La curiosidad de mis tres sobrinas me hace cogerme a una de ellas de 13 añitos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Hola de nuevo.
He visto como compartiendo parte de las vivencias que he pasado, he disfrutado el pasado como si volviera a vivirlo.
Hoy a mis más de 40 añitos me resulta simpático sentir eso que paso ayer y me pone la mente y el cuerpo de nuevo en un escenario en donde di rienda suelta a mis instintos sexuales. Es cierto que por cuestiones de privacidad he tenido a bien cambiar los nombres de los personajes, escenario y hasta he adornado un poco la historia, pero reflejan mucho de lo que realmente viví.
Como relate antes, desde que recuerdo desde chico fui muy dado a vivir situaciones de sexo. Me cogí a mis hermanas, mi madre y muchas vecinas.
Hoy contare algo que sucedió con las hijas de mis hermanas, las sobrinas a quien tanto quiero y que hice y me hicieron muy feliz sexualmente hablando.
Tendría yo unos 35 años. Mis hermanas se habían casado o Vivian en pareja con sus hombres. Yo me había mudado a vivir en casa de mi madre debido a una enfermedad de esta. La casa donde vivíamos era grande, con varios cuartos y suficiente terreno para considerarse una finca. Como mis hermanas trabajaban era frecuente que durante la semana mis sobrinas eran llevadas a ser cuidadas por mi madre su abuela, quien de buena manera aceptaba el encargo a pesar de las dolencias que la mantenían mucho tiempo en cama.
Eran 3 sobrinas. Dos hijas de mi hermanastra y una hija de la mujer con la que tuve mi primera eyaculación durante una sesión de sexo, mi hermana quien me sigue en edad.
Como dije la casa era muy espaciosa. El día de mi relato estaba yo viendo televisión en mi cuarto y el silencio sepulcral que se percibía me pareció un poco extraño, cuando normalmente mis sobrinas de edades entre los 14, 12 y 13 siempre estaban hablando o gritando como parte de sus juegos.
Me levante y me encamine hacia donde creí hallarlas. En el patio nada, en el cuarto de la abuela tampoco y mucho menos en la cocina. Camine rumbo al cuarto de una de mis hermanas y pude percibir cierto ruido, era la televisión encendida. Tuve a bien asomarme y mirar adentro. Estaban sentadas en el piso, una junto a las otras. Nada anormal sino hubiera sido por lo que veían en la tele, era una película porno.
La mayor de ellas parecía controlar la situación. Ella tenía el control remoto en su mano y era quien decidía que escena debían ver. Adelantaba o retrasaba según su gusto.
Me quede quieto. Podía verlas a ellas y las imágenes de la tele en donde una pareja cogía salvajemente. Las niñas menores preguntaban a la mayor y esta les respondía sus inquietudes.
– Yo no creo que los hombres tengan una cosa tan grande- decía- la menor de ellas.
– Es que se les pone así de grande cuando están con una mujer respondió la mayor.
– Y mi papa la tiene así -pregunto Rosa la chica de 13 prima de las otras dos-.
– No sé – dijo la mayor-.
– Y Tu Vane – dijo la más chica y hermana de esta- ¿Ya has visto a un hombre que tenga semejante casota.
– No –dijo Vane-.
Podía escuchar sus preguntas. La mayoría de ellas inocentes y producto de la curiosidad de niñas de su edad. Permanecí afuera para luego retirarme al ver que apagaron la tele y se dedicaron a hablar de otras cosas. Me fui a mi cuarto y sonreí al pensar en los pensamientos de las niñas.
El día transcurrió normal y aunque en más de una ocasión me topé con mis sobrinas no di a entender que algo diferente había pasado. Ellas tampoco demostraron nada.
Después del incidente anterior, yo trate de estar pendiente de algo inusual en ellas. Fue un día que estaba yo preparándome para darme un baño. Caminaba yo de mi cuarto al patio cubierto en toalla y bóxer bajo cuando me encontré con mi sobrinita de 13 en el recorrido, quien se plantó ante mí y me pidió bañarse también aduciendo que tenía calor.
– Tío –dijo- no seas malito, déjame que me bañe contigo.
– No belleza – le conteste- si quieres bañarte tienes que hacerlo con tu primas o tu sola.
– Vamos tío – insistió-
Aunque no lo tenía pensado y ante el instinto de hombre mi bulto bajo la toalla cambio de estado, de flácido a sami erecto.
Gire la cabeza y viéndonos solos asentí con la cabeza y rápidamente nos encaminamos al baño. En su interior trate de mantener la calma y dejar que mi sobrinita tomara la iniciativa.
Ella se mostraba segura, la vi desnudarse y quedar en calzoncitos de niña. Empezó a mojarse el cuerpo y pícaramente me dijo:
– Vamos tío quítate esa toalla, que el agua no mata a nadie.
Les aseguro que me tomo de imprevisto y hasta me pareció extraño verme en bóxer ante mi sobrinita. Yo estaba medio empalmado y mi bulto era más que evidente.
– ¿Tío?– pregunto-. Estas nervioso?
– Claro –dije-. Es que pueden venir tus primas.
– Ah –dijo-. Pero no estamos haciendo nada malo.
Encendí la regadera y aproveche meterme bajo para tratar de que el agua disimulara mis instintos. Era inútil mi verga a cada segundo crecíamás y más. Mi sobrina se duchaba junto a mí y sin que ni para que, se quitó los calzones quedando como Dios la mando al mundo. Se topaba junto a mí y a propósito o no re rosaba contra mi bulto.
