La cabaña
ella se ponia como loca, cualquier excusa era buena, cualquier lugar era el indicado….
El año pasado no pude salir de vacaciones, mis papas tuvieron que trabajar todo el verano… pero este año sería diferente… no estaba con ellos… este año iría con mis abuelos y mi tía, a la cabaña que estos acababan de construir. El viaje fue tranquilo, y como era costumbre yo no me preocupaba por nada… llevábamos ya un tiempo haciéndolo con ella… era un vicio exquisito… tanto que no podía siquiera expresarlo bien con palabras, todo estaba envuelto en una complicidad ardiente y demasiado bien escondida… sus miradas eran siempre tiernas, cuando había más gente… pero cuando estábamos solos… mi piel ya no era mía, mis manos ya no me pertenecían, lo único que tenía en mi cabeza eran los surcos de su piel, el palpitar de sus pezones morenos y suavemente duros, las curvas de sus caderas, la humedad del secreto que complacientemente guardábamos.
Cuando llegamos a la cabaña, empezamos a ordenar las maletas, mis abuelos revisaban los detalles de la casa recién construida, mientras nosotros elegíamos una habitación para dormir, porque «tu no vas a dormir solito, menos ahora que estamos lejos de casa» me decía picaronamente, y me acariciaba los muslos cerca de mis genitales… yo era su juguete… su juguete más querido… apenas empezó a rozar los muslos, se quedaba callada, mirándome fijamente, sus ojos languidecían de calentura, se derretían con el solo hecho de imaginar tocándome… tocándonos… esos silencios eran exquisitos, solo escuchaba el roce de sus dedos… recorriéndome el pantalón… mientras me iba poniendo duro y se levantaba… cada milímetro que subía, era una exhalación más fuerte, una inhalación más profunda de ella, su boca comenzaba a moverse… escuchábamos a mis abuelos moverse alrededor de la casa «te dije que pusieran el lugar para los maceteros ahí detrás, no adelante, eres tan porfiado» le decía mi abuela a mi abuelo. Por instinto, abrí bien los ojos y mire en dirección hacia la ventana, ella rio, se levantó y me susurro al oído «tienen para rato, déjame cerrar la puerta» avanzo hacia la puerta, la cerro, se sentó en la cama y me dijo «ven, rápido» me acerque, al hacerlo ella, con la punta de sus dedos me empezó a bajar el cierre del pantalón, mi verga ya estaba dura y la punta ya empezaba a humedecer la ropa interior, acerco la boca y le dio varios besitos, luego, abrió su boca y con la punta de sus dientes empezó a acariciarme la verga, recorría la cabeza despacio, mi pene palpitaba, con su saliva humedecía la ropa interior para que se pegara a mi piel, ponía su lengua dura, en punta, para acariciar el agujero de mi pene.. Nunca dije nada, porque todo era simplemente exquisito… sus dedos acariciaban mis bolas, las entibiaba con sus manos… yo escuchaba a mis abuelos dando vueltas alrededor de la casa, ella no tomaba en cuenta eso, en cambio yo me ponía nervioso, ansioso y eso… me calentaba más y ella se daba cuenta… Se puso de pie, se bajó los jeans, y sus dedos abrieron su concha… que se veía brillante y húmeda, sus pantalones bajaron hasta el suelo, doblo un poco las rodillas y sin esperar nada, empezó a masturbarse… le gustaba que la mirara… sus dedos recorrían su vagina rápidamente, estaba tan ansiosa como yo, sus caderas se balanceaban hacia adelante, como tratando de mostrarme toda su calentura. Yo solo miraba, y me hacia la paja, casi por instinto… los escuchábamos alrededor de la casa… las manos de ella se movían mas rápido, podía escuchar cómo se frotaban en su concha, abrió mas sus piernas y metió sus dedos, los jugos de su vagina bajaban por sus muslos, yo me pajeaba mas rápido, sentía que la fricción quemaba mi verga… no había control de ninguno de los dos… «chúpame, chúpame» me dijo desesperada, me tomo la cabeza y la acerco a su concha, yo trate de ubicar su clítoris, cuando lo hice, lo apreté con mis labios y empecé a chupárselo con fuerza, entre su respiración, se escapaban unos siseos ardientes… la situación lo ameritaba… ella se agacho, sin dejar de pajearse, y con la otra mano, me tomo la verga y la empezó a chupar, con sus labios apretó la cabeza y la movía hacia adelante y atrás.. yo le seguí el movimiento, era como si le follara sus labios… sentía como sus dedos chapoteaban con los jugos de su concha… ya no podía aguantar más, estaba tan caliente, tan nervioso… mis piernas se tensaron todo lo que podía, ella chupaba y chupaba, y temblando de placer, le llene la boca de semen ardiente.. Un chorro… Luego otro… ella lo sintió, pero no se detuvo… siguió chupando el agujerito de mi verga… hundí la cabeza en mis hombros, una hermosa angustia me consumía, y con un suspiro ahogado, salió otro chorro más… no me había dado cuenta, que todo ese rato, ella me estuvo mirando a la cara… vi como tragaba mi leche, y con la punta de su lengua limpiaba lo que no alcanzo a tragar… yo estaba exhausto… se puso de pie, abrió las piernas y me dijo «chúpame fuerte, quiero llegar también» y comencé de nuevo a apretarle el clítoris con mis labios, «méteme los dedos, apúrate»… ya no se escuchaban los pasos de mis abuelos afuera… le metí los dedos, su vagina estaba ardiendo y muy húmeda, metía y sacaba mis dedos, sonaban sus carnes mojadas, ella sostenía mi cabeza con ambas manos y empujaba mi boca con sus caderas, cada vez más rápido, cada vez más fuerte, mis dedos entraban más y más adentro, con fuerza, con rabia, la carne de su concha estaba roja, de repente y por solo un instante se quedó quieta, yo seguía chupando y masturbándola.. Mientras un suspiro ahogado se le escapó de la boca, y comenzó a correrse en mis dedos… salía tanto… su culo y sus tetas tiritaban… y no podía decir nada… tan solo se escuchó un «aaahh» despacito y prolongado, cuando acabo de correrse… me miro exhausta también… solo nos reímos… se escuchó la puerta de entrada, nos acomodamos la ropa y salimos de la habitación… nadie nunca sospecho nada…
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