Hice mujer a mi hija
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Ricardo, y tengo 43 años. Lo que voy a relatar data de hace dos años, cuando mi esposa Elizabeth tenía 38 y mi hija Irene cumplió los 18.
Soy uno de los directivos más jóvenes de uno de los más importantes bancos del país. La verdad es que lo mío me ha costado, pues además de mi carrera de Empresariales y Derecho, he efectuado varios Masters en Estados Unidos, en la Universidad de Yorktown. Bueno, gracias a mi padre, con excelentes contactos políticos y bancarios. Yo me limité a estudiar y aprovechar el tiempo, en todos los sentidos.
Mi esposa, Elizabeth es británica. Es una excelente pintora y sus cuadros figuran en las mejores galerías de España, lo que le proporciona además excelentes ingresos. Es alta, esbelta, con un maravilloso pelo azabache que casi le llega a la cintura, excelentes y duras nalgas y unos pechos gruesos y duros, no muy grandes, de los que llaman la atención.
Mi hija Irene es una réplica casi exacta de su madre. Preciosas curvas y siempre fue un modelo a escala reducida de la preciosa chica en la que se convertiría con el tiempo. Estudió en un excelente colegio privado y el último año lo pasó en Londres, en casa de sus abuelos maternos y matriculada en otro colegio, con el fin de perfeccionar más aún su inglés.
Días antes de su cumpleaños pasamos a recogerla al aeropuerto de Barajas. Pasaríamos unos días en casa, un ático en la Castellana y luego nos iríamos a pasar las vacaciones a la costa levantina, donde disponemos de un chalet muy amplio.
Cuando las puertas se abrieron vimos cómo había cambiado. Y eso que hacía sólo 6 meses que había venido de vacaciones. Se la notaba más madura, más seria. Y físicamente había afianzado su belleza. Los pechos (me percaté que no usaba sujetador) se mantenían totalmente firmes bajo la camisa estampada, marcando perfectamente los pezones. Su culo se recogía prieto bajo un short vaquero que hacía que muchos viajeros tragasen saliva y desviasen la mirada cuando mi chófer los miraba fijamente (es un elemento de cuidado, un armario ropero que contraté en un gimnasio donde practicaba kick boxing.
-¡¡ Irene, pero hija, cómo has cambiado en un mes! No hay quien te reconozca…
-No exageres, papi, algo más de un mes. Jo, cuanto os he echado de menos.
Elizabeth, creo que como todas las madres, a lo suyo:
-Lo que si te veo es más delgada, es que los abuelos no te daban de comer?? Jajajajaja
-Si me han atiborrado, parece que me quisieran cebar. Por ellos me habría puesto de gorda como la tía Sara. A ver, papi, tú que dices, como estoy???
Se quitó la cazadora, dio unas vueltas y tomó una postura de modelo realzando sus caderas y sus pechos… El que tragó saliva esta vez fui yo, claro.
-Imponente, estás imponente, aunque vas vestida un poco… ¿cómo te diría yo….? Atrevida??
-Papaaaa que no soy una niñaaaaaa.
-Ricardo, déjala y vete haciendo a la idea que tienes dos mujeres en casa.
A lo que Irene se puso seria:
-No, dos mujeres todavía no.
-Bueno, faltan sólo unos días para que cumplas los 18. Así que vete pensando en tu regalo.
-Aunque tenga los 18 todavía no seré una mujer de verdad… Y el regalo que quiero…. Secreto. Sólo quiero que me prometáis que lo tendré. Dad vuestra palabra.
Elizabeth y yo nos pusimos tan serios como ella. Levantamos la mano y muy serios juramos:
-Que no se me levante en la vida si lo incumplo, dije yo.
-Y que mi culo se quede blando y asqueroso, dijo Elizabeth riendo.
-Iros a la porra, pero lo habéis jurado, así que a cumplirlo….
Nosotros siempre hemos tenido una vida muy liberal y abierta en casa, por lo que tales bromas son bastante habituales entre nosotros. Hemos hablado de todo lo habido y por haber, sin ningún tipo de medias palabras, etc. En la piscina del chalet siempre se han bañado en topless o desnudas, con gran horror del servicio, hasta que éste se acostumbró, ayudado por un excelente salario al que jamás renunciarían, claro…
Me cogieron las dos por la cintura y yo por los hombros y nos marchamos alegres al aparcamiento, mientras el chófer, Pepón, empujaba el carro hasta arriba de maletas como quien lleva un bebé.
-¿Qué demonios has comprado? ¿Dejaste algo en las tiendas?
-Jo, es que hice una escapada con unas amigas y nos fuimos a Francia. La ropa en Londres está bien, pero a mí me gusta más París..
