HICE MUJER A MI HIJA. Quinta parte
Continuación de la fiesta de presentación de Irene.
Elizabeth se levantó con desgana, y, desnuda como estaba, se dirigiò a la cocina para preparar algún tentempié pues todos sabían que seguirían jugando bastante tiempo más.
Ricardo miró a su hija, interesándose por su estado:
– ¿Qué tal, hija, estás bien? ¿Te molesta el culo? -dijo con una sonrisa pícara.
Se rió:
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El culo lo tengo bien, tal vez algo dolorido. Pero menos que cuando lo abriste tú. Y menos mal que lo hiciste, porque si no, sí que lo tendría destrozado. ¿Has visto la pedazo de polla de George? Tengo ganas de sentirla dentro otra vez, pero esta vez por delante. Y sí, en efecto, tiene razón mamá. Por muy grande que sea, si no se sabe usar…. Pero George vaya si la sabe usar!
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Aún queda mucha noche por delante, así que, porque no vais a ayudar a Elizabeth en la cocina? -sugirío George.
Las dos chicas se fueron a la cocina, así mismo desnudas, seguidas por la mirada de ambos amigos, que se quedaron charlando.
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Están deliciosas, aun con la diferencia de edad de Elizabeth, cualquiera de las tres podría competir en un concurso de belleza. Se ve a tu mujer, claro, más madura, cintura tal vez menos estrecha, pero el culo lo tiene más rotundo, y las tetas firmes y pidiendo guerra. -observó George.
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Pues no te digo nada de tu hija Anna, eh? Con dieciséis años compite con Irene, que tiene dos años más. También es verdad que se le nota más experiencia por los años que llevas follándola, pero el cuerpazo lo tiene de vicio, y el culo te saca la leche con un par de apretones. ¿Y qué me dices del culo de Irene? Para haber sido follado una sola vez, ha aguantado a tope, y anda que no ha disfrutado. Se me está ocurriendo que ahora podríamos follar los dos a la vez a Elizabeth, que la pobre todavía no ha catado polla hoy, y está deseosa.
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Pues no voy a hacerle ascos. Sabes cómo me gusta follarme a tu mujer. Aunque me parece que vamos a necesitar refuerzos -guiñó el ojo cómplice mientras sacaba un pastillero, y de él dos pastillitas azules- mientras no podamos tener refuerzos humanos, usaremos refuerzos químicos. Con estas tres fieras, y tal como les gusta follar, creo que vamos a necesitar más gente.
Salieron las mujeres con bandejas de canapés, que colocaron en la mesa cafetera. Elizabeth sacó unas copas de vino y una botella de blanco, muy frío, del minifrigorifico, junto al bar y escanció.
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Por una jornada memorable, y por nuestros machos, -brindó.
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Y por nuestras deliciosas mujercitas y su sabiduría al follar -respondió George.
Se sentaron los hombres en dos puffs, mientras las mujeres se sentaban, con las piernas recogidas, directamente en la alfombra, salvo Anna, que se sentó sobre sus talones con las rodillas bien separadas y las manos sobre ellas.
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Es una perfecta sumisa, -observó Ricardo- se ve que la tienes muy bien domada.
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Aún le falta mucho por aprender, aunque sí, esta abierta a todo -respondió George.
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Claro que está abierta a todo, con ese pedazo de pollón que tienes. Que envidia que puede disfrutar de él cuando quiera -rió Irene.
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Cuando quiera no, -indicó George- cuando a mí me apetece. Por eso la cedo de vez en cuando a mis amigos, para que nunca olvide lo que és, una putita para el placer, que siempre debe tener sus agujeritos disponibles, y de paso calmar sus ardores,
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Pues es una maravilla de putita. En las reuniones, mejorando lo presente, siempre hay cola para montarla, aunque Elizabeth también se los lleva de calle -observó Ricardo, acariciando los duros pezones de Anna.
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Y a mí, me váis a enseñar? -rogó Irene.
