La cuarta de la casa del incesto
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por aslex.
Leida no paraba de reír "jajajaja, eres una estúpida hermana, ¿cómo pudiste dejar la puerta abierta conociendo a hermanito?"
Edith no estaba de humor, estaba acostada junto a Darío, abrazándolo mientras se dormía, "pues ahora tendrás que ir el lunes a darle gusto al otro perro, ¡dios! qué asco"
"Si te vas a burlar de mi, mejor vete" dijo Edith al punto del llanto, Leida sonrió un tanto burlona, "bueno, perdóname, ¿ya se durmió Darío?" Edith no le contestó, pero no le importó a Leida, se acostó en la cama detrás de ella y comenzó a besarle el cuello y la oreja, "hueles muy bonito hermana, hueles a niña todavía"; le masajeaba también suavemente el pecho sobre el camisón de dormir, "tus pechos son duros, me vuelven loca", le dijo susurrándole al oído, "eres el pedacito más delicioso de carne que he probado en mi vida, ¿te acuerdas cuando eras más pequeña y jugábamos juntas? te gustaba que lamiera tu pechito plano, y tu conchita de miel y todo tu cuerpecito; te gustaba que te abrazara así como ahora y que te dijera cosas bonitas al oído"
"Has cambiado mucho, te has vuelto mala" dijo Edith con los ojos cerrados aunque ya respirando un poco más agitada "¿y no te gusta que sea mala, mi pequeñita?, te puedo enseñar muchas cosas que ni siquiera imaginas" contestó Leida al tiempo que le desabrochaba los botones superiores del camisón a su hermana, "quisiera tener pene para poseerte, me gustaría sentir que tu vaginita me apriete así como rodeaste la verga del perro" Leida metió la mano dentro del camisón y comenzó a sobar los pechos de Edith "son tan lindos tus pechos, te los voy a comer hermanita, voltea"
"No hermana, déjame por favor" clamaba en voz baja Edith, aunque no se resistió demasiado al ligero tirón de su hermana.
Luego que Leida la tuvo boca arriba, respirando ya perceptiblemente agitada y totalmente dispuesta, le desabrochó el camisón hasta la altura del vientre. La miró unos instantes "eres tan hermosa, si no me gustara tanto el pene y la brutalidad de mi padre me quedaba contigo metida en mi cuarto para siempre" posó sus labios sobre el brasier de la niña, mordió sobre la tela despacito "el dolor hermanita, es el más potente afrodisiaco, padre me atormenta siempre y eso me vuelve loca de placer" Continuó con el otro pezón "me va a sodomizar mañana durante varias horas, es un toro en brama, no llena con una ni dos ni tres veces", Edith deseaba que su hermana la desnudara ya por completo, pero se resistía a abrir los ojos, con ello quería demostrarle que a pesar de que la podía poseer físicamente, nunca lograría ganar su corazón; Leida le quitó el brasier por fin luego de un rato de mordisquearla, luego comenzó a morder sus pezones ya durísimos, Edith por su parte trataba de mantenerse inmóvil, pero le era totalmente imposible evitar que su cuerpo respondiera a cada mordisco, Leida movió su mano libre y la metió debajo de las bragas de Edith "me acuerdo cuando no tenías vello aun, te gustaba que te hiciera cosquillas aquí". Edith contrajo sus piernas al recordar aquello, pero la mano de Leida seguía hurgando, "estas muy mojada hermana, no te resistas, lo deseas tanto como yo" Edith le decía que parara, "déjame hermana, déjame por favor, vas a despertar a Darío"
"Yo deseaba con todo mi corazón haberte robado la virginidad, de verdad hermana" su dedo medio jugaba con el clítoris de Edith, "te hubiera hecho mía sin brutalidad, besándote así" Leida le seguía chupando los pechos a su hermana, luego se pasó a su cuello de nuevo "te hubiera hecho vibrar de placer, así como ahora, pero no quisiste mis caricias" luego, de improviso, introdujo el dedo en la vagina de Edith, ésta se arqueó al sentir la penetración y exhaló profundamente, "mis dedos te habrían profanado dulcemente" el dedo de Leida se sumergió profundamente entre las carnes de su hermana y comenzó a hurgar lentamente. "Tu cuevita está muy apretada y muy caliente mi amor" Leida sacó el dedo y desabrochó los dos botones restantes del camisón, luego le quitó el calzón floreado de niña. "Voy a beber tus jugos mi pequeña" Leida se deslizo hasta que su boca quedó en la entrada de su hermana, miró unos instantes, separó con sus dedos los labios exteriores y luego metió la lengua entre ellos lamiendo delicadamente. Edith sintió inmediatamente que una carga eléctrica la atravesaba, su cuerpo se movía hacía la lengua de su hermana ansiando más profundidad, Leida a su vez sonreía satisfecha al notar que su hermana disfrutaba enormemente.
