Incesto gay entre primos 4
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por getaway11.
Este es un breve resumen para los que no han seguido la historia.
Mi hermano y yo cogíamos desde que se no empezó a poner dura, siempre fuimos precoces muy calientes y a mí me gustaba ser pasivo con él.
Nunca tuvimos una relación romántica ni éramos celosos uno con el otro, lo nuestro era pura calentura y diversión.
Cuando empezamos a trabajar decidimos mudarnos juntos para compartir gastos y con la casa solos, revivimos nuestras viejas épocas de calentura.
Tenemos tres primos más pequeños que también tenían sexo entre ellos, aunque mi hermano y yo nos fuimos enterando de una forma muy cachonda.
Mi primito más grande, Pablo, se mudó con nosotros por casi un año, mientras estudiaba en la universidad y eventualmente terminamos cogiendo entre los tres.
Al siguiente año, su siguiente hermano Samuel, también entró a la universidad, entonces su padre les rentó un departamentos para ellos dos, sin embargo, nos sedujeron a mi hermano y a mí para terminar cogiendo los cuatro.
El primo el más pequeño, Miguel, aún era un misterio para mí, yo solamente sabía que él tenía sexo con sus otros dos hermanos y que estaba pronto a entrar a la universidad.
Para este momento yo tenía 29 años y mi hermano Alex tenía 32.
Los dos seguíamos viviendo juntos y teniendo sexo de vez en cuando, aunque también teníamos sexo con otras personas y eventualmente con nuestros primos.
A veces organizábamos fines de semana donde pasábamos los cuatro desnudos, pidiendo comida y tomando alcohol, dejando brotar nuestros instintos sexuales y dejándonos llevar por el placer.
Mi primo Pablo tenía 22 años, su hermano Samuel tenía 20 y el pequeño Miguel acababa de cumplir 18.
Hablar de Miguelito era un poco tabú por su edad, ni mi hermano ni yo queríamos meternos en problemas.
Al menos tratábamos de mantener el tema del incesto en privado y evitar que se enteraran más personas.
Alex y yo no sabíamos casi nada de la vida sexual de MIguel, ni si quiera sabíamos si él estaba enterado de lo que hacíamos con sus hermanos, aunque obviamente nos imaginábamos que mis tres primos estaban bien comunicados entre ellos pero preferimos no preguntar.
Finalmente llegó el primer fin de semana largo de la universidad y mis primos nos invitaron a pasar el fin de semana a su departamento.
Normalmente eso significaba llegar preparados para orgías pero ahora sería la primera vez con Miguel en la casa, así que no dimos nada por hecho y llegamos con muchas dudas de lo que podría pasar.
Casi siempre mis primos abrían la puerta ya desnudos o casi.
y listos para empezar la acción, pero esta vez desde el principio estaban un poco más distantes y abrieron la puerta como si fuéramos cualquier visita.
Los tres estaban con ropa deportiva, jugando videojuegos en su comedor, así que mi hermano y yo pasamos como cualquier visita.
Yo bajé mis expectativas y pensé que simplemente sería un fin de semana "en familia".
Mi hermano y yo queríamos ver si mis primos tomaban la iniciativa para empezar a cachondear pero ninguno de ellos lo hacía, así que disfrutamos simplemente de pasar el tiempo juntos, jugando y tomando alcohol.
El tiempo pasó volando y cuando llegó la noche nos dijeron que nos quedáramos a dormir para no conducir borrachos.
Yo pensé que finalmente iba a empezar la otra diversión pero no.
Mis primos pusieron unas cobijas en los sillones y nos dijeron que podíamos dormir ahí.
Como yo había tomado un poco de más, me fui a acostar y al poco tiempo me quedé dormido, ni si quiera me di cuenta de lo que hicieron los demás.
En la madrugada me desperté con ganas de ir al baño y todavía algo borracho.
Me quité la ropa que me incomodaba para quedarme solamente en boxer y playera.
Me paré tambaleando al baño y entré a lavarme los dientes y orinar.
Cuando regresé a acostarme, me di cuenta de que yo era el único que estaba en el sillón, mi hermano no estaba.
Entonces empecé a recorrer en silencio el departamento para buscarlo.
Primero me asomé a la habitación de Miguelito, con la esperanza de ver algo cachondo, pero no.
Mi primo dormía como si nada.
Luego me fui a buscar al cuarto de mis otros primos que compartían la pieza y al abrir un poco la puerta encontré justo lo que estaba buscando.
