La ambientalista
Formaba parte de la tripulación en la que viajaba la reconocida activista ambiental Grenda, una adolescente de 16 años, con un rostro serio, de cabellos castaños y silueta incierta, pues siempre usaba casacones..
Soy Ricardo, tenía 24 años cuando sucedió. Formaba parte de la tripulación en la que viajaba la reconocida activista ambiental Grenda, una adolescente de 16 años, con un rostro serio, de cabellos castaños y silueta incierta, pues siempre usaba casacones. Viajábamos con sus padres, Matheu y Lyle, que desde el primer día nos hicieron participar de su perversión. Tres tripulantes terminamos siendo voluntarios, pero ¿cómo así?
Cuando me uní a ellos me llevaron al camarote para que conozca a la famosa Grenda, pero lo primero que ella hizo fue cerrar por dentro y apretarme fuertemente el pene.
-Ah! Tú eres el nuevo, ¡estoy encantada!
Yo estaba idiota, ni procesaba lo que había hecho mientras que me bajaba la cremallera. Se relamió lo labios mientras mi pene saltaba de inmediato, ella puso una cara de lujuria y procedió a hacerme LA mamada.
-Ummh, que rico sabe, mira tus venas como suben hasta la punta y aún tienes tu prepucio.
Lamía mis bolas soltando abundante saliva hasta llegar al glande, donde hacía un molinillo con su lengua mientras que frotaba el tronco fuertemente con las manos. Excitada, se empezó a tocar dentro del casacón, y ya bien caliente, decidí sacárselo.
-Oye, no, deja…
Lo dijo mientras me daba una bofetada, la bajé de golpe y la tiré al extremo del camarote. Estaba desnuda salvo unos leggins negros. La tiré a la amplia cama que le asignaron y empecé a succionar sus pechos, grandes de aureola rosada, mientras mis manos aplastaban sus firmes y redondas nalgas y destrozaban los leggins mientras oponía resistencia. ¡Quién iba a pensar semejante manjar estaría envuelto en la gran casaca!
-Te dije que me sueltes imbécil…
Avanzó para patearme y golpear el estómago, pero yo estaba tan caliente que no me iba a retirar. La abracé de espaldas, la incliné y se la iba a meter desde atrás sin lubricación. Al sentir el contacto reprimió el grito, se agachó y me tiró un cabezazo directo a mi nariz, volteó con la intención de ahorcarme.
-Tu comenzaste esto perra, ahora quieta…
Ya fuera de mí le di un puñetazo en la boca del estómago, cayó de rodillas con la mirada perdida y húmeda, aproveché y la arrojé nuevamente a la cama, y le empecé a meter la mitad de pene por su adolescente vagina.
-Qué rico aprietas amor, shhh, shhh.
Qué delicia. Su chocho no estaba caliente, esta hirviendo. Le acariciaba el cabello mientras la arremetía, era como meterla a un volcán, pero era una adolescente llena de lujuria. ¿Como podía estar así? ¿Por eso siempre parecía irritada?
Le empecé a comer su depilado coño como si fuera una cualquiera. Estaba quieta, parecía que se había rendido, empecé a lamer su abdomen y sus pechos con calma, llegué a su rostro. Me miraba con sumisión, fui débil y la besé… y saqué la lengua a tiempo, antes que me la cercenara con los dientes. Me agarró de los cabellos para zafar mientras me quería morder.
-Fuera!!! Déjame hijo de puta!!!
Le crucé la cara con una bofetada, agarré la abundante saliva que ella estaba regada en su cara, la embadurné en mi pene y sin mayor contemplación le metí los 18 cm de polla por su ano. Gritó muy fuerte contra el colchón, pero no me importaba, solo sollozaba mientras me la cogía violentamente.
-Ah!!! Mamá, mamá!!!
Mi pene era un pistón fuera de control que llegaba a lo más profundo de ella mientras que mis bolas chocaban contra sus nalgas hasta que le inundé los intestinos con mi semen.
-Ahí tienes puta!!!
Ya satisfecho, empecé a darme cuenta de la bestialidad que había hecho. Ahí estaba Grenda, la gran ambientalista, tirada en el camarote de un velero prestado, semi inconsciente chorreando semen por el ano, cuando con llave entran a la habitación. Era su padre, con una mirada cómplice.
-Ella es una putita salvaje que siempre se pone agresiva, por lo que decidimos canalizar esa violencia en la protesta ambiental.
-Ah?
Mientras decía esto se desnudó, acostó en la cama y empezó a cogérsela por su tierna vagina. No le molestó que estuviera semi inconsciente, la besó tiernamente en los labios mientras ella volvía en sí, apenas gimiendo mientras su padre la follaba. Contrariado, me acerqué y empecé a masturbar manoseando sus grandes pechos y solté mi lechada sobre su rostro, uno distinto, tranquilo y relajado. Me miró con tanta paz que me sonrojé, solo cambió cuando puso los ojos en blanco mientras que el padre se venía dentro de ella. La limpió y la dejó acostada mientras salíamos del cuarto.
- Ricardo, puedes hacer esto durante todo el trayecto, casi un mes. Te daremos lo necesario salvo la paga, pero creo que está sobradamente bien compensando. En EE. UU. puedes conseguir buenos trabajos.
- Gracias Matheu, pero tengo otras responsabilidades que atender, así que no puedo aceptar. Fue fabuloso, pero tu campaña esta muy bien financiada y necesito el dinero.
- Es una pena… casi tanta como la que tendré al publicar el video de hoy. No solo irás a la cárcel, sino que pasarás a ser la imagen de la violencia sexual por años.
Me quedé helado. De repente interioricé que había ultrajado violentamente a una menor, y que dependiendo donde me juzguen, podía ser cadena perpetua. Pero ¿Acaso al padre no le importaba lo que yo pudiera decir, además de que arruinaría la vida a su hija?
-Quizás pienses que puedes perjudicar su imagen. Al contrario, mi hija, siendo tan humillantemente vejada, tendría una razón lógica para expresar en público su furia y variación de ánimo. Además, sería una estrella en el mundo de los voceros de los derechos civiles. Todo lo que tú puedas decir es inválido, pues eres un adulto que no supo reaccionar adecuadamente, si es que te creen.
En eso ella asoma su rostro. Era el rostro que todos conocían, serio, medio amargo. Pero la ví distinta, estaba apenas cubierta con una sábana delgada, dejando a la vista su hermosa figura adolescente que ya hacía unos minutos había maltratado. Me llenó de remordimiento.
-Eres un imbécil. Papá, quiero que lo largues.
– Espera cariño. Sé que está muy arrepentido por lo que hizo. Justo me estaba diciendo que a manera de compensación nos iba a ayudar en este viaje.
-Lo haré, pero a cambio necesito…
– A cambio de nada. Si vuelves a tocar a mi hija te entregaré a las autoridades del primer puerto que lleguemos.
Estaba furioso, me cambiaba las condiciones y estaba canjeando un mes de trabajo por menos de una hora de placer. Me sentí impotente hasta que la vi, a Lyle, la madre de Grenda. Estaba en la parte superior del velero y me veía con desprecio, pero noté que no solo a mí, sino a su esposo. Eso me dio una idea.
Continuará.
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