Hijos del Diablo (4)
Lupita nos platica interesantes detalles de su estancia en casa de su sobrina Lucy. De una visita nocturna del papá de ésta a la habitación donde dormían ambas… delicioso… .
Hola estimados lectores.
No les había escrito. Fueron días difíciles. Jaime, mi hijo, se enojó porque me fui con mi hermana a reponerme de la tremenda cogida forzada que me dio por la colita con su monstruosa virilidad la noche del sábado antepasado. ¿Se acuerdan?.
Para rematar, mi hermana no quiso dejar a su hija, Lucy, ir a quedarse sola con mi hijo, como yo se lo solicité; no le tiene confianza, ya sabe que es muy calenturienta. Es más, se me hace que ya hasta sabe que entre Lucy y su esposo, papá de ésta, hay «algo». Les platico:
Esa noche del lunes 2 de febrero, salí rápido para la casa de ellos. No quería toparme con mi hijo, se acuerdan que sólo terminé mi 3er relato y me fui?. Me daba miedo que volviera a abusar de mí, como lo hizo, sin compasión, sin consideración. Pues al llegar allá, sólo estaba Lucy con sus hermanitos y después de saludarla le dije lo de quedarse ella con su primo y yo en su casa por esa noche. Desde luego que rápido me dijo: «¡¡CLARO!! Tía, cómo crees que no te voy a echar la mano, para eso estamos, para ayudarnos. No es bueno que mi primito se quede solo toda la noche».
Cabrona, hasta se relamía los labios. Ya se saboreaba lo que se iba a comer sin que nadie la molestara… Y nada… cuando llegó su mamá, mi hermana, y le dijimos del plan, lo rechazó y dijo que si yo me quería quedar en su casa que era bienvenida, pero que Lucy no iba para la mía a quedarse con Jaime sola, terminantemente, dijo NO.
Lucy se puso trémula del coraje y por más que le insistió a su madre, nada, no la convenció. Hasta que le dije que ya lo olvidara, que no insistiera y me la llevé a su cuarto, donde yo iba a dormir con ella. Allá nos encerramos a ver la tele y allí cenamos en una bandeja que nos trajo Nena, mi hermana.
Más tarde me metí a bañar y a lavarme bien mi colita y vaginita, las cuales desde luego traía muy rozadas e irritadas todavía. Antes de meterme a la regadera, me acordé: ¡¡Jaime!!, no le avisé que me venía para acá. Por el susto me salí del baño desnuda, y me fui sobre el teléfono, a un lado de la cama donde estaba Lucy recostada ante el televisor. Le marqué y me senté en el borde de la cama, preocupada para hablar con mi hijo. Qué había de malo, somos mujeres, no me preocupó mi desnudez. Me respondió, mi hijo, al otro lado de la línea y estuvimos discutiendo unos minutos. Él, desde luego, se molestó y me reclamó algo grosero, el que me haya ido sin más y además toda la noche… se le notaba que lo que más le preocupaba era no tener donde guardar su cosona esa noche, condenado muchacho. Sin molestarme en cuidar mis movimientos, concentrada en la discusión, abría y cerraba mis piernas o me ponía de pie y le daba la espalda a Lucy que me miraba interesada y escuchaba la conversación.
Cuando colgué, mis ojos estaban llenos de lagrimas y Lucy me abrazó y me empezó a consolar. «Ya tiíta, no le hagas caso, está viendo como te dejó, y todavía se enoja…». Sumamente sorprendida y asustada la miré y tartamudeando le dije que a qué se refería. Se me separó, asustada también y sólo dijo: A nada, tía… Insistí decidida, y le dije que si no me tenía confianza, que me dijera claramente a que se refería con ese comentario. Me dijo que ya sabía que tenía relaciones con mi hijo, que ellos se habían platicado cosas y que Jaime le confesó que por eso se fue su papá de la casa tan de repente, porque nos había sorprendido teniendo sexo en la casa.
Aterrorizada le pregunté que si se lo había dicho a Nena, su mamá y me respondió que cómo se me ocurría., que desde luego que no. Eso me tranquilizó, pero no podía disimular mi molestia hacia Jaime por haber caído en semejante indiscreción.
