La casa de las perversiones 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Hola cuñado – escuche decir a mi espalda.
Era Yadira con su cara bonita y aquella sonrisa pícara, de chica que a pesar de tener 14 años ha vivido más experiencias que las de su edad.
Hola – dije – sorprendido.
Estaba en la letrina, con la verga en la mano orinando.
Es más, pensaba que de hoy no pasaba que me cogiera a Ester.
Llevábamos más de una semana de novios, más de una semana en que todos los días nos íbamos al traspatio de su casa y cachondeabanos en aquella banca de metal.
Más de una semana en que yo terminaba con aquel dolor en los huevos y tenía que irme a mi casa a desahogarme con mi hermana.
– ¿Porque tan solo? – preguntó –
Era obvio.
Estoy en el lugar donde se viene a cagar – pensé.
Y con todo el descaro del mundo me giré aunque aún tenía la verga afuera del cierre.
Sabía que la oscuridad era tal que no podría verme la pija en toda la extensión y quizá acostumbrada como estaba a follar con su hermano mi pajarito de 17 cm quizá no le provocara el deseo de tener sexo conmigo.
Sin embargo ella había comenzado todo al entrar a aquella letrina de paredes de adobe y con un costal por puerta.
Ella, quien desde el primer día había coqueteado conmigo, ella de quien se hablaba no podía cerrar las piernas a una buena verga.
El movimiento estaba hecho por mi parte, ya dependía de Yadira si aceptaba el reto.
Supe que había decidido entrar al juego porque en la oscuridad pude ver aquel brillo en sus ojos, su mano buscando atrapar lo que le había ofrecido.
Me tocó suave, palpando mi garrote de punta a punta, sobando mis huevos, subiéndose y bajando mi prepucio en una suave paja que me hizo jadear ricamente.
– Está rica esa verga – me dijo deslizando las palabras de una manera sensual y perversa.
Se había topado a mi haciéndome sentir sus pechos erectos, firmes, grandes.
Mucho más grandes que los de su hermana.
Chupame las tetas – susurró como si tocar mi polla la tuviera al borde del extasis.
Hice más que eso.
Deje caer mis pantalones para que tuviera más libertad de acariciar mis cojones y mi polla, al mismo tiempo le metí la mano por arriba del elástico de su diminuta tanga hasta bajar y llegar a su peludo coño.
Busque sus labios vaginales y abriéndome pasó empecé a jugar con mi dedo entre sus pliegues vaginales.
Pude saber que Yadira lo disfrutaba, ella misma se saco los pechos y con voz entrecortada otra vez me pidió que se los chupara.
Chupame los pechos amor, chupamelos.
Era fácil saber que la debilidad de mi cuñada eran sus tetas, al roce de mi lengua en sus pezones se retorcía como si aquello le provocara el mayor de los gustos.
Cogeme – dijo con un tono suplicante, como si no pudiera aguantarse más.
Literalmente me tenía en sus manos, Yadira no había dejado de hacerme una paja.
Mi polla totalmente parada, mis huevos a reventar de semen.
De hecho antes de llegar Yadira por eso me encontraba en la letrina, estaba orinando porque estar cachondeando con Ester me tenía full excitado y con dolor en la parte baja.
Necesitaba acabar.
Sabía que Ester podría regresar en cualquier momento, porque solo había acudido al llamado de su mamá.
Pero tanto Yadira como yo no podíamos quedarnos así, ella prácticamente suplicaba por sexo y mis huevos no resistirían hasta llegar a mi casa y descargarme en mi hermana.
Le ayude a quitarse aquella tanga de color rojo, luego la gire hasta quedar sostenida en la pared, le levante la falda.
Mi cuñada sabía la posición, se agachó un poco para que yo pudiera colocarme detrás, me afianzará de sus caderas y la penetrara.
Su 170 de estatura hizo que quedáramos a la perfección, su chocho a la altura de mi garrote tieso y curvo hacia arriba.
