Juegos prohibidos entre padre e hija.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por destructordeconchitas.
Hola, me llamo Iván, tengo 42 años, lo que quiero contar es de cómo empecé a tener relaciones con mi hija.
Esto ocurrió hace un año.
Mi mujer hacía ya casi 8 años que había muerto, y la verdad es que aquello afectó mucho mi vida.
La quería mucho, y teníamos una vida realmente feliz, en todos los aspectos, principalmente en el sexual.
Desde siempre habíamos tenido una vida sexual realmente activa e imaginativa, los dos éramos bastante apasionados, yo diría que más que eso.
Durante esos años, había estado con algunas mujeres, pero nada serio, únicamente me había ocupado en el trabajo por el cual no estaba mucho con mis hijas.
Claudia y Mariana cuando murió su madre tendrían unos 12 y 11 años, y no fue nada fácil criarlas.
Claudia tiene 19, mide 1.
68, cabello negro, tez blanca, tiene un hermoso cuerpo y en especial tiene unos pechos grandes y Mariana tiene 18, mide 1.
66, cabello castaño, piel blanca, buen cuerpo y tiene unos pechos grandes y un culo bien parado.
Ambas eran muy alegres y andaban caminando por la casa con ropa interior.
La cuestión es que en aquel entonces mis hijas se habían convertido en unas mujeres terriblemente atractivas, en especial Claudia y aunque se parecía bastante a su madre, tenía cosas que a esta le faltaban, como una tremenda delantera, lo cual la convertía en una mujer increíblemente sensual.
Yo sé muy bien que mis hijas no son ningunas santas, al menos Claudia a quien en una ocasión pillé teniendo relaciones con un novio, además había tenido como cinco novios en su haber y algunos amigos me contaban que mi hija tiene una reputación de zorra en el vecindario y mi Marianita era mucho más bella que su hermana, paraba bastante con sus amigas del colegio y cuchicheaban por ahí…
No sé muy bien cómo empezó todo esto con mi hija Claudia, una tarde al pasar por su cuarto la pude ver con sólo una diminuta braga, ella se estaba mirando en el espejo, me quedé perplejo…
Claudia, cierra la puerta, le dije muy molesto… ¿Y para qué papá? ¿No te gusta? me dijo como riéndose y cerró la puerta.
Me quedé atontado por la vista de mi hija Claudia, pude ver sus hermosos y grandes senos, me excitó mucho, pero preferí quitarme esa imagen, era una completa tontería, era algo asqueroso, pero no pude, esa tarde no dejaba de recordar a mi hija, estuve imaginándola a ella desnuda toda la noche.
Los días siguientes mi hija Claudia estaba especialmente, como digamos, provocativa.
Me mandaba unas miradas como si quisiera desvestirme, cuando pasaba por mi lado me rozaba con su mano mi miembro, cuando salía de la ducha con sólo la toalla mostraba un poco sus senos, me coqueteaba mostrando la cola, parecía como si estuviera constantemente provocándome.
A los pocos días me descubrí en el baño, masturbándome, y la verdad, es que me imaginé haciendo el amor con mi hija, aquello me horrorizó, pero tuve un increíble orgasmo.
Ya estaba obsesionado con mi hija y siempre que podía la espiaba mientras se duchaba o cambiaba, incluso decidí entrar a su juego de provocaciones, me cambiaba delante de ella para que me viera en ropa interior, le tocaba casualmente sus senos, ella y yo estábamos jugando.
Hasta que una noche que mi hija Mariana se fue de viaje por una semana a la casa de sus primas me quedé solo con mi hija Claudia viendo una película en la sala.
Ambos teníamos puestos nuestros pijamas, Claudia usaba una blusita blanca y un short pequeñito, rosado, que deja ver todas sus largas piernas y yo un polo celeste y un short negro, ella que estaba sentada frente a mí empezó a abrir ligeramente sus piernas…
Hija ten cuidado que se te ve todo eso.
