La delicia de Alicia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por LegiónOscura.
Muy pocas personas en el mundo me desagradan como mi prima Alicia.
La detesto con toda mi alma; simplemente es demasiado buena pretendiendo que está bien, pero yo sé que, por dentro, se encuentra sola.
Una vez, de esas muchas en las que estuvo por necesidad en mi casa, tuve la oportunidad de verla masturbarse en el baño; y yo no era un voyerista ni mucho menos, es que, en una casa de un solo piso donde solo viven dos adolecentes, unos gemidos como esos podrían ser escuchados hasta por los vecinos.
La observé, llevarse al éxtasis con sus dedos, a falta de otra cosa.
La vi, pellizcándose fuertemente los pezones cuando el orgasmo la alcanzo en su pasional carrera.
Las caras que hacía me parecían sumamente ridículas; con los ojos medio viscos y las piernas rígidas, empujándola contra la tapadera del baño, mientras el placer la atravesaba, sin embargo, no puedo decir que no me quedé a verla hasta que terminó.
Soy un cínico y un hipócrita de closet; mi prima me parece fea, solo por el hecho de que es mi prima, pero, en mi patética realidad, es una chica hermosa.
Ella y yo, habíamos terminado juntos por una mala broma del destino: mis padres y los suyos, concluyeron, que pagar el alquiler de dos casa de estudio al mismo tiempo era demasiado para la economía de la familia, así que arreglaron que viviéramos juntos por unos cuantos meses; ella iría de su último semestre d la preparatoria y yo a mi primer semestre de la universidad.
En muchas sociedades normales, que una mujer y un hombre de edades cercanas compartan una misma casa sin supervisión constante, es muy mal visto, más, sin embargo, el argumento de “somos familia”, pareció ahuyentar a los curiosos que, a nuestras espaldas, cuchicheaban acerca de que mi prima y yo teníamos alguna clase de relación incestuosa.
Lo que si era cierto, es que éramos peor que perros y gatos; como agua para chocolate o Hitler y Roosevelt, ¿Y quien de los dos era el nazi?; para mis amigos, ella, y, para los suyos: yo.
Sucedió que la primera noche de las vacaciones de verano, mi prima había subido a bañarse mientras que yo preparaba la cena.
De alguna milagrosa manera, había logrado que aceptara preparar la comida y hacer algunas tareas de la casa; quería tenerme de su esclavo y eso es algo, que, por simple orgullo, no podía permitir.
Tuve que cenar solo, no sé que demonios podía estar haciendo casi una hora en el baño con el agua corriendo.
Me dejé caer en el sillón, encendí la televisión para tratar de ahogar el fastidio de cocinar para un fantasma cuando, en medio de unos chapoteantes pasos, Alicia se hizo presente en la sala, con su cabello castaño mojándole la espalda y metida en un short rosa que hacia juego con su camiseta holgada color salmón.
Yo la mire; ella me miro como con fastidio.
-¿Ya está la cena?, preguntó cruzándose de brazos y en un tono de mando.
-Fría y en la mesa, repliqué sin apartar la vista de la pantalla.
-¿Y porque está fría?, se llevó las manos a la cadera, en este lado del mundo, la comida se acostumbra cocida y caliente.
-Pues te tardaste mucho en el baño, ¿No prefieres que te abra una lata de conservas?, creo que es lo único que aguantaría, comestible, el tiempo que duras en el baño.
-¿Insinúas que tardo demasiado?, replicó indignada.
-Disculpe su alteza, aparté la vista de la pantalla, ¿No te faltó agua?, una ligera risa se asomó en mis labios, ¿No quieres que vaya a conectar la tubería al océano Pacifico para que este siempre disponible?
-Eres un idiota, musitó torciéndome la cara.
-Así te vez mejor, contesté, evita que te distinga la cara.
Apartamos la vista uno del otro.
Peleas como esas eran las que ponían mis nervios de punta.
Alicia no cenó, solo por tener el placer de despreciar mi comida, aunque sabía, que a ella se le quemaba hasta el agua para el café.
