Jugando con mi sobrina
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Jugando con mi sobrina
En ese tiempo yo vivía solo y con frecuencia mi hermana me invitaba a almorzar o a cenar.
Una noche, después de cenar, yo estaba con mi sobrina Liliana en su dormitorio, no sé con que excusa ella comenzó, como un juego, a pegarme en los brazos.
Después se trasformó en lucha.
Ella había comenzado todo.
Me di cuenta que Liliana buscaba tocarme y que yo la toque.
Es algo muy común que los adolescentes jueguen a pegarse porque desean tocar y ser tocados y no se animan a abrazarse.
Liliana deseaba al menos un abrazo.
Abracé con fuerza a mi sobrina, ella también me abrazó, por un momento se quedó inmóvil, sentí sus pechos contra mi cuerpo y su respiración agitada.
Sentí que la quietud de mi sobrina era calentura y también me calenté.
Después Liliana, saliendo de su éxtasis, me pegó en el pecho.
La tomé de las muñecas y la hice girar.
Volví a abrazarla con fuerza pero esta vez por detrás.
Apoyé mi verga, que ya estaba dura, contra su culo y me moví frotándosela.
Mi sobrina volvió a quedarse inmóvil.
Ella me estaba dejando hacer.
Yo no hice nada más.
La solté.
Además de ser mi sobrina, Liliana tenía solo 11 años, temí hacerle mal y resistiendo la tentación la solté.
Liliana se dio vuelta, apoyó su cara contra mi pecho y como hacen muchas mujeres después de una relación sexual me preguntó: "¿Me querés?
Tome su cara de niña entre mis manos, la miré a los ojos, besé la comisura de sus labios y le dije: Te amo.
Aquella noche no pasó nada más.
Un par de semanas después fui a almorzar a la casa de mi hermana.
Esa tarde de verano, durante la sobremesa, surgió el tema de los juegos para computadoras y mi sobrina se quejó porque a ninguno quería jugar con ella a lo que le gustaba.
-Ese juego es muy aburrido- dijo su padre.
Todos los que estaban en esa mesa coincidieron con mi cuñado, menos su abuela paterna y yo que no conocíamos el juego.
-¿Qué juego es ese?- pregunté.
-Es un juego de arquería muy aburrido- dijo mi cuñado.
-No, el juego no es aburrido, ustedes son aburridos- dijo Liliana.
-No sé qué te gusta de ese juego, solo a vos puede gustarte esa pavada de tirar flechas- le dijo su padre.
-Bueno… a alguno más debe gustarle, sino ese juego no existiría- dije.
-Lógico, el tío tiene razón- dijo mi sobrina.
Después me preguntó si quería conocerlo y jugar un rato con ella.
Le dije que sí y Liliana me llevó de la mano a su dormitorio.
Sentados en dos sillas frente a la computadora Liliana comenzó a instalar el juego y yo a mirar a mi sobrina de arriba a abajo.
Recuerdo que ella vestía una falda corta y amplia y una camiseta sin mangas y que calzaba unas sandalias que dejaban casi desnudos los dedos de los pies.
Eso lo recuerdo muy bien porque sentí deseos de chupárselos.
-Tío, poné tu silla pegada a la mía para que podamos jugar.
Cuando las sillas estuvieron juntas Liliana abrió las piernas.
La noté algo nerviosa.
-Te explico como es el juego, tío.
-Bueno.
Me explicó el juego tocándome una pierna con la suya.
Como la noche anterior cuando ella comenzó a pegarme en los brazos, sentí que ella deseaba tocarme.
Liliana tenía piernas muy lindas.
Apoyé mi mano sobre la pierna de mi sobrina.
Pensé que ella deseaba que se la metiera entre las piernas.
La puerta del dormitorio estaba abierta, había mucha gente en la casa, era peligroso que yo cayera en la tentación.
Comenzamos a jugar.
Ella jugaba con el teclado, yo con el mouse en la derecha y con la izquierda sobre sus piernas.
Acariciaba las piernas de mi sobrina cuando escuché que alguien se acercaba.
Quité mis manos de sus piernas.
Entró su abuela para despedirse porque se iba a su casa.
Las reglas del juego eran sencillas, un arquero debía matar al otro.
Liliana jugaba con un personaje femenino.
Al principio ella tiraba las flechas mejor que yo pero enseguida le tomé la mano a la fuerza necesaria según la distancia y ella perdió la ventaja de arquera experta.
Más que aburrido el juego era demasiado infantil para una chica de 11 años.
Liliana era muy inteligente, pero era una nena con gustos más infantiles que su corta edad.
Ese era el problema yo la deseaba y ella era demasiado infantil.
Yo tenía la verga dura y ella sonreía con ternura y picardía infantil porque me había flechado.
