La cosa no es fácil.
Sexo entre madre e hija..
Me estás chupando el clítoris otra vez, me haces estremecer, me chupas tan fuerte que siento que te estoy follando la boca con mi botoncito, mi pelvis hace ese movimiento de follar en automático, no sé si es el cuarto o quinto orgasmo, me tienes exhausta, tomo tus cabellos y te acaricio, siento tus jadeos y tus labios recomienzan a besar el interno de mi vagina, mi cuerpo se enciende una vez más y mis temores se alejan, me miras con tus ojos claros y centelleantes, sé que me amas y me has siempre amado, tu sonrisa coqueta me transmite sentimientos, a veces me provoca y me seduce, me relajo y abro atrevidamente más mis piernas para ti, estoy unida a ti de siempre, mis senos se estremecen cuando tú los tocas, los amasas, los refriegas, mi pezones te apuntan, son tuyos, vibran entre tus dedos y me entrego a tu pasión desenfrenada, me transportas en ondas enloquecedoras, me revuelco con tu boca en la mía, te sientas en el lecho y acomodas mis medias rojas, esas que a ti te gustan tanto, esas que tú me regalaste, esas que tú me calzaste esta mañana cuando me vestiste como a una niña, porque sé que me adoras y me cuidas como a una niña, aun cuando ya soy mayor de edad, para ti no soy más que una niña, soy tú niña mamá.
La nebulosa brillante, envolvente, obnubila mi entorno, rayos y centellas aclaran esa tiniebla rosa, el azul se desborda y se transforma en tonos diversos, unos más claros que otros, es un arcoíris, no, son combinaciones simétricas que varían en mil matices, estallan todas juntas en mi cabeza cuando me sacudo y estremezco en otro orgasmo, me sostienes por las caderas y tú boca no cesa de replicar esos temblores en mi botoncito delicado.
― ¡ooohhh! mamá detente … por favor … no resisto otro más ― te imploro mientras estrujo la almohada en mi rostro, siento que besas mis muslos con tu boca húmeda, bañada en mis fluidos, acaricias mi vientre, subes hacia mí y te detienes en mis tetas que aún tiemblan sólidas y firmes, apartas la almohada y me besas en la frente ― ¿te gusto nenita mía? ― me preguntas, ― ¡huy! mamá tú sabes hacérmelo y sabes que siempre me ha gustado ― te respondí jadeando.
No soy lésbica, jamás lo he sido, pero mamá es lésbica, ella quisiera que en este mundo hubiese solo mujeres, yo soy Marianna y tengo 22 años, mamá se llama Sonya y cumplirá 39 el próximo mes de agosto, ella quiso tenerme y acordó con un amigo suyo lo necesario para preñarse, según lo que ella me cuenta, este tipo la desvirgó y la embarazó en el curso de mes y medio, después de eso ella jamás ha vuelto a yacer con hombre alguno, no les odia ni nada de eso, simplemente que no son cosa suya, no le llaman su atención.
Mamá me crio sin preconceptos, no me metió cosas en la cabeza contra el sexo opuesto, así que yo desde mi adolescencia he tenido novios con la aprobación de ella, claro que mi primera experiencia sexual fue ella, mi madre, pero con hombres yo empecé después de los dieciséis, toqueteos, mamadas y mi primera relación fue poco después que cumplí mis dieciocho años, quiero decir, tampoco soy una ninfómana desencadenada, me considero bisexual ya que también he tenido un par de aventurillas fugaces con compañeras de colegio, pero nada más que por calentura, si debo elegir, prefiero un buen pene grueso y erecto, me encantan los hombres con todas sus estupideces y torpezas, me deleita el romanticismo y el sentirme deseada por un macho.
Mi madre desde muy niña me provoco mis primeros orgasmos, quizás ante de los cinco o seis años, nos bañábamos juntas, lo que más me ha atraído de ella son sus tetas enormes, desde pequeña me recuerdo jugando con ellas y humedeciéndome con ardor mientras ella me lamía mi chorito lampiño de niña, a veces ella me sentaba con mi almejita en uno de sus pezones, me recuerdo de haber temido más de un orgasmo de ese modo.
