Jugando con papá
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Julio, tengo ahora 32 años y como actualmente estoy analizándome todos estos recuerdos afloraron en mi mente. Mi padre era un hombre muy lindo, se llamaba Arturo, y era conmigo muy bondadoso.
Un día mientras estaba en su cuarto, casi desnudo por el calor que hacía en nuestro pueblo de la provincia de Buenos Aires, me puse a revisar sus cosas y encontré unas revistas pornográficas de homosexuales. Yo era un niño, tendría cerca de diez años y nunca había visto nada igual. Pero esas imágenes tan calientes despertaron algo en mí, y mientras se me paraba la pija comencé a masturbarme. Todos los días, cuando papá no estaba en casa, yo volvía a introducirme en su habitación y me masturbaba, una y otra vez. Mi madre había muerto, y papá no se había vuelto a casar.
Así que en la casa estaba cuando no iba al colegio, prácticamente solo todo el día. En una de esas tardes, mientras me encontraba tirado sobre su cama mirando ávido esas revistas, no sé por qué, papá volvió a casa, y sin que yo lo escuchara entró en la habitación y me encontró desnudo. Por un instante temí lo peor. Pero el me dijo:
–Hijito, ¿qué estás haciendo?
Mientras se acostaba a mi lado y llevaba mi cabeza contra la suya y me besaba en los labios. Yo no supe qué hacer, por un lado sentía deseos de estrecharme en sus brazos y por otro de salir huyendo lo más lejos de ahí. Pero el primer impulso venció y me dejé hacer, todo lo que él quiso con mi cuerpo.
Mi pija estaba bien parada, y papá mi pasaba sus manos, por el glande y los testículos, presionando un poco, mientras subía y bajaba. Después me hizo dar vuelta y me abrió las nalgas y empozó a introducir un dedo en mi ano. Al principio me dolió, pero papá me dijo que pronto me iba a empezar a gustar. Y como yo no conseguía relajarme, el dirigió su lengua hasta mi ano y empezó a metérmela despacio, mientras largaba mucha saliva. Esto sí que me relajó mucho y me hizo empezar a disfrutar estar así con papá. Después el me chupó la pija, parecía que se la iba a comer de tanto que entraba en su boca.
Con una mano se ayudaba y también se metía los testículos, mientras me decía: “mirá, así con todos tus frutos dentro de mi boca parecés una mujercita a la que le chupo la concha”. Esa última frase me encantó y deseé tener siempre a papá así para mí. Cuando yo me descargué en su boca, papá, me metió la pija en la boca a mí y sentir ese gran pedazo de carne palpitante, con todas esas venas que parecían a punto de estallar me hizo enloquecer. ¡Ah, papá, que locura tan hermosa estábamos haciendo juntos!
Cuando se cansó de que se la chupara, me dio vuelta y me la metió en el culo, muy despacio y aunque me dolía mucho, traté de aguantarme lo más que pude, para que papá no se decepcionara conmigo. Y de un momento a otro la tuve toda adentro y sentía como se revolvían mis entrañas mientras el dolor cedía, dándole paso a un placer muy intenso y delicioso. Después papá acabó y yo sentí como me llenaba de su leche caliente.
Pensé que me hubiera gustado que el acabara en la boca, como lo hacían los hombres de esas revistas que el veía, y fue como si papá me hubiera leído el pensamiento, porque me dijo, “la próxima vez te doy toda le lechita caliente en la boca” y después de haber dicho esto, me pajeó ayudándome a acabar.
Y antes de terminar, papá me dijo que le hiciera pis en su boca, y yo me paré delante suyo quedando mi pija justo a la altura de su rostro, él abrió la boca y mientras yo vaciaba mi vejiga en su garganta el jugueteaba con mis nalgas a las que abría y cerraba como si fueran un acordeón, mientras con un dedo experto volvía a juguetear con mi ano.
como sigue