Hobby familiar: complacer a Papito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por giamigo69.
Mi nombre es Juan, tengo 55 años, de buena altura 1,95, practico deportes desde muy joven por lo cual tengo buena musculatura y peso ideal, de ojos verdes, blanco de piel y cabello negro, de buen pene, algo grueso, carnoso; pareciera que levantara pesas con el, de uno 20 cm.
Casado con Amira de 50 años, de 1,60 de altura morena claro, ojos negro azabache, cabello de igual color, liso y largo hasta media espalda; buen cuerpo, hermosas piernas, va muy seguido al gimnasio.
De cintura delgada, buen culo, buenas tetas, con unos pezones que son una delicia.
Tenemos tres hijos, dos hembras y un varón.
Nos conocimos jóvenes y quedó embarazada con casi 16 años.
Andra, la mayor ahora de 35 años, morenita; un poco más clara que mamá, es una copia de Amira; cabello (largo y color), ojos, piernas, con tetas más grandes, no fue agraciada con culo, pero si muy coqueta.
La segunda Mara de 30 años, la compacta le digo de cariño, con apenas 1,50 de altura, pero de ojos verdes, cabello rulo largo con toques marrones, buenas piernas, culito redondo y muy grande y firme de esos que provoca darle de nalgadas, tetas como las de su madre.
Adrian el menor, de 22 años.
Blanco, muy delgado, de 1,70 de altura, ojos y cabello negro, buen rostro.
El tiene novia, sin embargo es bisexual y ella lo sabe.
Las nenas son heterosexuales sin novio las dos, no hay hombre que las llene de amor, cariño y placer lo suficiente como para tener uno, según palabras de ellas mismas.
Somos una familia unida, compartimos prácticamente todo hasta tenemos un hobby familiar que lo disfrutamos a plenitud; complacer a papá, le llamo; desde que cumplen los 12 años o antes lo llevó en práctica, sin que Amira, mi esposa, lo sepa.
Cuando las niñas estaban pequeñas; Andra 12 años, Mara 7 años y Adrián no había nacido; vivíamos en un apartamento pequeño de dos niveles o dos pisos y apartado cerca de la montaña, con sus comodidades y ventajas.
Era en el último piso, con dos habitaciones, un baño, cocina normal, sala y comedor y con una pequeña terraza en el segundo nivel con una sala donde veíamos tele y donde disfrutamos del paisaje de la montaña y la vista de la ciudad, que quedaba a una hora de camino.
Amira y yo disfrutamos siempre de buen sexo, ambos efusivos a la hora de expresar placer y gozo, hacemos bastante ruido pues y de vez en cuando nos grabamos haciéndolo y tenemos los vídeos guardados en la habitación.
Nuestra habitación algo cerca del de las niñas, nunca nos preocupamos que nos oyeran cuando teníamos relaciones, hasta esa noche.
En pleno sexo con mi Amira, la tenía en cuatro dándole caña por el culo, ella gritaba de placer pidiéndome más y mas fuerte, cuando en eso nos percatamos que por debajo de la puerta de la habitación se reflejaba una sombra cerca, ya que siempre dejamos una lámpara de la sala encendida por costumbre.
Amira se percata de la situación y me detiene.
– Una de las niñas se levantó – me dice angustiada
– Tu crees – le respondo, viendo que la sombra se mueve un poco.
– Necesitas algo nena – le dice Amira en tono amenazante.
– Nada, sólo tenía sed – responde asustada Andra
– Pero el agua está en la cocina, no en mi puerta – le grita Amira.
– Entonces dejen de gritar que me despertaron – responde en reclamó.
Amira se incorpora, se viste y sale a confrontar a la mocosa altanera, y se forma un discusión de gritos, reclamos y amenazas, intervengo y llegó cuando Andra le dice, si gritas como puta mamá.
Inmediatamente intervengo sujetando a Andra de la mano.
– Vete a dormí, es tarde.
Tu mamá se va temprano de viaje y tenemos que dormir, pero cuando regrese del aeropuerto, prepárate que recibirás el castigo adecuado que mereces – le digo rabioso y gritándole.
Se va llorando a su cuarto y diciendo una cantidad de palabras que no llegó a entender.