Fue después de los diez o doce años que me di cuenta de que mi mundo era diferente, mi familia de mamá y yo, era diferente a las otras familias, pero jamás vi eso como una anomalía perversa ni nada de eso, entendía que éramos diversas y que debíamos mantener en secreto nuestra diversidad, no tuve traumas ni remordimientos, ni tuve que dejar nada de lo que yo consideraba normal, para mí era normalísimo y deseado el yacer con mamá y darnos decenas de orgasmos un fin de semana cualquiera.
Cuando ella no me busca a mí, yo la busco a ella, lo sé que sus tetas son muy sensibles, así que la ataco por ahí, ella comienza a desvestirme con prisa, a ella le gusta todo mi cuerpo, me despoja de las medias negra, los calzones casi me los quita con sus dientes, sus manos se pierden en mi sexo, en mis muslos, en mis nalgas, en mis senos, sin descanso sus labios buscan mi chocho, quiere sentir ese olor y sabor a mujer, eso que a ella la vuelve loca, ahora no soy su hija, soy su amante y me dará goce, y me dará caricias, y me dará pasión junto a una lujuria que solo ella es capaz de generar.
Hacer el amor con mamá, de siempre ha sido una aventura, son episodios que jamás se repiten, ella es capaz de convertirlos en nuevos sucesos cada vez, mamá es preciosa, su chocho es único, como si tuviese solo labios mayores, sus labios menores cerrados casi herméticamente, como guardianes de ese secreto que esconde mamá, me recuerdo que a la edad de diez años más o menos, era capaz de meter mi manita entre esos pequeños pliegues y forzar mi bracito dentro de su chocho, me encantaba sentir sus tibias carnes envolviendo mi brazo.
Mamá se volvía loca con mi brazo dentro de su vagina, yo no sentía todavía toda esa calentura que puedo sentir ahora que soy adulta, pero a esa edad era como un poder que tenía yo sobre mi madre, como una chica super poderosa, mamá se contorsionaba y prendía mi brazo empujándoselo más adentro, se perdía en su lujuria y deseos de orgasmos.
Ella jamás me penetró, solo me lamía y acariciaba esa partecita de mi chocho que me hacía reír en forma incontrolable, un cosquilleo por todo mi cuerpo descontrolado me revolcaba en su cama y mi pequeñísima vulva se llenaba de fluidos que mamá bebía como zumo del paraíso, era una cosa magnética su chocho, era mi juguete preferido y ella me lo daba todas las veces que yo lo quería.
Fue un muchacho del colegio que, en un baile de la institución educacional, me llevo a una sala vacía y entre besos y abrazos, me corrió mi calzoncito y me penetró, yo estaba muy atemorizada, entendía lo que estaba pasando, pero en mi chocho yo siempre había sentido cosas ricas, sensaciones maravillosas, en cambio ahora sentía que algo me había herido y la fricción me hacía más daño aún, afortunadamente el chico se dio cuenta de mi sufrimiento y un poco entre anonadado y avergonzado me dejo ir.
Me fui a casa muy preocupada, apenas entré, encontré a mamá y me lancé en sus brazos llorando, le conté todo, ella me consoló como solo una madre sabe hacerlo, me explicó muchas cosas y me tranquilice, no había hecho nada de malo, era algo natural y que en un par de días ni siquiera recordaría mi dolor, eso fue lo que en realidad pasó, no me dolía nada y sabía que había perdido mi virginidad.
Mamá me llevo al ginecólogo y empecé a tomar la píldora, jamás ella me prohibió de andar con chicos, siempre me recomendaba de cuidarme, de ser una dama, no andar de pija en pija y lo más importante usar preservativos, ―no arruines tu vida antes de vivirla― me decía, más tiempo pasaba y más sentido tenían esas simples palabras, con chicas metidas en la droga, infectadas con VIH, chicas abandonadas por ser madres solteras y tantas otras cosas desagradables que se viven hoy en día.
Mario fue mi primer novio estable, con el tuve mis primeros orgasmos heterosexuales, tenía buenas dimensiones el muchacho y la sabia usar muy bien, me enamoré de él perdidamente, por meses yo y mamá no nos tocamos, nada había cambiado en nuestra relación diaria, ella era mi confidente, todo lo que yo hacía con Mario se lo contaba a ella sin omitir detalles, ella me daba valiosos consejos.
