HOLA ¿ESTÁS AHÍ? (IV).
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
– hola
– hola, qué tal la semana
– bien, muy bien, ¿y tú?
– también bien, me acabo de pegar una duchita rápida y estoy como nueva
– ¿ah sí? ¿y qué te has puesto si puede saberse?
– mira que eres morboso, me he puesto una camiseta blanca muy grande
– y nada más
– nada más, debajo no hay nada, además me la he puesto cuando aún estaba mojada
– o sea, que se te están marcando bien los pezones ¿no?
– sí, y los muslos y la tripita también están bien marcados
– vas a mojar el sofá
– no, tonto, he puesto una toalla debajo y en el respaldo
– a ver si entra alguien en casa y te pilla así
– no hay peligro, hoy no viene nadie hasta dentro de mucho. ¿Tú que tienes puesto?
– un pantalón corto de deporte y una camiseta tipo baloncesto
– qué sexi
– venga ya, la que de verdad estás sexi eres tú, quién te pudiera ver
– jajajajaja, te vas a tener que conformar con la imaginación
– de solo imaginármelo ya se me está poniendo…
– ya empiezas, de verdad que eres un salido
– y qué le vamos hacer, uno es como es
– no, si me parece muy bien que seas un salido, lo que pasa es que me estás convirtiendo a mí en una salida igual que tú
– jajajajajaja, ¿y te disgusta eso?
– no, me parece increíble lo que me está pasando contigo, si a mí me dice alguien hace un mes que me iba a poner cachonda hablando por teléfono con alguien que ni siquiera conozco, le hubiera dicho que estaba loco
– jajajaja, la verdad es que es una gozada hablar contigo, yo tampoco me creo mucho todo esto que nos está pasando
– bueno, vamos a entrar en materia… no me tenías que contar algo…
– ¿algo? ¿qué?
– la visita que le hiciste a tu hermana la semana pasada
– ah, ya, bueno, vale, vamos allá. Fui de visita a casa de mis padres y ellos no estaban, solo estaba mi hermanita.
– que suerte ¿no?
– sí, la verdad es que sí, fui por la tarde y mis padres habían salido y se iban a quedar a cenar con unos amigos. Pero yo no iba con ninguna intención premeditada, solo iba de visita
– ya, y yo me lo creo
– no te lo creas, pero es la pura verdad. Mi hermana me recibió con un par de besos en las mejillas y se fue a la cocina a sacar un par de cervezas
– ¿estaba guapa? ¿qué tenía puesto?
– estaba espléndida. Se acababa de duchar como tú, tenía el pelo mojado recogido en una toalla y tenía un albornoz blanco.
– sin nada debajo, me imagino
– era de suponer, pero no se podía saber porque el albornoz estaba bien atado
– los albornoces a veces pueden ser muy sugerentes
– y el de mi hermana lo era, le llegaba hasta medio muslo y amoldaba bien su figurita
– te sacó un cerveza… y que pasó
– nos sentamos en el sofá del salón y hablamos de cosas sin importancia, preguntándonos que tal nos había ido y cosas de esas
– todo muy normal
– de lo más normal, no parecía que entre nosotros hubiera pasado lo que pasó el otro día, estábamos hablando como siempre
– sigue
– cuando se sentó y cruzó las piernas el albornoz se abrió un poquito y pude apreciar sus divinas piernas, pero qué piernas tiene mi hermanita, no las he visto mejores…
– ¿se las miraste con descaro?
– no, que va, con total inocencia, era una mirada de admiración más que otra cosa. Ella a media cerveza me dijo que tenía que secarse el pelo que si quería la podía ayudar
– eso ya es más interesante
– pero no lo dijo con ningún intención, yo ya le había secado el pelo muchas veces
– ¿dónde fuisteis a hacer la operación?
– ella se levantó y fue al baño a por el secador, yo la seguí y entramos en su habitación, se sentó en una silla cerca de un enchufe, yo enchufé el aparato, ella se quitó la toalla de la cabeza y no empecé a secar
– qué hermanito más cumplidor
– jajajajaja, le estuve secando un rato el pelo, con la mano izquierda sujetaba el secador y la derecha la metía entre su pelo para airearlo, es así como se hace ¿no?
