La educación de Zulema III. La doma (II)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por LordVicious.
Ahina pensó que, tras una semana cumpliendo su tarea matutina de azotes, las marcas, que aún persistían con creces fruto de la sesión de spanking de hacía una semana ya, no se iban a desdibujar transcurrido mucho tiempo. Aparte de por el fragor con que fue azotada, golpeada y fustigada, en ocasiones como un animal, la semana anterior, el hecho de tener que autoinflingirse castigo todos los días, hacía que las marcas, lejos de anularse, se mantuvieran e incluso notara que alguna, particularmente en la nalga izquierda, mantuviera su color morado intenso, grisáceo, casi negro.
Se sentía orgullosa de ellas, tanto de la producidas por Lord, como las que ella misma se provocaba, claro está que por indicaciones de Él. Ese orgullo se transformaba a veces en recelo, en miedo, en pavor en ciertos momentos porque la sensación y el pensamiento de no poder estar a la altura de sus expectativas la angustiaba en ocasiones. Cuando se sentía así se comunicaba con Lord, le llamaba por teléfono y le expresaba sus circunstancias emocionales. Cuando hablaba con él, cuando oia su voz y por el peso y el contenido de sus conversaciones, Ahina se tranquilizaba, se moderaba, se sentía segura y sobre todo se sentía suya. No tenía nada que temer, así se lo decía Él, el proceso va viento en popa, afirmaba, conforme te vayas entregando, tú te irás sintiendo más mia y yo te sentiré más y más cerca de mí, sentenciaba, aquí me tienes cuando te sientas perdida, sola, angustiada o cuando seas perturbada por emociones que no puedas identificar, resolvió Lord.
Zulema, se llamó Ahina a sí misma frente al espejo de su casa ya para ir poniéndose en situación puesto que habían quedado 2 horas más tarde para ir al cine. Cada vez le gustaba más el nombre, no sólo porque se lo había regalado Él, sino porque había averiguado su significado: Zulema era un nombre de origen árabe que quería decir: de naturaleza emotiva que todo lo aprovecha. Se expresa por medio del método, la ejecución y la jerarquía. Ama lo sólido, lo que crece y lo protege. Le gusta sentirse segura. Complaciente. Se expresa en la conciliación de intereses opuestos y en la atención al detalle. Ama la responsabilidad y la legitimidad… ¿Quizá Lord la sentiría así como significaba ese nombre realmente? ¿No lo habría elegido sólo por ser un nombre bonito?¿Habría influido el azar o el continente de la palabra en sí? Ahina concluyó que Lord no le parecía una persona que dejara muchas cosas al azar y que había un porqué mucho más profundo que la mera estética.
Al mirarse en el espejo, una vez más, comprobó como las marcas en sus senos permanecían aún, menos pronunciadas y de colores más rozando el ocre que el granate o el violáceo (que era inexistente). Observar y recordar como, especialmente la vara de abedul golpeó sus pechos y pezones y darse cuenta que persistían los cuerpos del delito proporciono a Ahina sensaciones encontradas: Por un lado se sintió dubitativa respecto de su condición de sumisa: ella no era masoquista, jamás había necesitado de prácticas que la dañaran físicamente o que se autodañara, para alcanzar placeres inconmensurables, pero con Lord era distinto; había descubierto como entregándose a los deseos de otra persona, viéndola disfrutar, observando cómo vivía y sentía Lord cada gesto, cada golpe, cada palabra, cada mirada, cada gota de fluido corporal, ella misma podía trasladarse a dimensiones del placer desconocidas hasta la fecha. Por otro lado se sintió profundamente excitada por estos pensamientos, por el recuerdo de la sesión, de sus orgasmos, de la música, de sus manos, su mirada, su cuerpo, su verga, y especialmente por el proceso orgasmal que sufrió tras recibir uno tras otro los golpes del reVenque de Lord con la boca desbordada por su semen, sintiéndose ahogada y faltándole la respiración subyugada por completo a ese hombre.
No podía evitar estar permanentemente excitada y cuando le venían a la mente recuerdos y pensamientos, se desarrollaban exponencialmente y su cuerpo lo mostraba. Tuvo la tentación de masturbarse, aún sin alcanzar ningún orgasmo, pero esta vez no lo hizo. Prefirió esperar a que Lord hiciese con ella lo que quisiera.