-Y lo has desvalijado, claro…
-Si son cuatro trapitos… En casa os los enseño.
Llegamos a casa e Irene se puso rápidamente a deshacer sus maletas.
-Siéntate en el sofá que te voy a ir enseñando lo que he traído. Ven, mamá que también te he traído a ti.
Al cabo de un rato volvieron las dos: casi se me salen los ojos de las órbitas cuando aparecieron con un conjunto de tanga y sujetador en encaje color granate, exactamente iguales, que resaltaban sus cuerpos esculturales.
-Ricardo, la niña está loca, ha traído no sé cuántos modelos de conjuntos, vas a ver…
Se sentó a mi lado e Irene volvió a su cuarto y regresó con todo un muestrario de conjuntos, blusas, shorts… Yo me estaba poniendo malo. Noté la mano de Elizabeth acariciaba entre mis piernas. Se había fijado en el bulto que ocultaba mi pantalón y una sonrisa lasciva se dibujaba en su boca:
-¿Con que todavía no era una mujer, eh? O esto está así de crecido sólo por mí, eh??
No tuve más remedio que meter la lengua entre sus labios mientras mis manos se lanzaban para acariciar sus pechos. Le quité el sujetador y comencé a lamer sus pezones durísimos mientras mis dedos desplazaban la tira del tanga para notar la humedad de su coño. Ella movía las caderas intentando que mis dedos penetraran más profundamente, mientras su respiración comenzaba a agitarse.
Desabrochó mi pantalón hasta que liberó mi polla, que estaba a punto de reventar. Su cabeza estaba empapada y rápidamente se inclinó hasta rodearla con los labios y lamer golosa los líquidos que goteaban. Sus labios atraparon mi polla y comenzaron a subir y bajar mientras sus uñas arañaban despacio mis huevos. Comenzó a jugar con mis pezones mientras mis dedos se hundían más y más en su coño hambriento. Estaba totalmente empapada.
Se volteó y se colocó a gatas sobre el sofá:
-Fóllame, clávamela, por favor, clávamela, me suplicó.
Apliqué mi polla mientras calculaba operaciones bursátiles para no explotar dentro de ella. La polla entraba y salía totalmente chorreante de sus jugos hasta que noté los espasmos de su coño totalmente listo para el orgasmo. La tomé por los hombros y empujé a tope, hasta que mis huevos chocaron con su culo y la oí gritar, aullar en medio de un orgasmo imponente.
Le di la vuelta y la volví a meter en la boca. Le encanta lamer los jugos de su coño en mi polla, así que literalmente le follé la boca hasta que exploté en ella y mi lefa le chorreó por los labios hasta caer en sus pechos. Ahí me quedé un rato mientras seguían los borbotones rebosando su boca, hasta que se separó y fue recogiendo las gotas que habían caído en sus pechos para chupar golosa los dedos. En ese momento los pelos se me pusieron como escarpias al oir algo a mis espaldas:
-Ya decía yo que estos conjuntos eran de lo más sexy, que no habéis podido aguantar para poneros a follar, eh?? Vamos, que he hecho una excelente compra.
Se giró y nada más ver su culo con el tanga hundido en su raja, mi polla volvió a ponerse a tope. Elizabeth se rió…
-Esta vez no cuentes conmigo, te ha puesto ella, jajajajaja
Durante unos días no comentamos nada sobre el asunto. Preparamos el equipaje y tranquilamente nos fuimos a Levante, a disfrutar de las vacaciones. Pasamos los días totalmente relajados en la piscina. Ellas, como era habitual, en topless. A mí la polla no se me bajaba. Si no era por Elizabeth era por Irene. Jugábamos en el agua, con la esperanza de que se me bajara, pero no había forma. Si no se rozaba conmigo una, era la otra. Siempre sentía alguna mano rozándome la polla. El resultado es que cuando salía de la piscina mi bañador estaba a punto de romperse. Salieron del agua, y yo, tranquilamente, tomaba el sol. Ni por esas…. El agua había hecho que sus pezones estuvieran totalmente erectos. Intentaba leer, pero al cabo de poco rato, las larguisimas uñas de Elizabeth, lacadas, como siempre, en rojo sangre, jugaban con mis pezones que rápidamente se endurecían como paso previo para una salvaje erección. Si salía Irene del agua, se escurría el pelo, largo hasta la cintura, sobre mi pecho…. Nueva erección y toses para disimular…
-Papá, estás bien, te noto como tenso, no?? Anda date la vuelta.