Ella quiso calmarme diciéndome que había cosas que yo no sabía, a lo que le contesté que me platicara, diciéndome que no podía. Rápido, sabiendo que había encontrado el modo de mantenerla callada, le dije que yo ya sabía que desde hace años ella y su papá sostenían relaciones sexuales, que ya los había visto -le mentí- y sorprendida se quedó muda. La tomé de la cara y le dije que no se asustara, que de mi parte nadie iba a saberlo, pero que lo de mi hijo y yo también era un gran secreto. No reímos de buena gana las dos, ya éramos cómplices.
Estuvimos platicando un ratito sobre la cama y yo incomoda me movía al sentir las rozaduras de mis agujeritos, ella fijándose en esto, me volvió a decir: – Mira cómo te dejó el canijo de mi primo. Yo le pregunté con malicia: – Cómo sabes que fue él?. –Quién más tía, otro no te hubiera dejado tan maltratada, Jaime está tremendo, la tiene bien grande y gorda.
Sí, canija, ya me dijo que estuvieron retozando la otra vez, le respondí.
Hay, tía, qué cosa más deliciosa. Mi primo está super-rico, mmmm qué cosota.
Te gusta mucho?, hija. Le pregunté ya confiada.
Sí tía, la tiene bien buenota, gordota y cabezona. Dijo entornando sus ojos…
Descarada, pensé, se le veía que estaba loca por el garrote de mi hijito… por MI garrote.
Si mira cómo te dejó tía, traes la cosita y la colita bien irritadas, no te puedes ni sentar. Además hueles bastante a semen, esa cantidad debe ser sólo de Jaime. Le sale bastante, verdad? A mí me impresiona mucho cómo le sale leche en cantidad.
Sí mi´ja, me llenó todita, todavía me sale mucho por la cosita y la colita. Pero apoco sólo has visto la de él y la de tu papá?
Sí, nada más, me respondió, pero mi papá no le llega a mi primo, él también la tiene grande, pero nada que ver, mi primo se lo lleva por tanto así… Me hizo una seña de medida con sus dedos como de 5 ó 6 centímetros. – además la tiene mucho más gruesa y cabezona, yo le pienso para que me la meta, tía.
Yo también le pensaba, mi´ja, pero ya hasta por atrás me lo metió. Es bien malo…
Sorprendida me preguntó:- te la metió por atrásss???, tuve que ponerle una mano en la boca para que se callara, alguien podía escucharnos.
Sí, te lo dije hace ratito…, -Pensé que había escuchado mal, cómo te iba a caber semejante grosería!!- Sí, fue terrible, le dije, se puso como loco, me lastimó mucho, mira… poniéndome de pie para mostrarle cómo me dejaron.
Hiii!!, tía que bárbara, estás bien maltratada, me dijo mientras yo le enseñaba mis rojizas partes, abriendo mis piernas, mis pliegues vaginales de frente y mis pompis, de espaldas a ella, que sin tocarme me revisaba incrédula y con cuidado.
Deja me voy a bañar, me siento muy incómoda, le dije.
OK, tía, pero ahorita me platicas, eh.
Cuando salí del baño me puse una pomada muy buena que tengo para las rozaduras, misma que compré cuando empecé a tener cópula con mi hijo y todavía no me acostumbraba a lo ancho, venudo y rugoso que tiene el pene. Mientras le platicaba a mi sobrina los detalles de la animalada que me hizo su primo, me untaba en mis partes la pomadita. ¡¡Qué rico sentía¡¡ Ojalá y mañana amanezca bien, pensaba, ya me están dando ganas del garrotote de mi hijito…
Al estar en eso tocaron la puerta. Era el papá de Lucy que venía a saludarme. Me metí desnuda bajo las cobijas y le dijimos que pasara. Estuvimos platicando un rato y pude notar como le hacía señas a Lucy, como que quería decirle algo sin que yo me diera cuenta.