De ese modo, y tras las reflexiones, Zulema, comenzó a prepararse tal y como Lord le había indicado. Comenzando por el maquillaje, Lord lo eligió una mascarilla muy liviana, a pesar que la piel de Zulema era agradable, un toque femenino nunca viene mal, aunque Lord no era demasiado amante de los maquillajes en general. Eligió un rimel poco denso, no le gustaban las pestañas demasiado gruesas ni, por supuesto, grumosas intentado alargarlas hasta el infinito. Como sombra de ojos eligió una violeta, propia de sumisa, pero no morada, aún estaba en periodo de doma. Un poco de colorete en las mejillas y carmín rojo sangre aorta no permanente terminó con el maquillaje muy natural de Ahina. El pelo lo llevaría suelto, sin gomas, sujeciones o alfileres de ningún tipo. No debía llevar ningún tipo de abalorio, bisutería, adorno o similar. Para la ropa Lord decidió dejar a criterio de Ahina elegir el vestido, pero que debían cumplir ciertos requisitos: El vestido debía ser escotado o muy escotado con cremallera delantera, no debía ser más largo de la rodilla y debía tener tirantes. Ahina tenía uno así, de color beige, ideal para la tarde, así que lo tuvo fácil. No debía llevar bragas ni tanga, y sólo debía llevar sostén si el vestido lo tapaba y si éste tenía apertura delantera. También debía llevar medias, sin liguero. Ahina pensó en el calor que iba a sufrir con las medias y se le antojó casi un castigo tener que llevarlas con el calor que hacía y también refunfuñó para sus adentros el no poder ponerse liguero y quizá tener que, cada dos por tres, subírselas y adecúarselas porque sin nada que las sujetara seguro que se le caían en algún momento. Para el calzado Lord eligió zapatos a juego con el vestido. Nada más, no debía llevar bolso, sólo su carné de identidad, su carné de conducir y el lápiz de labios.
Ahina salió de casa en su coche y acudió a la hora acordad al sitio acordado a recoger a Lord. El nerviosismo de Ahina era patente, tanto que fumó tres cigarrillos en un trayecto de apenas 10 minutos. Cuando llegó al sitio de recogida, Lord ya estaba allí. Le hizo una señal para que bajara la ventanilla. La observó para comprobar que iba ataviada conforme Él había indicado, realizó un gesto de aprobación, saludó cortésmente con un beso en la mejilla a Ahina y, para sorpresa de ésta, abrió la puerta de detrás y se colocó en el asiento justo detrás de ella. Lord le indicó que sería su chófer y que tuviera cuidado porque había dejado en el asiento de al lado una lata de refresco abierta y que no se podía caer durante todo el trayecto, así que condujera prudentemente, levemente y procurar acelerar y frenar con cautela. Ahina era un manojo de nervios, aparte del hecho de verle de nuevo, su nuevo encuentro comenzaba de forma muy definitoria, estricta y fuerte, como era habitual en Lord.
Pasaron la primera parte del camino charlando sobre cómo había ido la semana de ambos, hablaron del spanking de la semana anterior, de las marcas y de cómo se iban sintiendo caminando juntos de forma muy distentida pero sin perder ni un ápice Lord su condición de Dominante ni ahina su condición de sumisa a prueba. En un mmento determinado, Ahina se distrajo de la conducción por un pico que se le reveló en la media de la pierna derecha. Giró la vista para localizar el picor y cuando la levantó de nuevo, un coche la obligó a frenar de forma algo brusca, lo suficiente para voltear la lata de Lord. Ahina se estremeció. Buscó la mirada de Lord en el retrovisor interior y la encontró. No era una mirada enfadada, era una mirada y una sonrisa pícara, como si hubiera deseado que se produjese esa situación. Y por más que lo pensaba Ahina era prácticamente imposible haber mantenido la una conducción perfecta ya que no dependía de ella qué hiciera el resto del tráfico. Al no saber qué le podría esperar tras su fracaso, con el miedo y la excitación de tenerle presente, Ahina se quedó muda e inmóvil. Lord le comunicó que siguiera conduciendo y que se desviara por la autovía para ir al centro comercial donde estaba el cine. Ahina se sorprendió, dado que estaban a menos de 5 minutos por donde iban y cogiendo la autovía tardarían al menos 15.
