Historia de mi familia 4
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por wanttobelieve.
Según fueron pasando los meses, y sabiendo mi mujer y yo que los dos dedicábamos las mismas atenciones a la niña, comenzamos a practicarlas de una forma más ordenada.
Como otra rutina diaria igual que el baño o las comidas íbamos dilatando s ano poco a poco, introduciéndole pequeños juguetes durante minutos al tiempo que masajeábamos su cuerpo.
A la vez comenzamos a hacer lo mismo con su vagina, al principio tan solo una fina varilla que con el tiempo fue aumentando de grosor hasta admitir el ancho de mi dedo índice.
Le realizábamos estas dilataciones varias veces al día acompañadas de juegos.
La niña seguía tomando el pecho y mamándome a mí a diario, siempre la hacía chupármela por la mañana y por la noche.
En ocasiones en vez de hacerla tragar el semen, terminaba sobre su cuerpo y lo extendía como una crema corporal.
En otras ocasiones terminaba sobre su cara y la contemplaba mientras los goterones de leche resbalaban.
Y como no, la seguimos incluyendo, y participando cada vez más, en nuestras sesiones de sexo.
El sexo anal resultaba cada vez más placentero para ambos, pudiendo pasarme muchos minutos penetrando cada vez a mayor profundidad su pequeño culito.
Mi mujer a su vez comenzó a aficionarse a masturbarse con la mano de la niña, que introducía completamente en su coño hasta terminar corriéndose, cosa que hacia sobre la cara de la pequeña a la que empapaba en sus jugos.
Esos jugos a veces los recogíamos en una pequeña jeringa de platico y junto con mi semen lo introducíamos dentro del pequeño coñito de la niña en el que aun, por ser tan estrecho, no entraba mi pene.
Otro juego que comencé a practicar a solas con la niña fue a orinar sobre ella al bañarla.
Lo hacíamos en una pequeña bañera de plástico y cuando la bañaba yo a solas, antes de comenzar meaba sobre su cuerpo mojándolo por completo.
Cuando se acostumbró a la sensación pase a mojar también su cara y después a hacerlo abriéndole la boca.
Tardo un tiempo en aceptar el fuerte sabor pero en unos meses ella misma abría la boca para recibir la lluvia dorada y tragar una buena parte.
En ese momento decidí empezar a incluir también a mi mujer en ese juego.
Ahora éramos los dos los que orinábamos sobre ella, llenando en buena parte la bañerita de forma que la niña quedaba en parte sumergida en la orina, que nosotros luego esparcíamos por su cuerpo y le dábamos a beber en un biberón.
Y así se fue acercando el segundo cumpleaños de la niña, día en el que mi mujer cumpliría igualmente la mayoría de edad.
Poco menos de un mes antes ya podíamos penetrar su vagina con dos dedos, y decidimos esperar al día de su cumpleaños para penetrarla con mi polla.
Lo que si hicimos finalmente fue evitarle ese día un mayor daño y romper su himen con el dedo, penetrándola más fuertemente.
Cedió con facilidad y apenas dejó un hilillo de sangre.
Al día siguiente revisamos que se encontraba bien y su vagina se encontraba casi totalmente despejada, pudiendo por primera vez acariciar su cérvix con la punta de los dedos.
Para celebrarlo me corrí en la jeringa e inyecte mi semen dentro de su vagina, asegurándome de que la fina boca de la jeringa entraba en su cérvix.
Llegó el día de sus cumpleaños.
Tras una celebraciones con amigos sencillas nos dispusimos por la tarde al centro de la celebración.
Vestimos a la niña con vestido de fiesta blanco comprado para la ocasión que la hacía parecer una novia.
Su pelo rubio y corto lo llevaba peinado hacia un lado, los labios pintados de carmín rojo y algo de colorete en las mejillas.
Iba descalza, sin pañal y con unas pequeñas braguitas de encaje, también blancas.
Mi mujer y yo nos desnudamos completamente, preparamos la cámara para grabar el acontecimiento y la esperamos en la cama.
Al llegar le teníamos un par de regalos más envueltos sobre la cama.
Trepó a la misma para abrirlos: se trataba de un pequeño consolador rosa, muy fino, y un vibrador en forma de capsula.
Eran sus primeros juguetes de ese tipo y le enseñamos como usarlos.
Primero le dijimos que chupara el consolador como hacía con mi pene.
Lo sostuvo en sus manos, contemplándolo y luego empezó a lamerlo, primero como un helado, dándole lametones, y luego metiéndolo entero en la boca.
"Fresa" dijo, y efectivamente tenía ese sabor.
