pero no por mucho tiempo porque cuando su hermana la besó en la boca, se dejó querer.
Era extraño verla porque era mi gemela.
Aun así Ángela abrazó a Estefy por la cintura y correspondió a sus besos de una forma más romántica que lujuriosa.
A ella sí que le fascinaban las mujeres.
Lentamente levantó el cuello de la pequeña chica y le dio de besos amorosos por toda la piel hasta bajar a sus senos.
Yo me quedé quieta, mirando como Ángela se comía los pezones rosados de la la muchacha y le juntaba las tetas deslizando su lengua por las dos.
—Listo, eso es todo lo que conseguirán de mí.
—Pero ¿cuándo tendremos sexo las tres? Somos hermanas, por favor, chicas.
Hemos jugado juntas desde que éramos unas niñitas —chilló la pobre Estefy.
—Son mis hermanas y las amo.
Además soy la mayor.
Nací un poco antes que Andrea.
Y como su hermana mayor debo mostrar un poco más de madurez.
—Pero ¿tendremos sexo las tres?
—Bueno… quiero hablarlo con Lorena.
No deseo que esto forme problemas en nuestro noviazgo, que es formal.
—Pero se ve que Lorena me tiene ganas —rió la pequeña.
—Sí, se ve.
Sólo que es lujuriosa de por sí.
Hay que ver si está dispuesta a hacerlo.
—Cuando lo hagamos tiene que ser fabuloso —mencioné.
—Lo será.
Bueno, las dejo.
Cuando ella se fue, Estefy volvió a acostarse sobre mí.
Nos dimos unos besos candorosos en la boca mientras reíamos como niñas.
—Me encanta acostarme contigo, Estefy.
—Lo sé.
Adoras mi coñito.
—No, mensa.
Te adoro a ti.
—¡Jiji! Eres como mi novia.
—Lo soy, mi preciosa hermana menor.
Ella se enterneció y me dio un dulce beso en los labios.
—Cuando perdamos nuestra virginidad quiero que lo hagamos al mismo tiempo ¿vale, Andrea?
—Intentaré que sea así.
—¡Sip! ¿hacemos algo más?
—¿Qué tal si te meto ese consolador por el culo.
—¡Súper! —rápidamente se acomodó en cuatro como una perrita y se abrió las nalgas —.
Todo tuyo.
—Bueno… aquí voy.
Con un leve gritito de dolor, Estefy y yo continuamos divirtiéndonos el resto de la tarde.
***
Espero les haya gustado! recuerden encontrar los demás en mi perfil, y pueden enviarme mensaje si quieren jeje trato de responderles a todos 🙂
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