Juegos entre primos 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por JSV0410.
Saludos, mientras voy esperando para quedar con mi sobrinita otra vez, les contaré un dulce recuerdo que tengo de mi infancia con un primo un par de años menor que yo; por aquel entonces teníamos 11 y 9 años respectivamente y empezábamos a descubrir nuestros cuerpos.
Este relato se sitúa en la casa de campo de mis tíos, a unos 20 minutos de la ciudad y dónde me quedé una noche a hacer de niñero de mi primo mientras la familia se acercó al pueblo para ir de fiesta.
Todo empezó un día cualquiera de las vacaciones de verano, fuimos al campo de mis tíos a pasar el fin de semana; por la mañana como es costumbre, fuimos a la piscina de la casa mi primo y yo juntos, llegamos los primeros ya que casi todos dormían aún.
Nos desnudamos hasta quedar con bañador y mi primo me preguntó porque tenía mi pene tan grande, fue cuando me fijé que aún tenía mi erección matutina y le contesté con total naturalidad que siempre estaba así por las mañanas.
Él se acercó a mi y se bajó su bañador, mostrándome su pene y bajó también mi bañador, poniendo su pene al lado del mío para compararlos.
El mío era un centímetro y algo más grande, yo aún no había empezado a desarrollarme; acto seguido, el cogió ambos penes con una mano y me dijo:
“Son muy parecidos, primito, aunque el tuyo es más gordito (ancho) y tus bolitas son más grandes” – decía mientras movía ambos penes con su mano y yo con la otra agarré nuestros huevos para compararlos.
“¿Te gusta jugar con ellos?, porque ahora que los has agarrado, veo que se nos han empinado a los dos y aun así no las sueltas.
(empinar es como decimos de pequeños que se nos pone dura)- dije mientras seguía sobando nuestras pelotitas.
“Sí, antes de vacaciones tuvimos una charla sobre el sexo en clase y nos enseñaron que los nenes más grandes que nosotros la tienen más grande, también nos dieron condones y nos enseñaron para que sirven, aunque no me quedó claro como se ponen.
¿Tu que eres mayor, me enseñarías?” – mientras decía eso, noté que hacía un movimiento de cascarla con nuestros pequeños rabos, yo me calenté y decidido a abusar de la situación le dije que cuando nuestros padres fueran al pueblo, jugaríamos y le enseñaría.
Acto seguido, nos dirigimos al agua con los bañadores en la mano y nuestros pitos al aire, no vimos nada malo en jugar así.
Estuvimos bastante rato jugando así, llegamos a jugar a luchas, dónde le pude restregar todo mi aparato por su culito bien durito y redondeado de crío de 9 años.
Entonces decidimos tumbarnos un rato al sol y echarnos una siesta.
Nos pusimos los bañadores aún con una erección los dos, nos estiramos panza abajo y nos dormimos.
Al rato, oigo unos ruidos y despertándome poco a poco veo a mi madre mirándome y diciéndome algo, después de despertarme bien, mi madre me volvió a hablar y me dijo que se iban todos al pueblo, que si quería ir o me quería quedar.
Como es obvio, le dije que quería quedarme, que no me interesaba ir al pueblo a ver como ellos se lo pasaban bien y yo me moría de aburrimiento (en el fondo quería ‘jugar’ con mi primito); ella me dijo que debería hacer de canguro para mi primo, que tampoco quería, pero sabiendo que yo me quedaba, podría hacer de canguro.
Me negué un poco para dar credibilidad y al poco rato acepté.
A los 20 minutos de decirme esto, se fueron todos al pueblo habiéndome dicho que no volverían hasta bien entrada la noche, que teníamos comida en la nevera y el teléfono para emergencias.
Les dije que, sin problema, que fueran tranquilos.
Cuando me aseguré de que se habían alejado lo suficiente, me quité el bañador y fui andando en pelotas hacia mi aun dormido primito.
Me acerqué a él y lo desperté; el se giró y me preguntó si se habían ido ya al pueblo, a lo que contesté que sí; el solito izo lo mismo que yo y se quitó el bañador, saltando su pollita al aire con sus huevitos blanquitos y sin pelo.
Entre los dos nos pusimos de pie y empezamos a sobar el pene del otro, yo le explicaba que eso era masturbarse y que, si lo hacía un buen rato, le saldría una cosita que le gustaría mucho de sus pelotitas.