No tuve más remedio que darme la vuelta en la hamaca, aplastándome la polla endurecida y sufriendo como un cabestro. Irene se puso a horcajadas sobre mi y me roció de aceite la espalda. Notaba su coño sobre mi culo mientras sus manos masajeaban mi espalda. Sorprendí una mirada risueña de Elizabeth….
-Como un pachá, eh? Cuidado por dos mujeres….
A lo que Irene rápidamente respondió..
-Yo aún no lo soy…. Todavía no….
Creo que nunca en mi vida he sufrido tanto. Mi polla se pasaba horas y horas empalmada. Elizabeth simplemente me excitaba pero en unos días no conseguí follarla. Estuve mil veces a punto de exigir lo que debería, pero, por mis santos cojones, no obligaría, aunque pudiera, abrir de piernas a Elizabeth.
Llegó el día del cumpleaños. Inolvidable. Para mí que se pusieron de acuerdo. Elizabeth con un vestido negro ceñidísimo, largo, con un escote en V que dejaba casi visibles sus pechos, grandes y duros e Irene, con el mismo modelo, en blanco, mostrando así mismo algo más que el nacimiento de sus pechos. La espalda totalmente desnuda mostraba el resultado de tantos días de piscina, con una piel totalmente bronceada. Su pelo, las dos, casi hasta la cintura. Si seguías mirando te percatabas que ninguna de las dos llevaba ni bragas ni tangas ni hostias.
La verdad es que no comprendo cómo mis invitados pudieron mantener el tipo…. Si mi polla estaba a punto de estallar…. las de los demás debían estar igual, y bueno, la cosa es que algunos lo demostraban.
Al cabo de varias horas, comenzamos a quedarnos solos. Lo estaba deseando. Cuando al final todos habían desaparecido y el servicio de catering había limpiado y se había largado…. Me derrumbé en el sofá.
-Anda cariño, sé buena y tráeme una copa de champagne, le dije a Elizabeth.
Me sirvió una copa de champagne y suavemente me desabrochó la camisa , pasando las uñas, largas, como siempre lacadas en rojo, por mis pezones. Como es lógico, rápidamente se me endurecieron y mi polla, para variar, empezó a despertarse.
-Cariño, aún no ha terminado la fiesta… Me dijo con una leve sonrisa. Tomé un sorbo de champán y le contesté…
-En efecto. Para fiesta la que voy a tener contigo dentro de un rato. Me tienes a tope.
-Sólo yo??? Me dijo con una risita malévola.
Tomé una larga cambiada. Me dirigí a Irene:
-Cariño, no hemos hablado de tu regalo, ¿No tienes curiosidad?
-Disteis la palabra así que estoy segura que tendré lo que quiero.
-Bueno, vale, pero ¿Has bajado al garaje?
Bajamos al garaje, y yo, en plan triunfal, encendí la luz.
-Tachaaaaaannnn, para tí. Sólo te falta el carnet de conducir. Pero tiempo al tiempo…
Le había regalado un Mercedes SLK deportivo negro, descapotable, que me había costado un riñón, bueno, al banco le había costado un riñón… cosas de las desgravaciones y tal….
La jodía niña no hizo ni un gesto.
-Bueno, no está mal. Me gusta. Pero no es lo que yo había pensado…
Cortésmente paso la mano por los asientos de cuero y por la reluciente carrocería.
-Gracias, papi, subimos al salón?
Subimos al salón, casi en penumbra. Sólo unas pocas luces y los tres solos.
-No has bailado conmigo, papi, es que no te apetece?
-Jolines. Ya sabes, los invitados y tal…
-Pero ahora estamos solos los tres, podríamos bailar no?
Elizabeth puso en marcha el equipo. Ni me acuerdo qué música era, Sólo sé que era muy lenta. Bajamos Irene y yo a la zona que habíamos habilitado para bailar. La enlacé por la cintura y ella pasó sus brazos por mi cuello. Sus pechos se pegaban a mí, con el resultado que era de prever. Mi polla pronto acusó recibo y comenzó a endurecerse. Sentí sus labios y su aliento en mi cuello, lo que no contribuyó precisamente a calmarme. Intenté separarme pero sus brazos me engancharon sin remisión. En un giro observé a mi mujer, Elizabeth, sonriendo. MI polla estaba a top, pero ella seguía rozando su pubis con mi entrepierna, apretando más y más.
-Bueno, es la hora de mi regalo, el que yo quiero. Me esperáis??
Subió a su habitación mientras yo me sentaba de nuevo en el sofá junto a Elizabeth. Pasó sus dedos por mi polla totalmente endurecida mientras abría mi camisa.
-Estás excitado? Quieres relajarte? Mientras pasaba la lengua por mis pezones.