Amira me mira y la tranquilizó, asegurándole que todo lo resolvería cuando regresara del aeropuerto.
Ya casi al amanecer salimos y en la vía Amira me recomienda el castigo que debía aplicar a Andra para no que se repitiera, me sorprendió ya que jamás se les había practicado ningún tipo de castigo físico y tenía que nalguearla y de preferencia a culo al aire para que se avergonzara más por lo sucedido.
De regreso a casa no dejaba de pensar en la encomienda que debía realizar.
Llegué a casa, casi al medio día, todo era silencio.
Ya habían comido y recogido la cocina, cosa que nunca hacían.
Las busqué y estaban en sus camas, literas.
Mara arriba, dormida profundamente; Andra abajo, sentada contra la pared abrazando una almohada, con ojos llorosos.
Había hablado por teléfono con mamá, para pedirle perdón por lo sucedido.
Amira por teléfono ya le había informado el castigo a la cual iba a ser sometida.
-Hablaste con mamá, supongo.
Necesitas ser castigada para que no se repita, aunque te hallas arrepentido, por favor acompáñame – le digo tomándole de la mano.
Andra sin decir una palabra me sigue, tomada de la mano, aunque poniendo un poco de resistencia.
Me dirijo a la terraza, en el segundo piso, a la sala del televisor, era el lugar idóneo, cualquier ruido no lo oiría Mara en su habitación.
Entramos, suelto su mano y cierro la puerta, tomó un silla y me siento.
– Acercate, terminemos con esto.
Ven aquí sobre mis piernas –
Se acerca tapándose con sus manos la cara, se coloca en mi piernas y estando allí, la tomó por el pantalón de pijama que tenía y se lo bajo hasta los muslos, le tomo las pantaleticas blancas también se las bajó.
Le veo el culo, poco pero bonito, de nalgas separadas que mostraban desde mi posición su ano.
Le pongo la mano en las nalgas, levantó alto el brazo y realizó el primer azote, emite una queja de dolor, dentro de mi disfruto el momento, mi pervertido interno empieza a disfrutar ante el sonido y el movimiento de la piel y su cuerpo estremecido.
Le acertó el segúndo nalgazo aun más fuerte y ella grita y aprieta el culo del dolor, yo en las nubes.
Le aplicó cuatro de forma seguida sin darle respiro, suelta las primeras lágrimas e intenta levantarse y taparse con la mano para que no le de más, yo empiezo a excitarme ante su culo rojo, y presentó una erección.
– Quieta, aun faltan te tocan doce, por tu edad.
Y ahora vas a contar desde uno, por tratar de parar el castigo –
Y así lo hice, uno tras otra y ella contando.
Su culo, enrojecido y yo con la erección ya al pleno, y Andra sintiéndola en su abdomen.
Terminamos, la siento en mis piernas y le beso en la mejilla, ella me abraza muy fuerte, como nunca lo ha hecho.
La levantó al frente mío aun con la pijama y sus pantaletas abajo por las rodillas, fijo mi mirada en su cuchara; peludita precoz, su piel erizada.
Me ve; hace una leve sonrisa, yo la correspondo, mirándola a los ojos, tomó sus pantaletas y se las subo, se las acomodo bien por el culo, acariciándola al mismo tiempo, ella toma mis manos colocadas en sus nalgas, las guía para subirle la pijama y yo lo hago y coloca mis manos nuevamente sobre su culo, lo acaricio suavemente por unos instante.
Me levanto subiendo mis manos por su espalda y nos abrazamos fuertemente y ella sintiendo en su abdomen la erección que no quiero ocultar.
Bajamos y hacemos la vida normal por el resto del día, en la noche decidimos ver unas películas los tres juntos con refrescos y palomitas de maíz, Mara se sienta como siempre en el suelo cerca de la tele, yo en el sofá y Andra generalmente se sienta en un puff que suele subir de su cuarto.
Esta vez se aparece sin el, se sienta al lado mío; al empezar la peli se recuesta en mis piernas con su cabeza posada encima de mi con su brazo izquierdo como almohada donde apoya su cara y todo sobre mi pene, el otro brazo lo paso por detrás de mí, abrazandome.
Le coloco mi mano izquierda sobre el hombro acariciándolo.
