La Erección. – Primera Parte.
Me baje los tirantes de mi negligé y le mostré mis gordas tetas a mi hijo, se quedó paralizado por un momento mirándome, luego reaccionó y mientras yo apretaba mis tetas juntitas.
Me llamo Carolina, cuarenta y dos años, vivo en un ciudad del norte, casada con Américo de cuarenta y cinco años. Tenemos dos hijos preciosos, Mauricio de doce años y Héctor de nueve años. Somos una pareja bien consolidada, mi marido es un buen hombre en todo sentido y me tiene contenta en todo, sobre todo en la sexual, no se le escapa una, es mi adorado bribón.
Los hechos que recontaré me sucedieron con el mayorcito, Mauricio, él esta en la preadolescencia con todo lo que eso conlleva. Como buena madre siempre los he bañado a ambos antes de irse a la cama, primero al más pequeño y luego al más grandecito.
Esa noche particular le estaba ayudando a Mauricio a bañarse con la ducha portátil y sucedió algo normal y natural para su edad, me pilló un poco desprevenida, no me esperaba nada así. Mi hijo tenía una tremenda erección, él se lamentaba que era un poco molesto y hasta que le dolía. Traté de lavarlo lo mejor que pude, pero su pene continuaba a estar completamente duro. Trataba de hacer parecer las cosas de lo más natural posible, él no sabía lo que le estaba sucediendo, yo pudibunda le dije:
—Tesoro … ¿Es la primera vez que te crece y se pone así de grande? …
—Sí … y se siente extraño … pero ¿Qué me está pasando, mami? … ¿Por qué se pone así de duro? …
—No hay nada de que preocuparse, hijo … eso es del todo normal … ya tornará a ser pequeñito otra vez …
Terminé de lavarlo, lo sequé bien y tengo que reconocer que, para su edad, esa cosa era bastante larga y gruesa con muchas venas, por supuesto que yo sabía que dada su edad una cosa de estas era totalmente plausible que sucediera. Lo ayudé con sus calzoncillos y el pantalón de pijama, pero esa cosa no se quería deshinchar, restaba dura.
—Mami … mi pito no se achica todavía …
—Tranquilo, mi niño … lávate los dientes y veras que no te darás ni cuenta y se pondrá pequeñito otra vez …
En eso entró mi marido al baño y nos miró titubeante, dijo:
—¿No le has explicado nada? …
—¿Qué cosa? …
—Bueno … tú sabes … que debería hacer cierta cosa para que su pene se le relaje …
—Pero ¡qué dices! … eso lo aprenderá solo …
—¡Pero no ves que lo tiene parado! … al menos explícale como se hace para calmarlo …
—¡Ay, amor! … me da cosa … en un par de minutos se le pasará …
Miré el entrepierna de Mauricio y su coso estaba todavía totalmente duro y haciendo un buen bulto en su pijama, decidí de decirle al menos algo para que se tranquilizara.
—Mauricio … es normal que esto te suceda a tu edad … le sucede a todos los hombres …
—¿A papá también le sucede? …
—Por supuesto … a papá a veces se le pone grande … porque … es un hombre … ¿sabes? … y tú te estas transformando en un hombrecito …
—¿Sí? … ¿Y cómo hace papá para que vuelva a ponerse pequeño? …
—Bueno … son cosas que hacen todos los hombrecitos como tú … debes hacerte una especie de masaje …
—¿Masaje donde, mami? …
—Bueno … ahí … siempre ahí …
—¿En mi pito, mami? …
—Sí … es así … y te relajarás …
—¿Puedo hacerlo ahora mismo, mami? …
—Bueno, hijo … son cosas que normalmente se hacen estando solo …
—Mami … no me importa si estás tú conmigo …
—Lo sé, cariño … pero es mejor si estás tú solito …
—¿Y cómo tengo que hacerlo? …
A su pregunta, me levanto a cerrar la puerta del baño para que no vaya a aparecer su hermanito más pequeño, vuelvo y le bajo el pijama y calzoncillos. Yo vestía mi bata, sin sujetador, solo mis bragas.
