La 3era de la casa del Incesto
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por aslex.
http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-10249.html la primera parte
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Leida cumplió su palabra, ayudó a Edith a ocultar a su hermano menor.
A cambio la utilizó sexualmente. La citó en su cuarto para el domingo por la noche, luego que su padre se fuera y Edith obedeció, "mi amor" le dijo cuando Edith entró, "ven, estoy destrozada" continuó quejumbrosa y con voz mimosa, cuando Edith se acercó la guió con su mano para acostarla junto a ella y así muy pegadas, cuerpo con cuerpo, aliento con aliento le dijo: "hoy padre ha abusado de mi en todas formas, me ha profanado, siénteme, estoy temblando de placer todavía", Edith se dejó besar mientras
Leida le dirigía la mano a sus nalgas, "me hizo beber su semen, me hizo también beber su orina directamente de su fuente". Sus bocas estaba casi juntas, sus alientos se mezclaban, por ello Edith pudo percibir el olor a orines que emanaba de la boca de su hermana, "estoy llena por todas partes hermanita", le dijo Leida. Edith sentía como la lengua de Leida le lamía sus labios, su propia lengua, sus dientes y sus mejillas.
Leida tomó su cara con las manos y comenzó a lamer y chupar sus ojos, su frente, sus sienes, "padre es un macho enloquecido de sexo, me ha tomado con fuerza, estoy maltrecha y muy adolorida, pero muy feliz, pero necesito tus labios suaves, tu lengua jugosa para que me alivies un poco; Edith, me duelen mi boca, mi vagina y mi culo, tienes que curarme", diciendo esto, guió la cara de Edith hacía su vagina, "lame mi pequeña, lame a tu hermana herida de placer, hoy padre me metió su vara en la boca primero, me hizo que lo chupara hasta que se vació en mi garganta, casi me ahogo, siempre me pasa lo mismo, su semen es muy abundante y espeso; después me orinó en la garganta, me llenó el estomago con sus líquidos y yo me sentí muy sucia, pero muy complacida." Edith seguía lamiendo la concha de su hermana, comiendo el semen que le escurría hacía afuera, "después me ultrajo por la vagina, me lo hizo durante mucho tiempo, me hizo ver las estrellas muchas veces y yo le pedía que me dejara, que ya me dejara por favor, que ya no podía más, y él me daba más duro, mucho más duro"
Leida dejó escapar un gemido profundo mientras recordaba y a causa de la lengua de su hermana, luego se volteó y abrió sus nalgas a la boca de su hermana menor, "lame ahí corazoncito, alivia a tu hermana mayor, ahí me dio más duro todavía, me desfloro totalmente, se vació en mis entrañas dos veces y luego me llenó con mas orines, tengo orines de padre en el estomago y en los intestino" Leida tuvo otro orgasmo al decir eso, su hermana limpiaba su culo no sin asco, al contrario, sentía que iba a vomitar en cualquier momento, pero a la vez toda aquella descripción y toda la pasión que emanaba su hermana mayor la excitaban, le hacían pensar que lo mismo podría hacer con su hermanito.
Luego de que su hermana se saciara con ella, estuvo un rato besándola y susurrándole, "hermana, mi padre estará tranquilo algunas semanas con mi culo, luego de eso no sé que me pedirá; no te preocupes, para entonces ya estará cerca el día que se vayan al colegio tu y hermanito. Por lo pronto no dejes que lo vea, su brutalidad no tiene límites y querrá saciarse con él hasta que se harte, igual sucedería contigo, te violaría brutalmente y no sé si lo soportarías. Con mamá el peligro es su manía de darle placer a sus perros, pero siempre esta atontada por las pastillas y el alcohol, así que si te mira o mira a nuestro hermano seguramente pensara que es un sueño o un alucinación.
Edith se sintió tranquila por la complicidad de su hermana, tendría que someterse a sus manías, pero al menos pensaba que Darío estaría fuera de peligro. Además las experiencias que adquiriría con ella, le servirían para abrir el horizonte de placer que su hermano y ella disfrutarían.