Ya en la autovía e intentando mantener la concentración al volante Lord le dijo, llamándola Zulema, que mantuviera su vista y concentración al frente, en la conducción, que quería que llegaran ambos de una pieza al cine. Se acerco y le susurro al oído que todo iba bien, que no se preocupara. Inmediatamente Lord posó sus manos en los hombros de Zulema para acarciarlos y pellizcarlos levemente. Luego fue a su cuello, que también acarició a la par que de nuevo se acercó a su oído y le susurró preguntándole si iba a a ser una buena chica e iba a hacer lo que Él le dijera. Zulema asintió. De repente sintió las manos de Lord bajando por los tirantes del vestido hasta llegar a sus tetas. Las presionó, las apretó, las masajeó, las pellizcó por encima de la ropa y comenzó a bajarle la cremallera hasta dejarla por el ombligo. Luego subió lentamente de nuevo por su torso desnudo hasta llegar al sostén, el cual comprobó que, como le había indicado a Zulema, tenía la apertura delantera. De nuevo apretó con fuerza las tetas de Zulema y notó como sus pezones comenzaban a erigirse. Ya erguidos Lord los pellizcó también, con fuerza, poniéndolos más duros y sacándole a Zulema un suspiro entre gimoteo de dolor y placer. Sin más, Lord apartó sus manos y volvió a recuperar su posición en su asiento. Lord indicó a Zulema que no pasara de 80 km/h. Ahina pensó que a esa velocidad la adelantarían todos los vehículos y llegó a la conclusión que era eso lo que Lord quería. Ella se hallaba conduciendo con el vestido desabrochado por el ombligo, con su sostén al aire y sus pezones como clavos siendo consciente que cualquiera que la adelantara podría verla de esa guisa, exhibiéndose como una vulgar puta reclamando clientes en cualquier carretera secundaria. Y así, pasó un camión,y Zulema fija en la carretera no podía mirar al lado. Estaba nerviosa, excitada por ser exhibida y con Lord detrás observándolo y marcándolo todo.
Fue Lord quien indicó a Ahina que girara su vista brevemente hacia el camión que la adelantaba y observó como el camionero que la miraba hacia gestos con sus dos manos aludiendo al tamaño de las tetas de Zulema a la par que hacía gestos con la mano y la boca cerrada moviendo la lengua dentro de ella mostrando claramente el camionero sus vulgares y primarias intenciones de que le gustaría que Zulema le hiciera una mamada. Ésta se enrojeció de vergüenza, de excitación, lo que hizo que notara sus primeras gotas de placer haciendo su salida triunfal de su cavidad. Más se excitó cuando una vez adelantó el camión, Lord se acercó a su oreja de nuevo para susurrarle que iba a comprobar cómo estaba ese suyo sucio coño. Al meter su mano y subir su vestido, pasó al menos 30 segundos tocándola y masturbando su clítoris e incluso se permitió introducirle un dedo, lo que produjo en ella que se pusiera más cachonda. Al volver a su sitio Lord, le dijo a Zulema que se preparara, que iba a adelantarles un autobús. Al oir esto Zulema sintió un escalofrío inusitado, un calentón como pocos antes había sentido. Mucha gente la iba a ver, mucho placer iba a sentir. Y así fue, era un autobús de deportistas locales a juzgar por si indumentaria. Uno de los pasajeros del autobús se fijó en la estampa de Zulema y rápidamente hizo correr la voz. Enseguida la mayoría de los pasajeros comenzaron a babear y a hacer gestos obscenos parecidos a los del camionero e incluso algunos restregaban su pelvis en el cristal. Zulema, que de vez en cuando giraba la vista por orden de Lord, contemplaba la escena cerda y cachonda y mientras Lord volvió a susurrarle al oído que no permitiera que el autobús adelantara, que se quedara en su línea, ni más adelante ni más atrás. Lord volvió a posar sus manos en las tetas de Zulema y le desabrochó el sostén dejando a la vista sus hermosas tetas con los pezones durísimos que, por un lado enloqueció a los del autobús provocando incluso que alguno se sacara su polla y comenzara a masturbarse a través del cristal viendo las tetas de Zulema y otros prosiguieran con su sarta de gestos obscenos y calenturientos. Zulema alternaba el control de la conducción con trasladar su vista hacia el autobús, Cada vez que lo hacía se