La Cofradía XVII
Inesperada situación durante la terapia. .
– Éste capítulo, el que te voy a contar ahora, marca un antes y un después en mi vida.
– Ah, bueno, soy toda oidos, cuenta – y la historia comienza de esta manera:
Como cada vez que iba a ver a Eduardo, su hermana, Paty, me recibía en la puerta y me daba un abrazo y un beso en la mejilla muy contenta.
Después de saludar a Eduardo, con un apretón de manos, me desnudé y realicé el protocolo de costumbre, bajo su mirada de siempre.
Parado frente a él, desnudo y con mi erección, abrió la cama y me dijo que me acostara a su lado.
De espaldas y desnudos en la cama, Eduardo toma mi erección, siento la pequeña vibración de la transferencia de energía. También tomo la suya para duplicar la cantidad y la velocidad. El ya tenía una erección antes a acostarme a su lado.
– Voy a ser sincero contigo – me dijo él. Cuando me contaste lo de la Cofradía y la transferencia de energías, no te creí nada, supercherías pensé, después lo de la penetración me pareció muy extaño todo.
Pero me he ido dando cuenta de que si es cierto lo que dices y que la penetracion es parte esencial de la terapia. Tu entrega de energía atraves de la penetracion funciona, se produce por medio de tu miembro.
También se puede producir atravez de tu ano? –
Me desconcertó la pregunta, nunca me lo habían preguntado, ni yo mismo lo había hecho.
– Bueno, supongo que si, la transferencia se produce por cualquier parte del cuerpo, y me imagino que atravez del ano debe funcionar igual que con el pene – le respondí.
– Estarías dispuesto a que yo te penetrara? –
– Soy una persona de amplio criterio y más amplio aun perteneciendo a una cofradía como la que pertenezco. Si, estoy dispuesto a hacerlo –
– Ponte boca abajo – me di vuelta y esperé.
– Tienes que comprender que esta es la primera vez que lo voy a hacer de esta manera, ten cuidado y usa el lubricante – le pedí.
– Si, claro que si, lo menos que quiero es provocarte algún daño – me dijo colocándose entre mis piernas.
– Levanta un poco tu trasero – me dijo y eso hice, no voy a negarte que estaba nervioso y un poco asustado.
Sentí sus dedos untar mi ano y masajearlo suavemente, la sensación me agradó, ya la había sentido anteriormente, no recuerdo la ocasión.
Después sentí un dedo que entraba por mi ano abriendo mi esfínter. El lubricante hacia su trabajo y todo era agradable. El dedo entraba y salía lentamente, me concentré en relajar mi cuerpo y que mi energía fluyera libremente.
Algo similar a una clavada de una aguja, sentí como el glande de su miembro se abrió paso atravez de mi esfinter anal.
– Tranquilo, relajate – me dijo al sentir mi quejido y mi intento de escapar.
Y así lo hice, lo más que pude. Sentía mi energía fluir de mi ano a su pene, esa era la idea principal, también sentía que la penetracion era cada vez más profunda hasta que finalmente tocó fondo. En realidad no sé si tocó fondo o no. Sentí su pelvis pegada a mis nalgas y su miembro muy dentro de mi. Calculo que debe haber medido unos 18 centímetros. Sentía mi ano palpitar con cada latido y con cada impulso de energía. No recuerdo si el se movía o era yo entregándole mi energía. El caso es que entramos en una vorágine de penetración que sentí que iba a tener un orgasmo y se lo dije. Me pasó papel higiénico, saqué un trozo y envolví mi pene justo en el momento que comenzaba a eyacular. Finalmente terminé rendido, con mis brazos y piernas abiertas, mi cara contra la almohada y él encima mío, aplastándome.
– Estás bien? – me preguntó al oído.
– Si, estoy bien – le respondí más relajado.
– Te gustó? – me preguntó.
– Si, me gusto – nunca he tenido algún problema con las diferentes orientaciones sexuales de las personas. No las clasifico en determinado grupo, son personas como todos.