Andra me toma la mano derecha y la coloca encima de su cabeza para que le acariciara el cabello, yo lo hago; le apartó su cabellera descubriendo su oreja, cuello y nuca, le acaricio su cabello desde arriba, pasando suavemente por su oreja siguiendo y tocando su cuello y terminando en su nuca y empezando el recorrido una y otra vez, mientras mi mano izquierda le acaricia la espalda al mismo tiempo.
Ella se acomoda mejor para permitirme mis caricias aun más en su cuello, mi pene reacciona y empieza mi erección; Andra nota y siente como lentamente crece mi pene en su mano que está puesto exactamente encima de el y su rostro recostado en el, empieza toscamente a apretarlo tímidamente, yo acariciándole oreja, cuello, nuca y espalda, su piel se eriza la miró y sus ojos están cerrados y con respiración acelerada.
Continuó, Andra ya excitada suelta mi pene, saca su mano y coloca su rostro directamente sobre mi pene, empieza un leve mordisqueo de el, concentro mis caricias en su nuca y mi mano izquierda baja hasta sus nalgas, las acaricio por fuera y luego la introduzco por entre su raya, ella aprieta el culo, paso a acariciar sus nalgas, toda su piel está erizada, se queja y solloza un poco.
– Me arde y me duele – me dice, con voz temblorosa
– Lo siento, te duele mucho nena – le digo
– Un poco, pero me arde más papá – responde
– Tengo una cremita que te puede quitar el ardor y un poco el dolor, te la doy y te la colocas – acariciando un poco su raya
cerca de su ano.
– Lo harías tu Papito, no se como colocarla – dice levantando un poco la cara para mirarme.
– Claro mi nena, cuando tu digas – le digo sin titubear.
– Vamos, quiero que lo hagas ahora – incorporándose me dice.
-Vamos a mi cuarto que está allí – le informó.
Me incorporo y noto que me había salivado el pantalón en dónde tenía su cara, encima de mi pene.
Me abraza por la cintura le coloco el brazo sobre el hombro abrazándola también, salimos dejando a Mara viendo la peli, bajamos y nos dirigimos al cuarto.
Entramos la suelto, cierro la puerta con seguro me volteó y ella ve mi erección a punto de romper el pantalón, me dirijo a donde tengo la crema, me siento en la cama y le digo que se acerque, Andra lo hace se coloca de pie a un lado mío , de frente a la cama, toma su pijama por su cintura y se la baja con todo y pantaletas quedando desnuda, me mira y se acuesta culo al aire un poco en la orilla.
Tomo la crema la coloco en la palma de la mano y tiene toda la piel desde sus gemelos hasta su culo erizado, inclusive sus brazos.
Le pongo la crema con mí mano, dando un leve masaje en cada una de sus nalgas, bajo un poco hacia sus muslos, un poco entre sus piernas, ella reacciona y hace un apretón de culo, coloco más crema pero está vez me concentro en la raya (entre sus nalgas), tratando que con un dedo entre pasada y pasada tocarle su ano, cosa que hice efectivamente, Andra en silencio, excitada agarraba con ambas manos la sábana de la cama, se aferraba a el como intentando no caerse a un abismo, enterrando su rostro en el colchón, arqueando su espalda parando aun más su culito para recibir aun más mis caricias, moviéndose levemente de lado a lado, como pichón de pájaro intentando que le metan su alimento en la boca, entiendo su requerimiento y concentro mis caricias sólo en su ano directamente, se arquea levantando totalmente su culo recogiendo sus piernas colocándose en cuatro con su cabeza enterrada en el colchón aferrada con sus manos a la sabana,
– Ahhhhhhh – emite su primer gemido
Me unto crema en los dedos y sigo mi trabajo en su ano, bajo poco a poco empiezo a acariciarle ese pequeño espacio entre el culo y la cuchara por un instante, se contorsiona haciendo un leve movimiento como perrito cojiendo a su perra.
Llegó a su cuchara, Andra separa sus piernas un poco facilitando mi labor, exploró su cuchara hasta llegar a su clítoris, lo masajeo efusivamente, está mojada sin control y empieza su jadeo continuó sin pausa, pone su cabeza de lado y me mira a la cara jadeando y cerrando los ojos.