No hubo preámbulos, ella estaba lo suficiente lubricada para que mi polla le entrara fácilmente.
Podía sentir su calentura interior, era rico sentir como a cada embestida su vagina se estrechaba de una manera que parecía estarme ordeñando.
Quién iba a decir que una panocha joven fuera capaz de dar tanto placer.
Yadira lo disfrutaba sin duda.
Jadeaba y jadeaba sin dejar de moverse, sin dejar de hacerme sentir que verdaderamente había elegido mal.
Aferrado a sus caderas la culie una y otra vez a su ritmo, sin prisa aunque sabía que mi novia podía aparecer de repente, aunque suponía que no encontrarme en la banca de metal en donde siempre nos sentábamos, quizá creyera que me había aburrido de esperar y me hubiera ido a casa.
Pude saber que Yadira llego a su orgasmo, sus movimientos se aceleraron.
Su vagina se reseco para dar paso a una serie de espasmos que la obligaron a emitir aquella serie de sonidos inaudibles.
Por un momento creí que podían descubrimos.
Mmmm uf uf que rico coges cuñado.
Que ricooo, que rico, que rico eres.
Que ricooo mmmmm
Yo estaba excitado, mi verga estaba hinchada y aquel dolor en mis huevos continuaba.
Sin embargo no podía acabar.
Quizás el saber que Ester podía aparecer de pronto, la verdad no lo sabía.
Porque esto de llegar a este nivel de excitación era nuevo para mi.
Igual me pasaba cuando me iba para mi casa, cuando había estado cachondeando y follaba a mi hermana me costaba que terminara y Cuando lo hacía prácticamente sentía que toda mi energía salía por el semen.
Yadira pareció adivinar lo que me pasaba y en cuclillas se puso a mamarme la polla, lo hacía rico y con fuerza.
En más de una vez la vi poniéndole líquidos de los que le salían de la vagina.
Para facilitarle el trabajo cerré los ojos y tomándole de la cabeza la culie una y otra vez, hasta que sentí aquellos escalofríos en la espalda que luego bajaron por toda mi columna hasta llegar a mis huevos.
De ahí como fuego subieron por mi pene hasta convertirse en chorros de semen que uno a uno cayeron sobre el rostro de mi cuñada.
Esta vez sentí que las piernas me flaquearon y tuve que sentarme en la taza de aquella letrina para recuperarme.
Poco a poco mi respiración se fue nivelando , la verga por fin se me puso flácida (había quedado dura a pesar de haber acabado), el ritmo cardiaco volvió a ser el mismo.
– Que rico amor – escuche decir a Yadira.
– Te gusto – le dije.
– Me encanto.
Es la mejor cogida que me han dado.
– Pues tu coges rico.
– Si te gusto ya sabes que estoy para ti cuando quieras.
Dicho esto Yadira salió ocultándose rápidamente tras la pared de aquella letrina.
Serían las 11 de la noche y Ester no regresaba.
Me puse mis pantalones, me lave las manos y decidido me fui a esperar a aquella banca donde siempre nos sentábamos mi novia y yo.
– Cuñado.
Cuñado ….
Era Miguel.
El hermano de Ester.
– Si – dije tratando de ver a donde se encontraba.
– Ester ya se fue a dormir.
Le dije que usted ya se había ido.
– Ah
– Ya ve que usted estaba ocupado – dijo con aquel tono sarcástico que me daba a entender que me había visto con Yadira.
O me equivocaba, pero pude ver que se encontraba donde una semana atrás había visto a Gabriel su otro hermano cogiendo con Yadira.
Había alguien con el y por la silueta deduje que era su novia.
Rosa la del tremendo culo, como becerro se la estaba chupando.
– Nos vemos mañana – me despedí
Camino a casa pensé que por primera vez en una semana iba a llegar a dormir.
Yadira que había descremado totalmente y mi hermana hoy tendría que dormirse sin sexo.
Seguiré contando……
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