Un día mi chico apareció con otra chica y me destrozó el corazón, creí morir, no lo entendía y fue mamá que me sacó de la desdicha y me dio fuerzas para seguir tirando el carro de la vida, son cosas que le suceden a todos los seres humanos, yo me las había tomado contra el género, no quería nada que tuviese a que ver con hombres, seres sucios y asquerosos que no te saben valorar, es mejor el amor entre las chicas.
Antonella, una compañera mía de la secundaria fue mi primer amor lésbico, mamá me permitió llevarla a casa y nunca se interpuso entre nosotras, como jóvenes adolescentes, teníamos tanta fuerza y energía que pasábamos horas y horas a comernos el chocho y a procurarnos decenas y decenas de orgasmos, estuve con ella hasta que terminamos la secundaria y ella tuvo que marchar a otra ciudad para seguir con la universidad, gracias a mis puntajes y la elección de mi carrera, yo seguí en una universidad local.
Lucía, una chica del sur, muy cachonda ella, fue mi amor a primera vista, apenas la vi supe que ella tenía que ser mía, era alta como yo, pero su cuerpazo era divino, todos los chicos andaban detrás de ella, pero ella eligió a mí, estuvimos tres años juntas, después sus padres cambiaron de ciudad y se llevaron a ella a otra casa de estudios, nos escribimos por un tiempo, pero la distancia hizo mella en nuestro amor y cortamos la comunicación deseándonos lo mejor.
Bueno con mamá la cosa jamás se suspendió, siempre encontrábamos un tiempito para nosotras, jamás ella me celó ni con los chicos ni con las chicas, ella siempre a mi lado como un soporte maestro, mantenía el inmueble en pie, suceda lo que suceda, mamá estaba siempre ahí para mí, hasta para recogerme en pedacitos y volver a armarme como un lego.
¿Las parejas de mamá? … como las mías, iban y venían, pero ella era más fuerte que yo, porque jamás la vi sufrir ni llorar, un día admirada se lo pregunté ―madre mía, ¿Cómo haces tú para pararte una y otra vez? ¿eres inmune a las penitas del corazón? ― me contesto ―no, pero hay que aprender a dar vuelta la hoja, la vida es tan bella que, así como te quita, así como te da, tienes que aprender a vivir con filosofía y apertura de mente, paciencia hija mía paciencia … esa es la clave―
Cuanta sabiduría y razón de esta madre mía, luego conocí a Margot, ella fue un gran amor y nada más, la chica yo la conocía de la secundaria, pero era de otra clase, alguna vez nos sonreímos en el patio del colegio, como de rebote ella llegó a mi vida, venía de una relación tortuosa con un muchacho mayor que ella y de otro colegio.
Nos hicimos amigas al instante, mi novio de ese entonces pertenecía al mismo colegio de su novio, solo que el de ella era un cretino y un energúmeno, le metía las manos encima, más de una vez la vi con moretones y a llorar perdidamente enamorada de ese salvaje, me transformé en su confidente, el estúpido la golpeaba cada vez que tenían relaciones y ella no lo satisfacía totalmente, el tipo la agarraba y la golpeaba, maltratándola verbalmente, a veces hasta la abusaba.
Margot no escuchaba a nadie, su corazón estaba prendado con el cavernícola aquel, un día llegó a mí a casa y lloraba a mares, estaba preñada de tres meses y sus padres no lo sabían, juntos con mamá la hicimos calmar, la consolamos y la aconsejamos de hablar primero con su madre y que ella viera como afrontar esta situación con el padre de ella, afortunadamente su padre no hizo ningún drama y acepto la situación y decidió protegerla, ahí fue cuando ella empezó a acercarse más a mí, se sentía bien conmigo y nos seguimos viendo, siguieron nuestras confidencias, un día me soltó que tenía unas ganas locas de tener sexo, su pancita había aumentado y comenzaba a hacerse notar.