Se sentó a mi lado, recogió las piernas y se abrazó las rodillas, dejando un charco de agua sobre los mullidos tapetes del sillón.
La televisión mostraba una aburrida película que terminó por freírme las neuronas, pero como Alicia, en la que yo tenía completa seguridad, que las valiosas células cerebrales no había habitado durante años, estaba completamente absorta con la escena final, donde el chico y la chica terminan juntos.
Quería cambiar el canal el momento justo, solo por el placer de hacerla rabiar, cuando reparé en lo único que había a la vista de sus piernas.
Tenia las uñas, de pies y manos, pintadas de negro, y, por unos brevísimos instantes, me quedé viendo la piel de sus rodillas, clara y tersa.
La chica se giró hacia mí con naturalidad, como si lo hiciera cuando yo no estoy viendo, y frunció el ceño.
-¿Qué me ves?, replicó extendiendo las piernas hacia delante.
-Nada, giré la cabeza de nuevo a la película.
-No, si estabas viéndome, ¿Me viste las piernas verdad, degenerado?
-Claro que no, no seas ridícula.
-¡Si me las viste¡, ¿Qué te pasa?, sin recoger sus piernas estiradas, me dio una furiosa mirada, ¿Qué no tienes una novia con la que hacer esas cosas?.
-Yo no necesito verte las piernas, ya no estoy en la secundaria, y para que lo sepas, te he visto desnuda muchas veces, ella se incorporó del sillón, visiblemente enojada, y se metió entre mi ojos y la tele.
-¿Cuándo?, como esperando algún ataque de mi parte, Alicia apretó los puños.
-Tonta, repliqué, sé que te masturbas en el baño de vez en cuando pero quiero que entiendas la palabra “de vez en cuando” como “casi siempre”, Alicia desvió la mirada para no darme la razón verbalmente.
-Tú también tienes la culpa, ¿No sabes reconocer cuando es un momento privado?
-Y tu, ¿No tienes algún novio con el cual hacer esas cosas?
-Claro que no, viéndose acorralada por su propia lógica, Alicia se cruzó de brazos y me dio la espalda, no necesito de nadie porque soy una chica decente.
-Mejor dicho, una chica sola, Alicia me miró sobre su hombro con algo de duda.
-¿A que te refieres?
-Dicen que la masturbación es fruto de la soledad y la imaginación, ¿Porque no admites que nunca has tenido un novio?, de nuevo una mirada enojada.
-¡Eso no te importa¡, además, Alicia se aclaró la garganta para recuperar un poco la compostura, tu tampoco has tenido muchas chicas que digamos.
-He tenido dos novias a lo largo de mi corta vida, haciéndole un dos con los dedos, la rematé con una sonrisa de medio lado, tengo bastante experiencia en eso.
-En lo único que tienes experiencia es en ser un patán, apuesto a que te dejaron por no saber besar, apagué la televisión y me acomodé sobre el sillón, para desafiarla con la mirada.
-¿Quieres venir aquí y comprobarlo?
-Brincos dieras, me dijo, soy demasiado para ti.
-¿O será que eres tan poco para mi, que prefieres no hacerlo por temor a perder?, miedosita, Alicia nunca decepciona, retarla a cualquier cosa era su talón de Aquiles.
Nunca pensé, a pesar de que estaba jugando, que ella entraría de golpe a mi reto.
Con la furia alimentando su determinación, la chica se saco las sandalias mojadas y, con dos largas zancadas, me alcanzó en el sillón; se sentó cuan pesada era sobre mis piernas y me acorraló con sus brazos, pasándolos a los lados de mi cara.
-¡Que demonios¡, traté de sacudírmela, pero ella me estrujó las mejillas con violencia, clavándome en ellas, sus uñas pintadas.
-Para que te quiere bien claro, estúpido, tu no me sirves ni para el arranque, luego me soltó la cara con un bufido, ¿Quién es el miedosito ahora?, luego me beso los labios.
Me quede más frio que el hielo, no fue desagradable como yo había esperado, se lo regresé, por supuesto, porque era una competencia.
