La dulce Vicky 10.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por porqueria15.
La escena de la sala de Samy no podía ser más evidente, en el sillón de uno, se encontraba sentado mi papi con los pantalones y calzoncillos abajo, con su verga morcillona, limpia aunque con una gotita de semen aun por caer de la punta, Samy de pie a la par de él completamente desnuda pero aun con sus calcetitas y sus zapatitos de charol negros, mostrando su torso blanquito con sus dos diminutos peoncitos, toda colorada, tanto que casi no se le notaban sus pecas, y yo de rodillas con mi manito sobre el pene de mi papa, aun con mi blusa del colegio, mis calcetas y mis zapatitos, pero totalmente desnuda de la cintura para abajo, y desde el punto de vista de la persona que entro, con total visión de mi blanco culito.
– Claro que si usted lo permite, Señor Mendoza – repitió la voz que había realizado el ofrecimiento.
A estas alturas ya lo habíamos reconocido.
– ¡Juan! – exclamo Samy – ¿cómo entro?.
– No se preocupe señorita Rosas, tenemos llave de todo el residencial – decía Juan mientras se desabrochaba el pantalón.
Había sido el a quien había notado yo en la ventana minutos atrás, de plano que había presenciado todo el candente acto mamatorio que habíamos desplegado Samy y yo en la verga de mi papito.
– ¿Qué dice entonces Señor Mendoza? – repitió Juan, solo que ahora estaba con los pantalones abajo y mostraba una erección en todo su esplendor, no era tan gruesa como la de mi papito, pero si tenía un cabezón muy chato, y el tono del tronco era muy oscuro, a pesar de que Juan no era Negro si no indígena.
Sin embargo, su tolete se miraba muy apetecible, mis ojos no dejaban de verlo y entonces voltee a ver a mi papito, que también había notado mi curiosidad.
– ¿tú qué opinas mi princesa? ¿Te gustaría probar el juguete de Juan? – me dijo mi papito con una sonrisa muy linda, como si me invitara a probar un juego nuevo.
– Si papi, si quiero – le dije.
Juan no tuvo que oír más, se terminó de sacar el pantalón quedándose en calcetines y la playera color negro de su uniforme de guardia, se acercó rápidamente a nosotros quedando a la par mía, yo me voltee hacia él y pude entonces apreciar más de cerca su verga, repito no tan grueso como la de mi papi, pero si se miraba apetecible, con ese tono entre café y café obscuro.
La alcance con mi manita y la apreté, Juan solo alcanzo a emitir un suspiro, y acto seguido abrí mi boquita para cubrir con mis labios el cabezón del tolete de Juan, empecé a succionarlo, y lo acariciaba con mi legua, en todo el cabezón, lo ensalive bastante y luego intente tragármelo, al ser más delgado que el de mi papi, pude meterme más de la mitad del pilin, Juan solo torcía los ojos, empuñando las manos, creo que no se atrevía a tocarme o ponerme una mano encima, así que cuando sentí unos dedos hurgándome en mi conchita, sabía que eran de mi papito, el cual estaba introduciendo ya dos dedos en mi cuquita que estaba bien mojada, no solo por la dedeada de ahorita, sino también por la mamada que le había dado a mi papito.
A todo esto, Samy estaba ya a la par mía, viendo como succionaba yo el pene de Juan, mi papa se había levantado del sillón para arrodillarse atrás de mi para poder dedearme con comodidad, aunque el muy pícaro no solo lo hacía conmigo, si no que pude ver que su mano izquierda estaba entre las piernitas de Samy, la cual no perdía de vista mi trabajo oral, y pude ver por un momento que se relamía un poco.
– Quieres un poco – le dije a Samy ofreciéndole la verga de Juan, ya que de reojo pude ver que mi papito aún no se había recuperado.
Samy no lo dudo dos veces y agarro la verga de Juan y la empezó a lamer y chupar como se le había enseñado, aprendía rápido mi amiguita, Juan entonces se armó de valor y puso su mano callosa sobre la cabeza de Samy, intentando empujar su tolete en la boquita de mi amiga, era muy excitante ver como la carita blanca de Samy contrastaba con la verga morena de Juan, de repente sentí un escalofrió, conocido y muy esperado, mi papito había introducido no solo 2 dedos en mi puchita, sino también un dedo en mi anito, podía apreciar como mi papito se hundía los dedos en su boca para ensalivarlos y llevarlos a mis hoyitos.
