Historias febriles 2
Basados en hechos reales. Continúa la historia de incesto entre madre e hijo..
La noche más caliente.
Al apagar la luz del cuarto, mi madre encendió la lámpara del buró, aún tenía la toalla en la cabeza y estando ahí acostada comenzó a frotarse los pies entre ellos, no sé, si lo hacía por qué los sentía fríos o porque estaba nerviosa. Me recosté a su lado y los dos nos quedamos mirando el techo, ella estaba relajada y con el cuerpo recto, yo por mi parte, tenía recogida pierna izquierda para ocultar mi terrible erección que pedía a gritos salir de mis calzoncillos.
Luego comenzó una larga plática a manera de desahogo con la frase que ya era común escuchar de mí madre, ya no soporto a tu papá… Los minutos transcurrieron y yo sólo asentía a decir, te entiendo mamá, tienes toda la razón, cuenta conmigo y otras frases cortas e improvisadas. Hasta que mi madre se fué quedando dormida, era la primera vez en mucho tiempo que no la ví tomar una pastilla para dormir.
Y ahí estaba yo contemplando a mi madre, desde la punta de sus pies, su pelvis, su senos, su largo cuello y sus labios carnosos. Un escalofrío recorría mi cuerpo y mi verga comenzó a palpitar y lagrimear líquido seminal. Sabiendo que era un gran riesgo hacer un movimiento que despertaría a mi madre. Baje mi mano y subí un poco la tela del blusón que cubría las torneadas y exquisitas piernas de mí madre, ella parecía no reaccionar. Poco a poco, fue apareciendo una mata de pelos negros y ensortijados. Por fin podía ver el panocha de mí madre, su respiración se comenzó a agitar un poco, pero no abría los ojos. Me aventuré un poco mas y metí un dedo entre esa selva negra, hasta que toque ése botoncito de placer que provocó que mi madre reaccionará con un espasmo. Había encontrado su clítoris y mis dedos comenzaron a jugar con el. En respuesta mi madre recogió ambas piernas y las abrió para que mi mano pudiera sentir la longitud húmeda de su raja. Mi dedos comenzaron a mojarse con sus jugos vaginales. Mi madre seguía con los ojos cerrados y más dormida, apretaba lo ojos como para no ver lo que su hijo le estaba haciendo, comenzó a morderse los labios para apagar sus gemidos. Allá abajo, los jugos de mi madre eran un río de placer y mis dedos nadaban en el, haciendo ruidos de chapoteo. De pronto la mano de mí madre detuvo a mi mano juguetona y cambio de posición dandome la espalda y dejando su hermoso culo a mi vista. Ya duérmete, sentenció con voz entrecortada y apagó la luz de la lámpara.
Pero mis hormonas no podían estar más a tope y mi verga ya me dolía. Sin medir las consecuencias me baje los calzoncillos y liberé a la bestia. Mis manos sudorosas se apoderaron del último tramo de tela que cubrían las nalgas de mamá. Sabía que estaba mal lo que estaba haciendo, pero mi excitación nublo por completo mi razón y mi sano juicio. Apenas descubrí las redondas y duras nalgas de mi madre y mi verga ya estaba punteando el culo de mamita. Se sentía caliente y aterciopelado como un durazno, la dureza de mi verga encontró al fin el manantial viscoso de la panocha de mí madre. Palpé las nalgas de mamá y éstas comenzaron a experimentar la piel de gallina, y los vellos de su brazo se erizaron en señal de sorpresa. Pero seguía sin dar señales de querer despertar. Para mi sorpresa mamá arqueo su culo, facilitando la entrada de mi verga en su vagina, entró sin resistencia, la cantidad de flujo ahí contenido me permitió meter la mitad de mi verga. La dejé ahí por un momento, el calor de la vagina de mamá se sentía tan bien que pensé