HOLA ¿ESTÁS AHÍ? (V).
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
– Hola
– hola, cuánto tiempo sin saber nada de ti
– ya, lo siento, es que he estado ocupado
– ¿ocupado?
– bueno, de viaje
– me podías haber llamado desde donde estuvieras
– lo podía haber hecho, pero no me sentía muy inspirado
– ya
– además, he preferido dejar pasar un tiempo para que no lleguemos a cansarnos de nuestras conversaciones
– a mí estas conversaciones no me cansan, las espero con ansiedad
– ¿en serio?
– sí, en serio, me gusta oír tu voz y que me cuentes tus cosas, tus… cómo diría yo… tus perversiones
– ¿crees que soy un pervertido?
– no, tonto, es un piropo, me encanta que seas un pervertido y un obseso y que me perviertas a mí
– jajajajajajaja, eso está mejor
– la verdad, te he echado mucho de menos
– y yo a ti, cielo
– gracias
– ¿te has hecho muchos deditos en mi ausencia?
– siiiiiiii, unos cuantos, cada vez que me vienen a la cabeza nuestras conversaciones me pongo cachonda, no lo puedo evitar
– y qué haces
– pues qué voy a hacer… meterme mano
– te gusta meterte mano ¿eh?
– me encanta, igual está mal decirlo de una misma, pero cada día que pasa me excita más mi cuerpo
– eso demuestra lo buena que estas
– a veces me pongo desnuda delante del espejo de mi habitación y me digo en voz alta: "pero qué buena estás, cabrona"
– quién te viera
– te gustaría verme ¿eh?
– pufffff… un montón
– algún día me verás, no te preocupes que todo llegará
– mientras llega ese día podemos seguir con nuestras masturbaciones mentales
– mentales y físicas
– ¿ya te has puesto cachondilla?
– sí, en cuanto he oído tu voz
– no sabía que tenía una voz tan impactante
– pues ya lo sabes… tú cómo estás
– con la cosa tiesa, pero todavía debajo del pantalón
– me imagino que tendrás muchas cosas que contarme
– sí, han pasado algunas cosas desde la última vez que hablamos. ¿Y tú?
– también he hecho avances en mis deberes… ya sabes…
– eso me lo tienes que contar con todo lujo de detalle
– no te preocupes que te lo contaré, todo todo todo
– pero antes de empezar dime una cosa
– qué
– los deditos que te has hecho han sido a solas o en compañía
– la mayoría a solas. Como te he dicho antes, mi cuerpo cada día me gusta más y solo de mirármelo me pongo a cien, me pide guerra y yo se la doy
– cuando lo haces a solas en casa dónde te lo haces
– generalmente en mi habitación, es donde más disfruto, pero también lo he hecho en el salón, en la cocina y, claro, en el baño
– ¡en la cocina! qué morbazo, seguro que te acordarás de la vez que disfrutaste con la madre de tu amiga
– sí, claro, aquello fue una de las mejores experiencias de mi vida
– cuéntame la última de la cocina, pero antes dime cómo acabó lo de la madre de tu amiga y tú, que el otro día te quedaste a medias
– es que el otro día con la corrida que tuve se me acabaron las energías
– pero hoy ya estás otra vez en plenas facultades, quedamos en que ella te comió toda estando tú subida en la encimera y con la masa de la tarta en medio de tus piernas, te corriste como una loca, ¿no era así?
– así fue, la masa estaba condimentada con mis jugos y allí se quedó de momento
– ella todavía estaba con el bikini puesto ¿no?
– sí, ella a mí me habías visto toda y me había hecho de todo, pero yo a ella todavía ni la había visto desnuda ni la había tocado casi
– ¿y no tenías ganas de verla?
– unas ganas locas, pero sabía que ahora era mi turno
– ¿se lo dijiste?
– sí, le dije: "ahora te toca a ti disfrutar, quiero ver ese maravilloso cuerpo que tienes"
– muy directa, qué dijo ella
– me ayudó a incorporarme y me besó en la boca, un beso muy tierno y largo, luego me cogió la cara entra sus manos y me dijo: "¿te parezco bonita?"
– qué le respondiste
– me bajé de la mesa, me separé de ella y le dije: "tienes el cuerpo más perfecto que recuerde haber visto, desnúdate, quiero verte"
– ¿lo hizo?
– claro, y qué manera de desnudarse, y eso que tenía poca ropa, fue dando paseítos por la cocina mientras se quitaba las dos partes del bikini, quedó desnuda delante de mí, yo me senté en una silla para poder contemplarla mejor
– ¿qué fue lo que más te gustó?