Me levanto y me coloco detrás de ella bajando mi rostro y colocándolo para lamer su culo y su cuchara,
– Papito, Papito, ahhhhhhhh – dice casi sin respiración, levantando el culo y abriendo más las pierna.
Pide guevo de Papito, me incorporo y me bajo los pantalones, mi guevo salta disparado de su encierro, el y yo queremos cuchara y culo.
Me coloco detrás de ella ensalivo la punta con mi mano y pongo en la entrada de su cuchara, la tomó por un hombro y la nuca la levanto para que su espalda se recueste de mi pecho y abdomen.
– La nena quiere guevo de Papito y Papito la va a complacer, mira como quiere estas ansiosa para que te lo meta – le digo al oído apartando su cabello tomándola por la nuca, subiéndole los brazos quitándole la camisa.
Le suelto el sostén, le beso el cuello, agarró sus tetas, pellizcando sus pezones, soltando un nuevo alarido.
La coloco nuevamente en cuatro empiezo mi entrada poco a poco en su cuchara, gime de placer y dolor, sacó y meto poco a poco abriéndome paso ante su estrecha cuchara, cada sacada y metida la introduzco más y mas de a poco, casi sin respiración,
– Siiiiiiiiiii, ahhhh – y empieza a temblar.
Se ha corrido de placer, su primer orgasmo y no he empezado a bombearla como se merece, me detengo un instante para disfrutar su orgasmo.
Lo sacó y lo empujó de una vez y completo hasta el final.
– Ahhhhhhhhh – exclama con dolor
Sigo un ritmo igual, profundo pero despacio, pequeña pausa y continuó con otra penetración, se adapta y aumento el ritmo y la fuerza, me desató y empiezo a cogerla como se lo hago a su mamá, mi cuerpo choca contra su cuerpo, me excita ese sonido de los cuerpos chocando y la de sus jadeos continuos, entierra su cabeza de nuevo en la cama, se arquea más y sospecho otro orgasmo, la tomó de la cabellera y la jalo, le levanto la cara de la cama, le pongo la mano en la espalda y halo su cabello y le propinó una cogida brutal, gime, grita, tiembla a punto de perder el conocimiento paro y la dejó disfrutar su orgasmo sacando mi guevo de su cuchara.
Me dirijo a la cómoda y sacó lubricante, me lo unto al pene y voy donde Andra, aun acostada culo al aire.
La incorporo colocándose en cuatro, le mete un dedo con lubricante por el ano, poco a poco hasta que sede y abre, le meto dos dedos se dilata y le meto tres y listo la medida para que entre más fácil.
Andra de cabeza nuevamente en el colchón aferrada a la sabana, intuyendo lo que le esperaba.
Le coloco mi guevo en su ano y voy metiéndole poco a poco
– Ahhhh, me duele, Papito, me partes – casi llorando dice.
– Tranquila mi Nena, Papito no te haría daño.
Ya va a pasar completo, después es bien rico – le digo jadeando.
Entra completo y empiezo cogerle el culo a todo tren, sin parar, sin piedad.
Disfrutó y la hago disfrutar un tercer orgasmo, gime y grita
– Papi, papi, papi, papi, siiiiiiiiiiii – temblando nuevamente.
Yo me descontrolo y aumento mi ritmo de saca y mete y la fuerza de mi cogida, voy a acabar, su culito cerrado y sus gemidos me excitan como nunca,
– Siiiiiiiii nena, nena mía, que rico está tu culito – acabando inmediatamente dentro de su rico culo.
Lo sacó y me recuesto a su lado boca arriba, Andra boca abajo, se voltea y se coloca encima de mi pecho abrazándome, acariciando y besando mis pectorales, la abrazo y la tomó del rostro y busco sus labios y la beso.
– Mi Andra se ha convertido en la nena pervertida de Papito, así será entre nosotros.
Tu mi Nena, yo tu Papito, al estar solos, entre nosotros nada mas.
Ok mi Nena – le digo besándola en la boca nuevamente.
– Seguro Papito, seguro – responde felíz
Mi nena y yo seguimos envueltos en nuestra complicidad, aun lo hacemos.
Y con Mara y Adrian, ella mi Nena fue la puerta de entrada para disfrutar de ellos también.
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