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¿Tienes envidia de Anna? -preguntó Elizabeth- Cariño, si hace quince días como quien dice eras una joven virgencita inexperta. Ya veremos más adelante. Mientras disfruta. Carpe Diem. Tienes que disfrutar mucho más del sexo, mucho que ver para poder elegir. Por ejemplo, te gustan los hombres, las mujeres, los dos? Tienes que buscar el placer, saborearlo, no elegir.
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No sé si me gustan las mujeres. Pero si sé que me gusta el sexo con vosotras dos, pero es porque no he probado otra cosa.
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¿Ves como al final las madres siempre tenemos razón? -se rió Elizabeth -pero tú tranquila, que seguro que vas a probar de todo.
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Hablando de probar… ¿habéis probado lo rica que está esta nata? -dijo Ricardo poniéndose un copete de nata en la punta de la polla.
Irene no necesitó ninguna otra indicaciòn. Reptó hasta Ricardo y se comenzó a pasar la punta de la lengua sobre el miembro embadurnado de su padre. La repartió por todo el tronco del miembro erecto y comenzó a chuparla, suavemente, primero con la lengua, luego la engulló y pasó los labios por toda su longitud. Se detenìa en la cabeza, de la que comenzaba a manar líquido preseminal, recogiéndolo con delectación, para luego engullir de nuevo el miembro en su totalidad, acariciándolo con los labios, golosa. Con las manos palpaba y acariciaba suavemente los huevos de su padre, para luego bajar la boca para introducírselos y lamerlos a conciencia.
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Así, cariño, así, mójamela, embadúrnala como una perrita. -musitaba excitado Ricardo.
Anna, guiada por el ejemplo de Irene, comenzó a lamer así mismo la polla de su padre, dejando resbalar hijos de baba a lo largo del pene, mientras con la lengua jugueteaba con el meato, para luego abrazar todo el tronco con los labios, originándole una fuerte erección. George pasó la mano por la nuca de su hija y le imprimió un fuerte ritmo, profundizando hasta la garganta y originándola unas fuertes arcadas. Sacó de la boca de su hija la polla, chorreante de babas y, cogiendo a Elizabeth de la cintura, la colocó sobre su polla, dejándola caer a peso insertándola en la húmeda vagina, con un grito de la mujer, que pronto comenzó con un fuerte mete y saca, apoyada en los hombros de George.
Este dejó caer los hombros sobre el edredón que cubría el suelo, arrastrando con él a Irene, quedando ésta sobre él, apoyada en sus hombros y la polla totalmente incrustada. Sus nalgas quedaron en alto, expuestas, momento que aprovechó Ricardo para sacar la polla de la boca babeante de su hija y colocarla en el ano de su mujer, untándolo con las babas de su hija.
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Ven Irene, lame el culo de tu madre. Separa bien los cachetes y mete la lengua. Mójaselo bien porque se la voy a meter.
Irene obedecio a su padre y separó las nalgas de Elizabeth, dejando bien a la vista el ano oscurito que reaccionaba a su lengüetazos con leves contracciones. Echó un poco de saliva y la repartió bien, acariciando e introduciendo fácilmente un dedo. Mojó esta vez el índice y el corazón y los introdujo de golpe, con un grito por parte de su madre, que le sacó una sonrisa lasciva y un movimiento suave de penetración. Cuando los sacó, ya estaba la polla de Ricardo en la posición adecuada para, con un fuerte movimiento de caderas introducir la mitad del miembro en el recto de Elizabeth, con un nuevo grito de dolor.
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¡Dios, que fuerte, Ricardo! Tienes la polla a tope. Me tenéis empalada -gimió Elizabeth.
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Esto no es nada, cariño, sólo tienes la puntita metida, ahora te la meteré toda -dijo Ricardo, y uniendo acción y palabra enterró de un solo golpe la polla en el culo de su mujer, esta vez con un grito prolongado de Elizabeth, que sentía el grueso miembro de George hundido en su vagina y ahora, la nada despreciable polla de su marido clavada en sus intestinos. Y ambas, separadas en su cuerpo por lo que a ella se le antojaba una leve película. Notaba cómo se rozaban las dos dentro de su cuerpo, provocando un placer desconocido.