le aceleraba más y más el corazón y notaba como su sexo, impregnadisimo de líquidos, palpitaba al sentirse tan exhibida, mostrada y observada. Zulema creyó alcanzar ver cómo uno de ellos de corrió en el cristal del autobús, un pichafloja que probablemente no había follado en el último lustro, pero que hizo que Zulema casi se corriera. Con múltiples espasmos, Zulema creyó oprotuno decirle a Lord que estaba nerviosa, temblorosa y muy excitada y temí perder el control de la conducción. Lord, le contestó que dejara pasar al autobús para después adelantarlo e ir en busca del camionero anterior. El transcurso de tres minutos hasta que apreció el antiguo camión fue suficiente para que Ahina tranquilizara sus emociones parcialmente pero sirvió para que al menos estuviera de nuevo cien por cien pendiente de la conducción. Zulema adelantó al camión para luego volver al carril de la derecha y disminuir la velocidad para que el camionero volviera a adelantarla. Pero esta vez Lord se inclinó hacia adelante, subió el vestido de Zulema hasta dejar a la vista su sexo. El camionero que vio ahora a Zulema casi desnuda, con sus tetas al aire, con su sexo a la vista, no pudo evitar mantenerse a línea del coche de Zulema y observar babeando como Lord masturbaba, pajeaba, follaba e introducía sus dedos en el coño de Zulema, sacando sus dedos de vez en cuando para que Zulema los chupara mirando al camionero y hacer que éste casi tuviera un accidente de tráfico por desviar la vista.
Lord decidió con buen criterio dar por terminado el juego con personas ajenas al coche para no producir un accidente. Sin embargo continuó manoseando y tocando el cuerpo de Zulema durante todo el trayecto hasta llegar a la entrada del aparcamiento del centro comercial.
En la entrada Lord pidió a Zulema que se detuviera, dio de beber lo que quedaba de la lata de refresco a Zulema, salió del coche, se colocó en el asiento del pasajero de delante y limpió con su mano todo el sexo babeante que, con hilos y pequeñas burbujas y grumos de placer encaramó hacia la boca de Zulema que ávida limpió. Posteriormente Lord le bajó el vestido, le lamió y mordió los pezones, le abrochó el sostén y le subió la cremallera. La acarició y sacó del bolsillo de su chaqueta un paquete envuelto con papel de regalo. Zulema, sonriendo y alegre por recibir un regalo de Lord agradecida lo abrió. Eran una bolas chinas de color plateado que consiguieron hacer de nuevo excitarse a Zulema. Lord se las pidió, también le pidió su lápiz de labios. Sacó un condón de su chaqueta, lo abrió, introdujo las bolas chinas y el lápiz de labios en él, cerró el condón haciendo un nudo dejando el hilo por fuera y separando las piernas de Zulema y subiéndole el vestido de nuevo, lo introdujo, de sopetón y de golpe y porrazo, dentro de su vagina que volvía a estar caldosa.
Aunque al principio era una sensación extraña, a pesar de que Zulema ya había llevado bolas chinas, la prominencia del lápiz de labios , la tocaba a veces en un punto dentro de su cavidad vaginal que la hacía estremecerse de placer. Muy bien podía ser el famoso punto G, que ella hace tiempo había identificado pero que rara vez reencontraba de nuevo. Pero el movimiento de su cuerpo, el subir escaleras o el simple hecho de focalizar toda la carga de su peso en los dos fínismos tacones que llevaba, proferían de movimiento casi autónomo a las bolas y sobre todo al lápiz.
Así se acercaron a por las entradas. Zulema se mantuvo junto a Lord, ni más adelante ni más atrás. Lord eligió una película dramática con tintes eróticos, al menos eso sugerían la sinopsis y el cartel.
Como aún faltaban cerca de 45 minutos para que comenzara la película, se encaminaron hacía una mesa que había en la terraza de un bar del centro comercial. Lord prefería las terrazas, ya que podía fumar, podía observar, y sobre todo podía disfrutar del aire fresco. Lord indicó a Zulema que se sentara delante de él. Pidió una tónica para cada uno. Como de costumbre, Zulema encendió un cigarrillo y se lo dio a Lord y luego, pidiendo permiso antes, se encendió uno para ella. Al llegar el camarero Zulema le dijo que no sirviera las tónicas del botellín. Ella lo hizo.
