HISTORIA REAL DE INCESTO PART.2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Chuponazo.
-LA INICIACIÓN-
– Después de lo sucedido pase varios días descolocado, no me atrevía a espiar a mi madre, era la primera vez en bastantes meses que pasaba más de un día sin verla desnuda, no comprendía lo que había pasado y no sabía muy bien como actuar.
Mi madre seguía igual que siempre, su actitud hacia mi no cambio en absoluto, así que al final pudo más mi salidez que mi vergüenza y espere a que entrará a bañarse para volver a espiarla.
Pero para mi sorpresa me encontré la puerta del baño abierta, mi madre seguía vestida, a mi me entró mucha vergüenza y ya me iba cuando empezó a desabrocharse el vestido, que solía llevar en casa, y entonces paso uno de esos momentos que se te quedan grabados para siempre.
Mi madre me miró con una cara que nunca había visto , tenía una sonrisa que yo por entonces no sabía identificar, normalmente su sonrisa era de dulzura o alegría, esa no lo era.
Me costo tiempo descubrir que significaba esa sonrisa.
– Ella se desabrocho por completo el vestido y lo dejó caer quedándose completamente desnuda delante mio, seguía con esa sonrisa en la cara, pero no decía nada, se dio la vuelta, comprobó la temperatura del agua como hacía siempre y se metió en la bañera.
Mi polla se puso como una piedra, notaba como me empezaba a salir liquido, así que tuve que salir corriendo al otro baño a masturbarme, no me acuerdo cuantas me hice pero fueron varias, os lo aseguro.
– Como ya he dicho tarde bastante en identificar esa cara, era de excitación y morbo, tiempo después descubrí que a mi madre la excitaba exhibirse, afición que por cierto yo heredé.
Mas tarde me dijo que le hacía gracia la cara de tonto que ponía cuando la veía desnuda y como me crecía el bulto en mis pantalones.
– Seguimos así durante una temporada, yo cada vez cogía más confianza y me quedaba mirándola más tiempo, pronto descubrí que el momento que más me gustaba era cuando salía del baño, ver su cuerpo mojado, reluciente saliendo del agua me ponía malo, empecé a darme cuenta que a ella le gustaba la situación.
– Empezamos a tener una complicidad que hasta entonces nunca habíamos tenido, bastaba una mirada para saber que iba al baño y quería que la siguiese, o que ese momento no era el adecuado.
Cada vez pasaba más tiempo mirándola y a pesar que siempre manchaba los calzoncillos llegué a aguantar sin tener que masturbarme hasta que ella se vestía otra vez.
– A pesar de haber visto a mi madre desnuda en muchas ocasiones, me daba vergüenza que ella me viera a mi erecto, y mucho más que me viera masturbándome, siempre me iba al otro baño y cerraba la puerta, pronto descubrí que donde más me gustaba hacerlo era mientras me bañaba, pensaba en mi madre desnuda y me pajeaba por lo menos dos veces seguidas.
Tengo que decir que siempre he sido bastante activo sexualmente y en mis inicios era una obsesión, llegué a masturbarme hasta seis veces en un día y siempre la única mujer en la que pensaba era en mi madre, se puede decir que estaba obsesionado con ella, la seguía como un perrillo faldero, intentando ver algo de su cuerpo.
– En aquella época descubrí con fascinación lo que eran las cosas de mujeres, descubrí la menstruación, descubrí lo que era depilarse y por que mi madre tenía tan pocos pelos en su sexo.
La observaba como calentaba la cera y se la daba en las piernas las axilas y en sus labios vaginales, cuando tiraba para llevarse los pelos me ponía realmente enfermo de excitación.
Por entonces empezó a ocurrirme algo que hasta entonces nunca me había pasado, empecé a soñar con mi madre, soñaba que la tocaba su vagina o sus pechos y sin poder evitarlo eyaculaba en mis calzoncillos, esos sueños ocurrían prácticamente todas las noches y me creaban mucha desazón.
Mi madre sin embargo disfrutaba con la situación, la veía sonriendo y hacia esas cosas con la mayor naturalidad, al contemplarla descubrí la anatomía femenina al completo, descubrí el botoncito que tenía entre sus labios, el agujero por donde hacía pis y algo que ya dije en el primer capitulo, que mi madre tenia unos labios vaginales bastante gruesos que resaltaban en un cuerpo pequeño y delgado, el que mi madre tuviera el culo pequeño también ayudaba a que se vieran mas.
Los pechos de mi madre eran bastante pequeños, pero sin embargo los pezones era grandes en comparación y también me fascinaban, me encantaba cuando el agua resbalaba por los pezones, también soñaba a menudo con ellos.
– Una tarde me metí en la bañera, dispuesto a pajearme pensando en mi madre, había cerrado la puerta para tener intimidad, cuando estaba en plena faena se abrió la puerta, me llevé un susto de muerte, metí mi polla entre las piernas para que no se viera, al mirar hacia la puerta vi a mi madre con la sonrisa que antes os comenté, ella no dijo nada, yo os puedo asegurar que me moría de vergüenza.
Se acerco a la bañera y se arrodilló junto a ella, entonces me separo las piernas.
Mi polla salió disparada hacia arriba, protesté ella me dijo algo como no te preocupes, no recuerdo bien.
Entonces agarró mi polla, me la agarró muy fuerte y empezó a sacudirmela con mucha energía, estaba tan flipado que me corrí casi sin darme cuenta y en muy poco tiempo, mi madre no paró y siguió pajeandome, entonces me ocurrió algo que nunca había sentido.
Empecé a sentir un placer como nunca había sentido, empecé a gemir y creo que a retorcer en la bañera.
Ese día tuve mi primer orgasmo de verdad, no puedo contar más por que no recuerdo bien que pasó, cuando me acabé de correr por segunda vez mi madre me seguía mirando de la misma manera, yo estaba confuso, había perdido el control.
Os aseguro que hasta ese día nunca había sentido tanto placer.
– Llevaba muy poco tiempo masturbándome, creo que ni un año, esa fué la primera paja que me hizo mi madre, pero después vinieron muchas más.
No se explicarlo, de hecho nunca se lo he preguntado, pero mi madre disfrutaba pajeandome, se le notaba y a mi me volvía loco, a partir de entonces sólo me masturbaba para desahogarme, pero para disfrutar de verdad la buscaba a ella.
Nuestra complicidad aumentó mas todavía, cuando ella o yo nos íbamos a bañar cerrábamos la puerta, cosa que antes nunca hacíamos, me encantaba observarla mientras se bañaba, cuando salía me bajaba los pantalones y me pajeaba, nunca ponía pegas u objeciones, excepto cuando estaban mi hermana o mi padre en casa.
– Era un niño feliz, recalco lo de niño, pues a pesar de lo que os podáis imaginar yo veía eso como un cuidado más de mi madre hacia mi.
Lo que voy a contar os puede sorprender, pero en ningún momento sentí morbo por lo que mi madre y yo hacíamos, o por que ella fuera mi madre, lo único que sentía era una excitación brutal.
Si en vez de ser mi madre hubiera sido otra mujer me hubiera pasado lo mismo.
Hasta entonces yo la seguía viendo como madre una vez que ella se vestía y acababa volvía la normalidad, yo hijo y ella madre.
– Fué sin duda nuestra mejor etapa como madre-hijo y es de la que guardo mejor recuerdo, en la parte tercera os contaré como acabo esta felicidad.
– Espero no haberos aburrido y perdonadme por no saber plasmar bien mis sensaciones y sentimientos, pero nunca lo había contado y no es fácil para mi.
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