Infidelidad III: La exvecina
Tercera entrega de esta serie que cuenta las aventuras por las que he pasado a lo largo de mi vida..
Antes de empezar, me gustaría hacer solo una aclaración. Podrán ver que muchas cosas pasaron cuando recién me cambié de ciudad, pues sí, así sucedió, en un ventana de tiempo de casi un año, tuve aventuras con varias mujeres a la vez, en un lapso se me llegaron a juntar hasta 3 (veía a una un día, a la semana a otra y así), aunque después algo se terminaba, y algo más empezaba, o veía a una y pasaba mucho tiempo para volver a verla, pero pasaba algo con otra.
Entrando en materia, ahora toca turno de Mariana, una vecinita que tenía donde me fui a vivir cuando recién me casé. Era una mujer un poco mayor que yo (unos 5 años), madre de dos hijos, no tan bonita, llenita tirándole a gordita, principalmente caderona, nalgotas y piernotas, y poca teta.
Aunque podría decir que desde la primera vez que hablamos hubo atracción, a mi en lo personal me cautivaron esas nalgotas enfundadas en unos leggins negros que se transparentaban un poco y dejaban ver un cachetero y la celulitis de sus nalgas, eso me prendió y pensé que sería genial tener alguna vez esa preciosura en 4. Durante los años que viví ahí tuvimos muy buena relación, pero sin llegar a más, pero a veces, cuando coincidíamos solo ella y yo había algo de coqueteo e indirectas, pero hasta ahí. Varias veces la invité a salir sin que se concretara algo.
Después cuando me voy de la ciudad y que vendí la casa, tuve que pedirle de favor que me apoyara a entregar algunos equipos como el modem, la antena de la TV cuando fueran a recogerlos, y ese fue el pretexto para estar en contacto con ella después de irme, seguimos escribiéndonos todos los días, y poco a poco las conversaciones fueron subiendo de tono, al punto que empezamos a mandarnos fotos en ropa interior. Me encantaba recibir en las tardes fotos de ella en un baby doll negro, o en un conjunto blanco de encaje, que dejaba ver la mata de pelo que tenía en la entrepierna. Siempre le pedía que me mandara fotos de espaldas, quería ver esas nalgotas en tanga, pero me constó mucho convencerla, decía que no le gustaba la celulitis que tenía, aunque era lo que más me gustaba a mi. Después de algunos meses de llevar todo vía virtual, nos decidimos a dar el paso. En un viaje de trabajo que hice a mi ciudad de origen, nos quedamos de ver en el estacionamiento de un centro comercial, ahí dejamos su carro, y nos fuimos en el mío al motel, ella es maestra, por lo que le daba miedo que la fueran a conocer en la calle alguien diferente al esposo, yo en mi carro con placas de otro estado pasaría desapercibido. Así que nos fuimos al motel, después de varias paradas en el camino porque se quería echar para atrás, decía que nunca le había sido infiel al esposo, que le daba miedo que la cacharan, etc etc, pero al final aceptó…
Cuando llegamos al cuarto, se me fue encima a besos, me calentaba mucho su forma de besar, metiéndome la lengua de una forma muy disoluta, llenándome de baba y sentía su respiración caliente en mi cara. Yo la acariciaba toda y poco a poco le fui quitando la ropa hasta dejarla en una tanga color rosa de hilo, era tan chica que se le salían los pelos de la panocha por todos lados, y con las lonjitas tapaba el hilo, entonces hasta daba la impresión de no tener puesto nada, eso me calentaba más, se la iba a quitar y le dije que se la dejara, la acosté en la cama, la abrí de piernas y le hice a un lado la tanga, y empecé a hacerle sexo oral, al principio puso un poco de resistencia, pero después se rindió al placer, ella misma se abría de piernas lo más que podía con sus manos mientras yo la lamía toda y con mis manos le acariciaba todo lo que estaba a mi alcance.
Después de un rato, me dijo que le tocaba a ella, me jaló para que me acostara a lado de ella, y después de recorrerme con sus labios e ir bajando poco a poco, me empezó a hacer oral ella a mí. Se notaba que no era muy común que hiciera, pero se esforzaba, lo que me encantaba es que de vez en vez me lamía los huevos mientras me masturbaba. Cuando le dije que quería entrar, se paró, se quitó la tanga y se subió en mí. Yo llevaba condones pensando que me pediría usar protección, pero no, solo se subió en mí y empezó a montarme, yo obviamente la dejé.
Mientras me montaba yo le masajeaba las nalgotas y le lamía las tetitas, que eran más pequeñas de lo que pensé, pero no importaba en ese momento. Después me dijo que me podía venir en el momento que yo quisiera, pero yo quería seguir disfrutando, le pedí que se acostara boca arriba y se abriera de piernas, ella lo hizo y ahora yo me subí en ella y la empecé a embestir, ella se abría lo más que podía y me decía que le diera fuerte, y yo le hacía caso hasta que no aguanté más y me vacié. Ella esperó hasta que dejé de chorrearme para bajar las piernas, nos acomodamos y nos quedamos acostados un rato, y empezamos a platicar. Las pláticas con ella eran muy ricas después del sexo porque era muy desinhibida, como si fuera otra persona diferente que con la que chateaba. Esa vez hablamos esto:
- Oye y tú cada cuanto coges con tu esposa? – me preguntó
- Pues ahorita que estamos en ciudades separadas cada mes que nos vemos, y eso si no está en sus días o algo así – le respondí
- Con razón andabas todo ganoso – me dijo riendo (lo que no sabía era que tenía con quién desquitarme además de ella).