– su culito, tenía un culito de fábula, no puede haber un culo más perfecto que ese…
– ¿se lo dijiste?
– sí, ella se dio la vuelta y me lo puso delante de la cara, me dijo: "es tuyo, bésalo"
– qué invitación
– no me hice de rogar, con todas las manos manchadas de harina y masa, empecé a tocar y besar aquel manjar
– tu primer culito
– jajajajaja… mi primer culito, cierto, me cebé con él, lo apreté, lo amasé, lo besé y le di azotitos hasta que conseguí ponerlo rojito
– lo de los azotitos le gustó
– más de lo que me imaginé
– por qué dices eso
– porque se apoyó en la mesa con los brazos estirados y dobló su cuerpo en ángulo recto para dejar su culo a mi entera disposición, miró para atrás y me dijo: "dame más azotitos, que me gusta, y no te preocupes si los das un poco más fuerte"
– ¡un poco de sado! ¡qué delicia!
– pasé mi brazo izquierdo a través de su cintura para sujetarla bien y con la mano derecha empecé a darle cachetazos en su culito
– ¿te gustó hacer eso?
– siiiii, mucho, era la primera vez que hacía algo parecido, pero me pareció delicioso poder dar tortitas a ese maravilloso culo
– ¿le diste muchos?
– bastantes, estuve así un rato largo, me empezó a doler la mano, o sea, que imagínate cómo le quedó a ella el culito: rojo como un tomate
– ¿ella decía algo?
– se quejaba cada vez que le daba una torta, pero me decía que siguiera, se le saltaban las lágrimas del dolor y del placer que le estaba causando. Se giró hacia mí y me dijo jadeando: "quiero tu lengua y tus dedos dentro"
– qué morbosilla
– le abrí los dos papos con las manos y le empecé a lamer el ojete, lo tenía depiladito, sin un solo pelo, nuca le había besado el culo a nadie, pero fue una experiencia de lo más excitante. Después de que lo tenía bien ensalivado le metí poco a poco el dedo índice de mi mano derecha, la izquierda la volví a pasar a través de su cintura y le metí de golpe tres dedos en su rajita
– la ibas a follar por los dos agujeros a la vez, qué fuerte
– eso fue lo que hice, en el culo le metí otro dedo y en su coñito le tenía metida casi toda la mano, estaba super empapada y mi mano se deslizaba sin muchas dificultades hacia adentro
– nunca me has dicho cómo son tus manos
– son muy pequeñitas y estrechas, pero los dedos son largos
– vamos, como los de una pianista
– jajajajaja, más o menos
– qué sentías al tener tu mano dentro del coño de una mujer
– era una sensación extraña, la notaba llena de agua, y notaba como nunca las paredes de su vagina, ella chorreaba líquido, pero no te lo digo en sentido figurado, sino que goteaba de verdad, sus piernas estaban empapadas y los regueros llegaban hasta el suelo
– estaría a punto de correrse ¿no?
– estaba que no podía más, yo también estaba excitadísima, no quería desatenderla para acariciarme yo, así que pegué mi coño a su muslo y empecé a frotarme contra ella, pero en ningún momento paraba de mover los dedos dentro de ella, notaba como mis dedos casi se tocaban desde dentro, sólo les separaba una membrana
– cómo me estas poniendo…
– ella me dijo: "no pares ahora, por favor, que ya llego…", yo intensifiqué los movimientos y de la fuerza con la que la penetraba llegué a meter toda la mano hasta la muñeca, era increíble lo que se dilataba y tragaba ese coño, ella se empezó a correr de una manera salvaje, menos mal que no había vecinos, eyaculó tanta cantidad o más que un hombre
– ¿y tú te corriste también?
– sí, me corrí contra su pierna, mi orgasmo coincidió con el segundo suyo, más fuerte si cabe que el primero, y chilló que siguiera, que todavía no había acabado, yo seguí desesperada pues ya me dolían las manos y ella se corrió por tercera vez, y se meó
– ¡que se meó!
– sí, se meó de verdad, yo sentí el líquido calentito en mi mano y enseguida me di cuenta que aquello no eran jugos, que aquello era pis, se estuvo corriendo mientras duró la meada, una pasada
– cómo acabaría la pobre
– te puedes imaginar, echa polvo, se dio la vuelta, se sentó encima de mí y me dio el beso más largo que nunca me hayan dado
– que historia más caliente, ha sido fantástica
– nos fuimos juntas al baño y nos metimos en la bañera casi una hora, después volvimos y recogimos la cocina
– cómo estaría la cocina
– parecía un campo de batalla, pero la dejamos como nueva, no reímos mucho mientras la limpiábamos y nos dábamos continuamente piquitos y toqueteos
– ¿y qué pasó con el pastel de manzana?