Después del primer trago, Lord indicó a Zulema con gestos que separara las piernas un poco más para sí poder ver su sexo y el hilo de las bolas colgando. Pero no estaba colgando, estaba pegado al muslo, fruto del sudor, los vapores y los caldos de la excitación de su chocho. Lord comunicó a Zulema que su lápiz de labios se había casi evaporado por lo que le indicó que debía retocárselo, Zulema entonces dijo que se iba al baño a retocarse a lo que Lord se negó y le indicó con gestos qué debía hacer: Zulema debía tirar del hilo, sacar el condón que envolvía las bolas y el lápiz de labios, coger éste último, volver a colocarse las bolas en su sitio e ir al baño a retocarse.
Zulema, aparentando estar impasible pero recorcomiéndose por dentro de excitación y vergüenza asintió, separo un poco más sus piernas, tiro del hilo suavemente, sacó el paquete de dentro de su coño, desanudó el condón, cogió el lápiz de labios, volvió a anudar el condón con las bolas dentro y se las introdujo sin dejar de mirar fijamente a Lord, salvo para desviar su mirada a su pantalón y observar lo duro y erecto que estaba. Entonces se levantó y algo patosa se encaminó hacia el baño y, al llegar, se metió en una cabina para desahogarse y dejar de contener su agitada respiración. Estaba muy cachonda, muchísimo y tuvo la tentación de masturbarse y darse una gran corrida, no duraria mucho, apenas como se encontraba de excitada tardaría menos de un minuto. Pero no lo hizo, no quiso decepcionar a Lord y por tanto a sí misma, así que salió, se retocó los labios, entró de nuevo en la cabina del inodoro, y volvió a colocar el lápiz de labios en el sitio que le correspondía, en su coño de puta.
A la vuelta, Zulema se sentó, mostró sus labios recién retocados, y separó sus piernas para que Lord viera que estaba todo en su sitio. En ese mismo instante, con las piernas separadas, el camarero se acercó a la mesa frente a Zulema, que pudo ver las piernas abiertas de Zulema, el hilo colgando y cómo Zulema se ruborizó al sentirse observada en su intimidad por el camarero. Lord, ni corto ni perezoso, le dijo al camarero que no se preocupara, que era una golfa exhibicionista y que le encantaba provocar a extraños. El camarero sonrió y tanto Lord como Zulema notaron como algo crecía en su pantalón. Una vez se fue el camarero, Zulema no pudo evitar transmitir a Lord cómo de cerda se sentía, cachondísima exhibida y humillada como una vulgar furcia por Él. Pero esto no habia acabado aún, sentenció Lord.
Una vez dentro de la sala del cine, pudieron observar como estaba casi vacía. Lord había elegido la última fila. Le gustaba tener una visión global de todo cuanto acontecía. Al acercarse a la última fila, Zulema se sintió observada por un grupo de 3 jóvenes de unos 20-25 años. Y es que dado el sugerente vestido escotado con la cremallera delante marcando senos, cintura y cadera había sido fruto de algunas miradas a lo largo del dentro comercial. Zulema se sintió deseada por ellos que descaradamente no dejaron de mirarla desde que entró a la sala y hasta que se sentaron Lord y ella en la última fila. Zulema escuchó risas y observaba como de vez en cuando se giraban para mirarlos, pero especialmente a ella. Zulema permanecía excitada de forma constante desde que recogió a Lord, con los picos de excitación de la exhibición en la carretera, la del lápiz del labios, la del camarero y ahora esta al sentirse el centro de la conversación y probablemente de las fantasías momentáneas de los chicos.