Resuelto a salir del enigma y jugando todo a mí carta le dije:
– Bueno si tú te quitas todo, yo igual no crees?
Descaradamente me quede totalmente encuerado. Mi verga al aire, parada y con ganas de acción.
Mi sobrina me veía y seguía junto a mí. Yo aunque excitado me enjabonaba y trataba de estar normal.
– Te enjabono – pregunte-.
No espere respuesta y la gire de espaldas a mí y le pase espuma en su cuerpo. La gire de nuevo y al quedar frente a mi sus nacientes tetas quedaron ante mi miembro que parecía estar con un demonio de las ganas de tener sexo.
Mis manos hábilmente se deslizaban por su cintura, pecho y piernas. Veía su chochito con un naciente vello que me decía que estaba en pleno desarrollo a convertirse en una bella mujer. Mi sobrina guardaba silencio. Sus manitas al lado del cuerpo, aunque sus ojos tímidamente no se apartaban de mi verga.
– Tío –dijo-. Tú tienes esa cosa bien grande. ¿Es por mí?
– ¿Por qué preciosa?
– Es que dice Vane que los hombres tienen eso ahí, y solo se les pone grande cuando están con una mujer.
– ¿Crees que es grande?
– Si muy grande.
– ¿Quieres tocar?
No respondió, movió sus manos y toco de manera suave. Puso su manita en la base, doblo mi verga hacia un lado y al otro. Con sus deditos me apretaba y acariciaba desde la cabeza hasta el peque de los huevos. Parecía examinar cada centímetro.
– Tío, y esto es lo se mete acá en las mujeres – dijo tocándose su partecita-.
– Sí, pero antes hay que preparar para que entre. ¿Quieres que lo hagamos?
– Vale, pero con una condición.
– ¿Cuál?
– Que después que me lo hagas a mí, se lo hagas a mis primas. Ellas también quieren, y dice Vane que el día que una de nosotras haga lo que salió en la tele, todas debemos hacerlo.
– Ok – dije-.
Sin más preámbulos le tome su cabecita y la guie hacia mi verga. Puse la cabeza en sus labios y le hice entender que debía chupar. Era inexperta al rosarme con sus dientes, así que le guiaba diciéndole como debía hacerlo. Su melena de niña se movía ante mi aparato y engullía un buen trozo de pene en su boca. Yo le tocaba sus nacientes tetas y sus caderitas ya formadas. Me recosté en el suelo y la hice caer sobre mí, era mágico ver a mi sobrinita chupando mi verga con hambre de recién iniciada.
Yo estaba extasiado, ella en 10 minutos había logrado que mis huevos acumularan una tremenda cantidad de semen que me estaba causando algunas molestias y provocando un dolor en mis huevos. Sabedor de una eminente acabada y como buen zorro viejo inicie un cambio de posiciones. La recosté sobre la pared y me metí entre sus piernas, descubrí unos labios vaginales gorditos y húmedos. Su cliptoris estaba ligeramente inflamado y duro. Mi lengua recorrió cada pliegue, cada esquina, su cuevita y la deslizaba rumbo al hoyito que me mostraba su ano. Vane simplemente se encorvaba y tiraba su cabeza hacia atrás mientras suspiraba prolongadamente. En esos momentos se me olvido que era una niña y era mi sobrina.
Considerando que era suficiente el calentamiento, separe mi boca de su vulva y le dije al oído. Ahora vas a saber que es ser mujer. Me acosté boca arriba y le dije que se parara con sus piernas cubriendo mi cuerpo. La senté en mi abdomen, la bese en la noca y empecé a rosarle con mi piel su cosita, sentía sus chochito caliente en mi estómago.
Nuestra pose era perfecta, ella arriba. Su melena le caía al lado y sus caderitas se movían sobre mí. Detuve su movimiento y oriente la punta de mi verga hacia su cueva, lentamente la baje hacia lo que en minutos le rompería esa cosa que hoy por hoy era un horno. Vane parecía entender y saber lo que hacíamos, como buena experta se dejó caer en mi miembro, lento pero seguro. Empujaba hacia abajo mientras levantaba su vista hacia arriba y gritaba un aaaahhhhque me decía lo mucho que le estaba afectando estarse enterrando su primera verga.
Yo empujaba hacia arriba y ella hacía lo propio hacia abajo. Rítmicamente, ella cabalgaba y yo levantaba mis caderas para una mejor penetración. Fue cuestión de tiempo hasta sentir caer completamente en mí, mi sobrinita se había comido hasta el último centímetro de mi verga.
No sé cuánto tiempo estuvimos, pero cogimos hasta acabar en un explosivo orgasmo que no pudimos evitar rugir de gusto. Ella sobre mí, yo debajo aun con mi pija dentro de ella hasta que esta empezó a bajar tras la acabada.
Nos levantamos. Pude verla tan niña de nuevo, pequeña, inocente y sobre todo familia. Pude ver sangre en sus piernas, ella se lavó y salió corriendo mientras decía:
– Voy a decirles a mis primas que yo fui primero que ellas.
Al salir yo no deje de sentir un pequeño remordimiento, pero al ver correr a mis sobrinas sobre mí y mostrarme su cara de felicidad, no pude más que pensar en lo dichoso que era de tener de nuevo mi propio harem.
Esa es mi relato de hoy, aunque imaginaran que esto continúa, pero eso lo contare otro dia.
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