- Sí pero además ya te traía muchas ganas – le dije
- Pues yo también a ti, yo la verdad es que con mi marido cojo al menos 3 veces a la semana, así que me tiene bien atendida, pero tú te me antojabas – me respondió
- Pues que bueno por tu marido y por ti, pues ya me probaste igual y ya se te pasa el antojo – le dije
- Pues sí me gustó, pero no te puedo asegurar que esto pase muy seguido – me contestó
Y efectivamente, pasaban varios meses para poder tener otro encuentro, en primer lugar, yo iba una vez al mes a la ciudad, y casi nunca coincidíamos. Ya casi lo daba por perdido, hasta que un día me escribió y me dijo que me traía ganas, que cuando iba para que nos viéramos, efectivamente tenía una ida en esos días y nos pusimos de acuerdo y volvimos a coincidir como esa vez. Cuando la vi se me hizo agua la boca, se veía más gordita, y llevaba una falda que dejaba ver esas piernotas ricas con tacones. Nos fuimos al motel otra vez, desde el camino ya iba yo acariciándole las piernas, y me dijo en el camino que tenía muy poco tiempo, una hora en total, y de ida y regreso serían mínimo 20 minutos. Primero me molesté un poco pero ya estábamos ahí, eso era mejor que nada. Así que llegamos y directo a lo que íbamos.
Nuevamente me fui directo a hacerle sexo oral, me encantaba la mata tan abundante de pelo que tenía, se la lamí por un rato, sin quitarle la falda, ni la tanga blanca que llevaba ni las zapatillas. Estuve así unos minutos y después si nos quitamos la ropa y en seguida se puso de perrito. En nuestras platicas en chat ya le había dicho que quería cogérmela en esa posición. Ella complaciéndome se empinó, y yo le abrí las nalgas y se la dejé ir de un solo golpe. Estuve bombeando un rato y ella me dijo “recuerda que tienes poco tiempo” yo empecé a aumentar el ritmo y me calentaba ver esas nalgotas moverse por mis embestidas y me vine al instante.
Tuvimos un rato para platicar y nuevamente la platica estuvo buena, ya que le dije que yo me sentía un poco mal porque normalmente busco que mis parejas también logren tener un orgasmo, a lo que respondió que no me preocupara, que como bien me había dicho, ella no se va a coger conmigo por insatisfacción, sino por antojo, y esa vez traía ganas de mi pero una noche antes su marido la había atendido, y que si quería más tarde le pedía a su marido otra vez, y cerró “así que cuando nos veamos, no te preocupes de eso, eso no me falta, lo que me gusta es ver como disfrutas haciéndome tuya”. También me dijo que le podía pedir lo que fuera siempre que no la marque, y no ensucie su ropa, así que eso lo guardé para la siguiente…
Tuvo que pasar más de un año para una siguiente y ultima vez. Aunque empecé a ir hasta dos veces al mes, entre trabajo y personal, ella siempre tenía algo más que hacer, normalmente algo que ver con su hijo mayor. Hubo dos veces que ya habíamos quedado y poco antes de que se llegara la hora me cancelaba que porque a su hijo le había pasado algo o lo tenía que llevar a algún lado. Todavía la vez que nos vimos el hijo le estuvo llamando para preguntarle donde estaba, ella se puso muy nerviosa, le dijo que tenía un problema y le llamaba más tarde, y apagó su celular por el rato que estuvimos juntos, y otra vez me dijo “no tenemos mucho tiempo, así que ya sabes, no te preocupes por mi, tú solo disfruta”. Y eso hice, parecía que sabía que sería la ultima vez, enseguida llegamos, nos quitamos todo, la puse de cañón y le hice sexo oral así, le abría las nalgotas mientras la lamía toda, y le dí algunos lengüetazos en el culo, ella solo apretaba pero no decía nada, la empecé a coger mientras le abría las nalgas y le veía el culo que se veía estaba acostumbrado a recibir verga. Le pregunté si le podía dar por atrás y me dijo que si, me puse un condón y se la dejé ir por el culo, ella se quejó un poco al principio pero después ya recibía mis embestidas sin problema. Quería terminar el acto llenándole esas nalgotas de mi leche, me salí, me quité el condón y seguí dándole por la vagina, en esos momentos una idea vino a mi mente, ella empinada recibiendo verga de su hijo, la sola idea me hizo venir en segundos, me salí y me corrí sobre esas nalgas y culo que habían sido míos.
Después de eso platicamos otro rato, yo le decía que su hijo la celaba mucho, más que el marido incluso, y le dije que de seguro la deseaba, ella se reía y me decía que estaba loco, pero después de un rato aceptó que si era muy celoso con ella, y que sí lo había visto más de una vez viéndole las nalgas, pero solo eso. Yo siempre, hasta el día de hoy sigo pensando que puede que hubiera algo entre ellos, porque igual ella mostraba una fijación muy grande por él.
Esa fue la última vez que estuvimos juntos, después hubo muchas veces que quedamos y no se pudo, y la verdad es que igual me aburrí de eso. Y como todo lo bueno, terminó, no sin dejarme buenos recuerdo y aún más, buenas fantasías de ella con su hijo, que me ayudan a inspirarme en mis ratos de soledad…
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