– más o menos, depende cómo le metieras los dedos entre su pelo, eso puede ser muy erótico si se hace bien
– yo lo intenté hacer lo más erótico posible, más que airearle el pelo lo que le hacía eran caricias en su cabecita, con los dedos separados le acariciaba el cuello, las sienes, las orejillas y, claro, también el pelo
– notaste algún cambio en tu hermana mientras le hacías eso?
– al principio no, pero después empezó a mover la cabeza de un lado a otro y de adelante hacia atrás, como siguiendo los movimientos de mi mano
– eso es que le estaba gustando mucho
– así lo interpreté yo, me daba la impresión que se estaba excitando con mis toques
– hablabais de algo…
– no, sólo se oía el zumbido del secador. Yo también me estaba empezando a excitar con tanto meneo de cabeza de un lado para otro
– sigue, que yo también me estoy empezando a excitar con tanto zumbido
– la silla no tenía respaldo, así que me pegué a su espalda, ella no hizo ningún además de alejarse, es más, me dio la impresión que se echó un poquito para atrás
– ¿la tenías ya dura?
– a medias, pero no tardó mucho en ponerse a tope, ella a través del albornoz la tenía que notar, pero no hizo nada, además con su movimientos de cabeza y sus cruces de piernas el albornoz se había abierto un poco y desde mi posición podía ver el principio de tus tetitas
– vaya visión, como para no excitarse, yo de solo imaginármelo me estoy poniendo a cien…
– eh, no te pongas cachonda con mi hermana, que es mi hermana…
– jajajajajaja, yo me pongo cachonda con quien me da la gana, habrase visto
– sabes, algún día le voy hablar de ti y de lo que hacemos y si ella quiere y tú quieres tal vez os presente, pero eso algún día
– no serás capaz de contarle nuestras conversaciones… te mato. Me moriría de vergüenza si ella se enterase
– bueno, ya veremos, sólo he dicho que tal vez
– sigue con lo tuyo y dejemos esto para más adelante, ¿vale?
– vale. Como el pelo ya estaba más que seco pero yo no quería acabar con la situación, corté el aire caliente y empecé a echarle aire frío por la cabeza y el cuello. Ella giró la cabeza y me dijo: "¿qué haces?" Yo le respondí que como hacía mucho calor y estaba sudando, le iba a refrescar un poco
– qué cara
– ella se subió el pelo con las dos manos y yo empecé a airearle el cuello y la garganta. Después me separé un poco de ella y tiré con una mano de su albornoz hacia atrás y así poderle echar aire por la espalda.
– qué gozada tenía que ser eso
– a ella le gustó mucho pues se echó a reír y me dijo que siguiera que le daba mucho gustito el aire en la espalda. Lo malo es que el albornoz no daba más de sí y no podía llegar más hacia abajo.
– ya te veo venir…
– le dije: "ahora por delante, para quitarte ese sudor que tienes", la eché contra mí, otra vez entró en contacto mi paquete con su espalda, y le empecé a refrescar por la zona del escote
– ya ya
– ella cerró los ojos y se dejó hacer. Con el aire y los movimientos el albornoz estaba en uve hasta su cintura, ahora podía ver bien sus tetas, estaban divinas, les empecé a echar aire descaradamente encima de ellas, se le pusieron de punta enseguida
– me dan ganas de ir a por el secador y hacer lo mismo que tú… me las veo a través de la camiseta y no veas cómo están
– pues hazlo, te espero
– mejor que no, sigue contando, me las voy a pellizcar por encima. ¿Qué reacción tuvo tu hermana a esto?
– se quedó como hipnotizada, con los ojos cerrados, los brazos colgados a lo largo de su cuerpo y cargando todo su cuerpo sobre mí
– ¿sobre ti pillín?
– bueno, sobre mi polla, se puede decir que era mi polla la que la sostenía. Agaché mi boca hasta la altura de su oreja derecha y le dije muy bajito: "desátate el cinturón del albornoz"
– ¿ella lo hizo?