La película empezó, y no parecía demasiado buena. Lord bostezaba de vez en cuando, los chicos de las filas de delante se seguían girando, especialmente uno de ellos. Zulema permanecía atenta a la película, no porque le gustara, si no porque ese era el deseo de Lord. De repente Lord le bajó de nuevo la cremallera del vestido, lo hizo despacio, para que así los chicos oyeran el ruido y se giraran a ver qué pasaba. Y se giraron y vieron el sostén de Zulema, Uno de ellos, habiendo vencido el pudor se mantuvo observando fijamente de modo que ya no miraba la película. Los otros dos, aún pudorosos, le decían al más lanzado que se girara, que el hombre se iba a cabrear, y éste les dijo que eso era una tontería, que se le había hecho eso era porque quería que la observaran. Los otros dos seguían con su política de miradas conservadora, mientras el más lanzado observaba ahora como Lord le estrujaba los pechos, le cogía la barbilla y la llevaba hacia donde él quería, la manoseaba y cuando observaba que sus manos se perdían por debajo de donde le alcanzaba la vista, deducía que le estaba frotando el coño. El chico estaba cachondo, estaba duro, y no podía dejar de mirar.
De repente Lord se levantó, y Zulema pudo ver cómo se acercaba a los chicos, pudo ver cómo todos dirigían la mirada hacia ella, Lord incluído en determinados momentos en los que Lord les decía alguna cosa, ellos sonreían y Zulema veía también un extraño brillo en todos sus ojos.
Enseguida Lord volvió y se colocó a un asiento de Zulema. Se inquietó ¿por qué no se había sentado a su lado? ¿La habría decepcionado en algo? Ni mucho menos. A los 2 minutos se acercó el chico que no había dejado de mirarla, se sentó al lado de Zulema, y Lord se cambió de asiento y se colocó al otro lado de Zulema. El chico sacó de su bolsillo cinco euros, se los dio a Lord y este empezó a hablarle diciendo que, tal y como habían acordado, por cinco euros podía sacarse la polla y masturbarse mirando a Zulema, pero no podía tocarla. El chico asintió. Lord desabrochó el sostén de Zulema y dejó a la vista sus hermosas tetas y comenzó a apretarlas y palmearlas a la vez que endurecía sus pezones un poco más si cabia. El chico sacó de su bragueta su polla, dura y gruesa y comenzó a pajearse mirando las tetas de Zulema. Ésta última estaba a un paso del bloqueo, y también a un paso del orgasmo. Estaba tan excitada que notaba la butaca mojada, sucia, y con olor a perra en celo. Lord la estaba exhibiendo ante extraños, que se masturbaban a su lado y que había cobrado por ello. Sentirse como una puta exhibicionista, como una mujer pública sirviéndole a Él, era lo máximo de sensaciones vividas hasta ese momento.
Los otros dos chicos no tardaron en llegar viendo que el primero no había corrido peligro y que estaba haciéndose una gloriosa paja a 10 cm de las tetas de una mujer hermosa, sugerente y voluptuosa como lo era Zulema. Lord les hizo sitio y les preguntó si sólo querían masturbarse o querían tocar también. Uno de ellos dijo que sólo masturbarse. Lord le dijo a éste que se pusiera en la fila de delante y que le diera los 5 euros y que comenzara cuando quisiera. El chico sacó su pequeño miembro y comenzó a pelársela mirando a Zulema. El tercero y último dijo que quería tocar también. 10 euros le dio a Lord y se colocó al lado de Zulema. Sacó su polla, larga pero poco gruesa y comenzó a tocarle las tetas a Zulema a la vez que empezaba frenéticamente a pajearse. Zulema no cabía en sí de sucia y guarra que se encontraba, mostrada semidesnuda a tres desconocidos que movían sus miembros babeando de la excitación, dándose mandobles en sus pollas con fruición cachondos perdidos mirándola. Lord preguntó a los chicos si estaban disfrutando, por supuesto todos afirmaron con su respiración entrecortada y, para darle más lascivia al momento ordenó a Zulema que se masturbara, que mostrara su coño para los chicos, que se frotara el clítoris, que se follara la vagina con sus dedos y que les demostrara a esos casi imberbes cómo se jode el coño una verdadera zorra exhibicionista. Cuando Zulema comenzó, casi fuera de sí ya por lo excitante del conjunto de la situación, pero sobre todo por su mirada fijada en la penetrante mirada de Lord, éste decidió añadir algo más al momento. Les dijo a los chicos que si querían que su puta les pajeara, debían darle 20 euros cada uno. El más lanzado al principio negó y siguió concentrado en su paja particular, el de delante negó también, pero el que había pagado 10 euros por tocarla, dijo que sí. Dejó su miembro quieto, sacó los 20 euros, se los dio a Lord pero éste le dijo que los colocara en el tirante izquierdo de Zulema. Lo hizo. Lord ordenó a Zulema, que seguía con su mirada clavada en Lord que cogiera la polla del chico y comenzara a pajearle. Le dijo que apuntara hacia el chico, nada de mojar su vestido. El chico tenía la polla durísima, seguía tocándole las tetas a Zulema y sus dos amigos observaban como el afortunado de su amigo disfrutaba como un enano. El primero se lanzó y colocó primero 10 euros en el tirante de Zulema, para tocarle las tetas, y luego puso otros 20 para que ésta le pajeara también. Lord ordenó de nuevo, y allí se encontraba Zulema, pajeando dos pollas, siendo sus dos tetas manoseadas por cuatro manos, enfrente suyo a otro pajeándose mientras le observaba el coño baboso y pleno de líquidos placenteros disfrutando como nunca, sintiéndose más baja y más perra que nunca, pero sobre todo sintiéndose suya, sintiéndose de Lord.