Nuestras lenguas se enredaron inevitablemente, pues ni siquiera me beso por fuera, no, la sucia fue directamente por un beso francés.
Sentí al principio, el sabor de la pasta dental y luego, el amargo y ligeramente salado, sabor de su saliva mientras se combinaba con la mía.
La abracé, debo aclarar, por puro instinto, y ella, dejó perder sus brazos alrededor de mi cuello.
Nuestras lenguas hacían húmedos chasquidos mientras deslizaba mis dedos por debajo de su blusa.
Luego nos separamos.
-Me mordiste la lengua, replicó tocándose la punta del sensible órgano.
-Eso no fue un beso, parecía que quieras embestirme, hiciste que chocaran nuestros dientes, me masajeé con el pulgar uno de los colmillos.
-¿Tu lo harías mejor?, respondí con un bufido, luego le sujeté las manos, besa y aprende.
Me aseguré de lamerle el paladar y de acariciar con mi lengua bajo la suya.
Unos delgados hilos de saliva aparecieron cuando nos separamos.
Una risa tremenda salió de su garganta, acompañada de unas ligeras lágrimas.
-Lo siento, dijo en medio de la risa, te besé tan mal porque estaba tratando de reírme al mismo tiempo; ¿En serio dijiste “besa y aprende”?, luego dio otra carcajada, ¡Que pésimo juego de palabras¡.
-Saber besar es el principio de la prosperidad, argumenté.
-Esa estuvo mejor, Alicia me dio una sonrisa y, por acción de alguna brujería, yo se la devolví, no besas tan mal, dijo después y aun sobre mis piernas.
-Pues te daré un 80, dije, tu acercamiento podía mejorar, pero en lo general, lo haces bien, ¿Qué otras cosas sabes hacer bien?, la cara de mi prima se torció en una expresión de duda, saber besar no es lo único que debes saber para que una relación funcione.
-Te sorprenderías, replicó en medio de una sonrisa, pero no mereces saber.
-Creo que no me dices porque si supiera todo, te diría golfa, con una medio enojada mirada, Alicia se puso de pie frente a mí.
-Bájate los pantalones, ordenó.
-¿Qué? , pregunté al aire.
-¡Que te bajes los malditos pantalones¡, gritó, ¡No se supone que a todos los hombres les gusta que una mujer les pida que se bajen los pantalones¡, aparté la vista un tanto avergonzado.
-Has visto demasiado porno, argumenté.
-El que ha visto demasiada porno, eres tu taradazo, sé que visitas esas sucias páginas a diario.
-¿Cómo lo sabes?, ni mis padres se han dado cuenta.
-Baboso, compartimos la computadora, ella se llevó las manos a la cabeza y se ató el cabello con una liga roja, bájate los pantalones, o, le diré a mi tía sobre tus puercadas, mi madre ya me había regañado fuertemente cuando me descubrió la primera vez y aunque ya soy un adulto, le sigo temiendo a la chancla.
-Bien, dándome por vencido, me baje los pantalones y la ropa interior, ¿Ahora que?, la chica me observaba con mucha naturalidad.
-Te voy a hacer sexo oral, anunció con desgano.
-¿¡Me la vas a chupar¡?, casi grité de la impresión, pero mi prima simplemente negó con la cabeza, embargada por una profunda decepción.
-¿Qué parte de “te voy a hacer sexo oral”, fue la que no entendiste?, escruté con la vista su mirada, tratando, como era costumbre, de revelar sus verdaderas intenciones; pero no vi nada, no vi sus ganas de tomarme un video morboso y compartirlo en las redes o de fastidiarme con fotografías, aunque si no quieres puedo irme a dormir y nos olvidamos de todo esto, justo cuando Alicia se daba la vuelta, la agarré impulsivamente por la muñeca, y, temblando de la ansiedad, le di un leve tirón hacia mi.
-¿Quién es el golfo ahora?, con una sonrisa, ella se puso de rodillas entre mis piernas y metió sus manos por dentro de mi camiseta, para acariciarme el abdomen.