Mi hermano, Samuel y Pablo estaban entrelazados en un trenecito cogiendo.
Sus siluetas en la noche se veían deliciosas y aunque yo no podía ver a detalle pero miraba sus cuerpos frotándose y acariciándose, además se alcanzaba a escuchar un poco de los gemidos y las respiraciones pesadas que acompañan al sexo.
Dudé por un momento si unirme a ellos en la orgía, pero también me gusta mucho mirar, así que me quedé parado mirando a través de la puerta entreabierta mientras me masturbaba, también me excitaba verlos sin que ellos supieran que yo los observaba.
Empecé a sentirme con suficiente confianza para quitarme toda la ropa, de todas formas ya solamente tenía puesto el boxer que colgaba de mis rodillas.
Mi verga ya estaba bien dura y babosa por la excitación.
Me gustaba mucho como se veía mi hermano dominando a mi primos.
Samuel era totalmente pasivo y le gustaba mucho que le dieran duro y que lo cambiaran de posiciones, incluso le habíamos metido dos vergas al mismo tiempo y se calentaba mucho cuando le jugaban el culo.
Pablito era más versátil pero creo que porque mi hermano y yo somos mayores, le gustaba someterse a nosotros y dejarse penetrar.
A los cuatro nos gustaba mucho mamar verga, de hecho no podría decir quién de los cuatro lo hacía mejor, nos gustaba jugar con los labios, la lengua, hacer garganta profunda y tragarnos la leche, probablemente yo era al que más le excitaba el semen y le gustaba tragarse la leche ya que cada vez que podía terminaba tragándome sus leches o con ellos viniéndose en mi cara.
Mis primos tenían unos cuerpos muy bonitos, de músculos largos y marcados, sus vergas eran de largo normal y algo delgadas cabezonas, lo cual se me hacía perfecto para mamarlas hasta el fondo o para coger.
A pesar de ser delgados, sus nalgas estaban bien redondas y duras, además tenían muy poco vello en el cuerpo y les gustaba quitárselo todo, así que casi siempre tenían bien rasuradito el pito y el culo.
Mi hermano y yo ya teníamos más cuerpo de hombres, nunca fuimos gordos y nos gustaba hacer ejercicio, así que no desentonábamos tanto con el físico de nuestros primos.
Nuestras vergas son casi iguales, gruesas de unos 18 centímetros, solamente que yo tengo circuncisión y mi hermano no.
Mis primos se calentaban mucho con nuestras vergas gruesas y les encantaba chuparlas y ensartárselas por el culo, además de recibir vergazos en la cara y en los labios.
Pensando y recordando todas estas cosas, mi mente calenturienta y medio ebria empezó a confundirse en la madrugada.
Y por alguna estúpida razón me pareció buena idea irme a meter de nuevo al cuarto de Miguelito.
Al principio me acerqué para mirarlo, yo no quería asustarlo ni nada por el estilo, solamente verlo dormir.
Entonces él se giró en la cama y dejó descubierto su lado izquierdo del cuerpo, mostrando toda su piel y dejándome ver que no tenía nada de ropa.
Se le podía ver claramente el huesito de la cadera tan sexy, parte de su abdomen, el pecho y una pierna larga y musculosa.
Una vez más, el instinto sexual me llevó a hacer algo estúpido y empecé a acariciar su entrepierna por encima de la cobija.
Su verga aún estaba tapada pero podía sentir claramente el bulto sobre la cobija y me parecía que tenía una erección.
Luego mi primo se acomodó de nuevo y yo retiré por un momento mi mano, pero lo que hizo fue jalar más la cobija y abrir más las piernas para mostrarme más piel.
Tomé ese movimiento como una invitación a seguirlo tocando, así que empecé a acariciarlo con más confianza, no solamente sobre la cobija sino también por las partes de su piel que estaban descubiertas.
En un momento me convencí a mi mismo que mi primo estaba haciéndose el dormido.
Así que tomé valor y metí mi mano bajo las cobijas, mi mano temblaba de la excitación y mi corazón latía fuertemente.
Recordé las mil veces que hice lo mismo con mi hermano, desde que éramos pequeños y yo me despertaba caliente en mitad de la noche, me quitaba la ropa y me iba a seducirlo a su cama para que me cogiera.
Solamente que ahora en lugar de hacerlo con mi hermano 3 años mayor, lo estaba haciendo con mi primo 11 años menor que yo.
