Iniciado de otra forma
Mi pequeño hijo me pidió sexo… y se lo dí….
Mi nombre es Miranda, soy madre de un hermoso niño de 12 llamado Sam.
Yo tengo 35 años, me considero una mujer atractiva.
Les contaré como hace más de cinco años enseñé a mi hijo a tener sexo de una manera sumisa.
¿Qué como se lo enseñé? Bueno, todo empezó cuando él obtuvo una revista para adultos (no, no tengo ni la menor idea de dónde ni cómo la consigió realmente).
Yo estaba trabajando en la oficina de la casa cuándo Sam entró.
-Mamá, ¿qué hacen éstas personas?
Dijo mostrando una página de la revista a un hombre cojiendo a una mujer de perrito.
-¡¿De dónde sacaste eso?!
Dije mientras le arrebataba la revista.
-Lo encontré, ¿es malo?
Yo soy amante del sexo, pero jamás creí que un niño me preguntara si el sexo es malo. Menos viniendo de mi hijo. ¿Cómo diablos un niño muy pequeño va a saber eso?
-No Sam, eso se llama sexo. Es solamente para adultos. No…
-¿Por qué para adultos?
Dijo interrumpiéndome y mostrando curiosidad y un poco de enojo en su carita.
-Es para adultos porque nosotros tenemos el cuerpo más desarrollado para eso. Mira, cuando seas grande, te darás cuenta que ya estas desarrollado cuando tengas algo llamado erección.
-¿Qué es eso?
-Es algo que pasa le pasa a tu pajarito cuando ya eres grande. Ya te darás cuenta. Cuando seas más grande, podremos hablar de eso. ¡Ahora vete y deja de pensar en eso! Tengo que seguir trabajando.
Sam salió de mi oficina algo extrañado. Ojalá su padre estuviera aquí para explicarle eso, pero lamentablemente nos tuvimos que separar.
Cuando Sam nació, nuestra situación era muy romántica. Pero no sé que le pasó a Ismael, mi esposo, que se fue sin decirme nada.
Unos días después, me llamó en la noche. Dijo que lo nuestro ya no era lo mismo, que él esperaba otra cosa al tener un hijo. Que mejor era romper. Estaba discutiendo con él, pero luego él dijo que me depositó dinero en la cuenta y colgó. Nunca volví a escuchar ni lo volví a ver.
Decidí criar a Sam sola. No fué fácil, pero lo conseguí.
Al terminar de trabajar, salí con la revista en mano. Me picó la curiosidad de qué habia dentro.
Lo hojée un poco y no había nada en especial. Pero no podía dejar que mi hijo lo vea otra vez.
Caminé hacia mi habitación, lo guardé en mi armario, un lugar en donde Sam no llegara. Para mi sorpresa, me encontré un juguete sexual: un strapon.
Cuando terminó esa llamada, fuí a mi habitación, me acosté en mi cama y me pusé a llorar contra la almuada, estaba destrozada.
En ese momento una amiga me llamó para saber cómo estaba, lo cual no mentí. Se lo conté todo. Me dijo que iría a mi casa para consolarme.
Cuándo llegó, dijo que necesitaba ir al baño. Al salir, tenía ese strapon puesto. Dijo que yo necesitaba un buen sexo. Estaba desmotivada, pero al final acepté. Estuvimos cogiendo toda la noche hasta quedarnos profundamente dormidas.
A la mañana siguiente me dijo que lo conservara, por si lo necesitaba. Era un reglo.
Miré ese strapon con nostalgia.
-¿Qué más da?
Cerré el armario y me preparé para almorzar con mi hijo.
En el almuerzo, mi hijo estuvo igual cuando salió de la oficina.
-Dije que dejaras de pensar en eso.
-Má, ¿tú tienes algo como yo o tienes algo como esa mujer?
-Hijo, deberías dejar el tema, por favor. No estoy de humor.
Suspiré con un poco de estrés, ¿ahora qué debo hacer?