En eso momento bajó Irene. De nuevo estuve a punto de ahogarme. Apareció simplemente con su camisa blanca del colegio, totalmente abierta, y con un tanga azul marino. Sus pechos exuberantes visibles, descalza, con el tanga apretando su sexo. Lentamente se aproximó y, abriendo sus piernas, se sentó a horcajadas sobre mí. Se había deshecho la trenza y el pelo, negrísimo, le caía sobre el pecho. Me tomó por los hombros y abrió totalmente mi camisa. Sus uñas jugaron con mis pezones, y bajando la cabeza su lengua sustituyó a las uñas.
-Papi, ya no soy una niña, me dijo insinuante. Pero todavía no soy una mujer…. Mi regalo es que tú y mamá me hagáis una mujer.
Su pubis apretaba mi sexo, a punto de reventar el pantalón. Sus dedos y su lengua jugaban con mis pezones. Alternaba sus dedos en mi pecho con juegos en mis orejas y pelo…. No pude por menos que cogerle las tetas, acariciarlas, amasarlas mientras oía sus suspiros de placer.
-Papi, cógelos, son tuyos, hazme mujer, por lo que más quieras.
Elizabeth se inclinó y metió la mano entre el tanga y el cuerpo de Irene. Sus dedos jugaron en su coño y su clítoris mientras el culo de mi hija se movía adelante y atrás y su respiración aumentaba, muestra del placer que comenzaba a sentir.
La lengua de Irene seguía jugando con mis pezones mientras mis dedos apretaban los suyos, provocando gemidos de placer. Elizabeth se deslizó hacia mi oído…
-Está preparada, dijo mientras me mostraba los dedos empapados y viscosos con los jugos de Irene. No pude menos que lamerlos. Exquisitos.
Elizabeth me despojo de mis pantalones y calzoncillos mientras Irene seguía frotando su coño contra mi polla y acariciando y lamiendo mis pezones.
-¿Te acuesto?, le pregunté…
-No, quiero ser yo quien lo haga, papi, despacito, que eres el primero.
Noté la mano de Elizabeth dirigiendo mi polla hacia el coño de Irene. Mi pene estaba chorreante de jugos y su coño, empapado, sería fácil. Elizabeth colocó la cabeza de mi polla entre los labios del coño de Irene. La movio circularmente y todo quedó totalmente embadurnado. Sus jugos mezclados con los míos.
-Ya estás lista, cariño, comienza a meterla, le dijo Elizabeth a Irene. Esta comenzó a bajar las caderas y mi polla empezó levemente a introducirse en su coño.
-Despacito, papi, despacito, es muy grande, depacito.
Ella comenzó lentamente a bajar sus caderas y mi polla empezó a penetrar en su coño. Sus caderas comenzaron a subir y bajar hasta que oí un quejido y sus labios se enterraron en mi cuello. Yo le acariciaba el culo, juntando mis manos con las de Elizabeth que también le acariciaba.
Continuó subiendo y bajando hasta que en un momento hizo que mi polla penetrara más, soltando un gemido de dolor… Noté que algo quedaba traspasado y entonces cogí sus hombros y le introduje la polla totalmente. Los dedos de Elizabeth acariciaron su coño y me los mostró con unos leves rastros de sangre.
-Sigue, papi, por favor, sigue….
La levanté y la acosté en el sofá, coloqué sus piernas sobre mis hombros y de nuevo se la introduje. Esta vez sin compasión, la bombeé sin piedad hasta el fondo de su coño, estaba desquiciado, necesitaba disfrutar de ese coño que al principio sentía prieto y ahora se expandía por momentos. Irene gemía, mezcla de dolor y placer mientras sus uñas se clavaban en mis hombros. Los dedos de Elizabeth acariciaban mis huevos y el culo de Irene. Estaba a punto de explotar, necesitaba llenar ese coño suave y recién estrenado con mi leche… La lengua de Elizabeth pasaba y volvía a pasar por mis huevos que se estrellaban en el culo de Irene, por mi culo y por el coño de su hija. Ya no podía más. Iba a estallar. Le saqué la polla del coño, la puse de nuevo a gatas y se la metí en la boca. Su lengua jugó con ella y se juntó con la de Elizabeth, que se unió a nosotros. No pude màs y solté chorro tras chorro de semen, bañando la boca y la cara de Irene.
Llevaba días conteniéndome y eso se notó en el volumen de lefa que bañaba a las dos. Cuando acabé de descargar me derrumbé en el sofá mientras observaba como Elizabeth e Irene se lamían mutuamente los grumos que adornaban sus caras. Una vez limpias se besaron de nuevo, mientras me miraban felices y yo seguía derrumbado. Y mañana será otro día…..
Buena historia
Dios mío, pero qué delicioso relato!