– eso fue lo mejor, ella lo acabó de hacer y me dijo que hoy su marido y su hija tendría postre especial
– con sabor a ti
– y tanto, allí quedaron todos mis juguitos
– jo, vaya historia… ¿lo has vuelto a hacer con ella?
– no, no hemos tenido oportunidad de volver a repetirlo, pero espero que algún día de estos me llame y hagamos algo, lo estoy deseando
– bueno, bueno, bueno, qué cosas más intensas te pasan… pero antes de esto me ibas a contar cómo te masturbaste un día en la cocina de tu casa ¿no?
– sí, te cuento, fue el sábado pasado por la mañana, me levanté tarde y ya no había nadie en casa, estaba con un poco de resaquilla de la juerga del viernes, me puse el desayuno y un poco de fruta y me senté a desayunar
– qué llevabas puesto
– un camisón cortito con bastante escote
– ¿debajo?
– sólo unas braguitas rosas pequeñas
– empezaste a desayunar… qué pasó
– antes de tomar el café suelo exprimir unas naranjas para hacerme un zumo, corté dos naranjas por la mitad y en vez de usar el exprimidor manual empecé a chupar una directamente, me empecé a pringar toda por la cara y el escote pero no hice nada, seguí chupando, cuando acabé con la segunda mitad me di cuenta que tenía todo el camisón húmedo de jugo de naranja, el chorretón pasaba por el medio de mis pechos y llegaba a las braguitas
– vaya zumito…
– cogí la tercera mitad y en vez de llevarla a mi boca, la llevé directamente a mi teta derecha, la froté contra mi pezón como si fuera un exprimidor
– cómo te estarías poniendo
– no veas, era una sensación nueva para mí, se me puso la teta durísima, cambié de teta y seguí con el juego un rato largo, me estaba masturbando sólo con media naranja y mis dos tetas-exprimidores
– ¿acabaste así?
– no, me di cuenta que por mucho que me estaba excitando así, no iba a poder correrme, así que aparté la taza del café y subí mis dos piernas encima de la mesa, me quedé en uve, me subí el camisón un poco y empecé a acariciarme con la naranja por encima de las bragas
– así sí…
– cuando ya estaba la braguita echa un asco de naranja metí mi mano por dentro y continué frotando mi coñito con la naranja
– menuda corrida que tendrías
– fue bestial, con la fogosidad que lo hacía se me partió la naranja en trocitos pero eso no evitó que me corriera como una loca, además, como estaba sola en casa, no me reprimí y grité todo lo que pude
– jo, cómo me has puesto
– yo creo que fue el orgasmo más sonoro que he tenido hasta la fecha, me quedé exprimidita, más que la naranja
– jajajajajaja
– ¿te ha gustado?
– demasiado, no veas como me has puesto
– anda que yo, ni te cuento cómo estoy, la tendrás ya fuera del pantalón ¿no?
– sí, me he bajado a la vez los pantalones y los calzoncillos y me la estoy acariciando
– menéatela un poco, pero no acabes
– a tus órdenes, me la estoy meneando a baja intensidad
– oye, pon el teléfono al lado de tu polla, quiero oír los meneos
– espera….
– … … … …
– ¿has podido oír algo?
– siii, sabes que es muy excitante oíros masturbar, el ruido que hacéis al rozar la mano por encima del pene es encantador
– vaya, no lo sabía, estás en todos los detalles, ¿has escuchado a muchos chicos masturbarse?
– no, a muchos no, sólo a algunos
– por ejemplo…
– por ejemplo… a mi hermano, lo he escuchado atentamente varias veces cuando lo hace
– o sea, que habéis intensificado vuestros contactos desde la última vez que hablamos
– claro, desde aquella primera vez en su cama que te conté, ha habido bastante cosas más
– ¡bastantes cosas más! ¡pero qué rápido vais con los deberes! A ver… cuenta, cuenta…
– desde el día que le hice la primera pajita en la cama las relaciones entre nosotros han cambiado
– en qué sentido han cambiado
– cómo te diría yo… ahora somos hermanos con derecho a roce
– con derecho a roce, qué bueno…
– el día después de lo que pasó estuvimos hablando casi todo la tarde y llegamos a una serie de acuerdos y conclusiones
– a ver
– quedamos en que como era evidente que nos gustábamos y excitábamos mutuamente, no debíamos reprimir eso sino todo lo contrario, potenciarlo. Y también quedamos en que nos teníamos que confesar todo lo hiciéramos o pensáramos respecto al sexo
– y cómo decidisteis potenciarlo
– mandándonos mensajes en clave, ya sea con alguna señal o diciendo alguna palabra especial
– ¡una clave sexual entre hermanos! ¡vaya invento!