Jugaba con su clítoris presionándolo suavemente por momentos y en otros con mayor fuerza, además de pasarle la lengua de arriba a abajo y hacía los lados. Luego lo dejaba para lamer por fuera de los labios carnosos para después introducir le lengua entre ellos, dentro de su vagina. Edith dejó la rigidez, tomó la cabeza de su hermana y la empujaba hacía sí como si deseara introducírsela completa; Leida metió lo que más pudo la lengua dentro de su hermana, la movía para estimular las paredes de su cueva. Edith gemía con la boca cerrada, desde su vagina las sensaciones corrían como olas por todo su cuerpo, sus piernas apretaban el cuello de su hermana y su vientre temblaba ante cada arremetida de aquella lengua de fuego.
Leida logró separarse uno milímetros, abrió la boca y de pronto Edith vio estrella dentro de sus parpados, intentó evadirse pero ahora Leida la sujetaba fuertemente: le estaba mordiendo el clítoris.
Edith sentía que todo su cuerpo punzaba de dolor, gritaba con la boca abierta y de sus ojos salían lágrimas ardientes. De pronto comenzó a convulsionar, su mente totalmente confusa no alcanzaba a comprender lo que le sucedía ya que estaba a punto de desmayarse por el dolor pero a la vez está teniendo el mayor orgasmo de su vida. El orgasmo y el dolor intenso la estaban asfixiando, Leida lo notó y la soltó. Se deslizó por la cama para estar a la misma altura y luego la abrazó al tiempo que Edith perdía el conocimiento.
Mientras despertaba escuchaba la voz de su hermana, "empuja, empuja más fuerte, así, bien hermanito". Focos de alerta se prendieron en su mente aturdida, abrió los ojos y volteó hacía donde venía el sonido, pensaba que hallaría a su hermana abusando del cuerpo de Darío, pero lo que vio la desconcertó, Leida tenía levantada la mano y había formado con sus dedos un circulo por donde Darío trataba de pasar su mano. Leida apoyaba esa mano con la otra para poder sostenerla ante la fuerza de la mano de Darío"¡Ya despertaste!" dijo Leida sonriente, "no separes los dedos, apriétalos fuerte" Los dedos de Darío estaban juntos pero no doblados. "¿Qué pretendes?" preguntó Edith con el seño fruncido;"ven pequeña" contestó Leida, aunque fue ella quien se acercó a Edith, se le echó encima y comenzó a besarla aunque Edith la evadía, "¡déjame! todavía me duele lo que me hiciste"
"Preciosa, ten calma" Edith se defendía, estaba agotada y aun sentía punzadas de dolor en el clítoris, "pequeña" le dijo Leida mientras le besaba las mejillas suavemente "todo dolor tiene su recompensa, tuviste tu orgasmo y además te tengo una sorpresa" Darío por su parte se limpiaba la mano y el brazo con la sabana de la cama, "Amor, no te quietes la crema, ven para ponerte más"
"No quiero Leida, no me gusta"
"Anda, ven acá querido, te gustara lo que vamos a hacer" Edith no tenía ganas de discutir, si algo iba a hacer Leida con Darío deseaba que lo hiciera ya y que se fuera, tenía ganas de cerrar los ojos y dormir durante horas y horas. "¿Para qué?" preguntó Darío, "Primero te voy a poner más crema".