que pronto me correría. Sin embargo la vagina hambrienta de mi madre me dió la bienvenida con dulce apretón que me invitaba a meterlo mas adentro y así recorrí cada milímetro de su encharcada vagina. Respiré profundo y me contuve las ganas de venirme, me imaginé que era como aguantarse las ganas de orinar, lo mentalizé de esa forma y comenze a bombearla con delicadeza, mientras mi mano se apoderó de su estrecha cintura, como para impedir que se llegará a safar, mi bombeó se fue incrementando y la respiración entrecortada de mi madre se incrementó de forma agitada, me daba la impresión de que estaba sollozando, pero sus gemidos eran de placer y poco a poco comenzó dejar escapar palabras entre suspiros y la respiración entrecortada. Sigue bebé, no parés mi amor, dámelo todo, quiero sentirte hasta el fondo… Mmmm, que rico bebé… No parés cariño, te necesito dentro, no importa que vengas dentro, tengo el Díu… Córrete dentro de tú mamita, dame tu semilla, dámela toda que soy tú madre… Quiero sentir tu miembro y recordar por dónde naciste… Cada palabra de mi madre alimentaba mi ganas de seguirla profanando. Mi madre se colocó boca abajo dejando su culo en pompa, colocó unas almohadas en su vientre para alzar más el culo. Prendí la luz de la lámpara del buró, no quería perderme ningún detalle. Abrí las nalgas de mamá y pude ver su ano moreno con algunos vellitos a su alrededor, se abría y cerraba, como guiñándome el ojo. Abrí los labios de su panocha y hundí mi boca en ellos, quería saborear las mieles de su vagina, estaba metiendo mi lengua en su vagina y sus jugos no paraban de fluir. Mi madre no pudo contener sus gemidos entre gritos de placer… Ahhhhhii.. ahhhiii.. no sigas bebé que siento ganas de orinar mmmm que rico no parés mi amor, sigue, sigue mmmm que rico lo haces mmmmm… Parecía como un perro rabioso entre las nalgas de mi madre. Llegué a lamer su culo que me dejo un sabor a moneda de cobre y ella no paraba de gemir hasta que pude sentir el baño caliente de su corrida en mi rostro y en mi boca… Sentí el cuerpo de mi mamá desfallecer en un orgasmo acompañado de un grito que intento ocultar mordiendo las cobijas aaaaaaajj, aaaaaahh,. Aaaiiiiii…. Métemelo ya bebé, quiero sentirte dentro de nuevo y así comenze a cogerla con impetú, está vez le quite su blusón para dejarla completamente desnuda y poder disfrutar de su cuerpo de Diosa, la tomé con las manos y paré su cola y de un sólo empujón le metí la verga hasta el fondo. Ella gimió entre dolor y placer aaaayyy… Dámelo todo bebé…. Soy tú madre y lo quiero todoooo… Abracé a mamá y mientras le ensartaba la verga, agarraba su senos y pellizcaba sus duros pezones…. Me matas de placer hijo de mi vida, soy tu mamá, soy toda tuya, soy tú mujer… Ya córrete bebé, dame tu semilla, dámelo todo…. Sí, así bebé, ah, ah, ahhhhhii…. Y de pronto sentí que estaba por explotar y se la metí hasta el fondo como si quisiera meter hasta los huevos. Y así me corrí de una forma jamás experimentada, eran como sin mis huevos hubieran reservado toda ésa leche para esa noche, borbotones de semen comenzaron a salir de la vagina de mi madre mojando sus largas piernas, ahí los dos de rodillas la abrace fuerte tomando sus senos entre mis manos mientras besaba su nuca y mordía su cuello, era mi madre una gran hembra y ahora ya se había convertido en mi mujer… Atrás había quedado la barrera entre madre e hijo.
muy lindo, bien narrado adelante has comprendido es la mejor hembra que puedes conseguir – adelante
Delicioso relato, sigue contando, es excitante saber que es real.