– jajajajaja… suena un poco raro, ya lo sé, pero no veas lo excitante que puede llegar a ser
– a ver, dime las señales
– por ejemplo, si él se ponía el reloj en la otra muñeca me quería decir que quería que le hiciera una pajita; si yo me recogía el pelo en una coleta, le estaba pidiendo una masturbación… y así varias señales más
– oye, eso está muy, pero que muy bien
– y está mucho mejor cuando lo llevas a la práctica
– vamos a entrar en materia, quién fue el primero que puso en marcha el juego de los mensajes
– fue él primero, pero yo enseguida le mandé otro mensaje
– cuenta
– estábamos comiendo en casa y al segundo plato me miró y empezó a tocar con el dedo índice la esfera del reloj, esto en clave quería decir que se estaba empalmando y excitando, después se quitó el reloj y se lo puso en la otra muñeca
– cómo recibiste ese mensaje
– no te lo creerás pero me excité en un segundo, fue como una descarga eléctrica, se me mojaron las braguitas
– pues sí que tiene poder el jueguecito ese
– y más sabiendo que estaban delante mis padres, fíjate, dos hermanos excitándose mutuamente delante de sus padres
– me lo imagino, qué morbo…
– yo cogí una goma que tenía en la muñeca y me recogí el pelo en coleta, quería decirle que yo también estaba excitada y con ganas
– cómo os las arreglasteis para poder haceros algo
– después de comer mis padres se fueron a trabajar y nosotros nos quedamos recogiendo, cuando oímos la puerta de la calle cerrarse, dejamos lo que estábamos haciendo y nos abrazamos en un morreo desesperado, él me dijo al oído: "qué caliente estoy, hermanita"
– y yo, qué caliente estoy también
– le cogí de la mano y le dije: "vamos a mi habitación"
– por qué a tu habitación y no a la suya
– porque sé que a él le gusta más en mi habitación, en mi cama
– sigue
– llegamos a la habitación y le tumbé en la cama y yo encima de él, sentía su polla dura y grande en medio de mis piernas, las abrí todo lo que pude para que se incrustara lo máximo posible entre mis braguitas
– ¿que llevabas puesto?
– una falda corta que me había subido hasta la cintura cuando me eché encima de él
– o sea, que su bulto está directamente en tus braguitas
– exacto, le miré directamente a lo ojos y le dije: "qué quieres que te haga". Él me miró incrédulo y dijo: "¿puedo pedir?" "Sí", le respondí, "por ser la primera vez y por haber iniciado tú el juego, te dejo que pidas lo que quieras"
– qué peligroso ¿no?
– sabía que no me iba a pedir penetración, pues habíamos hablado que de momento nada de meterla, así que lo demás no era peligroso
– ¿y qué te pidió el angelito?
– me dijo: "hermanita, quiero que me la chupes"
– ¡joder!
– jajajajaja, ya ves que no se andaba con rodeos, le dije: "pero mira que eres guarrillo, ¿quieres que tu hermana te haga una mamada?" "Sí, eso quiero, es que nunca me la han hecho… y me gustaría…"
– ¿se la hiciste?
– claro, no me podía volver atrás, así que le dije: "vale, te la voy a hacer, estate quieto y déjame a mí". Le quité la camiseta, le bajé los pantalones y le empecé a besar las tetillas y el ombligo. Me separé de él unos momentos y me desnudé yo. Él, con las dos manos detrás de la nuca no perdía detalle de todo lo que hacía. Una vez desnuda me senté encima de su barriga y le dije: "te he dicho que no hagas nada, pero no te he dicho que estés callado, quiero que hables"
– estaría cortado, el pobre…
– ¡narices cortado! en cuanto le dije que hablara no paró de decir cosas, y menudas cosas que me soltaba, no se cortó nada en preguntarme que le contara todas las experiencias que había tenido, con quién y dónde
– curiosidad de principiante
– la verdad es que a mi me gustaba irle respondiendo a sus curiosidades mientras le trabajaba todo su cuerpo a base de bien
– ¿qué le hacías?