Ella es una chica preciosa, alta y de silueta totalmente femenina, con su culo redondo y firme, amplias caderas y unos pechos que quizás con el embarazo seguían creciendo, un día mientras estábamos en mi cuarto, la vi que se tocaba sus entrepiernas como si tuviera una comezón ― ¿te pica? … ¿quieres alguna cremita para eso? ― le pregunté, me dejo pasmada su respuesta ― ¿Cuál cremita? … lo que yo necesito es una pija que me rompa el choro … ¡las hormonas me tienen loca! ―
Me levanté y le coloqué una mano en medio a sus muslos ― ¿quieres una mano? ― no me respondió, pero se echó para atrás y abrió sus piernas, le toque su guatita de piel suave y tensada, metí mis manos bajo la banda elástica de sus pantalones de gimnasia y ella colaboró levantando sus glúteos para poder sacárselos, sus calzoncitos de algodón revelaban un incipiente humedecimiento de la prenda, acaricie sus rizos oscuros y tibios que sobresalían por los bordes de su ropa interior, acerqué mi rostro a sus muslos y la esencia de mujer invadió mis fosas nasales.
Margot me miraba con ojos ávidos, interesados, inquisidores, acarició mis cabellos cuando mis labios besaron sus muslos, bajé sus bragas hasta sus tobillos y me lancé de lleno a sus labios hinchados y los abrí, sus carnes rosadas y mojadas se me presentaron invitantes, no hay mujer poco agraciada cuando uno está al nivel de sus genitales, todas son hermosas, y ella no era la excepción, su coñito era esplendoroso.
Me sumergí en ese mar de muslos y extasiada, mi lengua hizo contacto con su morbidez, escuché como sus gemidos cobraban fuerza, encontré la capucha que escondía su clítoris encendido y túrgido, lo envolví con mi lengua tratando de aprisionarlo y apoderarme de él, lo desvestí de sus pliegues y lo tomé entre mis labios, acariciándolo con la punta de mi lengua, la sentí estremecerse y gritar complacida.
Nos acomodamos en mi cama y continué a desvestirla, me encantaba esa pancita suya, sabiendo que cobijaba un nuevo ser en su interior, era algo como demasiado tierno estar amando a esta mujer embarazada, no somos dos sino tres, claro uno ignaro de todo, pero está allí, volví a acariciar su vulva regordeta insertando dos de mis dedos, ella comenzó a follar mi mano haciendo subir y bajar su pelvis, acompañando sus movimientos a gemidos, casi en susurros y entre dientes me pedía más.
Después de unos cinco minutos de follarla con mis dedos y besuquear su clítoris, Margot dejo escapar con voz rauca varios quejidos y se corrió intensamente, mis dedos sentían las contracciones de su chocho, sin parar de mover sus caderas, ella dijo ―no te detengas … por favor … sigue … sí, sigue ― continué a mover mis dedos dentro y fuera de su vagina, sus fluidos abundantes corrían por mi mano, comencé a guiarlos hacía su ano y con mi otra mano, esparcí la pegajosa mezcla en su pequeño orificio y comencé a introducir mis falanges en tan estrecho boquete.
Margot exhalo quejidos junto a espontaneas convulsiones, empujando sus nalgas engullendo mis dedos en su ano ― fóllame el culo … ¡huy! que rico se siente … ¡ooohhh! sí … ― me decía levantando sus muslos y moviendo y rotando su trasero, yo estaba muy excitada y comencé a sobajear mi propia almejita que emanaba torrentes de flujos, ella en algún modo se dio cuenta de esto y me dijo ― ven … móntate sobre mi cabeza ― me quite mis bragas y me puse a horcajadas sobre su boca, Margot se pegó a mi concha y no me soltó más.
Era tanta mí excitación que me corrí a los pocos minutos refregando mi choro entero en su cara, continuamos en esta posición donde nos podíamos comer a voluntad nuestros chochitos, y yo forzando sus muslos flexibles se los levante hasta dejarlos aprisionados con mis brazos, ahora tenía su chuchita y su culito ampliamente abiertos a mi famélica lengua, procedí a besar ese pequeño orificio de su culo y volví a introducir mis dedos en esa abertura, fuertes gemidos y movimientos de sus caderas me decían que ella disfrutaba tremendamente mis caricias, con tres dedos en su ano, atrapé su clítoris endurecido con mis labios y lo comencé a golpear con mi lengua y roces veloces de derecha a izquierda.