Cuando, Leo, mi cuñado se fue, le pregunté a Lucy qué le quería decir su papá y me dijo que quería cogérsela, que había llegado antenoche de viaje y que ella traía regla (período), y que hasta hoy no se le había quitado, por lo que andaba bien urgido. Yo le pregunté que cómo le hacían para que Nena no los cachara y me dijo que su mamá tomaba pastillas para dormir y caía como vaca: bien dormida. Que casi siempre él venía a este, su cuarto y a veces, para fantasear, se iba ella a su cuarto y lo hacían a un lado de su propia madre bien dormida. Que esas cogidas eran las mejores que le daba su papá, que se ponían bien calientes y se daban con todo sin que mi hermana se diera cuenta. Le dije que no le creía y me dijo que no tenía por qué echarme mentiras. Me dijo que me pusiera una pijama de ella y fuimos donde estaba su mamá a la sala, donde leía. Yo me fui con mi hermana a platicar y Lucy se fue a la cocina y le trajo las pastillas y un vaso con agua a su mamá. Ella sin más se las tomó. Yo le pregunté que para qué eran esas y Nena me dijo que para dormir. – Son pesadas? Le pregunté – Uyyy, bastante, mana, caigo como vaca, no sé nada de mí hasta el amanecer. Lucy y yo nos miramos y nos reímos.
Nos fuimos a acostar y seguimos platicando de las hazañas de mi hijo y su impresionante virilidad, incluso de sus aventuras con Karla, la nena de 11 años que se metía medio garrote de Jaime a la boca, hasta bien entrada la madrugada. Ya calientes nos pusimos de acuerdo para al otro día por la noche, martes, me quedara otra vez con ella para que viera como ponía a su papá de caliente. Le dije que Jaime, ya de por sí estaba enojado y si me quedaba otra noche… – Y qué tía!!! No te hizo él sufrir?? Hazlo sufrir tú también, para que se le quite. Me dijo.
Le dije que todo dependía de lo que pasara al otro día y nos dormimos.
Al amanecer ella ya se había ido a la Universidad y yo me di un baño y me fui a ayudarle a mi hermana y a reportarme a la oficina, disculpándome por no presentarme otra vez, no hubo problema. Por la tarde llegó Jaime, mi hijo, a comer con nosotras. Estaba muy serio y me contestaba muy mal cuando le preguntaba algo. Al rato me preguntó si ya nos íbamos a casa y mal, también, le dije que se fuera solo, que yo allí me quedaba. Se encabronó y se fue hecho una furia. Me valió. Descansé el resto de la tarde y me reporté a la oficina otra vez, nada…. Todo estaba listo. Cuando llegó mi sobrina se lo dije y contentas nos fuimos a encerrar en su cuarto.
Me dijo que ya había amanecido sin regla y perversa me confió levantándose la minifalda que traía y enseñándome una inmaculada tanguita blanca que: «ahora sí voy a poder devorarme a mi papá enterito por aquí». Era cierto lo que me había dicho mi hijo días antes: Se le veían impresionantes las piernas a mi sobrina, qué bárbara qué buenota está; qué bellas piernas tiene, lisitas, suaves, tersas. Además muy gorditas y redonditas.
Cenamos y vimos tele un rato. Jaime me habló un par de veces por teléfono, mismas que yo no le quise tomar la llamada. Que se chingue, pensé, ha de andar ardiendo el cabrón, por eso me habla, para que me vaya a la casa. No gracias. Ya tengo plan… Además todavía andaba algo lastimada de la colita, ya de mi parruchita estaba bien, pero no me quería arriesgar.
Por la noche nos fuimos a acostar y a eso de las 12:00 de la noche; mi sobrina se levantó y me dijo que regresaba pronto. A los 5 minutos volvió y me dijo que me hiciera la dormida que ya venía su papá, que le había dicho que yo también tomaba las mismas pastillas de su mamá y que ella misma me las había dado desde hacía rato. Yo aterrorizada le dije que no fregara, que por qué ahí!! Me dijo que ya ni modo que ya venía Leo, su papá. Le repuse que yo creía que se irían a la sala y yo iría a espiarlos con cuidado un rato solamente. – No tía, va a ser aquí mismo, acomódate y hazte la dormida que ya viene.
Me acosté sobre el lado izquierdo de mi cuerpo, en el lado derecho de la cama. Se escuchó la perilla de la puerta y Lucy se fue rápido a sentar en la silla de su mesa de tareas, donde estaba su computadora y prendió la lamparita. Mi cuñado entró y le preguntó que cómo estaba yo, que si no se le hacía que era mucha luz pues también la del baño estaba encendida. Con esas dos luces se veía muy bien esa parte del cuarto, pero de mi lado: oscuro todo, solo se veía mi silueta, acostada y tapada.