—Bueno … ahora siéntate ahí … al borde de la bañera …
Se sentó, yo tomé un banquillo de plástico y me senté frente a él.
—Es un masaje un tanto especial … debes hacerlo con tu mano … arriba y abajo, arriba y abajo …
Tomo torpemente su pija con los dedos e intentó una torpe masturbación, desganado, como si no hiciera nada.
—¡Tesoro! … tienes que empuñarlo … con el puño cerrado … después … arriba y abajo, arriba y abajo …
Le mostré mi puño e hice el movimiento.
—¿Por qué no me enseñas como se hace? …
—Pero, hijo … estas cosas debes hacerlas tu solito …
Mauricio refunfuñó e insistió un poco desconsoladamente para que le ayudara. Como todavía era pequeño e inexperto, decidí que por esta vez le daría una ayuda.
—¡Ehm! … bueno … está bien … pero que conste que solo por esta vez …
Tomé su pene e inicié a masturbarlo, su pija estaba increíblemente dura, seguramente tenía muchísimo semen también.
—Bueno … ¿ves? … Arriba y abajo … arriba y abajo … primero lento y después más rápido …
—¡Oh, mami! … eres experta …
—¡Uhm! … no … no lo soy …
—¿Se lo haces también a papá? …
Me descolocó su pregunta en un principio, pero al segundo respondí:
—Ciertamente … todos los hombrecitos necesitan hacerlo para que se vuelva pequeñito …
—¡Aaahhh, mami! … continua por favor … no te detengas …
No sabía si continuar o detenerme, veía la cara de placer y felicidad de mi hijo, como si se estuviera liberando de un peso.
—¿Has entendido ahora cómo hacerlo, tesoro? … llegará un momento en que te relajarás y verás salir tú semen …
—¿Cómo? … ¿Mí qué? …
—¡Ay, hijo! … un líquido blanco … te saldrá de ese pequeño agujerito de tu pito … después se pondrá otra vez pequeñito …
—Mami … continua por favor …
—Está bien … solo por esta vez …
En ese momento mi marido asomó su cabeza por la puerta sorprendido y estupefacto, entró con una maliciosa sonrisa mientras tocaba su paquete. Me dio una rabia inmensa. Lo apunte con el dedo y le hice señas para que saliera. Luego continué la masturbación por otro par de minutos. Escuché los gemidos y entendí que estaba a punto de correrse.
—¡Aaaahhhh! … mamá …
Una cascada de esperma impresionante me llega sobre mi bata y un chorro sobre mi nariz. Mi mano completamente empapada de su esperma que no se detiene y mueve esa pija chorreante arriba y abajo, arriba y abajo.
—¡Oh! … esto … esto es el semen del que te estaba hablando …
Salgo del baño toda chorreada y a sorpresa encuentro a mi marido con un rollo de toalla absorbente que me mira sonriendo y me dice remedando a mi hijo.
—Eres una experta, mami … mira como me has hecho excitar …
Su pene enorme asomaba de su pijama.
—¡Ay, Américo! … no bromees y quítate ciertas ideas de tú cabeza …
Mi marido restregando su pene en mi muslo, me ayuda a limpiarme. Nos miramos y reímos de la situación. Tomo un poco de toalla y entro a limpiar a mi hijo y le digo:
—Y la próxima vez te lo haces tu solo … ¿entendido? …
—Gracias, mami … ya aprendí y no es difícil … ¿puedo ver cuando se lo haces a papá? …
—¡Ni lo pienses! … son cosas de grandes … además, tu padre sabe hacérselo el mismo …
Mandé a mi hijo a dormir. Mi hijo quería otras lecciones, pero habría sido absurdo. Volví donde mi marido que me esperaba totalmente excitado, esa fue una noche de fuego, el mejor sexo, quizás porque tenía unas ganas locas después de haber masturbado a mi hijo.