A mi prima no le gustaban los juegos previos, oh no, fue directamente, a meter mi herramienta en su boca.
La sensación de sus mejillas, bombeándome despacio y su lengua, firmemente aferrada a mi, fue demasiado al principio.
Tuve que hacer acopio de toda mi voluntad y pensar en cosas desagradables, para no venirme de golpe.
Nunca, aunque aclaro que no por falta de interés, me la había chupado antes.
Quise pelearme de nuevo con ella, pero lo que me estaba haciendo, abstraía toda mi atención.
Sentía sus dientes, rozándome la piel, y el riesgo de que me mordiera, enviaba calambres a mis testículos.
Sin querer, la sujeté por detrás de la nuca, para que no se detuviera por si cambiada de opinión.
Su boca hacia sucios sonidos cada vez que mi pene entraba y salía, la chica tenía los ojos cerrados, concentrada en complacerme.
Comenzó a lamerle la cabeza a mi pene dentro de su boca y no pude más.
-Oye Alicia, traté de hablar con virilidad, pero estaba demasiado doblado de placer, la chica solo me hizo una seña con la cabeza aun con mi pene dentro de su boca, creo que termine…, tiré todo lo que tenia guardado en mis bolas, directamente en su paladar.
Mi prima se incorporó casi de inmediato, y, dando una frenética tos, escupió al suelo mi semilla, o, al menos, lo que alcancé a echarle.
-¡Acababa de lavarme los dientes, imbécil¡, ¡Debiste haber avisado¡, me recosté, un poco agotado, contra el sillón.
-Tú tuviste la culpa, mira que chuparme así al final, hiciste trampa, Alicia se pasó el dorso de la mano sobre los labios.
-¿Cómo estuvo?, preguntó con la respiración agitada.
-Regular, repliqué.
-¿Solo regular?, Alicia se sentó a mi lado de nuevo, no me puedes engañar, tu cuerpo fue muy honesto.
-Soy un hombre: tengo reacciones biológicas y naturales comprensibles, Alicia se cruzó de brazos y subió ambas piernas al sillón, mostrándome las rodillas, si cualquier mujer me la chupara de la misma manera, seguramente pasaría lo mismo.
Mi prima se sentó con las piernas cruzadas.
El silencio nos abordó durante unos minutos.
-¿Qué estas esperando para devolverme el favor?
-¿Devolverte el favor?, pregunté extrañado.
La chica tuvo un ataque de ira y se adelantó, rápidamente, para darme un golpe en la nuca.
-¡Hazlo ahora tu, baboso¡, masajeándome el golpe en la cabeza, agarré a mi prima por los tobillos, y, con un fuerte tirón, hice que se recostara con las piernas hacia el aire.
-¡Que haces¡, replicó con voz de espanto.
-¿No dijiste que te lo hiciera ahora a ti?, Alicia desvió solo la mirada, como si se hubiera dado cuenta, de recién, que era necesario que ella abriera las piernas.
-Con la boca, dijo apuntándome con el dedo anular a la cara.
-Justamente eso iba a hacer, a no ser que quieras que vayamos directamente al evento principal, ella me negó con frialdad mientras yo le saca el short, ¿Por qué no llevabas ropa interior?, arrojé el short al suelo sin cuidado.
-¿Porque no te callas y ocupas tu boca en algo diferente?, le respiré cerca de los genitales y su cuerpo respondió con un temblor involuntario, de todas maneras no es que salga algo interesante de…, sus palabras fueron cortadas por un grito, cuando lamí directamente su vagina.
Metí mi lengua todo lo profundo que pude, haciendo círculos y acariciándole los muslos frenéticamente.
-¡Rayos¡, dijo sujetándome la cabeza como tratando de apartarme, ¡Aun no estaba lista¡, mi lengua se apoderó de su clítoris, una sensible y carnosa parte, pero como no quería verme inexperimentado, imite una técnica que había visto en un video ayer: continúe con mi ataque sobre su clítoris pero al mismo tiempo, metí uno de mis dedos solo un poco, entre los labios de su vagina.