Margot gritaba como una loca y con fuerzas estiró sus muslos hacía adelante, los puso tiesos y se corrió una vez más, me mordió un muslo y también sentí un dedito suyo invadiendo la estrechez de mi culito, sus chillidos no cesaban y sus convulsiones tampoco, su tibia respiración yo la sentía en mis muslos cerca de mi chocho que necesitaba un poco de atención, un escalofrío recorrió mi espina cuando mi vulva fue usurpada por una lengua vibrante, oscilante, movediza, sentí una succión en mi botoncito y mis piernas comenzaron a agitarse por si solas, ella no soltó el agarré de mi clítoris hasta cuando me sintió colapsar sin fuerzas.
Me acurruqué a su lado acariciando esa guatita embarazada, Margot puso su mano sobre la mía y la presionó sobre su abdomen, nuestros instintos maternos se unieron en una caricia a ese nuevo ser que palpitaba dentro de ella, estábamos las dos desnudas compartiendo ese sentimiento tan de mujer, le di un casto beso en su frente, pero ella me aferro el pezón izquierdo y lo haló con la fuerza suficiente para tirar mi torso hacía arriba y hacía sus labios.
Margot quería más, yo también, le metí mis dos senos al alcance de su boca mordísqueadora, de su lengua ofidia que salía de entre sus labios, humedecía mis pezones y luego desaparecía, yo me contorsionaba como una serpiente en torno a su presa, quería envolverla con mi cuerpo y tragarla así enterita desnuda como estaba, me la tenía que comer y comencé directamente por su clítoris que una vez más recibió mi lengua en posición estoica, pronto a recibir mis lengüetazos sin misericordia, esta vez no soltaría mi presa, ella con su botoncito todavía delicado por los orgasmos anteriores, trato de retroceder con sus caderas, pero yo me había convertido en una lapa y no pudo despegarme de ella, aun cuando estremeciéndose y convulsionando en otro orgasmo, gritaba para que yo la soltara.
Cuando sentí sus sollozos, aflojé mi presa y Margot en pleno llanto se giró dándome la espalda y continuaba estremeciéndose en lágrimas, yo me preocupé y me acerqué a ella apoyando mis tetas a su espalda ― cariño … ¿Qué te sucede? … ¿estás bien? … ¿algo te duele? ― entre sollozos, me respondió ― ¡no! … no me sucede nada … estoy dichosa y tú me has ayudado a sentirme bella, a sentirme deseada, a sentirme mujer otra vez, me has dado ese empujoncito para seguir pa’ a’elante … estoy contenta y es gracias a ti … ― me emocionó su respuesta, me quedé sin palabras, le di un beso en la mejilla y la cubrí con una manta, luego a cucharita me adormecí a su lado.
No sé cuanto tiempo dormí, pero Margot estaba de pie vestida y me dijo que tenía que regresar a su casa, yo le ofrecí de quedarse, pero ella me dijo que no quería preocupar a su madre y que tenía que volver a su hogar, me puse una bata y la acompañé a la puerta, con un beso en la mejilla, ella me dio las gracias y desapareció girando la esquina.
Me fui a la ducha y cuando salí, mamá estaba desnuda en mi cama, había ordenado el desorden que había dejado Margot y con sus piernas entrecruzadas, me dijo ― parece señorita que aquí ha habido una batalla … ¿no? … hay rastros de una tarde cachonda entre dos hembras calientes … ¿Quién fue esta vez, tesoro? … ― mirando fijamente su chocho y sus preciosos senos, le dije ― ¡ay! mamá … era Margot que estaba bajoneada y necesitaba … necesitaba un impulso para seguir tirando el carro y yo se lo di … ― mamá socarronamente ― ¿y de adonde la empujaste que perdió todo este líquido? … además, desarmaron la cama por completo … hiciste de buena samaritana con mucho gusto, al parecer … ― me dio un poco de risa los comentarios de mamá, pero no pude evitar de sentarme en los talones y meter mi manita entre sus muslos cerrados, mamá me apretó la mano con sus piernas y me agarró la otra mano y la puso en su seno.