Volví a ayudar a Samy con Juan mientras mi papa me seguía dedeando, le procedí a chupar los huevos, unos huevos cubiertos por una bolsa oscura y casi sin pelos, mientras que arriba si era muy abultado su pubis, abajo era bastante lampiño, mientras Samy intentaba tragarse hasta la mitad la verga de Juan, yo me entretenía lamiéndole y chupándole los huevos abajo.
– Bueno ahora creo que ya estas lista mija – me dijo mi papa y me separo de Juan poniéndome a gatas sobre la mesa de centro de la sala.
Y luego con un ademan de “sírvase usted” invito a Juan tomar posesión de mi cuerpito.
Juan se separó de Samy, que pareció que le sacaban un chupete de la boca, y se quedó haciendo pucheros, se acercó a mí por detrás y se quedó dudando un momento, creo que no sabía a donde apuntar, pero no fue mucho tiempo, en segundos pude sentir como el cabezón de su pistón, se habría paso entre los pliegues de mi puchita, la cual lo recibió totalmente mojada, así que resbalo despacio, a pesar que no era tan grueso como mi papito, sentí que me llenaba toda.
– Uffff, que rica y apretada esta su hija señor Mendoza, se siente muy calientita, aggg, en serio que delicia….
– Lo se mi estimado, lo sé – le dijo mi papa, que no se perdía detalle de la penetración que le estaban haciendo a su hija, a su adorada princesa, y eso como que si lo toco, ya que cuando voltee a ver hacia atrás, pude apreciar como Juan se había aferrado a mi cinturita y pude sentir lo calloso de sus manos, pero también pude ver que mi papa tenía un cuarto de verga dentro de la boca de Samy y le movía su cabecita cogiéndosela por la boca.
– Aggg, que delicia, me estas volviendo loco nena ricaaaaaa – decía Juan mientras aceleraba sus empujones en mi vaginita, yo lo sentía llegar bien al fondo.
– Ahh, ahhh, ahhh, si, si, está llenándome toda, si, papito, el Sr.
Juan me estaaaa…, me está metiendo hasta el fondo su pilin – decía yo pujando y contándole a mi papito que estaba sintiendo en ese momento.
En un momento, mi papa, le toco el hombro a Juan y el saco su verga de mi vaginita, mi papa le indico a Juan que se acostara sobre el sillón de tres, y luego me agarro de mis hombros y me subió a horcajadas sobre Juan, quedando yo frente a frente con Juan y con mi manita guie su verga de regreso a mi cuevita, la cual lo recibió gustosa, esa acción no paso desapercibida de Samy, la cual estaba a tras de mi viendo cómo me metía ese pene dentro de mi cuevita, y estoy segura que ella aprecio lo mismo que yo hace unos minutos, cuando el le metía la verga en su boquita, ahora ella miraba lo mismo, desaparecer esa oscura verga en mi puchita blanquita.
Samy estaba de lo más entretenida, y pude ver que le excitaba, ya que no solo miraba, sino que también tenía su manita en su cuquita, sobándose de forma acelerada, ¿y mi papa? ¿Dónde estaba?, la respuesta llego casi de inmediato.
Pude sentir una mano suave pero firme que me empujaba la espalda para que me recostara sobre el pecho de Juan, pude sentir el algodón de su playera negra y en esa posición pude sentir que mis nalguitas eran abiertas… sabía lo que se avecinaba, Samy estaba a la par mía, no se perdía detalle, y por la expresión de su carita, al abrir la boca desmesuradamente me di cuenta de que ya venía mi papito.
Y pensándolo y sintiéndolo, la punta de la verga de mi papito, ya muy conocida por mí, empezó a taladrar mi anito, yo solo atine a decir – aaaaahaaaagggg, – y alcance a escuchar a Samy – ¿y podrás aguantar todo eso Vicky?
– Oh si Samy, Vicky es toda una niña muy valiente, y además le gusta mucho, ¿verdad mi amor? – me dijo mi papito, propinándome una suave nalgada en mi culito que ya llevaba media verga dentro de él.