– después de estar sentada un ratito en su estómago para que me viera bien vista y abierta, desplacé mi culito un poco más abajo hasta posarlo encima de su slip, ahí empecé a hacer circulitos apretándolo todo lo que podía contra su bulto, eso a él le puso ciego pues empezó a culear contra mí como si me estuviera follando, como noté que estaba a punto de correrse y no quería que lo hiciera todavía, abandoné la zona y me deslicé hasta sus pies
– o sea, que te quedaste con la cara encima del calzoncillo
– sí, y se lo quité, su pene salió disparado y me pegó un golpecito en los labios, él se rió por eso y me pregunto: "¿se la has chupado alguna vez a alguien?" Yo le contesté que sí y le di un beso en el glande
– el primer beso en la polla de tu hermanito
– el primero pero no el último, le puse la mano abierta como para que no se escapara y le empecé a dar muchos besitos cortos por el tallo. Él me pidió que le fuera contando a la vez cómo era la polla del tío al que se la había chupado y cómo se lo hice, que le hiciera lo mismo
– qué calentón me está entrando, tía, sigue, que me voy a pajear mientras lo cuentas
– sigo…, yo hablaba, besaba y chupaba a la vez, es bastante complicado pero lo lograba hacer
– qué le decías
– le decía: "mira, el tío la tenía un poco más gorda que la tuya, pero menos larga, y se le chupaba así… y así… y así…" Y le iba bordeando la polla con mis labios y después bajaba hasta sus huevos y se los lamía
– tu hermano estaría en el séptimo cielo, más o menos como yo ahora
– estaba tan excitado que no sé cómo aguantaba sin correrse, en un momento de máxima excitación me dijo casi gritando: "¡joder, cabrona, métetela ya de una puta vez en boca que ya no aguanto más!"
– ¿te la metiste?
– sí, de un golpe, hasta la garganta, casi me atraganto, empecé a meterla y a sacarla con movimientos rápidos mientras le miraba directamente a lo ojos para ver la cara de placer que ponía
– joder, me voy a correr de un momento a otro, sigue, por favor
– él también estaba a punto de correrse y yo no sabía en ese momento si quería que lo hiciera dentro o fuera de mi boca
– y… joder… y… dónde… fue… qué.. placer… me voy ya… me corrooooooooo…
– no me dio opción, me dijo: "por favor, hermanita, no te la saques ahora, no lo hagas… déjame correrme dentro de tu boca… por favor…" Yo con la mirada le dije que sí, que podía hacerlo y no sé como se me ocurrió pero pasé un mano por debajo de sus huevos y le metí un dedo en el culo. Ese fue el detonante para su corrida, pegó un grito de placer y empezó a lanzar chorros de leche entro de mi boca, me la llenó completamente, qué manera de echar leche
– ¿te la tragaste?
– una parte sí, no lo pude evitar, otra parte se me salió por la comisura de los labios y el resto nos los comimos entre los dos
– cómo
– cuando me la saqué de la boca envuelta en semen, el vino hacia mí y me dijo: "bésame". Y nos empezamos a besar y a traspasar semen de una boca a la otra hasta que no quedó nada
– vaya, qué tierno, dos hermanitos compartiendo hasta el semen… oye, te gusta, le gustó a él
– a mí la verdad es que no mucho, pero en esos momentos haces lo que sea, y a él no le gustó nada de nada, pero me dijo que si yo me lo tragaba, él también
– oye, me has dejado echo polvo, me he vaciado por completo
– ya lo he notado, me imagino que te habrás puesto perdido
– duchadito
– jajajajaja, anda vete a limpiarte que te espero
– vale, no tardo, pero no cuelgues
– que no, que yo todavía no he acabado y quiero que me hagas acabar tú con alguna historia bonita de tu hermana
– vale, ahora vuelvo…
– …
– …
– ya estoy aquí… hola… hola ¿estás ahí?
– si, estoy aquí, es que he aprovechado para ir a hacer pis
– sólo pis…
– sí, sólo pis
– y no te has tocado ni un poco
– bueno, al limpiarme sí, pero sólo un poco, sabes, estaba empapada, y no precisamente de pis
– me gustaría verte haciendo pis
– pero que guarro eres, ¿también te excita eso?
– sí, es una gozada ver a una chica meando
– bueno, anda, déjate de guarrería y cuéntame alguna aventurita con tu hermana
– bien, lo que te voy a contar te va a gustar mucho
– eso ya lo veremos ¿por qué dices que me va a gustar mucho?
– porque es con mi hermana y porque es en público
– ¿en público? qué le hiciste a tu hermana en público
– la masturbé
– ¿la masturbaste en público? pero tú eres un insensato ¿y nadie se dio cuenta?