Ella le dijo que no se preocupara y se puso de pie. Al ver que su papá me observaba con desconfianza, ella se sacó por encima su bata y quedó sólo con una tanga color rosa que se había puesto después del baño que se dio. Yo viendo todo con los ojos abiertos, observé cómo él dejaba de verme a mí para instalar su lujuriosa mirada en el hermoso cuerpo de su hija que volteándose de espaldas a él y tomando el respaldo de la silla le mostraba sus altas y redonditas nalgas y sus larguísimas piernas, poniéndose de puntas en sus pies y empinando su traserito al tiempo que le decía: -No quieres, papi?
Leo se acercó a ella y la tomó de su breve cintura recorriendo con sus manos el abdomen plano y terso de mi sobrina y repegándole su bulto en las inflamadas pompis. Ella le dijo coqueta:- Hayy papi, la traes bien parada. – Sí mi hijita, te necesito mucho. Le respondió muy excitado, subiendo sus manos y apoderándose de los respingados pechitos de ella.
Ella se separó y yo pude ver cómo se le notaba escandalosamente la erección en el solitario pantalón de pijama que vestía. No traía nada arriba. Ella movió la silla, de modo que yo pudiera ver lo que iba a hacer y se sentó diciéndole mimosa:- Quiero chupártela mucho, papi. Él se acercó y se bajó los pantalones completamente, masturbándose un buen pepino, depilado, de unos 20-22 centímetros, muy gordo. Nada que ver con el monstruo de mi hijo de 26 centímetros, pero bastante respetable. Está «bien armado, el huey», como dijo Mi Amor… Tiene una verga muy rica mi cuñadito, pensé. Qué cosas, verdad!!
Lucy, su hija, tomó esa delicia con sus perfectas manos. Sus blancos dedos lo recorrían con cariño. Era una hermosa visón ver esas tan femeninas manos, pálidas, de uñas tan largas y bien pintadas de rojo sobre ese tubo grande, grotesco y venudo. Hizo que él se pusiera de puntitas sólo de sentir la caricia de finas manos , las manos de una hermosa muchacha de 20 años. Y más de puntitas se puso con lo que Lucy le hizo después…
Lo empezó a masturbar con suavidad con la mano derecha, mientras que con la izquierda le rascaba los huevotes con las uñas, ¡que huevotes! Esos sí eran mucho más grandes que los de mi Jaimito, parecían una toronja de las grandes completamente depilados también. Ella se agachó y se los empezó a lamer, me impresionó mucho ver la longitud de su lengua y cómo la movía por la curva de los gigantescos testículos de su papá, sin dejar un solo momento de jalársela muy lentamente. Era una experta, claro, desde que era niña la enseñaron, tenía por lo menos 7 años de experiencia!!
A los pocos minutos ella se enderezó y echándose el cabello sobre un hombro se empezó a meter el pene de mi cuñado en la boca por la cabezota que estaba a su máxima hinchazón, poco a poco, como una víbora comiéndose un ratón (lo vi en la tele), se fue engullendo aquella cosota. Fácil se tragó 18 centímetros de verga gorda, pero gorda de verdad; no como la de mi´jo, pero si bien gorda. Yo ya estaba que me derretía, de lo caliente y de lo impresionada. Impresionada por la gran cantidad de pene que Lucy podía tragar y por los sonidos guturales que hacía, como si se ahogara, como si le diera asco, pero no se la sacaba, al contrario: En cada arcada que le daba más verga se tragaba, más avanzaba!!
Leo se puso muy mal, se me hacía que le daba un infarto, se veía que el maestro ya había sido superado con creces; él anda por los 47 años, y aunque no está nada mal, es alto y delgado, ya no es un muchacho y por contener lo más que podía la inevitable venidota casi se muere. Lucy SE LO SACÓ, así como suena, se lo sacó, de la boca, no él se la sacó, no.