– tardó un poco en reaccionar pero lentamente llevó sus dos manos hacia el nudo del cinturón del albornoz y lo desató. Hizo todos los movimientos a cámara lenta como si estuviera pensando qué era lo que estaba haciendo y a qué se exponía al hacerlo
– menuda excitación debiste sentir al ver eso, que tu hermanita se abriera el albornoz para exponerse ante ti
– no veas cómo me puso pues no solo deshizo el nudo sino que arrastró con sus manos los dos lados del albornoz hasta dejar al descubierto su pubis angelical. Me di cuenta que sus pelillos estaban mucho más cortos y arreglados que la semana anterior, se había estado arreglando todo su monte de Venus. Mi sorpresa y excitación al ver eso fue tal que se lo dije al oído: "Te has cortado el pelo". "Sí", me dijo ella sin abrir en ningún momento los ojos, "¿te gusta?"
– sabes, yo también me he hecho la peluquería ahí abajo esta semana, apenas se me ven, me imagino que el monte de tu hermana estará parecido al mío
– vaya dos golfillas que estáis hechas, parece que os habéis puesto de acuerdo para ponerme a mil, sois unas putillas las dos
– jajajaja, no le llamarías putilla a tu hermanita ¿no?
– claro que no, es una forma de decir las cosas, a mi hermana le dije al oído: "me encanta cómo te lo has dejado, es perfecto, ¿cuándo se te ocurrió hacerte eso?" Ella abrió los ojos y mirándome hacia arriba me dijo: "Hace un par de días. Estaba sola en casa y me dio por meterme en la bañera para relajarme y descansar, al secarme me di cuenta que tenía bastante largos y desarreglados los pelos de pubis y me dije que por qué no arreglármelos un poco, me fui desnuda a mi habitación con una toalla para poner debajo y recoger los pelillos que fuera cortando, cogí unas tijeras y un espejo y empecé a cortar, fui cortando cortando hasta que casi me quedé sin nada, después fui a por una maquinilla de afeitar y arreglé los contornos y la parte superior". "Pues te ha quedado muy bien para ser la primera vez", le dije. "Ya, pero lo que no pude hacerme bien fue la parte de abajo", dijo como disculpándose.
– vaya confidencias de hermanitos, eh. Te estaba poniendo a huevo la siguiente pregunta, a que sí
– siiiiii, le pregunté como quien no quiere la cosa: "Si quieres te ayudo yo después con la parte de abajo". "¿Lo harías?", me preguntó sin mirarme y poniéndose algo colorada. "Claro que sí, tonta. Ya verás que bien te lo dejo". "Eres un encanto de hermano", me dijo mientras subía la mano hacía mi cara y me acariciaba el pómulo
– qué tierno y que cachondo a la vez, seguro que tu hermanita con esa conversación tendría los juguillos a tope
– me lo supuse, pero no lo podía ver pues estaba bastante alejado de su coñito, lo que sí pude ver fue como se cruzó las piernas y se las frotó una contra la otra
– me estás poniendo a cien, me he cruzado las piernas también y me estoy dando un pequeño masaje entre las dos, pero sin tocarme todavía… sigue
– como el tema del corte de pelos no estaba agotado, seguí indagando. Alargué el brazo y empecé a echarle aire frío sobre la tripita y el monte de Venus y le pregunté cerca de oído: "¿Hiciste algo más que recortarte el pelo?" Ella echó una risita nerviosa y me dijo: "Mira que eres curioso, hermanito, sí hice algo más" "Qué" Ella separó las piernas para que le diera el aire bien en el centro y me dijo: "Me masturbé". "Por qué lo hiciste", le pregunté mientras con la mano libre le saqué su brazo derecho del albornoz. "Porque me excité mucho con tanto toqueteo", me respondió dejando caer medio albornoz encima de la silla. "Y por qué mas", le volví a preguntar mientras me cambiaba de mano el secador y con la mano libre le sacaba el otro brazo. "Y porque… porque… me imaginé lo mucho que le iba a gustar al alguien…", el otro lado del albornoz cayó encima de la silla…
– joder, tío, para un poco, que me voy a correr solo con las piernas apretadas, qué excitación…