– nadie
– eso hay que oírlo, espera que me pongo en posición adecuada
– primero dime que llevas puesto y cuál es la posición adecuada y para qué
– cuando fui antes al baño me desnudé y me puse un albornoz, lo del albornoz es por si entra alguien y me tengo que tapar, estoy sentada en un sillón del salón y la posición adecuada es con las piernas subidas una en cada posabrazos, y para qué… pues tú me dirás…
– vamos, que estás como una ranita
– jajajajaja, eso, como una ranita cachonda… empieza
– fue un día que hacía calor y teníamos una comida de bastante gente. Ella llevaba unos pantalones piratas blancos de tela muy fina que se amoldaban perfectamente a su culito y dejaban transparentar sus bragas, también blancas. El restaurante estaba en primer piso y para subir a él había que hacerlo por medio de una escalera de caracol
– ¿estaba guapa verdad?
– estaba increíble, cuando empezó a subir por las escaleras yo me puse detrás de ella y su culo le fue quedando a la altura de mis ojos. El triángulo que formaban sus braguitas era diminuto y al ir subiendo por los escalones tan empinados hacía que sus braguitas se fueran metiendo poco a poco en el centro de su culo. La visión de su perfecto culito moviéndose al compás de cada escalón me excitó de golpe y me hizo pensar que iba a ser una comida muy especial
– vaya, no está mal el principio, eso promete, sigue
– en uno de los tramos de escalera ella se echó un poco para atrás porque el de delante hizo lo mismo y por unas décimas de segundo mi cara y mi boca tocaron su culo. Fue como un impacto. Si ya la tenía dura desde que empecé a subir, ahora ese beso en su trasero me acabó de poner a tope. Ella notó mi contacto y se volvió, nos miramos a los ojos y ella me sonrió y se le pusieron las orejas rojas
– eso era buena señal ¿no?
– sí, se dio cuenta que le estaba mirando el culo y eso le gustó, el último tramo de escalera lo hizo mucho más excitante, marcó más los escalones y subió las rodillas más consiguiendo que la braguita casi desapareciera entre sus dos maravillosos papos
– qué morbosilla…
– me senté enfrente de ella en uno de los extremos de la larga mesa. La mesa hacía una especie de ele y nosotros nos pusimos en la parte que doblaba y así quedamos como un poco aislados del resto
– qué llevaba ella puesto en la parte de arriba
– tenía una camiseta de verano de tirantes de color azul cielo que dejaba al aire sus hombros, sus axilas y su pecho hasta el comienzo de sus senos. El sujetador que llevaba era casi transparente y sólo tenía media copa, le servía para sujetar pero no tapaba más que la mitad de sus pechos
– vamos, que estaba divina
– fue la comida más excitante que he tenido en mi vida. No hacía más que mirar su cara, su escote y sus tetas. Ella a veces cruzaba su mirada con la mía y sonreía de una manera especial. Se daba cuenta perfectamente que mi ojos bajaban a través de sus hombros y se detenían en sus pechos, y allí se quedaban como hipnotizados. Pero eso no le molestaba, todo lo contrario, se dejaba mirar. Según pasaba la comida yo me fui dando cuenta que sus pechos se ponían más rígidos, que sus pezones iban marcando sus puntas a través de la tela de la camiseta. Era increíble, se estaba poniendo cachonda con mi mirada. También me pude dar cuenta que los lóbulos de sus orejillas estaban coloraditos, no cabe duda que por la excitación que sentía
– sabes, me estoy empezando a poner cachondita, lo cuentas de una manera que es como si lo viera, además, sabiendo lo buenísima que está tu hermana, pues para que te voy a decir… sigue… que pasó a continuación
– me sentí osado y me descalcé uno de los pies. Mientras hablábamos de cosas intranscendentes avancé el pie y lo pose encima de su sandalia. Ella acusó el impacto y me miró fijamente unos instantes y después forzó una sonrisa. No quitó su pie. Le empecé a acariciar suavemente por encima de sus dedos y por los lados del pie. Las sandalias que llevaba eran de esas que se mete una tirita entre el dedo gordo y el siguiente lo que hacía que su pie estuviera prácticamente desnudo
– el señor es un fetichista de los pies, ya lo sé…
– seguimos hablando como si nada pasara debajo de la mesa, pero mi masaje era cada vez más atrevido y abarcaba sus pies, sus tobillos y sus pantorrillas hasta dónde me permitía el pantalón llegar. Saqué mi otro pie del zapato y entre los dos pies le quite sus dos sandalias. Ahora tenía sus dos pies desnudos a merced de los míos. A ella parecía divertirle la situación y hacía como si no se diera cuenta de nada.