Era para filmarse como ella iba sacándose aquello de la cara, de la cara! No de la boca. DEVERAS!!!, qué impresión, que experiencia tiene esta muchacha… Al sacarla de su boca iba sorbiendo la saliva que le quedaba a su papá sobre todo lo largo y ancho del ya desfigurado garrote. Desfigurado porque se le veía más ancho todavía de lo que estaba al principio. Las venas y la cabezota estaban por explotarle y con lo brilloso de las babas de mi sobrina brillaba amenazante. Que vergota, madre mía, que rica se le veía… lo que nunca, se me estaba antojando… qué me pasaba… se le veía hermosa, poderosa y potente. Los huevotes inflamados, redondos, bolsudos… la cosota, bien gruesa y pesada, sin embargo firme y levantada a 45° grados de su abdomen más o menos, deliciosa…
Quitó a su hija de la silla y se sentó él. La tomó de la mano y le hizo la seña de que se montara y solita se encajara esa locura de verga. Ella cruzó su larga pierna derecha por encima y se le montó. Se la metió de una estocada lenta pero sin parar. TODA, todita… Lucy levantó su cara y volteó hacía mí; pude ver ese brillo siniestro en sus ojazos, inexplicable ya que de este lado no había luz alguna que se reflejara en sus ojos, el mismo brillo en la mirada que tiene mi hijo cuando está semi inconsciente de placer, gozando a su madre, a mí. Mi sobrina me miraba con malicia lujuriosa, con perversidad infrahumana, su cara parecía la de otras personas, las facciones le cambiaban, era varias mujeres en una sola, todas muy, pero muy hermosas, pero con la misma mirada diabólica, siniestra… Yo estaba muy caliente, me picaba la vagina de manera inusual, me chorreba de liquido la entrepierna y no me podía ni mover, sentía mucho calor, estaba bañada en sudor.
De repente ella se detuvo y sin quitarme la vista de encima, se sacó la verga de su padre y lo tomó de una mano. Él se quiso resistir, pero ella le dijo algo que no pude escuchar y se encaminaron a la cama donde estaba yo… Me quedé de piedra, nerviosa, empecé a respirar con el mayor y mejor ritmo que podía, queriendo parecer dormida.
Lucy aventó con cierto desprecio las cobijas que me cubrían y que invadían una parte del lugar que le correspondía a ella, esto hizo que me destapara la mitad de mi cuerpo, es decir, la parte baja y alta excepto mi espalda. Sentí alivio por el calor que me estaba matando, pero mi bata estaba subida casi hasta mi cintura, con mi muslo derecho descansando medio doblado sobre el izquierdo. Ella acostó a su papá a mi lado, eso sí me incomodó e hice como que me iba a girar de espaldas a ellos, pero Lucy me sostuvo por el hombro derecho e hizo ruidito con sus dientes como cuando duermes a un bebe, más que nada para calmarme, ella sabía perfectamente que yo estaba bien despierta. Me quedé como estaba !incluso casi puse mi mejilla izquierda en el hombro derecho de mi cuñado!, qué bruta, que descarada, andaba muy caliente… Mi sobrina, ya muy aventada, prendió la luz de la mesa de cama, su papá hizo una leve protesta, pero ella lo calmó diciéndole que jugarían como con su mamá. Desde allí pude ver de cerca y bien iluminado el hermoso garrote de mi cuñado, qué lindo se le veía… de puro milagro no me bajé y me lo metí en la boca y le besé esos huevotes tan deliciosos que tiene.
Lucy puso su rodilla en la cama al lado de la cabeza de su papá y le acercó la cosita a su boca, ¿se imaginan?, a escasos centímetros de mi cara podía ver como mi cuñado saboreaba esa carnita color de rosa, con su lenguota también inusualmente larga, como su hija; es más podía oler el perfume erótico de la vagina de mi sobrina. Ya con mi ojos bien abiertos y ya descaradamente recargada, haciéndome la dormida, en el costado del pecho de Leo, veía en primera fila la deliciosa mamadita que le estaba dando a mi sobrinita en su pepita… Uf!!, me estaba desmayando de lo caliente que estaba. Si acabaran ahorita y no fueran la 1:30 AM, me iría directo a mi casa y yo sola me ensartaba la vergota de mi hijo en la cola hasta que me mandara al hospital!!