Una vez, recién entrado a la cofradía, conocí a una chica con depresión. Tuvimos una larga conversación, finalmente me dijo que era una chica trans. Le dije que estaba bien, que eso no era un problema. Se levantó la falda y me mostró su pene. Le dije que era lindo, se lo toqué y lo acaricié, para que viera que no era algo extraño para mí. Le dije que un día encontraría al hombre que la iba a amar tal como era. Me preguntó si sería capaz de se pareja de ella. Le dije que si, pero teníamos que seguir siendo amigos y ver como nos entendíamos, que sus genitales era lo que menos me preocupaba. Me abrazó y me pidió que la besara, la besé en la boca como su fuera mi novia. Me preguntó que me había parecido el beso. Le dije que bien y que me había gustado. Me sonrió y me dió las gracias. Después de éso seguimos siendo amigos, recuperó la confianza en ella misma y no hablamos más de ser pareja.
Ahora estaba yo, con un hombre aplastándome y con su erección muy adentro mío. No me iba a cuestionar mi hombría a estás alturas, pensaba. En todo caso el sexo anal es sexo anal, no importa quiénes lo practiquen.
– Gracias – me dijo Eduardo al oído, no esperaba menos de ti.
– Gracias de qué ? – le pregunté. El seguía con su erección en mi interior.
– Por darme la confianza que necesitaba – acariciando mi nuca con la yema de sus dedos.
– Cuando quieras – le dije.
– Sabes, creo que estoy bien, aunque a veces he necesitado el inhalador, el oxígeno no lo necesito –
– Que bueno que estés bien, espero haber ayudado en algo – dije.
– En todo, te debo la vida, había perdido toda esperanza, tu y mi hermanita me sacaron adelante –
– Me alegro –
– Sin embargo no quiero perder tu amistad, quiero que sigamos viéndonos –
Esta conversación la manteníamos mientras el mantenía su miembro en mi ano. No me molestaba mi me dolía, todo lo contrario, me sentía bien, era muy agradable.
– Sabes, debo confesarte algo. Te pedí que me dejaras el lubricante porque hacía un tiempo que quería coger con mi hermana. Hace unos días y después del bañó, le pedí que me dejara penetrarla anal, no quería quitarle su virginidad y menos embarazarla. Después que me penetraste me cuestioné mi hombría porque me gustó que me cogieras. Con mi hermana no tuve ningún problema, tuve el mayor de los cuidados con ella tratando que lo disfrutara como lo hice yo.
– Qué bueno que tu hermana te apoye en éso, me alegro por los dos –
– Ahora está tomando píldoras anticonceptivas, quiere sexo vaginal. También me dijo que estaba agradecida de ti, que lo que le pidieras te lo daría. Le pregunté que porqué ella no lo hacía y me dijo que le daba vergüenza decírtelo. Así que ya lo sabes, mi hermana cuando quieras –
– Está bien, gracias, pero creo que ya debo irme –
– Si, claro – dijo levantándose y sacando su miembro.
Me levanté, terminé de limpiarme con el papel y me vestí.
– Te quiero – me dijo al oído abrazándome.
– Y también te quiero – le dije.
Me despedí y salí de la habitación, el se quedó acostado encima de la cama desnudo y con los ojos cerrados.
– Ya te vas? Te acompaño a la puerta – dijo Paty.
– Gracias por todo – dijo ella.
– Gracias a ti, por tu ofrecimiento – se puso roja y bajó la vista. Levanté su cara desde el mentón y le di un beso en los labios. Ella me abrazó y nos dimos un beso de enamorados.
– La oferta sigue en pié – me dijo coquetamente después de cerrar la puerta de la reja a mi espalda.
– Así que Eduardo te cogió y te gustó? – le dije a mi hermano.
– Si, crees que será algún problema? –
– No, para mí ninguno, todo lo contrario, me gusta que sepas lo que es que te den por el culo – dije riendo.
– A la ducha y después a la cama, que ahora la que te va a coger soy yo – le dije tomándolo de la mano y llevándolo al baño. Nos desnudamos y nos duchamos.
Nos fuimos a la cama y cogimos muy rico por mucho rato. Siempre el tiempo es poco para coger, pero si ahora digo mucho rato es porque fue mucho rato. Nos quedamos dormidos. Me despertó la puerta de calle y la voz de mi papá. Estaba en la cama de mi hermano, corrí a mi pieza y me metí a la cama.
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