Ya le había enseñado a chuparle su propia conchita. Fue dos días antes, el viernes, luego que comenzaron sus juegos eróticos, "hermanito", le dijo al oído mientras estaba encima de él, lamiendo su oreja derecha y metiéndole el dedo medio en su culito, "te voy a enseñar algo nuevo" Darío, quien estaba boca abajo, respiraba fuerte ya que el dedo de su hermana lo volvía loco de placer, "si Edith", le dijo entre suspiros, "pero ¿me vas sacar el dedo?", le preguntó él un poco angustiado.
Ella sonrió, "no queridito, mira, me voy a acostar boca arriba, así, ahora acerca tu colita para acá para que no se salga el dedito, ándale, así, pero acerca tu boquita aquí"
"¿Aquí Edith?", preguntó con su carita inocente Darío, "si hermanito, ¡eres tan hermoso!, saca tu lengüita y lámeme ahí"
Edith sintió la lengua cálida de su hermano en la entrada de su vagina, su cuerpo se arqueó de placer, "tu lengua hermano… es tan dulce, ¡ah!"
"¡Edith!, ¡el dedito!" protestó él, "es cierto mi chiquito, soy tan tonta" contestó ella al tiempo que se lo volvía a ensartar, comenzando después un saca y mete frenético, "¿así hermanito, así de rápido?" Darío lamía como gatito la concha de su hermana, "sabe muy riquito tu cosa Edith, le sale juguito, oye, méteme ya los dos deditos, ¿sí?"
Edith solo asintió sin abrir los ojos, le sacó el dedo, luego lo juntó con el índice y después los empujó adentro de su hermano, sus sentidos estaba a punto de estallar, nada se compara a lo que sentía ahora, y es que la boca limpia, sana y delicada de su hermano le succionaba todo su ser.
Ahora que había aprendido que los orines son también fuente de placer estaba decidida a agregarlos en su propio campo de placer junto a su hermano. "Mañana", pensaba. Pero no contaba con un incidente que estuvo a punto de echar todo a perder. Se quedó dormida por la mañana y su hermano se salió del cuarto acuciado por el hambre y la curiosidad. Cuando Edith despertó se aterrorizo al comprender que él no estaba, saltó de la cama y salió espantada hacía la cocina, "Marcia", le dijo a la cocinera, "¿dónde está mi hermano?"
"Ya almorzó señorita, está en el cuarto de su madre"
Corrió hacia allá con el corazón desbocado y su peor temor se vio comprobado cuando entró y vio a su hermano sin pantaloncillo y a cuatro patas mientras demian, el rottweiler le olía el trasero. "¡Darío!"
Su madre le increpó, "¡¿Qué quieres?! ¡vete!"
Edith no hizo caso, tomó a su hermano de la mano y se dirigió a la puerta, "¡Robert!, ¡Robert!", comenzó a gritar su madre el nombre de su padre, Edith se paralizó por el terror, "Madre, madre por favor, no le llame, se lo ruego", suplicó ella llorando, "¡Robert!"
"¡Madre, por favor!, hare lo que me pida pero no llame a padre", eso tranquilizó a la mujer, "mis perros quieren al niño, ¡dámelo!"
"¡No madre!, déjelo por favor, le juro que hare lo que me ordene"
La mujer la miró de arriba a abajo, sus ojos irradiaban perversidad, aunque una lucecita de curiosidad pareció mostrarse al fin, "¿lo que yo quiera?"
"Si" dijo Edith comprendiendo lo que pasaba por la mente de ella, "el niño tiene que estar presente", dijo la madre de Edith de manera implacable, "no madre, déjeme llevarlo a nuestro cuarto y luego regresare"
"¡No! él se queda o llamare a Robert"
"Lo que usted ordene, madre" dijo Edith totalmente rendida mirando al piso mientras lloraba. Luego de un par de minutos su madre le espetó: "¿y bien, qué esperas para quitarte la ropa? mis perros están ansiosos". Edith obedeció, luego se cubrió la concha con las manos para evitar que los perros le olieran, "¡quítate las manos estúpida! y abre las piernas, a mis perros les encanta el jugo de hembra".