Seguimos almorzando como si nada, Sam se fué a su habitación, espero que esté jugando con sus juguetes con normalidad.
Yo me fuí a la mía para ver un poco de Netflix hasta la cena. Por suerte el resto del día ocurrió tranquilo. Mañana vienen los de la basura. Tiraré la revista a la basura y les daré la bolsa y ya. Problema resuelto.
A la mañana siguiente, Sam me despierta moviendome el brazo.
-Mamá, ¿qué le pasa a mi pajarito cuando tengo una erección?
Me desperté un poco molesta por escuchar el tema otra vez.
-Hijo, habíamos acordado dejar el tema. ¿O quieres preguntarles a todos tus compañeros del kinder sobre eso mañana? ¿Quieres meterte en problemas? ¿Quieres resivir un castigo?
-No, mamá.
Dijo mientras bajaba la cabeza con miedo.
Al parecer con eso lo tranquilicé porque se notó que lo asusté. Ya aliviada le pedí que se fuera. Tiré la revista a mi cesto de basura, cerré la bolsa, salí a la calle para darle al basurero la bolsa, y me volví a meter a la casa.
-Por fin, ya dejamos el tema .
Me dije a mi misma mientras me dirigía a mi oficina a trabajar.
Por mi suerte el resto del día y de la tarde resultó tranquilo. Sam había dejado el tema y yo podía dormir tranquila… o la menos eso pensé.
Sam me llamó desde su habitación. Fuí pensando de que él me preguntaría si podía llevar un juguete al kinder mañana como de costumbre.
Al entrar a su habitación, Sam no tenía ropa. Estaba desnudo viendo hacia abajo.
-¿Sam? ¿Todo bien?
Pregunté mientras entraba a la habitación.
-Creo que tengo eso, mamá
Decía mientras se volteaba, mostrando su pequeño pene de 6 cm parado.
Al verlo, me llegó una ternura muy grande. Le dí una sonrisa a mi hijo. Me arrodillé para estar a su altura.
-Sí, hijo. Tienes una erección.
Le coloqué la mano en su mejilla, al parecer no dejó de pensar en eso.
-¿Ya soy grande, mamá?
Preguntó con una voz muy tierna.
-Ya, ya lo eres, cariño.
-¿Podemos…?
Bajó la mirada apenado.
-¿Qué?
Pregunté con tranquilidad, aún sabiendo qué me estaba pidiendo.
-¿Sexo?
Preguntó con mucha inocencia.
Lo pensé. No debería hacer esto por muchos motivos. Pero, si hay lugares en donde lo permiten y no pasa nada con los niños, ¿por qué no ahora? Sería otra forma de ver la sexualidad. Pero… no sabía lo que estaba pensando, era una locura. Pero quiero… pero no quiero…
-De acuerdo.
Suspiré aceptando lo que quería.
-Pero con la condición de que no se lo digas a nadie y que no lo repitas con nadie más, ¿de acuerdo?
-¿Por qué?
-Aunque no lo creas, el sexo también es peligroso. Hay personas que te puede lastimar. Ven vamos a mi cuarto.
Lo llevé agarrándole la manita a mi habitación. Cuando entramos, le pedí que se sentara en mi cama. En eso me di media vuelta y sentí como mi hijo me daba una pequeña nalgada inexperta. Me voltee enojada, no era el comportamiento que yo esperaba de mi hijo.
-¡¿Dónde aprendiste eso?!
Le dije mientras alzaba la voz.
-Lo ví en la revista.
Decía mientras bajaba la cabeza, ya estaba perdiendo la erección.
-Nada de lo que hayas visto realmente existe, hijo.
Al final pude tranquilizarme.