Al día siguiente todavía no podía creer lo que había hecho. Se había criado una especie de triangulo entre padre, madre e hijo. Un padre permisivo y contento de ver a su esposa con otro hombre (El hecho que sea nuestro hijo era circunstancial), una madre que ayuda al hijo con las primeras experiencias sexuales y un hijo inexperto que pide a su madre de asistirlo. Nunca imaginé un situación de este tipo, pero pensé de tener todo bajo control.
Temprano en la mañana, todavía en la cama con mi marido y después de la esplendida noche de sexo, traté de aclarar algunas cosas con mi consorte.
—Cuando te vi que nos estabas espiando hubiera querido dispararte …
—Cariño … la escena era única … se me puso duro al instante …
Teníamos tiempo libre y no teníamos ninguna intención de levantarnos todavía, de repente se abrió la puerta de nuestro dormitorio y entro mi hijo. Me produjo una contrariedad debido a lo sucedido la noche antes. Quería evitar cualquier tipo de contacto equivoco. Pero mi marido se alegró sobre manera de su presencia. Mauricio se metió a la cama a mi derecha, mientras mi marido se quedó a mi izquierda.
Estábamos los tres bajo el edredón, muchas veces bromeábamos y jugábamos con cosquillas y empujones. La situación esta vez era un poco diferente. Mientras nos divertíamos, mi hijo se acerca a mi oído y me susurra algo.
—Mami … se ha puesto grande otra vez … ¿Me haces el mismo masaje de ayer? …
No sabía que hacer en realidad. Me dieron ganas de darle una bofetada y mandarlo a su cuarto, decidí decírselo a mi marido y que él lo mandara a su dormitorio y a baja voz se lo dije:
—Me está pidiendo que vuelva a tocarlo …
—¡Que bien! … ¡Perfecto! … ¿Sabes qué? … ponte un poco sexy y hazle algo bonito …
—¿Te has vuelto loco? …
—Pero cariño … solo por esta vez … no debemos traumatizarlo … ya se le pasará y lo olvidaremos …
No me pareció tan ilógico su razonamiento y a decir la verdad, la cosa me intrigaba y excitaba un poco. Le dije a mi hijo de estar tranquilo y esperarme. Me fui al baño y me quité mi camisón, me puse un negligé negro cortito con una tanga roja, me maquillé un poco con sombra a mis ojos y un rojo ardiente en mis labios. Mi marido dice que parezco más puta así. Son esas cosas locas que a él se le pasan por la cabeza y que jamás entenderé, pero que no me disgustan. Estaba por salir cuando entró mi marido con una sonrisa de oreja a oreja y su pene semi duro, me miró de pies a cabeza y dijo.
—Estás preciosa, cariño …
Lo vi que se metió un preservativo, me dio una nalgada y me susurró.
—Entonces … cuando estés en la cama … te giras toda hacía él … le dices que estoy durmiendo y que no me daré cuenta de nada … el resto déjalo a mí …
Por alguna razón sentí unas prematuras contracciones en mi cuquita, estaba claro que intentaría tener sexo conmigo mientras tocaba a mi hijo, un correntón eléctrico atravesó todo mi cuerpo, pero no dije nada. Cuando volví a la cama, mi marido estaba cubierto con el edredón hasta la cabeza como si estuviera durmiendo y mi hijo esperaba con una mirada de ansias en sus ojos.
Sus ojos recorrieron todo mi cuerpo agradablemente sorprendido, tal vez me encontraba linda. Me metí a la cama sin hacer ruido y a baja voz le dije de estar callado y tranquilo, que su padre estaba durmiendo y que teníamos que hacerlo silenciosamente para no despertarlo, me puse de costado con todo el culo hacía mi marido, inmediatamente sentí en mis nalgas el plástico del preservativo.
Con una mano le baje el pijama a mi hijo, su pene estaba bien parado y duro.