– Siiii, offf ufff, ufff, siii, se siente ….
Rico.
– alcance a decir, ya que mi papa se aferraba a mis nalguitas que prácticamente las cubría con cada mano, y Juan no perdía el ímpetu, seguía pistoneando mi cuquita.
– Ohhh, que rico Señor Mendoza, que rico, se siente tenerla en sandwitch….
En serio que suertudo es usted Señor Mendoza, ya quisiera yo que mi hija me diera así su culito…
– Bueno Juan – Le dijo mi papa mientras bufaba en sus penetraciones a mi culito – eso es algo que vamos a arreglar, porque desde mi punto de vista estas en deuda conmigo ahora ¿no?
– Ooggg, ok, lo que usted diga Señor Mendozaaaa, ahhhg, lo que usted diga.
– En serio Juan, traerás a jugar a tu hija con nosotras, yeeee, que bien – exclamo Samy que estaba toda colorada,
Yo no conocía a la hija de Juan, Samy me había comentado que algunas veces la había llevado a la colonia cuando había fiestas del día del niño y cosas por el estilo, según recuerdo creo que le llevábamos 2 años o algo así.
– Ahggg.
Ahggg.
me vengo papito… haaa, ahhaaa, que ricoooooooo, – logre exclamar mientras que otra vez mi cabecita daba vueltas y sentía como algo desde mi estomaguito se derramaba en todo mi ser, podía sentir la fricción del pene de Juan y del pene de mi papito al unísono y eso provoco que nuevamente lucecitas brillaran mientras me aguadaba toda por la sensación.
– Oggg, yo también me vengooo….
– Grito mi papito y sacando su verga de mi culito, que porcierto hizo el conocido “plop” al descorcharse, tomo de la cabeza a Samy mientras le decía – Abre la boquita mijita, ahí va la lechita otra vez – y Samy obediente, abrió su boquita y recibió la leche de mi papito por segunda vez.
– Ufff, ufff, yo también me vengo – exclamo Juan, moviéndose hacia un lado me saco la verga de mi puchita y jalando la cabeza de Samy la coloco de frente a su verga, y mi amiga me hizo sentir muy orgullosa porque de inmediato supo que hacer, tomando la verga de Juan y masturbándolo dos o tres veces y recibió las descargas de leche en su boca, aunque no todas las pudo atrapar, por lo visto Juan tenía mucha carga acumulada.
Mi papa se desparramo nuevamente en el sillón de uno, Juan estaba tendido sobre el sofá de tres conmigo a la par, y sami estaba de rodillas sobre la alfombra de la sala, aun relamiéndose el semen que tenía en sus cachetes.
– Mmm, la leche de Juan sabe un poco diferente a la de tu papito Vicky.
– Me dijo la muy golosa.
Mi papito miro su reloj, – Bueno, ya casi han pasado 2 horas, será mejor que nos vayamos, y tu Juan ya sabes, otro día platicamos de tu hija, ¿de acuerdo? – le dijo mi papito, mientras se subía los pantalones.
– Claro Señor Mendoza, como usted mande – le dijo Juan que de un salto se incorporó se puso sus pantalones, enfilando hacia la puerta de la casa.
– ¿ya se van? – exclamo Samy que ahora estaba sentada en el sillón.
– Si mija, y tu vete a meter tu blusita en la lavadora y te vas a dar un baño, ¿de acuerdo? Si no, no podrás volver a jugar con nosotros.
¿vale?
– ¡Vale! – Exclamo Samy muy contenta, y me abrazo dándome un beso en la boca, donde pude sentir parte del semen de Juan aún.
Me vestí rápidamente, y luego de despedirnos, nos dirigimos al carro.
Ya en camino me dijo mi papa – Deberemos pasar a casa para asearnos un poco, no crees ¿princesa?
– Si papito, creo que sí, mi calzoncito esta todo manchado, ji ji – le dije levantando mi falda.
– De plano, no creo que sea buena idea ir nuestra reunión ¿así verdad mija?
– No papito, – y suspiré hondo, me recordé que teníamos un compromiso con los amigos de papa.
Continuara…
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