Demian fue el primero que metió su hocico profundamente entre los labios de la vagina de Edith, luego sacó su lengua para lamer lo más profundo posible, "bien, bien, a demian le gustan tus jugos", el otro perro, incubo, acercó su hocico a las nalgas de Edith y luego metió la lengua entre ellas. Darío miraba fascinado la escena, trataba de imaginar que sentía Edith y se imaginaba que él era el que estaba entre ellos, se sentó en la cama, se recargó en el pecho de su madre y la rodeó con sus brazos. "Ahora empínate" dijo la madre.
Edith se soltó a llorar con más fuerza, "madre, soy virgen"
"¡calla!, ¡empínate!", Edith obedeció lentamente, estaba a punto de arrepentirse, por su mente pasó la idea de dejar que su padre viniera, pero el imaginar que si eso sucedía su hermano iba a caer en sus manos, le hizo desecharla. En cuanto demian percibió que la hembra se le entregaba, se posicionó, hizo a un lado a incubo, levantó sus patas y la empujó para que terminara de entregársele; Edith cayó al piso sobre sus manos debido al peso del animal, luego sintió que le arrimaba las caderas y que su verga dura buscaba su vagina.
La punta le picaba en varias partes sin atinar, ella pensó que quizá el perro se cansaría, pero de pronto el perro encontró lo que ansiaba, Edith percibió lo mismo y apretó lo más que pudo para evitar la penetración. Demian empujaba cada vez con más fuerza y fue penetrando poco a poco, como si estuviera martillando concreto. Edith sintió cuando su himen se rasgó, pero de alguna manera aun impedía que entrara el pene totalmente, el perro empujaba como poseído y poco a poco fue venciendo la resistencia de aquellas carnes comprimidas. "No te resistas", escucho decir a su madre, "ya te entró seguramente la mitad"
"Mami" dijo Darío, "le está metiendo su cosota". La mujer lo miró mostrando una expresión de ternura, "si hijo, ¿te gusta lo que ves?"
"Si mami, quiero que le meta todo adentro"
Edith pensaba en la inocencia y dulzura de su hermano, fue por ello que se juró que no dejaría que nada le pasara, aflojó un poco y el perro pudo por fin meter la mayor parte de su verga dentro de ella, luego comenzó con el característico mete-saca vertiginoso, "mamá, le salió sangre, ¿le duele?"
"Un poquito, hijo, pero se le va a pasar, no te preocupes, cuando a las mujeres nos meten la verga por primera vez, nos sale un poco de sangre, ella estará bien". Darío pareció complacido con la explicación y volvió a mirar cómo su hermana era poseída por la bestia. Demian había logrado penetrar ya completamente a Edith, quien aun lloraba por el dolor y la humillación, deseaba intensamente que el perro ya acabara, pero parecía que iba a durar una eternidad.
Luego de unos 5 minutos de intensa fornicación, demian cambió el ritmo de los empujes, dio dos muy fuertes y luego la inundó con su semen, pero para desgracia de Edith habían quedado abotonados. "Buen chico, ya lograste lo que querías, ahora calma", dijo la madre de Edith acercándose a ellos y masajeando al perro, "voltéate, voltéate mi amor", le decía a demian, el perro obedeció manso, pasó una pata por encima de la cadera de Edith y luego quedaron culo con culo. "Acuéstate mujer, demian tiene que descansar, pero hazlo despacio, así, despacio para que no se asuste"
Edith no comprendió al principio que quería su madre que hiciera, pero las manos de ella la guiaron, le hizo que poco a poco se fuera recostando sobre su costado derecho, "así, deja que el perro descanse y se relaje, veras que pronto se le desinflama la bola y la saca"
Edith estaba asustada aun y cuando comprendía lo que su madre le decía, temía que aquella cosa nunca se le fuera a salir. Cerró los ojos y se quedó dormida.
Luego de unos 20 minutos la despertó los tirones de demian, se asustó más porque pensó que le iba a destrozar la vagina, pero como ya estaba la bola casi desinflamada, salió sin problemas, "váyanse ya, incubo tendrá que esperar su turno contigo hasta el próximo lunes, por ahora me doy por satisfecha que le hayas dado descanso a demian, pero si no vienes le diré a Robert que me desobedeciste, ¿estamos?"
Edith asintió con la cabeza y comenzó a levantarse. Sus piernas casi no la sostenían y su cabeza le daba vueltas, tomó al niño de la mano y salieron por fin.
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