Casi de inmediato me surgió una duda de lo que estaba sintiendo con mi mano, no podía creerlo, así que tuve que prender la luz y casi no me importó que mi primo se despertara, pero necesitaba corroborar que estaba sintiendo una verga enorme, blanda pero gruesa y cabezona.
A diferencia de sus hermanos, mi primito tenía una verga muy gruesa, fácilmente más gruesa que la mía y por lo menos así dormida se veía gigantesca.
Miguelito no reacción a la luz, así que me agaché sobre él y empecé a chuparle el pito.
Me daba vueltas en la cabeza la curiosidad de saber cómo sería su verga totalmente erecta.
Poco a poco fui sintiendo como crecía su miembro dentro de mi boca, esa sensación siempre me ha calentado de formas que no puedo explicar.
También sentía como me iban llenando su sabor y su olor.
Siempre me han emocionado las vergas grandes y la morbosidad de estar chupando este delicioso descubrimiento me estaba volviendo loco.
Entonces mi primo dejó de hacerse el dormido y se quitó por completo las cobijas dejando ver su hermoso cuerpo, me empujaba la cabeza con sus dos manos para cogerme por la boca y gemía de placer.
De pronto se detuvo y me dijo, ve a la sala y ponte en cuatro patas sobre el sillón, quiero que me esperes con la cola parada y listo para que te dé.
Me sorprendió el tono tan directo y la autoridad con que me habló mi primo el más pequeño y obviamente hubo algo muy atractivo y excitante en eso.
Me paré obedeciendo su orden.
Pasé rápido al baño para darme un duchazo y prepararme para que me culeara, cuando estuve listo hice exactamente lo que me pidió, bajé la intensidad de la luz y me puse en cuatro sobre el sillón.
No pasaba nada y yo me ponía impaciente, así que tomé unos tragos de la botella de tequila que estaba en la mesa, pensé que eso me iba a ayudar a tranquilizarme pero solamente hizo que se me subiera de nuevo la borrachera y las ganas de dejarme llevar por el sexo.
De cualquier forma yo estaba de nuevo caliente y listo para recibir a mi primo con el culo abierto.
Oí pasos y no quise voltear para no echar a perder la fantasía.
Ya había intentado hacer cosas dominantes antes pero en realidad no era lo mío, a mi hermano también le gustaba dar órdenes y ser rudo pero mi estilo era más erótico pero esta vez era diferente, estaba más excitado porque era mi primera vez con Miguelito y porque me había llegado con la sorpresa de tremendo fierrote con que me iba a dar culo, además de su actitud de machito que me prendió de inmediato y me devolvió las ganas de dar culo.
Finalmente me tomaron por el culo y me empezaron a frotar una verga entre las nalgas, yo seguía sin voltear porque asumí que era Miguel.
Pero de pronto oí otros pasos que se pusieron frente a mi cara y me puso su verga en la boca.
En realidad tenía a Miguel en frente mío que quería seguirme cogiendo por la boca pero mi hermano Alex se había unido y al encontrarme con el culo abierto no se resistió las ganas de darme verga.
Como yo ya estaba bien relajado, mi hermano me dejó ir su verga hasta el fondo.
Yo solté un ligero quejido pero bien que quería, así que seguí chupando el pito de mi primo mientras mi hermano se daba gusto por detrás mío.
Alex me cogió tan rico como cuando éramos adolescentes, me daba topes cruzando la verga en mi interior de una forma que tocaba mi próstata y me hacía gemir involuntariamente de placer.
Yo sentía como toques eléctricos dentro de mi culo, mientras trataba de apretar mi ano para succionar el palo de mi hermano entrando y saliendo.
Mi verga chorreaba lubricante toda babosa de tanta excitación y acción.
Mi hermano de pronto se detuvo y me di cuenta de que me había llenado el culo de mecos, ya tenía muchos años que no se venía dentro de mí y me dio mucha calentura por la nostalgia de los viejos tiempos.
Luego llegó de pronto mi primo Pablo que estaba por ahí y también aprovechó para meterme el pito, era la primera vez que me cogía, ya que siempre había sido pasivo conmigo y ahora se invertían los papeles.
Me dio un poco de pena que me agarró con el culo bien abierto y yo sentía que no podía apretar nada, lo que permitió que Pablito me diera intensamente con toda su lujuria.
Luego me jaló para ponerme sus piernas en el hombro y empezó a cogerme justo en la posición que más placer me da.