Poco tardaron correrse, el de delante en la butaca, el de la izquierda en su barriga y su mano y el de la derecha gran parte en sí mismo y algo que se desvió hacia un pecho de Zulema que se estremeció por quincuagésima vez al sentir esa leche caliente y espesa en su piel. Lord la miró satisfecho, dio las gracias a los muchachos por su participación, se acercó a Zulema, la limpió con un pañuelo, separó las piernas, acomodó a Zulema entre ellas de rodillas y bajó su cremallera, sacó su verga con su capullo enrojecido por las palpitaciones que había sufrido al estar preso en su pantalón observando la escena anterior, enorme, rígida, un gran palo durísimo, y la puso entre las tetas de Zulema que, experimentada en estos menesteres, apretó sus dos tetas para aprisionar la polla y comenzar a masturbarla entre ellas de forma frenética. Observaba cómo gozaba Lord. Como su polla se perdía en sus melones, como cuando asomaba el capullo le daba lametazos, como iba en busca del líquido preseminal y lo relamía vaticinando la inminente corrida que la iba a bañar. Abrió la boca por indicaciones de Lord y éste comenzó a lanzar leche a borbotones por su uretra que Zulema se afanaba por recoger. La tragó toda, incluso recogió parte que cayó a los pezones y parte que cayó en el suelo. Creyó ser merecedora de tener algún orgasmo, pero Lord no se pronunció, y como esta vez estaba fuera de sí por la excitación, preguntó a Lord si podría. Éste dijo que sí, pero que la condición era que como él tenía ganas de orinar, debía tragarse toda su orina sin derramar gota y ella mientras podría frotarse y correrse cuantas veces pudiera mientra él orinaba. Zulema aceptó, abrió su boca y espero la polla semidura de Lord tras la corrida, cerró los labios a su alrededor y notó cómo la orina empezaba a salir de esa polla y se encaminaba hacia su garganta, notando su sabor en cada trago, notándole a él en cada gota, sintiéndose emputecida, baja, miserable al beberse el meado de su hombre, pero a su vez grande por complacerle, cachonda por sentir su polla y sus fluídos descargando por garganta, presa del más enorme de los placeres, pajeándose su apestoso coño con tanta fuerza y alcanzando tal orgasmo que sus ojos se desencajaron de sus órbitas, se quedaron un instante en blando, su carne trémula, su cuerpo arqueado, sus espasmos inconmensurables y toda ella de nuevo, poseída y sometida a Lord.
Lord la adecentó un poco, la cogió de la mano, la levantó, le abrochó el sostén y la cremallera del vestido, la llevó al baño, le arregló el pelo un poco, sacó el lápiz de labios de su chocho arrancando un nuevo suspiro de placer de Zulema, le repasó los labios, dio a Zulema a limpiar las bolas plenas de incontables fluídos, las envolvió en un papel, y le sonrió. Luego sacó un frasco de colutorio y Zulema hizo gárgaras y se enjuagó. Entonces Lord la besó en los labios por primera vez y le dijo a Zulema que la iba a llevar a cenar, que había conseguido 55 Euros fáciles y que los iba a compartir con ella.
Y, de la mano, ambos satisfechos, iniciaron su velada…
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