Alicia daba fuertes gemidos; la idea de esos sonidos me recordó cuando la vi masturbándose y no pude contenerme.
La hice gemir fuertemente, metiendo y sacándome mi lengua con ritmo, haciendo a mi dedo bajar lenta pero profundamente, en su concha.
Pude deleitarme del sabor de su lubricación, saliendo a mares por las comisuras que formaban mis labios y los suyos; algo amargosa pero, reconfortantemente transparente.
Le besé la cara interior de los muslos, haciendo una linea de besos desde sus pantorillas hasta su vagina que parecía derretirse a cada lamida.
Le mordí la zona del clítoris y eso acabó con ella: Alicia explotó, explotó en un intenso orgasmo que la hizo arquear la espalda y un ligero torrente de lubricación me mojo las mejillas.
La chica se apretó los pechos con fuerza mientras el característico grito mudo del clímax, le llenaba los labios.
Todo su cuerpo se tensó visiblemente y luego se relajó de golpe.
Me arrastré sobre su cuerpo y la bese en los labios, impidiendo que tomara el tan vital aire que le faltaba.
-¿Cómo estuvo?, su única respuesta fue un desviar de mirada, interpretare eso como un “excelente”, ella se levantó despacio, aferrándose de mi camisa.
-Eres un pobre diablo, dijo casi sin aire, soy una mujer: tengo reacciones biológicas y naturales comprensibles, solo que, en mi caso, inclusive si una mujer lo hiciera, también me pasaría esto.
-Sucia, le dije al oído completamente indignado.
-Interpretare eso como “tu mamada no fue regular, fue excelente”, los dos nos reímos un poco al respecto.
Le pedí que se quitara la camiseta pero ella negó rotundamente con la cabeza.
-¿Para que quieres verme los pechos si ya me los viste un vez?
-Porque quiero ver si son tan pequeños como pienso, el complejo de sus pechos pareció hostigarla.
-Así que pequeños, replicó con una sonrisa, pero te gustan, ¿No?, le respondí con un bufido.
-Cuando no queda de otra, Alicia me empujó con su pie y yo caí sobre mi trasero en el sillón.
-Sabes, sé que te gustan porque el día que me atrapaste masturbándome en el baño, tu también lo hiciste en el baño de abajo, le desvié la mirada, intentando hacerme el tonto, porque si vas a ser tan virgen como para masturbarte usando condón, al menos ten la decencia de tirarlo a la basura y no dejarlo en el asiento de la taza, tuve que tirarlo con mis propias manos, bestia en celo, admito que eso me hizo enojar, así que la sujeté por las muñecas y la derribé de nuevo contra el sillón.
-Yo no soy el único descuidado, ¿O debo decir que usas relleno en tu sostén?, la cara de Alicia se pintó de todas las tonalidad de rojo posibles, pasando del rosa pálido al rojo intenso.
-¿Cómo sabes eso?, carraspeó.
-Cuando laves tu ropa, sácale los rellenos que te pongas y no los dejes en mi pila de la ropa limpia, tuve que doblarlos y meterlos en tus cajones.
El silencio nos embargó una vez más, llevándose la atmosfera de confianza que habíamos formado con nuestros encuentros.
Tuve que soltar a mi prima, pero esta no se levantó, solo se quedó mirándome a la cara.
-Somos un desastre, pronunció al final, tú y yo, estuve de acuerdo con ella dando un asentimiento de cabeza.
Alicia dejó caer sus piernas con suavidad y pero las atrapé y le volví a besar las pantorillas sin dejar de verla a la cara.
-¿Quieres hacerlo?, abrí la boca solo un poco para responder, pero Alicia se adelantó con ansiedad, ¡Si no quieres lo entiendo, siempre te estoy molestando y quizás no quieras estar con una chica tan infantil y molesta es solo que no quiero que me dejes aquí sola…¡, apagué sus palabras con un beso y le saqué la camiseta despacio.
-Cállate, dije con cariño, solo relájate y abre las piernas, entrelacé mis dedos con los suyos, la sometí de nuevo contra el sillón y apunté mi dureza contra la entrada de sus genitales.
