La Cofradía XV
Un chico con asma se recupera milagrosamente .
El Chico con Asma
– Hola hermanita – dijo mi hermano llegando con su mochila colgando del hombro.
– Hola hermanito – lo saludé con un beso en la boca y ayudándolo con la mochila.
– Y los papás – preguntó. Normalmente no lo saludo así, tan efusivamente cuando están ellos.
– Tenían un compromiso, te acuerdas que dijeron, una cena o algo así –
– Si , ahora lo recuerdo –
– Quieres bebida o comer algo –
– Sabes ? Una cerveza me vendría bien, ya que es viernes y mañana no tengo clases –
– Que buena idea – dije. Mi papá siempre tiene cervezas en el refrigerador. Saqué dos botellas y le pasé una, me senté a su lado en el sofá y bebimos un trago.
– Ahora cuéntame lo del chico con asma, le hiciste la terapia? –
– Bueno, si, aunque fue algo más complicado –
– Cómo? Porqué dices éso? –
– Bueno, te cuento…
El chico no es tan chico, tiene 17 años, es más alto que yo, bien parecido, de piel blanca y además inteligente.
Cuando lo conocí estaba en su cama semisentado con una mascarilla de oxígeno en la cara.
Lo saludé y le dije que me habían pedido que fuera a verlo y a ayudarle.
Me indicó, con una sonrisa, que me sentara.
– Ahora cuéntame de qué se trata – me dijo levantado un poco la mascarilla.
– No soy médico, no curo enfermedades, no soy curandero ni hago magia. Te digo todo esto para que no esperes nada extraordinario de mi –
– Anda, dale, cuéntame, no espero nada de ti, soy escéptico de creencias de cualquier tipo, incluso la medicina es poca ayuda –
Lo miré a los ojos. Me dieron ganas de levantarme e irme. Me sentía ridículo en esta situación.
– Qué? Tienes algún problema? – me dijo con su típica voz que parece que un hilo a punto de cortarse.
Necesita ayuda, no me puedo ir sin intentarlo.
– Mira, escucha atentamente lo que te voy a contar. Espero que no lo comentes con nadie. Si después no quieres mi ayuda, no pasa nada, me voy y todo bien. Pero de que necesitas ayuda…la necesitas.
Y le conté lo de la Cofradía, lo que hacíamos, que su nombre había salido en un par de reuniones y que me habían pedido una visita personal. También le conté lo que haría si es que el aceptaba el tratamiento.
– Te vas a desnudar y después que? – ya casi no hablaba, parece que la conversación lo alteraba.
– Mira, vamos a comenzar despacio y ahí veremos qué pasa, te parece? –
Asintió con la cabeza, por lo que me desnudé bajo su atenta mirada y realice todo el protocolo de limpieza y carga de energía. Cuando terminé me paré en frente de él con mi erección a 100 %.
– Sabes? Te creo. Todo lo que hiciste tiene lógica.
Hacía pausas para hablar, como si el oxígeno no fuera suficiente.
– Había escuchado de las sanaciones mentales, pero no les presté atención. Ahora dime que tengo que hacer yo –
– Tu no hagas nada, yo te voy a entregar la energía que tengo en mi cuerpo, pero no puedo hacerlo como quisiera porque talvez no lo resistas. Entonces voy a bajar la ropa de cama, me voy a sentar a tu lado y voy a tomar tu pene. No te asustes, es parte del tratamiento. Si en algún momento no quieres, me avisas y me detengo –
– Ok – apenas escuché.
Retiré la ropa de cama hasta las rodillas, me senté a su lado y lo tomé por el pene. Inmediatamente abrió los ojos y me miró fijamente. Cerré los míos y me concentré en la entrega, ya que es muy lenta de esta manera. Sentí como comenzaba a crecer su miembro en mi mano hasta alcanzar una erección. Yo seguía con mis ojos cerrados tratando de concentrarme. De pronto sentí su mano en mi pene que me tomaba con fuerza. Abrí mis ojos, su mano abrazaba mi pene y el tenía los ojos cerrados. El tenía un pene de buenas proporciones, estaba bien sin ser un dotado. Cerré mis ojos y continúe con la entrega, ahora era por dos vías.
Una vez que terminé la entrega solté su pene. El abrió los ojos y me miró. Miró mi pene en su mano pero no me soltó. Cerró los ojos nuevamente y lo sentí tomar aire poco a poco y cada vez más profundo. Abrió los ojos y se quedó mirándome. Con la otra mano se sacó la mascarilla.
– No te importa? – Me dijo señalando su mano en mi pene.
– No, está bien, lo que tu quieras –
– Sabes? Me hace sentir bien, como que respiro mejor y sin oxígeno –
– Es por la energía que te entregué, pero si te hace sentir mejor tener mi pene en tu mano, dale, tómate tu tiempo –
– Ahora si quieres que tome el tuyo no hay problema –
– Si, me gustaría –
Tomé su pene que estaba sobre su pelvis y lo levanté. Normalmente no le presto mucha atención a los genitales de las personas que trato, sólo son una vía de coneccion. Pero ahora, sólo era tomar su pene, bien formado, su cabeza rosada, buena tensión, dándole unos apretones. Sentí que su mano hacía lo mismo, además subía y bajaba. Hice lo mismo con él, durante un buen rato. Pero comencé a sentirme incómodo, si seguía así me iba a hacer eyacular. Tomé su mano y lo detuve. Abrió los ojos y me miró.
– Disculpa – dijo soltándome.
– No, está bien, no te preocupes –
– Es que me hace sentir bien – dijo con una sonrisa y con más voz.
– Qué bueno, ésa era la idea –
– Hace tiempo que no tenía una erección. Mi hermana me hace aseo aquí en la cama, se llama Anita y tiene 13 años. Ella la pobre me baña y me lleva al baño. Aveces me baña en la ducha, pero me agito mucho y me cuesta respirar cuando tengo una erección. Entonce deja de lavarme, espera un rato que recupere el aliento y termina de bañarme –
– Si, bueno, lo que pasa es que al parecer tienes los bronquios tapados y estas respirando muy poco aire. Entonces una reacción como ésa, el corazón bombea más rápido y más sangre, para lo que necesita más oxígeno. Y si le falta oxígeno a tu cerebro te puedes desmayar –
– Si, pero contigo no me pasó éso, sentí tu mano, sentí un calor que me invadió, entonces cerré los ojos y me concentré en tu energía. Como encontré que necesitaba más entonces te lo tomé y recibí el doble de energía. Después no te solté porque me sentía bien con tu pene en mi mano. Nunca había tocado uno, tu sabes los prejuicios y todo eso. Cuando me lo tomaste de nuevo, quise experimentar si me ahogaba con una erección normal y por éso comencé a masturbarte para que hicieras lo mismo, se sentía muy bien y no tuve ningún problema.
– Bueno, tengo que irme, te veo la próxima semana – le dije levantándome, tapándolo y comenzando a vestirme. El me miraba en silencio, como tratando de adivinar qué cosa era yo.
– Hasta la próxima semana – le dije dándole la mano .
– Si, muchas gracias –
,,,,
– Y éso fue todo? – le pregunté mientras mi mano subía y bajaba por su pene.
– Querías que lo penetrara? – me dijo con una sonrisa burlona.
– No sé, es que se me hizo corto el relato, pero me gustó, ahora me toca a mí. Vamos a la cama, ahí me cuentas qué pasó la otra semana –
…..
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