– "¿Quién es ese alguien?", le pregunté mientras le hice coger a ella el secador, me separé un poco y me bajé a la vez los pantalones y los calzoncillos. Me volví a pegar a su espalda y volví a coger el secador
– tu polla en su espalda, eh, joder, nunca me han puesto una polla en mi espalda, debe ser una gozada. Y quién era ese alguien, pregunto yo…
– ella, antes de responder, subió las dos manos hasta mi cara y metió un dedo de cada mano en mi boca tocándome la lengua mientras frotaba lascivamente la espalda contra mi polla: "Ese alguien es el mismo que me tiene ahora al borde del orgasmo, eres tú, hermanito, tú, que desde lo del otro día me tienes en continua excitación, tú y tu pollita maravillosa me tenéis todo el día cachonda, ni sé las veces que me he masturbado pensando en ti… qué excitación… qué placer… por favor, hermanito, hazme algo rápido que no aguanto más…"
– pero qué salida estaba… solo de imaginar lo que estaba sintiendo por dentro me hace correrme… me voy a correr en un plis plás, qué le hiciste, sátiro
– como comprenderás si ella estaba la borde del orgasmo yo no estaba menos, le tenía la espalda pringada de jugos preseminales, pero con la urgencia que me dijo que tenía no podía pensar en mi placer, sino en el de ella, pensé en un segundo cuál sería la mejor manera de hacerla llegar y se me ocurrió hacerlo allí mismo en la silla, me quité de detrás de ella y le fui bajando la cabeza hasta que tocó el suelo, quedó como haciendo el puente encima de la silla, giré hasta ponerme enfrente de su coñito y lo vi todo abierto y empapado, ella abrió las piernas todo lo que pudo para ofrecerme su coño en todo su esplendor, por un momento pensé en metérsela y desvirgarla, ella seguro que no hubiera dicho nada, estaba totalmente entregada, pero me pareció ir demasiado lejos, así que me agaché me puse de rodillas y empecé a hacerle una comida de coño de antología. Como era de esperar ella no tardó mucho en empezar a gritar como una posesa y a correrse como una loca… se corrió… y se corrió… y se corrió… mientras decía repetidas veces hermanito…
– ahhhhhhh me corro yo también…. ahhhhhhh…. cabrón, cabrón cabrón… hermanito… me vas a matar… ohhhhhhhhhh, sigo… sigo… puffffff… veo las estrellas… qué placer…
– …
– …
– ¿ya?
– ya
– bien ¿no?
– bien es poco, ha sido una de las mejores corridas de mi vida, estoy como cuando salí de la ducha: empapadita por todos los dados
– mi hermana, cuando se calmó, me dijo lo mismo que tú, bueno, me dijo no que había sido una de las mejores, me dijo que había sido la mejor
– nos vas a destrozar a las dos
– jajajajaja, ya será menos, las dos tenéis un fondo infinito para el placer
– jajajajaja, eso me imagino que será un piropo. Y tú cómo acabaste, no me lo has contado todavía
– pues como mi hermana no estaba en esos momentos para colaborar en nada, me las tuve que arreglar yo solito, le dije que se tumbara en el suelo boca abajo, me eché encima de ella y empecé a moverme como si me estuviera follando su precioso culito, pero solo por encima, entre los papos, era fantástico sentir mi polla en medio de su culo. Pero ella, como queriéndome agradecer su grandioso orgasmo, abrió totalmente sus piernas y dejó su agujerito a mi disposición para que hiciera lo que quisiera con él. Yo me retiré un poco para vérselo bien y bajé un dedo para acariciárselo, eché saliva y el dedo entró hasta la mitad, fue tal la excitación que sentí al ver su culito y mi dedo en él que cuando quise arrimar mi polla allí empecé a correrme: fue bestial. Grité como nunca había gritado y mientras me corría empujé tanto que logré meter casi la cabecita. Inundé todo su culo por dentro y por fuera. Ella giró la cabeza y me dijo riéndose: "Casi me la metes"
– qué fuerte ¿no?, metérsela a tu hermanita por el culo, es demasiado
– pero si no llegué a meterla, solo un pico, eso sí, cuando la saqué vi que su culito estaba un poco dilatado, si hubiera aguantado un poco más el orgasmo sí que le la hubiera metido del todo, sólo de pensar en eso se me pone como un camión
– ¿la tienes ahora como un camión?