No tenia idea de lo que estaba haciendo, aunque, y de manera muy banal, quise pensar que estaba teniendo su primera vez conmigo.
Me puse horriblemente nervioso, inclusive me detuve de hacerlo mientras ponía mis hormonas en orden.
-Es para hoy, enano, allí estaba de nuevo esa actitud, actitud de niña egocéntrica que no le quedaba en la situación en la que estábamos.
-Enano tu hermano, le dije besándola, acepto que no quería que me viera hacerlo, así que, mientras la perdía en mis besos, la penetré de puro coraje.
El primer grito que dio fue de mero dolor, pero no quería detenerme, lo que sentía era increíblemente denso.
No se comparaba en nada con su boca o su mano.
No, eso era otra dimensión de sensaciones; la calidez y humedad que enredaban mi polla, cada vez que la metía dentro de su cuerpo, no tenían igual.
Era como estar cogiendo con una suave nube llena de agua.
Me aferré de sus pezones, y los apreté como los botones de una maquina, y ella, reaccionado como los juguetes a los interruptores, daba gemidos o reclamaba mi brusquedad.
No me hubiera importado que alguien entrara por la puerta, me la seguiría tirando hasta terminar.
Continúe hundiendo mi pene en sus entrañas, rascándole el interior y haciéndolo tan profundo como me lo permitía mi cuerpo.
Cada bombeo me dejaba la visión de largos puentes de transparente lubricación atrapados entre nuestra caderas, mi verga, reluciente de tantos fluidos se sentía derretir.
La posición en la que estábamos dejó de ser incomoda luego de unos diez minutos; me sorprendía a mi mismo lo mucho que estaba aguantando la deliciosa sensación que me daba, pero la chica se defendía, afanada en no dejarme disfrutar más de la cuenta, comenzó a apretarme con fuerza, contrayendo los músculos de su vientre, aunque, realmente no se para quien fue peor aquella decisión.
-Alicia, le dije al oído mientras continuaba a toda velocidad dentro de ella, no debiste haberme apretado así, la cara de Alicia palideció de golpe.
-No lo hagas, me amenazó con muy poco aire y en medio de una agitación sin igual, ¡No te atrevas¡, la chica logro soltarse de mis manos y comenzó a empujarme la cara hacia arriba, tratando de distraer mi atención, ¡Suéltame en este mismo instante¡.
La abracé por la espalda, pegando mi pecho contra el suyo, apoyando mi barbilla sobre su hombro mientras ella agitada brazos y piernas, en un desesperado e inútil intento de detenerme.
-Dijiste que te avisara, ¿No?, pues bien, estoy por terminar, justo fue el momento para su reclamo, que eyaculé dentro de su cuerpo.
Vertí todo el tibio contenido de mis bolas en su vientre, con mucha fuerza y disfrutando de las mordidas que me daba en el hombro.
Ella profirió al cielo, de manera exagerada, un grito de negación mientras yo hacia realidad una de mis más locas pasiones.
Terminar dentro de una chica, es lo más delicioso que puede haber.
-¡Bruto¡, ¡Animal en celo¡, ¡Bestia fogosa¡, ¡Basura inmunda¡, ¡Siembra alfombras¡, ¡Revuelve almejas¡, ¡Malnacido¡, ¡Poco hombre¡, ¡Miserable sabandija¡, ¿Cómo te atreviste a terminar dentro de mi?, Alicia me golpeaba el pecho sin fuerza, tratando de ahogar, y esconder, el orgasmo que tuvo cuando me vine en ella, ¡Voy a quedar embarazada¡, me dejé caer sobre su cuerpo desnudo aunque ella se retorciera durante unos segundos, ¿Me estás escuchando?, yo ya no escuchaba nada; solo sentía, sentía lo suave de sus pechos restregándose contra mi cuerpo y sus manos rodeándome la espalda.
-No escuché, le dije sin mirarla, no debío haber sido nada importante.
-Si me embarazaste, juró que voy a castrarte con mis propias manos.
Fin de la primera parte
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