Julia y Manuel: Estrenando la Moto 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por lenuma2.
Julia y Manuel: Estrenando la Moto
Episodio 2
Esa noche al acostarme estaba muy confuso, por un lado me excitaba el recuerdo de la paja que me había hecho Julia, pero por otro estaba el sentimiento de culpa, Julia es una niña y además es mi hermanita.
Mis pajas me las debía de hacer yo solito, y a ella, si le pica, que se lo rasque también sola.
Lo que habíamos hecho estaba muy mal y era muy peligroso seguir porque ¿dónde estaba el límite?
El límite… ¿Donde está el límite? Es cierto, lo de hoy ha sido una travesura, pero me muero de ganas de devolverle el favor.
Quiero tocarle las tetas, comérselas; amasarle el culo, pellizcárselo; tocarle el coñete, comérselo como hacen en las pelis….
Darle gusto hasta que chille como una loca.
– ¡Te deseo Julia, quiero tenerte!
Mi polla estaba tiesa a más no poder y poco a poco los remordimientos fueron perdiendo la batalla en beneficio del placer.
Me fui dejando llevar por la fantasía, me fui imaginando situaciones placenteras: Julia era toda mía, mía, mía… me hacía cosas… se las hacía yo… Hasta que la corrida me descargó la excitación y me permitió conciliar el sueño así como estaba, sin tan siquiera limpiarme.
Pasaron dos días sin novedad, Julia y yo nos relacionamos como si nada hubiera pasado.
Jueves entrenamiento, viernes concierto y marcha con los amigotes.
No hubo ocasión de nuevos incidentes.
Llegaba el sábado y resulta que la familia quería ir al camping con mis tíos a pasar el fin de semana, pero Julia había quedado con sus amigas en participar en el campeonato de Voleyplaya.
– Empiezan los partidos a las 10 y según los resultados, te clasificas y sigues hasta acabar la competición, a eso de las tres, explicó Julia.
A mi padre le fastidiaba perder la mañana del sábado esperando: “voy a desear que os eliminen cuanto antes” llegó a decir el viernes al mediodía en la comida.
– Bueno, hay una solución, dije yo, a mí no me importa quedarme por la mañana a esperarla.
Hoy quedé para salir y así duermo un poco mas.
Cuando termine la competición nos vamos los dos para el camping en la moto.
¿Os parece?
Por supuesto que les pareció bien a todos y así quedamos.
El sábado se fueron todos temprano y yo quedé durmiendo. Había llegado algo tarde y como no tenía prisa no puse el despertador.
– Manu, despierta.
– Eh, ¡que pasa!
– Que son las doce y media.
– Mierda, estaba dormido profundamente.
¿Ya terminasteis?
– Si, perdimos dos partidos seguidos y ya estamos eliminadas.
Como tú no estabas, me vine para dejar las cosas y cambiarme.
¿Te levantas?
– No
– Anda dormilón, salta de la cama.
– Como no me eches tú…. pienso quedarme aquí hasta mañana.
– Venga, que te tiro fuera…
– Prueba
Julia tiró de la sábana y me agarró por un brazo empujándome mientras me decía:
– Mira si te saco de la cama, qué te crees, que no puedo contigo.
– Mira si te dejo, ven para aquí, dije yo tirando de ella.
Julia cayó sobre mí, que la abracé cortando sus movimientos.
Ella pateaba y simulaba reñirme mientras yo la retenía riéndome y haciéndole cosquillas.
Yo estaba en calzoncillos, Julia tenía un short y una camiseta corta.
El contacto carne-carne empezó a hacernos efecto.
– No te puedes escapar Princesa.
Te tengo prisionera.
– Suéltame bruto.
– No hasta que me des un beso.
– Un mordisco te voy a dar.
– No le harías eso a tu hermanito lindo.
– Mi hermanito lindo… Estás más salido…
– Eres tú que me pones así… Anda, dame un besito.
– Gánatelo, dijo mientras se zafó de mis brazos aprovechando que yo me había confiado.
Saltó de la cama como una gata, y yo detrás, como un gato en celo.
Corrimos por el pasillo riendo y al entrar en su habitación le dí alcance.
La sujeté por atrás, mis brazos la rodearon por la cintura.
Ella sin parar de reír se revolvía.
Una de mis manos apareció sobre sus pechitos, primero uno, luego el otro.
– Suéltame salido.
– Nada de eso, hoy te voy a devolver el favor,
– Estás loco
– Loco por tí. Loco por esta tetita y por esta otra.
Mientras le decía esto, mi mano derecha pasaba de la teta izquierda a la derecha y vuelta a empezar.