– sí, ha sido muy excitante lo que te he contado y además tu corrida ha sido bestial
– tú no has descargado todavía
– no, he estado varias veces a punto, pero no, todavía no
– qué aguante, chico, cómo controlas
– es que estaba muy metido en la historia y si me la meneaba a la vez, perdía intensidad
– ya, pues ahora relájate y pajéate a gusto
– ¿quieres que me haga ahora una paja?
– sí, quiero que te la menees con tanta intensidad que cuando te corras te llegue la leche hasta la cara, para que sepas lo que se siente cuando a una le enlechan la cara
– qué morbosa eres… y ¿qué me vas a contar para ayudarme?
– lo que quieras, mi semental, lo que quieras, pídeme algo y yo seré lo más explícita posible
– a ver… algo que me excite mucho mucho… a mí lo que más me pone es ver a una tía masturbándose o ver a dos tías haciéndoselo… prefiero esto último
– tú siempre de mirón…
– sí, lo reconozco, soy un voyeur nato, ya te lo dije, aunque aquí por teléfono en vez de mirar por lo ojos miro por los oídos
– jajajajaja… eso se llama oidón, eres un escuchón
– jajajajaja… llámalo como quieras, pero empieza a soltar por esa boquita
– déjame pensar algo…
– ¿con cuántas tías lo has hecho?
– llegar hasta el final con tres, besitos y toqueteos con alguna más, pero en serio sólo he estado con tres
– los besitos y toqueteos también me gustan… ¿quiénes son esas tres?
– me alegro que me hagas esa pregunta… jajajajajaja… la esperaba, una es la amiga del probador que ya te conté, otra, una amiga del colegio y la tercera… la tercera…, esta es un poco más fuerte
– ¿sí? ¿quién?
– la madre de una amiga
– ¡la madre de una amiga! ¡qué bueno!… eso sí que está bien… ¿es la madre de alguna de las dos amigas que me has dicho antes?
– no, con esa amiga no he hecho nada, no me he atrevido, aunque me atrae un montón, está muy bien
– pero está mejor su madre
– siiii, su madre está que no te la puedes ni imaginar
– pues vamos con esa madre. Me parece de lo más excitante que te enrolles con una madre, mi morcillona ha dado un brinco cuando ha oído eso
– jajajajaja… lo sabía, sabía que ibas a elegir esa posibilidad, si ya te voy conociendo yo a ti
– es que tiene mucho morbo, no lo niegues… cómo es esa madre
– es una señora de cuarenta años que está para quitar el hipo, aparenta bastantes menos, se cuida mucho, siempre va arregladita, bien vestida, sexi, atractiva, simpática, alegre… vamos… una diosa. Yo siempre que la veía me quedaba atontadita mirándola y escuchándola, y pensaba que así me gustaría a mí ser cuando llegue a los cuarenta
– vaya con la señora, un bombón…
– un verdadero bombón. Y no veas el cuerpo que tiene
– cuándo le viste el cuerpo por primera vez
– mi amiga vive en un chalet a las afueras y tienen piscina, allí la vi por primera vez en bikini
– solías ir mucho a esa piscina
– el verano pasado iba casi todos los días que hacía bueno, además teníamos que estudiar y así aprovechábamos para estudiar y bañarnos después
– o sea, que eras asidua a esa casa, que eras como de la casa ¿no?
– exactamente, me movía por la casa con total libertad y hasta iba cuando mi amiga no estaba, o me quedaba cuando ella tenía que ir a algún sitio
– bien… tú te fijabas en ella siempre que podía, pero ella cuándo se empezó a fijar en ti, cómo empezó el acercamiento
– nosotras siempre andábamos en bikini por la casa en todo momento, tanto para estudiar, como en la piscina, como para comer, siempre nos estábamos luciendo
– ¿en esa casa no había hombres nunca?