―Necesito yo también un empujoncito de los tuyos …buena samaritana … ve que puedes hacer con mis restos … soy tu madre y estoy a pedacitos … acabo de pelear con Marcia … me dijo que no me quiere ver más … ― la cara de mamá era un puzle, no sabía si lo estaba sintiendo de verdad o estaba celebrando de haberse desecho de un cacho y quería festejarlo con un par de orgasmos.
Mis manos abrían su cuevita estrecha, mamá sentía mi aliento en su chocho y había cerrado sus ojos, humedecí con mi lengua la abertura de su chochito rosado y lleno de pliegues mojados, introduje dos de mis dedos y con mi pulgar acariciaba su clítoris mientras las follaba con mi dedo índice y medio ― hazlo más fuerte ― dijo mamá abriendo más sus muslos, entonces puse mi mano con cuatro dedos en punta y cuatro deditos entraron en su vagina elástica.
Me senté en mis talones y continué a follar a mamá con toda mi mano derecha, ella gemía sonoramente y con sus manos en sus muslos, como si tratara de abrir más sus labios vaginales, mi mano entraba casi toda en su vagina, ella apretaba sus dientes y gemía con quejidos profundos, yo ya sabía lo que ella esperaba de mí, así que extraje mi mano de su chocho y saque de mi velador el líquido lubricante, me verse un buen poco en mi mano y un poco en su vagina.
Presente otra vez mi mano en su tibia abertura y mi mano se deslizó hasta quedar aprisionada por la estrechez de su chuchita, mamá resoplaba y meneaba sus caderas, tomó mi mano por la muñeca y la empujo más adentro, con un gemido de relajo, hizo desaparecer toda mi mano en su vulva ― ahora fóllame con fuerza nenita ― me dijo con su rostro contorsionado en una mueca de pura lascivia y lujuria, mi mano penetraba abundantemente su vagina, mamá estaba al séptimo cielo.
Comencé un mete y saca continuo, pero no violento ― ¡aaahhh! … ¡aaahhh! … ¡aaahhh! ― gemía mamá cada vez que mi brazo desaparecía dentro de ella, cuando empezó a tratar de agarrar mi brazo incremente mi velocidad y profundidad de mi mano en ella, mamá se puso como enloquecida, tenía gran parte de mi brazo dentro de su chocho y chillaba pidiendo entre dientes ― más … más fuerte, amor … hazlo más fuerte … ¡ooohhh! … ¡ssiii! … me corro … ¡ooohhh! ― mamá convulsionaba sobre mi cama y yo sabía que, si le atrapaba su clítoris con mis labios, la podría hacer venir más veces, porque ella es multiorgásmica, así que extraje mi mano toda bañada de su chocho y me incliné a besar su botoncito.
Mamá trato de alejar su vientre de mis labios, pero yo había atrapado sus muslos y me había anclado como con cadenas a su coñito tembloroso ― ¡aaagghh! … ¡aaagghh! … ¡aaagghh! ― gritaba mamá como poseída y delirante mientras su orgasmo se transformaba en una secuencia de superlativas y espasmódicas contracciones vaginales, se estaba corriendo sin parar.
Cuando resto inerte y sin fuerzas, solté sus muslos y me acomodé a su lado acariciando su rostro hermoso y placido, calmo y dichoso, sereno, mamá había tenido lo suyo, nos quedamos en silencio, ella con sus piernas abiertas y su vientre que subía y bajaba al ritmo de sus respiros, sus senos vencidos alojados uno a cada lado de su torso, la belleza de mamá era inconmensurable, jamás me cansare de mirar todas sus formas femeninas y delicadas, la edad no hace mella en su gracia y perfección, la cubrí y sintiendo la tibieza y la proximidad del cuerpo de mi madre, me sentí protegida y me adormecí junto a ella.
De siempre despertarme con mi madre al lado, me alegra la vida, vuelvo a ser niña por unos instantes, quisiera arrullarme en sus brazos y ser alatada por sus pechos maternales, mamá al igual que yo, estaba desnuda completamente, su pelo enmarañado y sus ojos somnolientos, olía a sexo de mujer ― gracias, hija … me diste lo que necesitaba … ahora necesito alzarme y bañarme … me siento cochambrosa ― dijo estirándose y bostezando teatralmente ― ve mamá … yo iré a colocar el agua y la leche para el desayuno ― dije yo alzándome y yendo hacía la cocina.