– me he sentado a lo indio en el sillón y he puesto los dedos de los pies lo más cerca posible de mi coñito, estoy intentando acariciarme con los dedos de los pies, aunque es un poco complicado, tengo veinte dedos alrededor de mi coñito, qué te parece
– intenta pajearte con los dedos de los pies a ver qué tal, pero vete despacio que todavía queda lo mejor
– vale, ahora he conseguido meterme el dedo gordo del pie derecho en mi rajita, sigue…
– yo quería sentir su piel en mi piel pero para eso me estorbaban los calcetines. Quitármelos allí sería muy escandaloso por lo que me levanté y me fui al baño. Me quité los calcetines y me los guardé uno en cada bolsillo. De paso, ya que estaba allí, aproveché para orinar. ¡Dios mío cómo tenía la polla! De la excitación pasada tenía la punta llena de líquido blanco preseminal. Me entraron unas ganas enormes de masturbarme, pero me contuve a duras penas y, después de hacer pis, me arreglé todo para que no se notara mucho la erección.
– el hombre sin calcetines…
– al volver a sentarme ella me echó una sonrisita con la boca llena de comida y bajó la vista como avergonzada. Se puso un poco colorada. Se había puesto el pelo por detrás de las ojeras y estaba preciosa. No tardé mucho tiempo en volver a las andadas
– y el resto de los comensales qué pasa, que no hablaban
– sí, en la mesa el ambiente era muy distendido y alegre, había mucho barullo y se bebía bastante, para nuestra suerte había uno por el medio de la mesa que no hacía más que contar chiste y decir chorradas, por lo que era el foco de atención de toda la mesa, en nosotros nadie se fijaba
– mejor así… tengo los dos dedos gordos de los dos pies dentro de mí, y con las manos los muevo de arriba abajo, este tipo de masturbación es nuevo para mí, presiento que voy a tener una corrida de las de época, sigue
– descalcé nuevamente mis dos pies y los adelanté hasta tocar los suyos. El contacto de mis pies desnudos sobre los suyos casi la hace atragantarse. No se espetaba esto. Seguía descalza por lo que deduje que el juego de hacer piececitos no le desagradaba en absoluto. Ahora ella también entró en el juego y nuestros pies empezaron a acariciarse como si fueran manos. En un momento entrelazamos nuestros dedos y nos tocábamos con casi toda la planta. Aquello era más excitante de lo que me había imaginado. Yo tenía una erección descomunal y quería imaginar que ella también estaría algo excitada.
– seguro que sí, mucho, yo por lo menos lo estaría
– con uno de los pies empecé a subir por una de sus pantorrillas por encima del pantalón. Era una especie de tanteo para ver cómo reaccionaba ella. Me miró a los ojos interrogándome pero no dijo ni hizo nada. Parecía que estaba a la expectativa a ver que era lo que yo pretendía hacer. Yo seguí con la exploración. Con el empeine de los dos pies le acaricié y aprisioné la pantorrilla y empecé a subir y a bajar hasta las rodilla. Después uno de mis pies se aventuró por debajo de la rodilla hasta el muslo. Paré cuando mi pie llegó a tocar la silla. Había llegado a mi límite y de allí no podría pasar si ella no hacía algo.
– pobrecilla, la estabas poniendo en un aprieto, es que hay que tener huevos para hacer eso en público a una hermana, si lo tuyo…
– de momento no hizo nada, siguió comiendo y hablando tranquilamente como si nada estuviera pasando por debajo de la mesa. Parecía que estuviera sopesando los pros y los contras de su actuación. De repente, hizo tres movimiento que me dejaron más excitado de lo que estaba. Levantó la pierna de la silla que estaba en contacto con mi pie para permitir que mi pie siguiera su camino, se arrimó lo más que pudo a la mesa dejando su culito al borde de la silla y abrió sus piernas todo lo que pudo. Todo esto a la vez que colocaba el mantel de la mesa sobre ella de manera que no se pudiera ver nada de cintura para abajo. Por suerte el mantel, al ser las mesas bastante estrechas, colgaba por ambos lados más de medio metro.
– sigue, cabrón, sigue, que me estás poniendo cardiaca
– me miró fijamente y se mordió el labio inferior como diciéndome "venga, a ver qué eres capaz de hacer". En ese momento casi me corro de la excitación. Me estaba dando permiso para que siguiera. Le miré la camiseta y pude apreciar claramente cómo se marcaban su pezones en ella: estaba muy cachonda y dispuesta a todo. No me hice esperar, avancé con los dedos de mi pie por encima de su muslo hasta llegar a la costura de su entrepierna. Allí detuve mi pie y con el dedo gordo empecé a hacer circulitos en torno a su bragueta. Notaba como ella imperceptiblemente movía sus caderas hacia delante para que mi dedo gordo quedaba en medio de su coño.