– sí, claro, estaba el padre de mi amiga, pero en verano, o estaba de viaje o no venía a casa hasta el atardecer, que era cuando yo ya no estaba
– sigue
– un día que mi amiga se tuvo que ir a no me acuerdo qué, me quedé yo sola estudiando
– en bikini
– claro, en bikini, como siempre, ya sabes, primero una hora de estudio y después a la piscina
– ¿cómo era ese día el bikini?
– era blanco brillante, que contrastaba muy bien con mi piel morenita
– era grande, normal o pequeñito
– entre normal y pequeñito, pero no era un tanga. Mi culito estaba tapado, por lo menos parte de él y la parte de arriba también tapaba bien los pechos
– me lo estoy imaginando y me gusta, me he liberado ya de estorbos entre mi cuerpo y yo
– o sea, que estás en pelotas
– totalmente en pelotas
– te la estás cogiendo con la mano
– sí
– con la derecha o con la izquierda
– con la izquierda, para pajearme soy zurdo, para todo lo demás diestro
– jajajajajaja… y eso por qué
– no lo sé, pero un día descubrí que me daba más gusto mi mano izquierda que mi mano derecha, y decidí entrenarla
– y la entrenaste a base de bien
– no veas, todos días teníamos gimnasia
– jajajajaja, pero qué guarrillo eres
– a lo que íbamos, estabas estudiando con un bikini blanco brillante que te quedaba de vicio…
– sí, en la habitación de mi amiga, y en eso entró su madre
– que también tendría un bikini que le quedaba de vicio, ¿de qué color era?
– era color fucsia como salpicado de brillantina, muy llamativo, y no veas como le quedaba… era un cuerpo diez
– qué te dijo
– me dijo que dejara de estudiar ya por hoy y que si quería fuera con ella a la cocina que iba a hacer un pastel
– ¿tú le acompañaste?
– me quedé sorprendida al principio pero le dije que sí, pero que de poca ayuda le iba a servir en la cocina pues no tenía ni idea de cocinar
– o sea, que tú de cocinar na de na
– jajajajaja… na de na, pero me levante y la seguí. Ella me cogió de la mano y me llevó hasta la cocina
– ¿cuando ibais hacia la cocina no hubo más contacto que el de las manos?
– cuando pasábamos por el salón me soltó la mano y me cogió de la cintura, al sentir su mano y su brazo tuve un estremecimiento en todo mi cuerpo, ella se dio cuenta pero no dijo nada, solo me estrechó un poco más contra ella
– sentiste su cuerpo contra ti
– siiiii, mucho, al pegar su cadera contra la mía me excité, fue como si un rayo me tocase, tuve esa sensación de dejadez que lleva la excitación que lo único que quieres y deseas es que te sigan tocando
– mi mano izquierda ya está haciendo gimnasia, sigue por favor, qué pasó en la cocina
– cuando llegamos a la cocina ella me soltó y como ya tenía casi todas las cosas preparadas por la encimera me explicó en pocas palabras lo que íbamos a hacer, no te lo cuento para no aburrirte
– eso, vete más al grano que ya estoy muy excitado y quiero que me lleves a la máxima excitación
– ella me dijo que yo hiciera la masa mientras ella cortaba las manzanas en rajitas, yo me puse a ella y eché cantidad de harina, ella se rió y me dijo que no hacía falta tanta, se pudo detrás de mí, pegada a mí, y con sus manos encima de las mías me dijo cómo había que amasar
– ¿qué sentiste al tener su cuerpo pegado al tuyo?
– me puse muy nerviosa y no sabía qué hacer con las manos, ella me dijo que me tranquilizara, que no era tan difícil y se puso a amasar conmigo, pero al hacerlo movía su cuerpo contra el mío, no veas que excitación sentí… jo, solo de recordarlo me pongo otra vez a cien
– yo ya estoy a mucho más de cien… ¿te decía hago? ¿hablabais?