Mientras su hermanito Miguel seguía dándome de vergazos en la cara y en la boca.
Yo solamente me dejaba llevar por tanto placer, rodeado de tantos pitos.
Pablo sacó su verga de mi culo, más cansado y excitado que al principio.
Para ese momento su hermano Samuel ya estaba también en la sala con nosotros.
Entonces Pablo se sentó en el sillón y Samuel se le echó encima para cabalgar su verga, abrazados y besándose, esa posición les gustaba mucho.
Miguelito finalmente aprovechó para ponerse atrás de mí y subir mis piernas en sus hombros, me metió el pito y me empezó a coger.
Así con las piernas la hombro yo sentía que me iba a venir, mi verga rebotaba contra mi ombligo a cada golpe que me daba.
Yo cerré los ojos y sentía que veía estrellas, mi primo tenía su verga tan gruesa que volvía a sentir que me partía el culo en dos a pesar de que yo ya estaba dilatado.
Se acercaron Pablo y Samuel para masturbarse en mi cara y me tiraron leche por todas partes, salpicaron mi cara, pecho, abdomen y hasta un chorro alcanzó a manchar a su hermano que me cogía.
Se vinieron casi al mismo tiempo pero el primero en disparar fue Pablo y después Samuel.
Yo aproveché para chupar sus vergas y dejarlas totalmente limpias.
Mi hermano se acercó y empezó a mezclar todos los mecos que tenía sobre mi cuerpo con su mano y me metía los dedos a la boca para que los chupara, yo tragaba el delicioso manjar salado de mis primos.
El pequeño Miguel ya estaba cansado de levantar mis piernas, así que le pedí que se detuviera y me puse de nuevo en cuatro sobre el sillón y empezó a cogerme de a perrito.
Su verga me entraba derecha y me daba justo en la próstata, así que no tardé mucho en volver a sentir esa sensación de que iba a venirme sin tocarme y sin poder controlar mi cuerpo.
Justo estaba tratando de retrasar el orgasmo cuando mi primo dijo en voz baja que se iba a venir, entonces sacó su verga de mi culo y me llenó las nalgas y la espalda con su leche, sentí como me caían las gotas calientes en la piel.
Yo le dije que también iba a venirme y se agachó para chuparme el pito hasta que me vine en su boca y se tragó mi leche.
Yo me retorcía de placer y me estremecía del orgasmo.
Sentía que todo en la habitación daba vueltas y mi corazón latía como si fuer a reventar mi pecho.
Caí en el sillón, ni si quiera pude acomodarme bien.
Entonces Miguelito me dio un beso en la boca y su saliva aún sabía a mi leche, mi hermano también se acercó y fue una de las pocas veces que nos besamos, yo estaba tan caliente que no me importó rozar mi lengua y mis labios con Alex.
Tenía leche de mi hermano en el culo, de mis primos Pablo y Samuel en la cara y el pecho y de Miguel en las nalgas y la espalda.
A partir de esa noche me entró una obsesión por la leche de mis parientes.
Mi primo Samuel llegó con unas toallas para que nos limpiaramos el cuerpo, yo todavía tardé un poco en recuperar la respiración y poder levantarme para ir a ducharme.
Cuando salí del baño, mis primos Pablo, Samuel y mi hermano estaban acostados en la misma cama y mi primo Miguel me pidió que me fuera a acostar con él en la otra.
Yo abracé a mi primo para dormir y el me confesó en el oído que tenía muchas ganas de estar conmigo, que le gustaba coger con todos pero que en especial me traía ganas desde que empezó a tener erecciones y que por fin se le había hecho realidad.
Yo no tenía realmente una fantasía con él previamente a esa noche, pero definitivamente se volvió parte de mis sueños eróticos y fantasías.
Le dije que esperaba no haberlo decepcionado y me dijo que fue mejor de lo que se hubiera imaginado en sus fantasías.
Así finalmente se cerró el círculo sexual de los cinco primos.
Estuvimos teniendo sexo intensamente durante unos dos años más pero poco a poco fuimos involucrándonos con otras personas y cuando mis primos terminaron la universidad se mudaron a otras ciudades.
Ya pasaron seis años y ahora cuando nos reencontramos en fiestas familiares tratamos de hacer un espacio para recordar viejos tiempos en moteles o en casa de alguien pero casi nunca nos hemos vuelto a reunir los cuatro.
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