Cuando lo hubo mojado le explicamos como debía introducírselo.
Para ello mi mujer primero lo cogió y le demostró como hacerlo, masturbándose durante unos minutos, cuando lo sacó, bastante mojado, lo introdujo ella misma en el coño de su hija, si profundizar demasiado y comenzó a moverlo, al principio, para luego dejar que fuera la niña la que lo hacía.
Tras un rato le pedimos que lo sacara y que probara por detrás.
La ayudamos a meterlo pues era muy blando pero una vez dentro mi hija lo introdujo muy adentro, casi hasta la base del juguete.
Viendo que no le causaba molestia le indicamos que lo moviera también.
Estaba tumbada boca arriba, con las braguitas bajadas hasta los tobillos y el vestido arremangado en la cintura mientras metía y sacaba el consolador de su culito.
Mi mujer encendió ahora el vibrador y lo comenzó a pasar por la pequeña vagina acompañándolo de fuertes lametones, introduciendo alternativamente la lengua y el vibrador.
Yo me coloqué a un lado, le bajé los tirantes del vestido y le lamí sus pequeños pezones, luego subí y le besé, lamí sus labios, su cara, tremendamente excitado escupí dentro de su boca y le di otra sorpresa que le tenía preparada.
Comencé a mear en su boca entreabierta.
Me había pasado todo el día conteniéndome sin ir al baño y bebiendo sin parar para tener mucha orina para ella.
Moje de amarillo su vestido blanco y la orina se deslizó hasta mojar el coño de mi hija que mi mujer sorbía sin cesar.
Como el chorro continuaba me acerque de nuevo a su boca, meando dentro y sin poderlo evitar introduje de golpe mi polla en su boca sin dejar de mear, dirigiendo el choro directo a su garganta.
Sujeté su cabeza por unos segundos hasta liberarla, tosiendo y derramando orina.
Mi mujer, que había parado al ver aquello se acercó y la besó y lamió su cara.
Todo aquello me provocó una tremenda excitación de modo que la pusimos boca abajo con una almohada bajo su vientre y mientras mi mujer separaba el culo de la niña con sus manos para que comenzase a penetrarla sentí que no había terminado aún de mear.
Con dificultad, pues mi pene estaba semierecto, lo introduje en su culo y continúe meando dentro de ella aun por unos segundos.
Sentí el calor y la estrechez en torno a mi polla cosa que me produjo una enorme erección.
Sin sacarla empecé a bombear en su culo firmemente.
Mi mujer se sentó frente a la niña en la cama, con las piernas separadas, y dirigió la cabeza de la niña, mientras, directa a su vagina, la cual comenzó a chupar.
Acerqué la cabeza de mi mujer a mí y la bese, felicitándola por su cumpleaños y por el regalo que teníamos en casa.
A los pocos minutos pare de bombear y saque mi miembro, lo que hizo que saliera la orina que había quedado dentro en un chorro.
Cayo sobre las sabanas plastificadas que habíamos usado y quedo formando un charquito que hice que mi hija se inclinara para beber.
Ya estaba todo listo para el gran acontecimiento: iba a desvirgarla.
La tumbe boca arriba, le retire el vestido y le separe las piernas.
Mi mujer se quedó a un lado mirando.
Sujete mi polla con una mano mientras abría su coñito con la otra, apreté la punta contra él y comencé a empujar.
Al principio no entraba pero enseguida lo logró, tan mojado estaba.
Entro más de lo que me imaginaba, prácticamente hasta la mitad.
Empecé a meterlo y a sacarlo inclinado sobre la niña mientras la besaba y le decía que la quería.
Luego me incorporé, la sujete de las caderas y comencé a follarla fuerte y rápidamente.
Me contuve todo lo posible para alargar el momento pero finalmente sentí las ganas de correrme.
Levanté su cuerpo de modo que mi pene entró aún más dentro de ella hasta que sentí el cérvix apretando mi glande.
Pasé una mano por su espalda bajando hasta su culo e introduje dos dedos en su ano al tiempo que la abracé con fuerza y presione un poco más, con la impresión de que el cérvix se abría en parte y en ese momento me corrí.
Llevaba 3 días sin hacerlo y noté como soltaba bastantes disparos dentro de ella.
Mi mujer se acercó también a abrazarnos y besarnos.
La pequeña estaba agotada pero había sido un día importantísimo para ella.
A partir de ese momento comenzaba su verdadera educación sexual.
CONTINUARÁ.
De las mejores series de relatos que he leído, por favor necesito muchas más continuaciones