—¡Uy! … otra vez está duro y grande … ¿Por qué será? …
—Porque eres tan linda, mami …
—Entonces soy yo que hace que se te ponga grande y duro, ¿no es así? …
Me incliné apenas un poco y le di un beso en el glande.
—¡Oh, mami! … has dejado mi pito del color de tus labios …
—Sí, tesoro … tranquilo y relájate …
Inicié a hacerle una lenta paja mientras mi marido se restregaba despacito sobre mis posaderas. Sentí que me subía mi negligé y corría poco a poco mi tanga. Todo mientras mi hijo gozaba de mi masaje.
—Tesoro … cierra los ojos y relájate … y no hagas ruidos …
Mi hijo obedeció y así no podía ver lo que pasaba entre mi marido y yo. La pija de mi esposo se deslizó entre mis glúteos y alcanzó fácilmente mi ojete vaginal, probablemente porque estaba muy mojada, se deslizó suavemente en mi panocha, sus embistes eran suaves y lentos, yo trataba de no moverme demasiado, pero todo se estaba complicando. Mi marido aumentaba sus golpes y yo masturbaba a mi hijo más rápido y al mismo tiempo gozaba de ambas sensaciones con silentes gemidos.
—¡Uhmmmm! … ¡Aaahhh! … ¡Mmmmm! …
—¿Que te sucede, mami? …
—Nada, hijo … nada … cierra los ojos …
El pene de mi marido me parecía mucho más grande, mí conchita parecía mucho más apretada y yo no podía resistir. Quería chillar, quería gritar, pero no podía estar callada. Tenía que encontrar rápidamente una solución. Miré el amoratado y lustroso glande de mi hijo y me lo metí a la boca sin pensar más y terminé con mis quejidos y gemidos.
—¿Te gusta el masaje con la boca, cariño? …
—Sí, mami … se siente más rico y tibiecito …
—Recuérdate que cuando estés por relajarte … quiere decir que te saldrá el semen … no olvides de avisarme …
Se lo estaba chupando con toda dulzura, mi hijo había abierto los ojos y me miraba atento para no perderse nada de la escena. Yo lo miraba orgullosa, con ternura y caliente; le estaba enseñando lo que era el sexo; lo que era el amor. Tenia su pene todo manchado con mi lápiz labial.
—¿Estás bien, tesoro? … ¿Te gusta? …
—Sí, mami … es mucho mejor que solo con la mano …
—¿Has visto cómo es lindo? … ahora prueba a empujar mi cabeza con tu mano, cariño … así te lo podré hacer más rápido …
Inmediatamente Mauricio siguió mis órdenes. Mi hijo gozaba como loco con los ojos cerrados. Mí esposo me follaba con fuertes embistes bajo el edredón. Un hermoso triángulo familiar en toda su regla. Pasaron varios minutos y sentí la agitación de mi hijo, me hizo señas de que le faltaba poco para correrse. Quería hacerlo gozar en modo especial con un toque personal y decidí decirle:
—Cariño … prométeme que lo que estamos haciendo no se lo dirás a nadie … ni siquiera a tu mejor amigo …
—Te lo prometo, mami … te lo juro …
—¡Que bien! … ahora escúchame … te mostraré mis senos … tu te pones un poco sobre mí y me echas tu semen en ellos … ¿Lo sabes hacer? …
—No, mami … pero puedo probar …
Me despegué de mi marido que continuó a fingirse dormido. Me baje los tirantes de mi negligé y le mostré mis gordas tetas a mi hijo, se quedó paralizado por un momento mirándome, luego reaccionó y mientras yo apretaba mis tetas juntitas, el se puso casi a caballo sobre mí:
—¡Ya, hijo! … ahora … más rápido … arriba y abajo … así … así …
—¡Oh, mami! … ¡Qué lindas tetas! …
—¿Sí? … ¿Te gustan? … ¡Vamos! … dame todo tú semen …
—¡Oooohhhh, mami! … ¡Ummmm! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ooohhh! …
Eyaculó copiosamente una enorme cantidad de esperma sobre mis pechos.