La otra mano palpaba sus muslos y vientre en un mover frenético.
¡Como la deseaba! Mi cuerpo estaba totalmente pegado a ella, mi polla apretada contra su culo.
¡qué gusto!
Las quejas de Julia remitían poco a poco.
También ella se estaba animando.
La besé en el cuello.
Con el beso su cuerpo se arqueó y su cabeza se arrimó a la mía.
Nos deseábamos los dos.
Ambos queríamos seguir, y seguimos.
Mi mano fue frecuentando la entrepierna en sus recorridos.
La otra entró en los pechos ya por debajo de la tela.
– Te quiero Julia.
– Y yo a tí, Manu.
– Hoy voy a ser yo el que te dé gustito.
Déjate hacer.
– Si Manu, dame gusto, mucho gusto.
Mi mano fue entrando entre sus muslos que la esperaban ansiosos.
Con el índice empecé a explorar sus pliegues.
Era mi primera experiencia, solo lo había leído y visto en las pornos, pero ese mundo está tan lleno de falsedades que tenía dudas de hacerlo bien.
– Dime si te hago daño que no tengo experiencia.
– Lo haces bien, sigue.
– Quiero darte tanto gusto que te hagas una viciosa de mi, una Manuelómana.
Mi mano se fue lanzando por debajo del elástico del pantalón.
Ella no solo se dejaba, se movía ayudándome en mi exploración.
Otra goma, su tanguita, estaba a mi alcance.
Mis dedos juguetearon con ella y juega, juega se fueron colando por debajo.
Una matita de pelo duro y corto fue mi próxima visita.
¡Que maravilla? El coñete de mi niña estaba próximo esperándome.
– ¿Te gusta?
– Mucho, sigue, sigue.
– Hoy te toca a ti. Vas a correrte como una burra.
– Animal, dime cositas, no burradas.
– Te deseo, ¿notas cómo me tienes?
– Cómo no lo voy a notar, solo con el calzoncillo me llega hasta el calor.
– Estoy tan caliente que igual me corro yo solo con estar así pegado a tí.
– Yo también quiero.
– Tranquila, hoy vas a disfrutar tú.
Mis dedos siguieron bajando, llegaron a su vulva haciéndola suspirar y no se detuvieron, buscaron los labios, los acariciaron suavemente, recorriéndolos de atrás a delante y de adelante atrás.
Julia estaba ansiosa:
– no pares, por favor. Quiero mas.
Poco a poco fui separando sus labios, jugando con ellos, enseguida noté que se lubricaban, mis dedos resbalaron suavemente por entre ellos y pronto fui descubriendo lo que allí se escondía, un agujerito, la vagina de mi Julia.
Cerca deberá estar el botoncito, pensé, tengo que encontrarlo.
– Hay Manu, cómo me pones, estoy ardiendo.
– Así me gusta, espero hacértelo bien.
– Méteme un dedito, por favor.
– ¿Así?
– Así, pero despacio, no me lastimes.
– Quiero desnudarte.
– Sigue, no pares
– No, quiero verte, tocarte, comerte.
– Ah, que cosas me dices. Sigue que pronto me correré.
– No, quiero verte entera.
– Primero dame todo el gusto, ya estoy llegando.
No le hice caso y retiré mi mano.
Volteé a Julia poniéndola frente a mí.
La besé en la boca y comencé a retirarle la camiseta.
– Como eres, me cortaste la fiesta.
– Así tendrás más ganas, quiero disfrutar de tu cuerpo.
– No tenemos todo el día, nos están esperando.
– Tienes razón, no me daba cuenta, pero verás como terminamos pronto y bien.
Mi boca bajó hasta sus pechos, pequeños, del tamaño de dos mandarinas.
Me parecieron preciosos y se lo dije al tiempo que con las manos le bajaba el pantalón descubriendo una tanguita azul que tapaba sus vergüenzas.
Besé su barriga, con la lengua jugueteé en el ombligo.
Luego besé las ingles al tiempo que tiraba de la tanga hacia abajo.
– ¿Qué me haces? Me vuelves loca.
– Tengo superpoderes y te voy a llevar a la Luna.
– Me haces unas cosquillas especiales con tu lengua ahí.
– Mas te haré.
Mi boca fue bajando, bajando.
Mi cara se acomodó entre sus piernas y mis labios besaron su vulva, húmeda y olorosa, era un olor embriagador, no era rico, era fuerte y en otras circunstancias seguro que me parecería desagradable: era la llamada de la selva: hembra dispuesta espera macho generoso.