– hablaba sobre todo ella, yo estaba como ida, me decía que tenía un cuerpo muy bonito y no sé cuántas cosas más, todas al lado del oído y de una manera muy sensual, me estaba seduciendo, pero de qué manera
– tú ya estabas seducida… oye, una cosa, estoy con un calentón de espanto y me quiero correr ya, pero quiero que me acabes de contar tu historia, vete, por favor, un poco más al grano y sé lo más morbosa que puedas
– vale, ella dejó mis manos amasando y las suyas las empezó a subir por mis brazos hasta los hombros, estaban llenas de harina por lo que te puedes imaginar cómo me estaba poniendo, metió sus dos manos en mis axilas y las acarició, después se untó otra vez las manos en la harina y las llevó a mi tripita me la puso perdida pero yo sentí un cosquilleo maravilloso, en una de las pasadas por mi tripita de abajo arriba arrastró con ellas la parte de arriba del bikini y me empezó a amasar la tetas
– cómo tendrías las tetas…
– jo, estaban duras como piedras, más o menos como las tengo ahora, me las cubrió bien de harina y continuó con mi cara y mi pelo, todo me estaba quedando blanco
– ¿tú seguías con la masa?
– qué va, ya no podía hacer nada, solo estaba a la expectativa de lo que ella me iba haciendo. De repente me hizo dar la vuelta y me besó en la boca, un beso apasionado, lleno de lujuria, le miré a los ojos y se los vi llenos de deseo. Me agarró por el culo y me subió hasta la encimera, depositó encima de la masa
– ¡encima de la masa, pero qué morbo! ¿Todavía tenías puesto el bikini?
– sí, pero me echó hacia atrás y a la vez que me tumbaba en la encimera me lo sacó, casi ni me enteré
– ¿qué sensación te causó el contacto de la masa con tu culito?
– una sensación muy rara pero muy placentera. Ella me apretaba hacia abajo para que la masa me entrara por el culito y entre las piernas. Cogió un puñado de masa y lo depositó encima de mi monte de Venus y empezó a amasarlo allí. Era lo más morboso que me había ocurrido en mi vida
– estarías empapada
– sí, y tanto, soltaba jugos como si tuviera un grifo abierto allí abajo, pero eso a ella le sirvió para condimentar la masa, empezó a mezclar la masa con mis flujos, me metía los deditos en mi coñito y los cargaba de jugos y volvía a la masa, así un rato
– ya estaría a punto de correrte ¿no?
– sí, ya no aguantaba más, ella se dio cuenta, dejó la masa y bajó sus labios hasta mi coñito, y empezó la mejor comida de coño que me hayan hecho nunca y creo que me harán
– ¿se notaba que no era el primer coñito que se comía?
– era toda una experta, seguro que no era su primer coño, pero yo ya estaba tan fuera de mí que no tardé en correrme como una loca, pegué un grito que debió oírse en todo el barrio ¡qué manera de correrme!
– jo, yo ya voy también… ahora… ahora… yaaaaaaaaaaaaaaaaaa oooooohhhh aghhhhhhh me corrrrrrrrrooooooooooooooo…
– yo… también… estoy llegando…… aaaaaahhhhhhhhhhhhhhh
– …
– …
– hola, ¿estás ahí?
– jajajajajaja… claro, dónde quieres que esté
– ha sido maravilloso
– un pasada, qué corrida más larga e intensa
– pufffffff
– paffffffff
– jajajajajajaja… bueno, princesita, habrá que dejarlo ya por hoy
– si, ya es tarde, lo mejor es que lo dejemos, ¿cuándo me llamarás otra vez?
– un día de estos, ya veremos, una cosa…
– qué
– ¿cómo acabó ella? y ¿cómo os limpiasteis todo?
– hubo todavía bastante más, pues ella no se había corrido y así no se podía dejar la cosa, y después nos metimos juntas en la bañera… pero esto te lo contaré otro día con más detalle, hoy ya no puedo más, estoy agotadita, ¿te importa?
– qué me va a importar, lo comprendo, lo mejor es que lo dejemos por hoy. Un beso muy fuerte
– otro para ti, cielo, y con lengua
– jajajajaja… adiós
– adiós.
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