Él, sabiendo eso, aceleró el movimiento de su mano con la intención de deslecharme; yo fui rápido y lo aparté preguntándole si quería que le enseñara lo de los condones, cómo se usan y todo.
Me miró con una sonrisa y me llevó a su habitación agarrado de mi pene como si fuera una correa.
Llegamos a su cuarto y de un cajón sacó un paquete de 6 condones y me lo dio, diciéndome que se los regalaban en la charla sobre sexo.
Antes de continuar le hice prometer que haría todo lo que dijera (solo para asegurarme un buen rato para ambos) a lo que él asintió.
Abrí un par de preservativos y le di uno a la vez que le dije:
“Mira, esto se pone en tu pene una vez que está empinado del todo, si no está duro, será muy difícil ponerlo.
Haremos esto, te lo pongo yo a ti, que ya sé hacerlo y tu a mí para probar.
Tú agarra la punta y desenróllalo como ahora haré yo.
” – dije a la vez que nos sentábamos y agarré su pene y de un solo movimiento le puse todo el condón (aunque sobraba mucho y le iba un pelín grande).
Él gimió un poco cuando recibió su primer condón, a lo que inmediatamente se puso a sobar su pollita para ver y tocar esa cosa que tenía puesta.
Dijo que se notaba un poco pero que, si se tocaba, era como si no existiera.
Estuvo unos instantes recorriendo su pequeña superficie hasta que lo vi sobándose sus colgantes pelotitas (uno de mis fetiches son los huevos cuando cuelgan mucho por el calor, y en esa habitación era como estar en una sauna) y me preguntó si podía probar él, lo que asentí con la cabeza.
Se acercó a mí, puso el condón en la punta de mi rabo y con un agarre bastante fuerte, colocó el preservativo en su sitio, suspiré durante todo el proceso por el morbo.
Entonces, antes de que me diera cuenta, me lo comenzó a masturbar él solito diciendo que le gustaba mucho ese tacto de mi pene con condón.
Yo jadeaba como un loco disfrutando esa buena masturbada mientras le sobaba sus huevitos con un tacto tan suave.
Estuvimos varios minutos así hasta que le dije que ahora haríamos algo muy divertido.
Le saqué el condón y me metí su polla en la boca, fue mi primera mamada y aun hoy la recuerdo con mucho gusto, estaba muy dura y le pasé la lengua por todos los rincones, él respiraba fuerte y aumentó aun más cuando le daba lametones a su glande; bajé un poco y me puse a jugar con mi lengua con sus pelotitas, me encantaba que colgaran y podía meter su pene y huevos en mi boca.
Me detuve y fui a la habitación de nuestro tío ya que yo sabía que tenia una de esas vaginas de plástico; la ‘tomé prestada’ y volví a la habitación.
Agarré a mi primo y nos pusimos en posición de tijera.
“Ahora verás que cosa más chula hacemos con esto” – le dije mientras le enseñaba ese coño de plástico.
Agarré su pene lleno de saliva y lo acerqué al mío con la intención de compartir el condón.
Abrí el preservativo un poco y con un suave movimiento de mi otra mano fui metiendo su polla dentro; la sensación era inigualable, ambos estábamos durísimos y mi saliva ayudaba a que el roce fuera más placentero.
Entonces paré un segundo y vi mi ‘obra’; tenía a mi primo en tijera conmigo mientras nuestros penes estaban completamente duros y rozándose apretados en un condón que estábamos compartiendo, a la vez que hacíamos pequeños movimientos para aumentar el roce de nuestros rabos y las colgantes pelotitas de ambos.
Entonces, sin previo aviso, agarré el coño de plástico y metí nuestros penes dentro de un solo movimiento; él pegó un gritito y noté como su penecito tenía espasmos y salía un poco de líquido pegajoso (sabía que no era leche, ya que yo mismo hacía pocos días que saqué mi primera lechada con 11 años).
Noté también como sus huevitos subían y se relajaban, señal de que mi primo tuvo su primer orgasmo.
Me dispuse a continuar con nuestro juego y empecé a mover ese delicioso y apretado coño, pero eso será en la segunda parte del relato.
Espero poder acabar la segunda parte pronto y publicarla para que la puedan disfrutar.
Saludos.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!