Lo dirigí a la cama y lo senté en ella, abrí las piernas al niño que nació de mí y metí su pequeño pene en mi boca. Empecé a chuparselo, succionandolo suavemente. Mi corazón se aceleró, le estaba haciendo un oral a mi pequeño hijo. Era tan exitante… auque no sabía mucho, era casi como si chupara un dedo, uno pequeño, pero aun así se sentía muy diferente. Al notar que se le empezó a parar de nuevo, lo solté y me fuí a sus pelotitas. Metí su pequeña bolsa me mi boca e hice lo mismo; succioné suavemente.
Me cabían perfectamente en la boca.
Subí la mirada y pude ver que mi hijo me miraba con los ojos bien abiertos.
Solté sus pequeños testículos en desarrollo y lo empujé hacia atrás para recostarlo en la cama. Levanté sus piernas y ví ese pequeño ano. Lamí suavemente su escroto de arriba hacia abajo. Al llegar su ano, empecé a chuparlo, lamerlo, besarlo y al final le metí la lengua. Llegué a esuchar a mi hijo gemir mientras sentía como sus pequeñas piernas empezaron a temblar un poco. Seguí por un rato, divertiendome con él mientras metí mi mano en mi pantalón y me empeze masturbar, ya estaba bien mojada. Al terminar, me levanté y miré a mi hijo.
-Esto es sexo, cariño. ¿Te gusta?
-¡Sí! Me gusta mucho esas cosquillas, mami.
Decía mientras mantenía las piernas como abiertas, como si me estuviera pidiendo más.
Me levante y me desvestí frente a él. Se me hizo muy divertido ver cómo Sam me miraba con los ojos y la boca bien abiertos. Al terminar, me senté al lado suyo y abrí las piernas.
-Ahora quiero que tú hagas lo mismo conmigo.
Con eso me recosté y abrí las piernas. Sam se bajó de la cama y fué directo a ver mi sexo, se le quedó mirando por un rato.
-Sam, es de mala educación quedarte así.
Dije mientras hacía dura la voz.
Me miró y sin pensarlo dos veces, se agachó y empezó a lamer mi vagina con mucha rapidez.
-Hijo, hazlo más lento.
No bajó mucho la velocidad pero bueno, tampoco esperaba a un profesional. Aunque lo que sentía era algo excelente. Masajé mis senos mientras Sam estaba ocupado allí abajo. Se sentía bien, pero al poco rato me cansé de lo mismo.
-Detente, por favor, Sam.
Se paro y se me quedó mirando. Me quería reincorporar. Me senté en la cama pero Sam sequía mirando mi entrepierna.
-¿Ya voy meter mi pajarito ahí?
-No… vamos a hacer algo… diferente.
Me levanté y fuí a mi armario, saqué ese juguete que mi amiga me había dejado.
-¿Ves esto?
Se lo enseñé. Sam se le quedó mirando con mucha atención.
-Esto es otra forma de tener sexo. Lo que viste en la revista fué una forma de tener sexo, pero yo te voy a enseñar otra forma. Dije mientras lamia mis labios.
Me puse el strapon: un dildo metálico de 20 cm con unas bolas metálicas… Era algo grande para él, pero sé que lo aguantará.
-Vuelve a sentarte en la cama.
Se fué a la cama, no le quitaba el ojo a mi pene metálico. No percía tener miedo, pero tampoco sabía lo que iba a pasarle a su traserito.
Se sentó. Yo me acerqué a él con el dildo apuntando a él.
-Agarralo con tus manos y chúpalo como su fuese una paleta.
Y obedeció. Lo sujetó y lo empezó a chupar; lo hacía muy lento, con desconfianza y sin experiencia. Puse mi mano izquierda mi en cadera mientras que con la derecha lo puse sobre su cabeza, sujeté su cabello con delicadeza, parando su moviemiento. Muevo mis caderas suevemente metiendo y sacando el pene metalico de la boca de mi hijo. Él solo me miraba. Lo acaricié la mejilla mientras el soltaba el dildo. Se lo saqué de la boca poco después, era tiempo de darle una pequeña lección de sexo.
-Ahora ponte en la cama como si fueras un perrito.