A lo que ella respondía con una sonrisa muy pícara:-¿Qué papi no te gusta?
No me lo podía creer que mi hija me dijera eso y me hizo sonrojar.
Ella empezó mirarme fijamente y sonriendo.
Se calentó más de lo debido y me dijo:
– Tú también estarías muy bien enseñándomela…
Sabía que era uno de sus juegos, era raro que ella, esté un sábado en la noche en casa, así que decidí seguirle el juego…
Por favor Claudia soy tu padre…
Soltó una carcajada…
Se me acercó lentamente y puso sus dos manos en mis piernas.
Claudia, ¿qué haces? contrólate…
Estaba muy nervioso y caliente, traté de controlar la situación una cosa era espiarla, pero seguir con esto.
Le pedí que se detuviera, ella no me hizo caso y me dio un beso.
Yo estaba a mil, no podía controlarme, la deseaba, pero a la vez no quería, sentí su lengua juntarse con la mía.
Ella me susurró al oído:
-Papi, te deseo desde hace mucho…
Cosa que hizo que yo perdiera la cabeza.
Le empecé a acariciar los senos duritos firmes mientras nos besábamos como dos amantes.
De repente sus manos comienzan a bajar el pantalón de mi short.
Yo ya no podía más.
No se lo impedí ya que sabía que iba a gozar mucho.
Sacó mi polla y la empezó a chupar como una auténtica experta, cosa que me gustó mucho.
Yo estaba tan excitado que comencé a pasar mis manos por su culo.
Le sobaba el culito metía un dedo, ella gimió, ahhh, así estuvimos un buen rato hasta que ella me cogió una mano y se la llevó a su coño que estaba muy húmedo.
Allí estaba en el paraíso, y me dijo ella:
– Quiero más papi me has puesto muy caliente…
Yo lo interpreté a mi manera y bajé mi cabeza hasta su coño y empecé a lamerle ese coño hasta la saciedad.
Ella me cogió otra vez la polla y empezó a menearla arriba y abajo, no podía más quería venirme ahí mismo.
– Claudia quieta que no aguanto más…- Tranquilo papi quiero tener toda tu leche en mi boca…
Así que se la metió de nuevo en la boca y parecía que se la quería tragar, hasta que no pude más, me corrí dentro de su boca, fue una corrida espléndida, toda su cara estaba cubierta de semen, hasta sus pechos, podía ver como mi semen se deslizaba por todo su cuerpo, bajaba por su ombligo y se perdía en su coñito.
Me puse de rodillas frente a sus piernas las cuales levanté y las puse en mis hombros, ella por su parte jugaba con mi pene que ya estaba erecto y dispuesto a cumplir con lo que viniera, le puse mi verga en la entrada de su vagina y jugué un rato recorriendo sus labios vaginales y frotando su clítoris.
– Anda ya papito cógeme, métemela que estoy muriendo por ella, cógeme ya, mira que mi coñito está pidiendo que alguien lo habite y me llegue hasta el último contorno.
Le metí sólo el glande, y lo dejé inmóvil, ella empezó a mover las caderas para que se lo meta y yo no dejaba que le entre, de repente en un movimiento que ella hizo para comerse mi verga hice un movimiento de penetración y se la metí de una estocada, ella gimió.
– Huumm, Siiiiiii, que grande la tienes papito, mi padrote, cógeme así de rico, esta puta es tuyaaaa, y todo mi cuerpooooo, también haz de mí lo que quieras, ahhhhhh…
Empecé a dar movimientos bruscos con fuerza, pero acompasados, se la metía toda de un golpe me quedaba inmóvil unos segundos, se la sacaba lentamente y volvía a metérsela de un sólo golpe, eso a mí siempre me ha dado resultados porque retrasa mi eyaculación y a ella le encanta este movimiento.