Edith cerró los ojos, "no te duermas amorcito", oyó que le dijo Leida, "ven Darío, aquí, pon tu manita como te dije, así". Leida estaba cayendo en el punto medio de la inconsciencia, "abre las piernas pequeña" sintió las manos de su hermana separándole las piernas y luego su mente comprendió, abrió los ojos: "no me va a caber" dijo alarmada, "si" dijo Leida con voz agitada, "Darío, vas a hacer lo mismo, pero aquí, ¿quieres?"
Darío abrió los ojos y de su expresión desapareció el hastío, "¿de verdad se la puedo meter ahí?"
"Si mi cielo, pero comienza despacito, no queremos que le duela a Edith, ¿verdad?"
"¿No?" preguntó Darío un poco desilusionado
"No", contestó sonriente Leida. El corazón de Edith ya latía muy fuerte, deseaba con todo su corazón que su hermano la poseyera de esa manera, "así hermanito, has duros tus dedos"
"No me va a entrar Leida" dijo Edith un poco alarmada. Leida se acercó para besarla, "confía en mi, ¿si?"
Edith asintió con la cabeza y cerró los ojos, "despacito hermano, mete la punta de los dedos, así primor"
Edith había levantado y separado las rodillas y apoyaba sus pies sobre la cama, sentía las puntas de los dedos de Darío que pugnaban por penetrarla "me duele Leida"
"Relájate mi cielo, detente hermanito, espera un poco" Leida estaba muy excitada, dirigía la acción pero todo la situación le abrumaba los sentidos, "ahora si chiquito, empuja despacito, hermanita ya parece que no le duele tanto", La punta de los dedos de Darío estaban ya entrando en su vagina "Leida, no me entra, no me entra"
"Relájate hermana, es un brazo pequeñito, te va a entrar y te va a gustar mucho, empuja Darío"
La vagina de Edith estaba estirada como nunca, ni siquiera cuando Demian la penetró lo estuvo tanto. Leida lamía sus pezones: "tu conchita se va a adaptar a su bracito mi amor, te va a poseer, ¿no querías eso? ¿No lo querías?"
Edith puso sus manos sobre la cabeza de su hermana, "si" dijo con u hilo de voz, "si" repitió ahogándosele la voz, "su mano Leida"
"¿Ya te entró?" preguntó Leida levantado la cara para mirarle el rostro, Edith asintió "ya"
"Leida, ya se metió mi mano" dijo Darío con alegría, "¡mira, mira!" Edith estiró los cabellos de Leida para que su boca estuviera con la boca de ella y luego juntó sus labios a los de ella "ya me entró" le dijo entre beso y beso, "ya me entró"
Leida sorbía su saliva "métela más hermanito" alcanzó a decir antes que Edith volviera a pegar sus labios con los de ella, "me está rompiendo" le dijo a Leida casi sin aliento. Leida la besaba con pasión, "¿no te gusta mi amorcito?, ¿no te gusta el bracito de Darío?"
Edith correspondía a sus besos, "si, me gusta mucho, ¡voy a tener un orgasmo!" Edith gemía al tiempo que su hermano sacaba y metía el brazo; él se sentía a su vez extasiado de poder hacer aquello y cada vez lo hacía con más fuerza y rapidez al comprender que sus movimientos ocasionaban reacción en su hermana.
Leida se irguió y luego se acomodó de tal forma que su concha quedó a pocos milímetros de la boca de su hermana. "Lame cielo, bebe mis jugos" dijo mientras bajaba su cuerpo para que Edith, quien disfrutaba de orgasmo tras orgasmo a causa del brazo de Darío, pudiera lamerla.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!