Continuaron las arremetidas contra el cuerpo de Elizabeth, que se sentia placenteramente desgarrada. El imponente miembro de George dilataba totalmente su vagina, mientras el de Ricardo se empotraba más y más en su culo. Notaba los huevos de ambos chocando contra ella, proporcionando un excitante chapoteo. Durante un tiempo interminable la clavaron, literalmente, simultaneando las penetraciones, hasta que hicieron una leve pausa y comenzaron de nuevo, esta vez alternativamente, como pistones trabajando su interior, incrementando, si fuera posible, su excitación.
George y Ricardo, en parte gracias a sus pastillitas azules eran incansables, entraban una y otra vez en el interior de Elizabeth, mientras ésta gritaba, gruñia y babeaba de placer. George, bajo ella, apretaba sus pechos y pellizcaba sus pezones totalmente sensibles, mientras escuchaba los azotes que Ricardo le propinaba en las nalgas cada vez que se retiraba antes de volver a embestirla totalmente. Elizabeth notaba como sus jugos chorreaban desde su interior hasta sus muslos, a la vez que una fuerte tensión le atenazaba la vagina. Vió de reojo como Irene y Anna, sentadas, esta última sobre la primera, con sus sexos frotándose, se acariciaban y besaban totalmente excitadas por el espectáculo.
Anna le cuchicheó algo a su amiga al oído y se levantó un momento, dirigiéndose a un maletín que había dejado a la entrada. Extrajo un arnés, con correas y tres consoladores, similares a gruesas pollas, de una longitud casi 20 cm y 5 de diámetro.. Una hacia el exterior y dos hacia el interior, por lo que la usuaria era penetrada vaginal y analmente a la vez que ella podía hacerlo con su pareja. Un mando a distancia controlaba las vibraciones de los tres artilugios. Se lo mostró a Irene:
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Qué parte prefieres, la interior o la exterior? -sonrió a Irene.
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Mmmm…. no sé. Yo creo que prefiero que me folles tú a mí, aunque luego si te parece podríamos cambiarnos, no? Es que me gusta mucho verte con el culito ofrecido -sonrió lascivamente.
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Excelente. Me encantará follarte ese coñito tan rico. Ponte a cuatro patas perrita, que primero te voy a joder el coño y luego el culito, que ya lo tienes bien abierto.
Irene se colocó a gatas frente a su amiga, ofreciéndole toda su grupa, para que ella eligiera cómo comenzar a follarla. Anna pasó los dedos por el coño de Irene, notando cómo estaba ya totalmente lubricada, pues sus dedos aparecieron brillantes y viscosos. Se tendió debajo de ella, obligándola a poner su coño a la altura de su boca, comenzando a pasar la lengua por los labios brillantes de flujo, saboreándola, para luego titilar con la punta de la lengua el clítoris levemente inflamado que se le ofrecía a la vista.
Los jadeos, gritos y gemidos que profería el trío que disfrutaba a su lado contribuían a la excitación que ambas jóvenes sentían. Anna introdujo el dedo corazón en el ya abierto anito de Irene, recibiendo como respuesta un leve contoneo de caderas, que hacían que profundizase un poco más. Se incorporó, situándose detrás de Irene, y lenta, pero inexorable, introdujo el vibrador en el coño de su amiga, escuchando sus gemidos, deseando sentir el orgasmo. La penetró totalmente a la vez que accionaba el mando de los vibradores, comenzando en la mínima intensidad y sintiendo cómo su amiga gemía de placer y ella sentía las vibraciones dentro de su culo y su coño, excitándola.
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¡Por favor, azótame el culo, azótamelo! -suplicó Irene
Anna sacó el vibrador del coño de Irene y comenzó a azotarla con las palmas de las manos, cada vez más fuerte, mientras sentía los movimientos de los aparatos en su interior. El culo de Irene fue poniéndose cada vez más coloradito, Volvió a penetrarla en profundidad, a la vez que le cogía las tetas por delante, las estrujaba y pellizcaba los pezones, sacando a Irene un grito, mezcla de place y dolor.