Fui generoso, creo que sí.
Mi lengua buscó y encontró la entrada al paraíso.
Jugó allí a entrar y salir.
Los Suspiros de Julia me guiaron.
Le recorrí su panocha de arriba abajo, busqué sin encontrarlo su clítoris, no me hacía falta.
Julia me sujetaba la cabeza contra ella, guiando las maniobras al tiempo que se retorcía de gusto.
– ¡Ay que gusto! No puedo mas. Ahhh… No se te ocurra parar ahora, que te mato. Me estoy corriendo. Es cierto, me corro como una burra, Sigue, sigue, no pares. Méteme la lengua otra vez. Así, así, agggg Qué bueno, ¡como me gusta! Huy…… ahh….
Manuuu….
Estoy llegando a la Luna.
Mas… así, así.
Ag… cómeme mas.
Me muero, Manu, Ay… Huyyy…. pufff….
Menudo festival estaba teniendo la niña, yo atento a complacerla aguantaba mis ganas hasta que terminase ella, no sé si sería capaz, me estaba costando.
Menos mal que Julia parecía ir terminando.
– Ay Manu… Cuánto gusto, ya no puedo más. Manu, Manu. Esto es lo mejor que me ha pasado nunca. Déjame descansar, estás empezando a lastimarme.
Julia había terminado.
Lleno de orgullo por haber estado a la altura y haberle dado un buen orgasmo a pesar de ser mi primera experiencia, no me pude aguantar mas.
Me puse de pie, tomé a Julia entre mis brazos y la apreté fuertemente contra mí.
Ni a sacarme el calzoncillo tuve tiempo.
La corrida me salió disparada contra la barriga de Julia.
Mi cuerpo temblaba mientras me corría.
– Joder, no puedo mas. Hace rato que me cuesta aguantar.
– Lo has hecho muy bien, este premio te lo merecías.
La próxima vez estaré más atenta y te iré dando gusto yo al tiempo que me lo haces a mí.
– Que va, si me llegas a hacer algo antes ya me corro. Estuvo bien así. Fue fabuloso.
– Si Manu, no me imaginaba que correrse con alguien fuese tan diferente de hacerlo sola.
– ¿Hace mucho que te lo montas sola?
– Empecé hace un año. Casi sin darme cuente, toca toca, me vino el gusto.
– Jo con la niña, haciéndose pajas a los 11, yo no empecé hasta los 13.
– ¿Te las haces con mucha frecuencia?
Ring, Ring, Ring
– Ostras, mi teléfono.
Nos hemos despistado, deben ser ellos.
– ¿Diga?…. Si papá, ya estamos saliendo. Julia terminó y pasó por casa. Si, ya está aquí conmigo, si terminó la competición, sí, si, vamos ahora, vale.
– Jo! Manu, es la una y media, hemos estado una hora.
– Arrepentida?
– Para nada.
– Dame un besito.
– Lo que necesitamos es una ducha, cochino. Me pringaste toda.
– Tienes razón, vamos a la ducha y salimos pitando que se van a mosquear.
Ducha urgente.
Por supuesto los dos juntos, admirando nuestros cuerpos.
A Julia le encantó ver mi rabo flácido y quería jugar con él, pero yo no le dejé.
Yo no dejaba de admirar el cuerpo de mi hermana, sus tetitas, su culito.
Lástima de las prisas.
– Rápido Julia, no te quedes parada mirándome.
– El mirón eres tú. No sé cómo no me da rabia.
– Ya nos miraremos en otra ocasión, ahora tenemos que darnos prisa.
– Vale jefe, a sus órdenes.
Así, en nada estábamos sobre la moto, rumbo al camping.
– Agárrate Julia.
– ¿Así?
– Ten cuidado que no nos vean, no seas atrevida.
– Que bueno tener un hermano tan atento y cariñoso… que te lleva hasta la Luna.
Así fuimos hasta el camping, charlando relajadamente.Tan relajadamente!
Cuando llegamos ya estaba todo preparado, la mesa, el arroz, todo listo.
Acababan de terminar así que aún no habían empezado a esperarnos por lo que no echaron cuentas del tiempo.
Los niños llegaron justo a tiempo.
Comimos y pasamos un fin de semana muy bueno con toda la pandilla, éramos como una gran familia, todos conocidos de mucho tiempo atrás y muy divertidos.
Nosotros teníamos instalada una roulot antigua allí fija desde hacía lo menos quince años, con sus añadidos: asador, mesas y demás.
Era nuestra finca de verano.
Ya os contaré mas aventuras, Tened paciencia.
Manuel
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