Al ver que no entendía lo que quería, lo recosté en la cama y le dí media vuelta.
-Muy bien, ahora alza tu pompis.
Levantó su traserito con un poco de ayuda mía. Mientras veía su entrada, acariciaba esos pequeños muslos, esos que yo había limpiado cuando él se hacía del baño. Pensé un rato mientras seguía tocandolo, creo que mañana voy a comprar unos pañales…
Puse en su ano lubricado el dildo metalico, frío y mojado. Empiezo a meter el dildo en su pequeño agujero. Fué obviamente un difícil, pero logré que entrara poco a poco. Éste se estremecía y se ponía duro.
-¡Mamá! ¡Espera, me duele!
-¿Qué pasa? ¿No querias tener sexo, hijo?
-¡Lo siento! ¡Perdoname, mamá!
-¿Qué lo sientes? ¡Jo, aún no has sentido nada!
Andaba en la lujuría dandole de una manera suave pero constante mientras el gritaba. Seguí dando por unos minutos mientras que mis pelotas chocaban con las de mi hijo. Dejó de actuar como si no lo gustara, ya después cambio de gritos a gemidos… ¿o eran ambos?
Me incliné y le agarré el pequeño pene. Mientras jugaba con él, me di cuenta que ya se iba a venir. Eso si era algo que quiero recordar, hice que mi hijo pequeño se venga. Agarré firmemente sus caderas y empecé a darle con movimientos más fuertes y rápidos. En eso, Sam se vino, dejando un pequeño hilo de semen en la cama. Él jadeaba y gemía, aún seguía dandole, pero disminuí la velocidad. Al terminar el moviemiento, me acerqué a su oído y le pregunté:
-¿Te gustó?
Dirigí mi mano a su miembro y jugué un poco con su pene y sus pelotas.
El solo gemía, pero al fin supe su respuesta.
-Sí…
Parece que quería descansar porque sentí como su peso se venía abajo.
-Que bueno. Ahora…
Dije mientras deslizaba el dildo fuera de su ya no virgen ano y lo puse de lado de su corrida.
Ahora quiero que limpies el desorden que dejaste en la cama.
Solamente miró su propia semen sin saber que hacer. Sacó cuidadosamente su lengua y le dio un probada. Me miró mientras lo saboraba.
-Así es chiquito. Limpialo.
Siguió mientras me quitaba mi arnes. Al verlo, me atreví a chuparlo mientras miraba cómo limpiaba su propio semen hasta terminar lo que hizo. Al terminar, fuí al baño y coloqué mi strapon en el lavamanos, luego lo iba a limpiar. Regresé con mi hijo y me dí cuenta que tenía un poco en su barbilla.
-Te faltó aquí
Lamí lo que quedó, sabía un poco salado. Ya que estaba cerca del rostro de mi hijo, ¿por qué no besarlo? Le dí un tierno beso en los labios, cosa que disfruté mucho. Al terminar, mi hijo me sonrió.
-Mmh, nada mal para un pequeñín. Si quieres, la próxima vez lo intentamos de una forma diferente… vamos a cambiar de turnos. ¿Está bien, cielo?
-Sí…
Aun seguía jadeando un poco, pero en sus ojitos reflejaban que no tenía confianza en lo que dije.
-Tranquilo, no va a ver juguete la próxima vez.
Le guiñé el ojo.
-Ahora vamos a dormirnos, mañana tienes que ir a la escuela. Recuerda que esto es solamente entre nosotros.
-Sí, mamá.
Y así fué como inicié a Sam en este mundo. Suelo divertirme mucho aunque él. Solemos tener sexo unas 3 o 4 veces a la semana. Ya se imaginaran como es con los pañales jejejeje.
Si quieren, les contaré en cómo lo humillé cogiéndomelo frente a mis amigas en la playa en otro relato, creo que lo llamaré «Un castigo en la playa».
Muy buena forma de iniciarlo, espero el siguiente relato.
Muy excitante tu relato