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Dios mío, qué gusto me estás dando, sigue, sigue follándome y sigue apretando. No pares, por favor, no pares -gritaba mientras se retorcía.
Elizabeth estaba en pleno paroxismo. Hacía tiempo que no tenía dos pollas de buen tamaño incrustadas a la vez. Y como se estaban moviendo, alternando las penetraciones simultáneas con las alternativas no la dejaban ni un instante de reposo haciendo que su coño se deshiciera virtualmente, chorreando los jugos y lubricando más todavía las dos barras que la penetraban. Veía cómo su hija también se retorcía de placer, suplicando a Anna que le apretara más los pezones, que la penetrara más profundamente
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Así, por favor, clávamelo todo, ponlo más potente dame gusto cariño, dámelo. -suplicaba Irene mientras Anna bombeaba presa de lujuria su pene artificial en el coño de su amiga, mientras notaba también ella las potentes vibraciones de los dildos introducidos en su ano y en su coño.
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Así, zorra, así? Te gusta que te torture los pezones, eh? Pues aguanta puta, que te los voy a destrozar -le murmuraba al oído mientras apretaba más todavía, provocando las lágrimas de Irene. -Te gusta ver como se follan a tu madre? Te gustaría ser tú quien la follara? O preferirías que te follaran a ti, eh? Mira cómo mi padre se la hunde hasta las bolas, mírala cómo disfruta. Sois igual de putas las dos.
Anna murmuraba procacidades al oído de Irene, viendo como le excitaba oirlas. Sacó el pene artificial del coño y de un empujón lo insertó en su totalidad en el culo. Estaba lubricado, de babas y flujos, pero aún así, el golpe fue repentino y sacó un grito de Irene.
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Aaaaaghhh, dueleeee. Mmmm sigue, fóllame, fóllame hondo. Dios, qué placer me das.
Estaban las dos al borde del orgasmo, totalmente excitadas. Eran un amasijo de carne temblorosa, flujos vaginales, saliva y sudor. Volvió a sacarlo e intercambiaron las posiciones. Esta vez Anna se acostó e Irene se colocó a horcajadas sobre ella, incrustándose el dildo en el culo y dejando su coño a disposición de su amiga, que rápidamente comenzó a excitar el clítoris con el dedo pulgar mientras introducía el indice y el corazón. Ahora fue Irene la que comenzó a jugar con los pezones de Anna, rozándolos suave para luego apretarlos fuertemente.
Un grito de placer de Elizabeth fue la exteriorizaciòn de un brutal orgasmo, al que los dos hombres hicieron caso omiso, siguiendo bombeándola profundamente. El orgasmo se encadenó con otro… y otro… Elizabeth se mordía los labios presa total de la excitación. George y Ricardo, presas también del paroxismo hundieron aùn más sus pollas y, excitados como estaban comenzaron casi simultáneamente a llenar a Elizabeth con chorros de semen, sin que ello bajara la potencia de sus pollas. Bombearon más y mas, mientras el semen ya chorreaba por el sexo y el culo de Elizabeth, que como pudo, se movió a gatas hacia la cara de su hija y dejo que goteara sobre ella. Se apretaba el abdomen, se escurría el culo y el sexo para que los goterones cayeran sobre los labios de Irene, frotaba sobre su boca el culo y el coño, que los lamía golosa, para luego introducir la lengua en ano y vagina para rebañar la mayor cantidad posible.
Pero aún no había calmado sus excitaciòn. Se medio incorporó para ofrecer sus labios embadurnados de lefa a su amiga, que, metió aún más, si hubiera sido posible el pene artificial y chupeteó los labios embadurnados de Irene, mientras ésta llegaba al orgasmo total y ponía al máximo la vibración y el orgasmo recorrió los sexos de ambas, que se abrazaron acariciándose con los endurecidos y doloridos pezones.
Delicioso por de más!