Nos encontramos en la cocina, mamá con su pelo envuelto en una toalla como turbante y su gruesa bata azul de baño ― anda tú ahora y déjame a mi preparar el resto ― dijo mamá, así que la deje y partí a ducharme.
Volví a la cocina y mamá seguía con su turbante, pero se había vestido con un polerón con la escrita de una universidad y una minifalda de jeans, me acerqué sigilosamente a ella y le metí mi mano entre sus muslos, mis dedos tocaron su chocho desnudo ― ¡ay! chiquilla no le hagas eso a tu madre … ― dijo ella saltando alarmada ― ¡ay! mamá … como es que no te calzas tus bragas … como puedes ser tan guarra de venir a desayunar con tu hija y sin ropa interior ― dije yo matándome de la risa ― cariño … que la leche estaba por hervir y no podía dejar que se subiera … ¿no? … ahora si vas a estar tú aquí, yo voy a meterme unos calzones para que no te ofendas ― me respondió socarronamente, ― ¡ay! mamá … que no me ofendo … tu eres mi hermosa madre con o sin churrines ― le dije yo abrazándola, y sintiendo sus pesados senos bajo su polerón ― ¡ay! mami … ¡que tampoco te has colocado un sostén! ― agregué ― no seas bruja … que yo no te he enseñado así ― me dijo sonriendo y salió hacía su dormitorio.
Mamá volvió con su habitual sonrisa ― anda tu ahora … termina de vestirte y no te olvides de tu sujetador y churrines ― cuando volví ella había preparado cereales y una paila de choricillos picantes y huevos frescos, se me despertó un apetito atroz, charlamos con mamá de todos sus rollos y de lo que había pasado con su novia, ella me dijo que la tenía sin cuidado porque desde hacía un tiempo que venían discutiendo casi por todo, el marido de Marcia había descubierto sus amoríos entre nosotras y quería que hiciésemos un trio, ― ¡ni loca! ― le dije y eso no le pareció muy bien y comenzó a culparme por los problemas con su esposo y como chantajeándome me dijo ― si no lo quieres hacer … es porque ya no me quieres … hasta aquí llega lo nuestro ― y sin más ni más se fue.
― ¡Ay! mamá … pero si es una tontera … de seguro volverá a llamarte … dale un poco de tiempo― le dije tratando de consolarla ―no, he tenido suficiente … además, tú sabes que no quiero nada con hombres ― me respondió ― lo sé mamá … pero se veían tan bien ustedes dos … Marcia es tan bonita … ― le dije ―lo sé cariño … pero un rostro bello no lo es todo … ese hermoso cuerpazo de ella tampoco … necesito darme un tiempo yo sola y dar vuelta la página … ― dijo mamá dando por concluido el tema.
Mamá es virgo y si dice que va a dar vuelta la página, de seguro eso iba a hacer, conociéndola, no me preocupé mucho de su porvenir amoroso, porque cachonda como es ella, de seguro encontrara otra pareja muy luego.
Estaba ordenando mi pieza cuando me llamo mi actual pareja, Laura, una ex compañera de trabajo que quiso conocer mi lado lésbico y lo encontró, quería saber si nos íbamos a ver este fin de semana, yo le dije que por supuesto, que la estaba echando de menos y que necesitaba esas manitas suyas, esos labiecitos suyos, esa lengüita suya, ese potito suyo, ese chorito regordete suyo, y que la necesitaba con urgencia porque había un fuego a extinguir, mi chocho estaba ardiendo por ella, soltó una carcajada de esas y me dijo cuanto era loca, pero que me amaba, así que quedamos de juntarnos mas tarde, le di unos besitos por teléfono y colgué.
No soy lésbica, me gustan las chicas y todavía no encuentro el hombre justo, no pierdo las esperanzas de encontrarlo, pero la cosa no es fácil.
ohhhh
Ese ohhhh
es lo más sugestivo que me han escrito, creo que da como la partida de otro relato o una segunda parte de Marianna y su madre Sonya, porque de que se aman se aman.
Que buen relato, me ha puesto a 1000. Muy bien escrito y muy cachondo. Felicidades. Me encantaría leer más.