Lucy se montó en la cara de su papá, su muslo izquierdo se deslizaba por mi cara, por mi boca y nariz. Le olía rico, a señorita. Suavecito. No soy lesbiana y nunca me gustaron las viejas, huácala!!, pero la sensación tan tersa de esas piernas bien valía aprovechar la oportunidad de saborearlas y como el padre estaba ahogado y no me podía ver porque ese grueso muslo se lo impedía… saqué mi lengua un poquito, sólo para degustar ese muslón que la suerte me trajo. Pude ver a mi sobrina mirarme desde arriba con cierta malicia en su cara, como le lamía la pierna, sumisa, reconociendo que estaba muy buena y que me gustaba.
Leo, sin notarme siquiera, tomó a su hija de la cintura y la bajó hasta su bien erguido animalón y se la enterró sin miramientos. Parejo y macizo.. decidido, sin contemplaciones. No había duda, ya tenían mucho tiempo con esto. Ella ni gestos de dolor hizo, todo lo contrario, miró fijamente a su papa y a cada pulgada de miembro que le daba le decía temblorosa:- Más… más… más…toda…toda…todita…ya casi… ya… ya… papi, papi, ya… dame papi…. dame mucho… dame rico.
La cara de ella se congestionaba, era demasiado. Su cosita era estrecha todavía para tener adentro completo a un hombre tan agraciado como su papá, con semejante miembro.
Ahí pensé que si mi hijo se la llega a meter la va ha dejar muy, pero muy maltratada.
Así estuvieron un buen rato. Leo se vino dentro de su hija como ex presidiario. Ni se salió y empezó otra vez. Yo me quedé dormida ya no supe más. Al clarear el día me desperté y observé a Lucy que dormía desnuda a mi lado. Su carita tenía una sonrisa infantil, es lo que era una nena apenas, de 20 años, pero una nena al fin. Su cuerpo decía otra cosa: dormía boca arriba, con su brazo derecho levantado sobre la almohada, el otro a un costado de su cuerpo sobre el colchón. Me puse medio sentada a contemplarla. La línea de su brazo, la belleza tan íntima, divina, de su axila, perfecta, nacarada. La sinuosa y desesperante curva de su cintura. El abdomen, terso, piel de durazno, impecable… El ombligo, alargadito, limpio, único. Los muslos largos, interminables, satinados. Qué perfecta criatura… En eso despertó, se estiró saludable, fuerte, joven… – Hola, tía. Buenos días!!!- Buenos días, hijita… qué tal?, le respondí. – Qué te pareció?, me preguntó, verdad que mi papá esta bien rico. Te gustó, verdad pillina… te noté como te comías su cosota con los ojos… Qué rica la tiene, verdad? Hay ya me mojé nomás de acordarme de esa vergota… Se metió los dedos en su vagina y se maniobró impúdica frente a mí uno, dos minutos tal vez.-Mira!! Cómo ando… y me enseñó los dedos escurriéndole liquido, parecía mermelada. Mirándome seria me pasaba los dedos a pocos centímetros de la boca… esperando que se los chupara.
Estoy demasiado caliente, Lupita, te lo juro (nunca me había llamado por mi nombre). Con la mano izquierda no dejaba de masturbarse suavemente, enseñándome los dedos a medio meter en su puchita, como para convencerme de que andaba ardiendo. Abrí lentamente mis labios ya sin evaluar lo que estaba a punto de hacer, dejándome llevar por la tremenda belleza de ella, por el morbo del momento. Sus dedos cubiertos de su esencia más íntima estaban a un par de centímetros… saqué mi lengua para saborear ese néctar diferente al mío, que si había probado en los penes de mis hombres cuando los chupaba y lo chupo, el de mi hijo, después de haberme cogido… TOC, TOC, TOC… La puerta, mi hermana… tu mama!!!- Ya es hora, al trabajo y a la escuela, VAMOS!!! Gritó Nena, con autoridad, como siempre.
Mi sobrina se levantó como resorte y se metió al baño, mi hermana entró y nos saludamos…- Ya te ganó el baño, mensa. – Quién, pregunté desorientada. – Mi hija, quién más, bruta!! Cerró la puerta y se fue.
Ya ni le contesté. Me recosté y mirando por la ventana dije bajito:
– Tu hija, hija de la chingada… Hija del Diablo.
Me los comería a los dos si se dejan jejeje