Yo no debía tentarme, no debía tocarla ni aunque a ella le gustara y me buscara.
Apunté y la maté de un flechado.
-¡Ay! Me la clavaste en la concha- exclamó Liliana como si le doliera.
-Fue en el ombligo- le dije.
-Yo la sentí en la concha.
Me desvirgaste tío.
Le dije que si su papá escuchaba eso, él me mataba.
Dejamos de jugar.
Salí de su dormitorio pensando que a Liliana le gustaba tanto ese juego porque con él cumplía su deseo de ser clavada.
Mi pequeña sobrina deseaba ser desvirgada.
Más tarde, no recuerdo por qué, nos quedamos ella y yo solos en el comedor.
Creo que mi hermana y su marido habían ido a comprar algo.
Mi sobrina estaba de pie cerca de la silla en donde yo estaba sentado.
No pude resistir la tentación.
La tomé de una mano y la traje con suavidad hacia mí.
Hice que se sentara sobre mis piernas.
Pensando en lo que me había dicho cuando la fleché en el juego y acariciando sus piernas le pregunté al oído:
-¿Cómo te quedó la conchita?
Liliana sonrió sin decir nada.
Sobre su camiseta, con la mano izquierda le tomé un pecho.
Ella dejó de sonreír y siguió callada.
Mi mano derecha llegó hasta sus calzones, acaricié su conchita.
La nena abrió más las piernas sin decirme nada.
Metí mi mano izquierda por debajo de su camiseta y llegué hasta sus tetas, sentí que las tenía pequeñas pero desarrolladas, tomé uno de sus pezones.
Liliana entreabrió la boca pero no dijo nada.
Los dedos de mi mano derecha encontraron la entrada a sus calzones de niña.
Descubrí que ella tenía la concha peluda.
Mi dedo medio ya estaba sobre la rayita que es el límite de sus labios, estaba mojada.
Encontré un clítoris bien definido, lo tomé entre mis dedos, jugué con él.
Liliana suspiro sin decir palabra.
Entonces, con una mano sobre sus pechos y la otra entre sus piernas, me propuse frotarle la concha hasta hacerla llegar al orgasmo.
Seguí con la tarea.
Sin decirme nada, Liliana acomodó mejor su espalda sobre mi pecho.
La besé en el cuello y en la oreja.
Entonces la nena murmuró:
-Dejame.
Yo no la dejé.
Ella tomó una bocanada de aire y me dijo:
-Dejame, ay dejame… quiero sacarme los calzones.
La solté.
La nena se quitó los calzones con desesperación y los tiró detrás de un sillón.
Antes de que ella volviera a la posición en la que estaba, le levanté la falda para ver su conchita peluda.
Desde que la solté hasta que volvió a sentarse sobre mí habían pasado unos segundos.
Ya estaban otra vez mis manos sobre sus pechos y su conchita peludita.
Yo la tocaba cambiando de ritmo y de presión.
La nena, estaba con la boca abierta y la mirada extraviada, parecía una boba.
Tuvo una contracción, mi sobrina estaba en los inicios del orgasmo.
Comencé a frotarla más fuerte y más rápido.
Mi mano izquierda apretaba sus tetas mis dedos jugaban con sus pezones.
La nena llegó temblado al borde del orgasmo y se tiró al abismo.
Su espasmo me hizo saber que todo había acabado.
Me quedé quieto.
Después, como quien regresa de la muerte, abrió los ojos y dulcemente me dijo:
-Ya está tío.
Alcé a Liliana y la senté de costado sobre mis piernas.
Nos miramos.
Peiné sus cabellos con mis dedos.
Acaricié con suavidad su cara.
Besé la punta de su nariz.
Con ternura besé su frente.
Y pensé: La próxima vez te desvirgo nena.
Fin de la primera parte
Yo sentía deseos de hacerle sexo oral y de desvirgar a mi sobrina, pero no podía distraerme, frotaba la conchita de mi sobrina con mis oídos atentos a llegada de sus padres.
Lindo relatos. Me gusta sigue
Hermoooso. Lujuria y dulzura como siempre debería ser para todos los chicos, en la cama y fuera.
Lo amé jeje, la imagino toda sudada de acabar, un amor! ❤
Genial el «dejame», sonó molesta y era para sacarse el calzón (no es plural) despejando la concha para pajearla. Eso confirma que disfruta y es la leccion adultos, asi debemos tratar a todo niño.
Me pongo en su lugar y le chupo la verga, me la hunde en la concha, los huevos contra mi culo bien cogida, patitas a los codos, me besa toda y se come mis tetas mientras no da más y me llena de leche. Ojalá esa fuese mi niñez.
Que mal que sea anonimo o yaaa lo seguiria. No hallé mas partes y el potencial que tenia esto como saga es brutal.