—¡Oh, sí! … ¡Estrújalo! … ¡Apriétalo! … ¿Te gusta? …
Mi hijo restregaba su pija en mis senos, en mis pezones con una excitación incontenible. Uno o más chorros cayeron en mi cara. Cuando finalmente terminó, le dije:
—¡Ya! … ¡Está bien! … anda a lavarte y te vas a tu cama … recuerda no decir nada a nadie …
—No te preocupes, mami … no diré nada …
Salió y cerró la puerta. Inmediatamente mi esposo se giró hacia mí tocando mis piernas y mi vientre. Lo vi tan entusiasmado que le pregunté:
—¿Te gustó? …
—¡Hmm, cariño! … estuviste fantástica … pero ahora hay que concretar …
Así diciendo me saltó encima y me penetro de golpe comenzando a follarme como desesperado. Clavaba su pene en lo profundo de mi panocha peluda cual si fuera una puta. Me excitó tantísimo, pero preocupada le dije:
—¡Más despacio! … ¡Nos pueden escuchar! …
—No importa … ellos deben saber cuanto puta eres …
Algo dentro de mí nubló mi vista y me abracé apretada con brazos y piernas a mi marido.
—¡Ooohhh, Ssiii! … deveras … fóllame fuerte … ¡Ssssiiii! …
Pocos minutos después, mi marido se levantó de golpe y descargo todo su semen en mis pechos, sobre el semen que instantes antes había descargado su hijo. Todo mi pecho era cremosamente blanco y no del color de mi piel.
De común acuerdo mi marido y yo decidimos que esto no podía volver a suceder y que no tendría nuevos contactos con la pija de mi hijo. Había sido solo una pequeña aventura y nada más. Mi marido dice que soy una madre particular, (sé que no quiso decirme puta otra vez), pero asumí que solo había sido un poco de enseñanza extra para mi bebé, soy siempre su madre y debo velar por él. Ahora debo esperar a Héctor que todavía tengo que correr tras él para limpiarle la nariz.
(Continuará …)
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Los comentarios vuestros son un incentivo para seguir contando historias y relatos, vuestra opinión es siempre invaluable, negativa o positiva, es valiosa y relevante, todo nos ayuda a crecer como escritores y narradores de hechos vividos o imaginados, comenten y voten, por favor.
Me gustaría saber que sigues enseñando a tu hijo y dejar que te penetre para que aprenda de la mejor manera todo lo que es el sexo.
Que mejor para él que su madre sea su maestra ???. Además debes tener claro que si un muchachito tan joven se excita contigo, es porque eres una hembra exquisita.
Rico relato, ya espero la continuación, no tardes por favor.
Estuvo muy cachondo el relato! De 10! Espero la continuación! Saludos!
Hola bien por lo que hiciste porque es muy gratificante que nos haya ayudado los padres en el sexo. A mi tambien me ayudo mi madre.
Padre, madre e hijo, todos teniendo sexo entre ellos un seuño de todo y realizado por pocos….Buen relato 5 estrellas
No mames que chingon relato, muy pocos relatos filiales se siente reales, este fue muy bueno.
Me atrevo a copiar tu mensaje final, espero no te moleste, es muy triste ver tantos votos y tan pocos mensajes, es cachondisimo recibirlos, saber la reacción de quien lo lee, y los tuyos son excelentes, saludos!
Hola, he estado esperando la segunda parte, escribes de maravilla!
Morboso y orgánico el desarrollo, natural, ni forzado ni apurando hechos. La vi calentarse y chupando al nene con gusto, manjarcito sin pelito, disfrutándolo como se debe y como quiero un día, sino para qué es familia?? Hasta dónde sigas, amaría ver que siga mamando o ya cojan y sea una linda saga. Besitos!!
Como se guardan para leerlos después??
Ya son muchos relatos que espero ver las otras partes