Inició con mi primo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hoy tengo 22 años, pero siempre fui muy caliente desde que tengo memoria.
En cuanto empecé a tener erecciones y a sentir placer al tocarme, empecé a sentir curiosidad por el placer que podía producir en otros hombres.
Y cuando eventualmente durante mi pubertad, llegó el momento de experimentar, las cosas se dieron con mi primo Alonso.
Alonso fue un niño problemático, unos dos años menor que yo, pero se llevaba bien conmigo y teníamos una relación bastante amistosa.
Nos veíamos al menos unas dos o tres veces al mes, en su casa, en mi casa, en casa de mi abuela, etc.
Y es aquí donde comienza la historia.
En una ocasión, nos quedamos a dormir en casa de mi abuela; compartíamos cama y era un espacio relativamente pequeño, para un par de pubertos que ya estaban dando el estirón.
En algún punto de la madrugada, por una razón u otra, empezamos a hablar de sexo y me preguntó si yo ya me la jalaba.
Y sí, yo ya lo hacía, pero por vergüenza, le dije que no.
Él me dijo que él sí y que se sentía con madre y procedió a quitarse la sábana para enseñarme su verga bien parada.
Nada descomunal, pero inclinada hacia abajo.
Empezó a jalársela hasta que unos minutos después, empezó a venirse.
Y listo, no se habló más del tema.
La siguiente semana, fuimos a descansar al rancho de la familia y estuvimos también compartiendo cuarto, dado que sólo íbamos él y yo.
Estando ahí, de noche, volvió a salir el tema.
Aunque esta vez, yo esperaba que llegara más lejos.
"Ya te la estás jalando" me preguntó y le dije "no, me empieza a doler cuando lo hago y que no sé qué estoy haciendo mal.
"
"A ver, enséñame como le haces".
Me saqué mi verga, aún dormida y empecé a masajearla, pero no se me estaba parando.
"¿Ves?" le dije, "Ni se me para".
Se quedó extrañado y luego él se sacó su verga, que ya estaba bastante dura y se acercó a mí.
"A ver, házmelo a mí a ver si me duele o algo".
Acerqué mi mano a su verga y empecé a masajearla como yo sabía que debía hacerse.
De arriba a abajo, despacio, cubriendo y descubriendo su glande que ya estaba rojo de la erección.
"No mames, lo estás haciendo super rico.
Síguele".
Yo continué, acelerando un poco más mis subidas y bajadas, mientras él cerraba los ojos y sostenía los gemidos.
Estaba encantado con la idea de estarle dando placer a mi primo.
"Ya mero me vengo", me dijo.
Yo seguí jalándosela hasta que echó unos chorros de mecos sobre su abdomen y listo; la paja había terminado.
la primera, al menos.
Después de eso, pasó otro mes para volver a verlo y fui a su casa con la intención de quedarme "a dormir" esa noche.
Estaba con nosotros otro primo y parecía que se iba a quedar también a dormir, por lo que pensé que mis planes de pajear a mi primo, iban a arruinarse.
En una oportunidad, estábamos mi primo y yo, sentados en la escalera y me susurró: "Ya quiero que ese pendejo se vaya.
La traigo bien dura ya".
Yo solo le sonreí y le vi la verga marcándosele bajo el short.
Unas horas después, el primo se fue y nosotros nos fuimos "a dormir".
Su habitación estaba en la parte de arriba de su casa y sola, entonces era bastante privado el espacio y podíamos estar despreocupados mientras yo le daba servicio a mi primo.
En un parpadeo, apagó el foco, abrió la ventana para que entrara algo de luz y aire fresco (por aquello de que el cuarto fuera a oler a verga).
Se quitó los boxers y se echó en la cama con las piernas extendidas.
Me senté alado de él sin decir nada y empecé a sobarle los huevos y la verga, hasta que se fue poniendo dura en mi mano, casi de inmediato.
Empecé a pajearlo, pero esta vez intenté algo más: me mojé los dedos con saliva y le acaricié el glande con ellos.
Un gemido se le escapó.
"Se siente bien rico cuando lo mojas".
Esas palabras fueron la señal que necesitaba.
Mi primo disfrutaba con su verga mojada.
Entonces abrí la boca y empecé a darle la primera mamada que había dado.
Él no dijo nada, sólo cerró los ojos y siguió disfrutando de mi boca.
Yo no sabía bien lo que hacía, entonces me basaba en lo que había visto en videos porno hasta entonces.
A como recuerdo, fue una mamada muy básica; dentro y fuera y listo, y repetir hasta que terminara.
Su verga entraba a mi garganta perfectamente, por la forma curva.
Fue una técnica que con los años fui mejorando.
Cuando estaba a punto de venirse, me avisó pero decidí quedarme ahí, porque los quería recibir en la boca, con la excusa de no ensuciar y yo sabía que a mi primo no le iba a desagradar echármelos ahí.
Su orgasmo fue muy fuerte.
Estaba tardando en recuperarse y entre suspiros me decía "No mames, estuvo super rico eso.
¿Te los tragaste?", "Sí", le dije sonriendo nervioso.
"Me gustaron mucho".
A partir de entonces, siempre que había oportunidad, mi primo vaciaba su leche en mi boca para que yo me la tragara.
Empezamos a tener rapiditos en el baño, de vez en cuando.
Pero a él le gustaba en su cama, relajado, sin bóxers y de vez en cuando hasta viendo porno en el celular.
Incluso eventualmente tuvo novia y no dejó de darme mi ración periódica de vitaminas que sólo se guardan en los huevos masculinos.
Nunca le pedí que me hiciera nada de regreso porque no lo necesitaba y sigo sin necesitarlo.
Mamar la verga de mi primo me hizo darme cuenta lo mucho que disfruto dar placer con la boca y más que eso, me encanta comerme los mecos.
Hasta la última gota.
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