– Asiii, siiii, otra vez puto maldito, otra vez métela de un golpe, méteme tu pene, apuñálame el vientre maldito puto, cógeme bien cogida, como siempre me gusta…
En un segundo ella empezó a hacer movimientos en señal de que estaba disfrutando su segundo orgasmo y sin cambiar mi ritmo, sentí como sus labios y toda su vagina aprisionaba mi verga en su totalidad, como una ventosa que quiere sacar toda mi leche.
– Vamos papi, vente dentro de mí, quiero tu lechita dámela toda, vente conmigo…
Empecé a bombear con mucha fuerza, ya no me importaba hacerle daño, metía y sacaba muy rápido y fuerte ella sólo decía:
– Ahhhhhhh, siiiiiiiiiiii, sigueeeeeee, mássss, papáaaaaaa…
Le saqué mi verga sin bajarle las piernas de mis hombros y ella abrió sus ojos y con un semblante de una niña tierna y putona a la vez, me dijo:
– ¿Que pasó papito?, vente conmigo, échame tu leche, ¿no puedes venirte por qué me castigas así?, dame tu verga de nuevo.
Ahí mismo me vineeee más que en la primera vez, llené todos sus senos, cuello, cara, ella sólo decía:
– Si papito, gracias por esto…
Luego los dos nos recostamos en el piso cansados, ella recostaba su cabeza en mi hombro como si fuéramos marido y mujer, al verla conmigo desnudos, sucios, recostados, la besé en la boca, podía probar aún mi propio semen, estuvimos besándonos, acariciaba sus cabellos, ella también me acariciaba el pecho, me le puse encima, mis manos recorrían todo, sus piernas, sus vagina, ella sólo decía:
– Uhhhhhh, siiiiiiiii, papito, sigue por favor, sigue…
Poco a poco le fui dando la vuelta hasta que ella quedó boca abajo, la alcé por las caderas y me dediqué a saborear ese culo, le metía un dedo, dos, cambié por mi lengua, era increíble, ya mi pene estaba durísimo.
Sostuve sus caderas con mis manos y me unté saliva en mi verga, ella de inmediato adivinó lo que pensaba hacer…
– Si papito siii, por el culo es lo que me falta, no puedo dormir bien si no me la metes por el culo, si no me enculas no estoy llena, ni feliz, métemelo.
Puse mi verga en su culo, que más de una vez ya lo había recibido, y empecé a empujar suave y lentamente, pero con firmeza, así le gustaba a mi hija, ella para ayudar con sus manos tomó sus nalgas, abrió su culo y abrió el compás de sus piernas, de tal forma que mi verga entró con más facilidad.
Mi verga tomó un tamaño que no había visto hace mucho tiempo, empujé y empujé, no paré hasta que mis huevos tocaron sus nalgas, en ese momento quedé estático, dejando que se acostumbre su ano a mi verga que estaba más grande y gruesa que en otras ocasiones.
Ella dio un grito que se habrá escuchado en toda la casa, su espalda se erizó, ella se contorneaba, lloraba, pero su culo me presionaba, parecía que quería reventar mis huevos.
En un instante me llegó un choque eléctrico en todo mi cuerpo y mi verga se endureció al máximo y llené su cueva de mi semen,
– Aaaahhhhh, aayyy, uuuuuu, siiii, siiii, que rico tienes tu culo puta zorra, asíiii, aprieta mi verga, apriétalo y sácale toda mi leche.
– Siiii, anda papacito lléname toda de tu leche, moja mis entrañas vacíate todo en mí, sssssiiiiiiii, me vengo contigo papito, padrote mío, ssiiii.
Terminamos juntos y me recosté, ella con mucho cariño tomó mi verga y la limpió con una rica mamada, ya no reaccionó ni verga, pero yo estaba más que satisfecho y ella encantada, después ella le dio un piquito a mi pene aún flácido, levantó su ropa, me miró y me dijo que se iría a dar un baño y se fue toda desnuda al baño, verla desfilar hizo que se me ponga muy dura otra vez así que decidí seguirla al baño, pero eso ya es otro cuento.
Que cachondo. Estoy a mil. Que delicia de hija y cachonda. Segunda parte. Excelente