– ahora empieza lo bueno ¿no?, yo tengo todos los dedos empapados, me parece que no voy a tarde mucho en correrme
– mi dedo empezó a masturbar su coñito por encima del pantalón. Lo movía de arriba abajo y de izquierda a derecha. Ella a su vez empezó a abrir y cerrar las piernas para meter mi dedo lo más adentro posible. Era increíble la excitación que teníamos los dos. Y todo delante de todos los comensales que, por supuesto, no se enteraban de nada.
– estoy empapando el albornoz, como tarde mucho voy a manchar el sillón
– ya falta poco, aguanta. Seguí así durante unos minutos. Mientras encima de la mesa no pasaba nada y seguíamos comiendo tranquilamente, por debajo mi dedo gordo le estaba haciendo una paja en toda regla a mi hermanita. No me lo podía creer. De repente, ella bajó la mano izquierda, la metió debajo del mantel, apartó mi pie un momento y en una décima de segundo se bajó la cremallera del pantalón. Volvió a poner la mano encima de la mesa y me miró a los ojos guiñándome uno de ellos. Casi me da un soponcio.
– estaba totalmente entregada, me la estoy imaginando, la estoy casi viendo, joder qué excitación
– mi dedo se metió por esa puerta abierta y entró en contacto con su braguita. Ese contacto fue delicioso, tenía unas braguitas muy finas al tacto, ahuequé un poco los bordes de la bragueta y apreté todo lo que pude mi dedo en medio de su coñito. Logré que mi dedo y su braguita se metiera dentro de ella, no mucho, pero si lo suficiente para sentir como sus labios rodeaban mi dedo. Fabuloso.
– cómo estoy disfrutando de tu relato, ahora estoy acariciándome la teta izquierda con el pie derecho, me voy a romper
– jajajajajaja… Con el dedo allí metido empecé a moverlo, pero la tela de la braga no me dejaba hacerlo bien, se me enredaba en el dedo y no podía acariciar el interior como a mí me hubiera gustado. Ella se dio cuenta del detalle y volvió a bajar su mano izquierda disimuladamente. Estiró la braga hacia un lado y cogiéndome el pie por el empeine lo apretó dentro de sí. Subió la mano y la dejó otra vez al lado del plato
– tus pie dentro del coñito de tu hermanita, fantástico
– Ahora ya no había ningún obstáculo entre su coñito y mi pie. Sentí como sus jugos mojaban mis dedos. Ladeé un poco el pie y puse todos mis dedos en contacto con su rajita. La humedad que ella tenía allí facilitó que mis dedos se deslizaran hacia adentro y hacia fuera de tal manera que había veces que mi dedos quedaban atrapados dentro de ella. Al mirarla a la cara noté que estaba a punto de correrse. Cogió la servilleta y se la puso en los labios como para limpiarse, la dejó allí disimuladamente, apoyó los dos codos encima de la mesa y con las caderas hizo un movimiento hacia delante levantando el culo de la silla. Y así apoyando todo el peso del cuerpo en los codos y mi pie se corrió. Yo noté su corrida porque me duchó literalmente el pie con sus jugos ¡qué manera de soltar líquidos! Se le tensaron los músculos del cuello, su frente se puso roja y sus sienes se movieron con varios tic involuntarios. ¡Fue algo maravilloso! ¡No me lo podía creer! ¡Había masturbado a mi hermanita del alma en medio de una comida! ¡Y ella había disfrutado como nunca con la experiencia!
– me corro, me corro, me corrrrrrrrrrooooooooooooooo, ahhhhhhhhhh
– bien…
– muy bien, ha sido increíble, en un momento me he sentido tu hermana y me he corrido con ella, mi pie era tu pie, puffffffff, estoy agotadita… cómo acabó todo…
– cuando se calmó y se relajó le saqué los dedos de su coñito lentamente y volví calzarme notando dentro del zapato cómo mis dedos estaban pegajosos. Ella disimuladamente se subió la bragueta, recompuso su pantalón y se echó hacia atrás en la silla. Yo la miré fijamente a los ojos y le dije: "¡gracias!" Ella me respondió con una pícara sonrisa y me dijo "¡a ti!"
– te doy también las gracias por el orgasmo tan fabuloso que me has hecho tener, eres sorprendente
– gracias, tú si que eres un cielo
– oye, lo dejamos por hoy, ya no puedo más, me vas a matar
– jajajajaja… ya será menos, pero está bien, por hoy ya vale
– no tardes en llamarme
– no tardaré, te lo prometo, estas conversaciones se han hecho imprescindibles en mi vida, estoy continuamente pensando en ellas
– y yo, nunca imaginé que podía ser tan bonito el sexo telefónico
– adiós gatita
– adiós mi rey, un beso.
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