LA ESPOSA DE MI PRIMO
Cuando tenía doce años asistí al matrimonio de mi primo de veintiséis, él se casó con Gina que recién había cumplido diez y ocho años. Ellos se fueron a vivir fuera de la capital y pasados ocho años cuando yo tenía veinte y Gina veintiséis, ella vino sola a la capital a visitar a sus suegros.
Cuando tenía doce años asistí al matrimonio de mi primo de veintiséis, él se casó con Gina que recién había cumplido diez y ocho años. Ellos se fueron a vivir fuera de la capital y pasados ocho años cuando yo tenía veinte y Gina veintiséis, ella vino sola a la capital a visitar a sus suegros y desde el primer día que nos vimos hubo mucha empatía porque ella maduro bastante en estos ocho años de matrimonio, además disfruta el doble sentido de las palabras creando morbosidad en las conversaciones.
Muy pronto comenzamos a compartir y un día estando en la casa de mis padres viendo televisión, se presentó un juego de manos y de pronto terminamos en un beso apasionado que duró varios minutos. Al detenernos nos reímos como dos chicos después de una pilatuna.
Días después fuimos en grupo a una fiesta y al regresar hicimos una parada en la casa de mis padres y estando en la cocina, porque ella me había pedido un vaso con agua, nos volvimos a besar, arriesgando que alguien nos pudiera ver. Pero esta vez además de besos yo le estuve acariciando los senos y como ella se excito bastante me atreví a deslizar mi mano por debajo de su falda encontrando su panti con bastante humedad entonces pude meter un par de dedos en su concha y esto la excito tremendamente, pero temiendo que alguien nos viera nos detuvimos.
Mas adelante, fuimos a un paseo, yo quede sentado al lado de ella en la camioneta y como estaba haciendo mucho frio, ella se cubrió con un mantón y esto favoreció para que yo le acariciara las piernas y poco a poco fui subiendo mi mano hasta llegar a su sexo. Ella me lanzaba unas miradas como diciendo cuidado, pero yo seguí porque sabía lo caliente que ella era. Con su ayuda logre bajar el cierre de su pantalón y después deslice mi mano hasta su concha. Le corrí el panti hacia un lado y comencé a mover mis dedos dentro de su concha gracias a su lubricación. Ella volteaba a mirarme con una risa cómplice hasta que con los ojos me dio a entender que estaba disfrutando su orgasmo.
Los siguientes encuentros fueron de besos y caricias cuando fuimos a cine, varias veces ella gozo de varios orgasmos y me hizo correr masturbándome deliciosamente.
Un día me llamó y me dijo… te espero esta tarde, yo llegué como a las cuatro de la tarde y apenas ella cerró la puerta me dijo… estoy sola y nos trenzamos en un beso erótico maravilloso, de pronto ella se detuvo, me tomo de la mano y me invito a seguirla. Fuimos a su habitación en el segundo piso, ella se sentó al borde de la cama y me bajó el cierre del pantalón y luego lo jaló hacia abajo y mi verga salto de inmediato, a continuación, se acostó, se subió la falda la falda, debajo no tenía nada y me dijo… fòllame. Me subí sobre ella y ella tomando mi verga la dirigió a su concha y cuando estaba por penetrarla le pregunté… ¿hay riesgo de embarazo? Me respondió…No, no te preocupes no hay riesgo, quiero que me folles y te corras dentro de mi concha.
Como no era experto en esto y ella si llevaba ocho años follando con su esposo, tuve que controlar mi excitación, pensando que, si me corría, después no lograría llevarla hasta su orgasmo.
Para mi fortuna ella es muy caliente y pronto comenzó a gemir hasta alcanzar su orgasmo. Habiendo cumplido con ella, me relajé y comencé a follarla con más efusividad hasta cuando no pude más y exploté dentro de su concha. Nos quedamos pegados respirando agitadamente y cuando mi verga se recogió me levanté y estando ella con sus piernas separadas, vi como comenzó a asomarse el semen que acababa de depositarle.
Después de este día se presentaron varios encuentros, por cierto muy arriesgados, el más frecuente era cuando nos quedábamos viendo televisión con su cuñada, mi prima, y a media noche cuando todos dormían ella bajaba a acompañarme para poner llave en la puerta de entrada y en esos minutos nos besábamos, ella siempre estaba con falda y debajo nada, entonces se acostaba en el tapete de la sala follábamos deliciosamente hasta el momento que ella disfrutaba su orgasmo y yo me corría dentro de ella.
Así sucedió durante dos meses que ella estuvo en la capital, pero debió regresar con su esposo.
Pasaron siete años y yo me casé con una mujer que vino de la ciudad donde Gina estaba viviendo y pasada la luna de mie, nos fuimos con mi esposa a esa ciudad y los familiares del esposo de Gina me pidieron llevarle un regalo.
Yo la llame para preguntarle cuando podía ir a llevarle el regalo y ella me dijo que al día siguiente en la anoche.
En principio iba a ir con mi esposa a llevar el regalo, pero ella a último momento me dijo que estaba cansada, que la disculpara si no me acompañaba. Yo sali camino a donde Gina y ya para esta época ella había tenido dos hijos que estaban de dos y cuatro años. Al llegar ella me recibió muy alegre con una maravillosa sonrisa y me dijo al oído, no hagamos ruido mis hijos están dormidos.
Su esposo (mi primo) por su trabajo no estaba en casa, entonces fuimos a la cocina, le entregue el regalo, al que poca atención le presto, y pegándose a mi cuerpo fue directo como ella siempre fue, y me dijo…¿Como va tu matrimonio?, le respondí, bien lo normal del comienzo. Y la siguiente pregunta fue… ¿y cómo va tu fidelidad? Con una risa nerviosa le dije…Bien.
Entonces me dio un primer beso y me dijo… muchas veces te he recordado y hasta he soñado contigo follando y cuando me despierto siento mucha lubricación en mi concha. ¿Calmarías mis deseos esta noche?
Por supuesto, follar contigo es maravilloso y comenzamos a besarnos, le acaricie los senos y sus pezones estaban muy duros, a continuación, después de muchos besos eróticos deslice mi mano a su concha por debajo de su falda y como era de esperar estaba desnuda, igualmente bajo su blusa no tenía sujetador.
Ella no tardo en bajarme el cierre del pantalón, sacar mi verga y comenzar a frotarla. Luego se arrodillo frente a mí, dándome una deliciosa sesión de sexo oral, llevándome hasta el límite y yo tuve que detenerla porque mi deseo era correrme en su concha como en los viejos tiempos.
La detuve y la subí sobre una mesa auxiliar para corresponderle con sexo oral y ella separo sus piernas todo lo que pudo para darme libertad de explorar su concha y jugar con su clítoris y ella como siempre bastante caliente comenzó a gemir controlando su volumen para no despertar a sus hijos. Yo no pare de hacer todo lo que había aprendido en estos años y la llevé a disfrutar su orgasmo el que me confirmo apretando mi cabeza contra su concha y respirando agitadamente. Me levanté y me encontré con un rostro risueño y feliz de haber disfrutado su orgasmo. Me dio un beso y me dijo… ahora te toca a ti.
Volví con mi vieja pregunta… ¿Y no quedas embarazada?
No tranquilo, córrete dentro que me fascina sentir tu semen en mi concha.
Ella volvió a separar sus piernas, yo bajé mi pantalón hasta las rodillas y fui metiendo lentamente mi verga, recordando viejos tiempos y le dije… a pesar de tus embarazos sigues teniendo una concha deliciosa. Cuando terminé de meter mi verga, nos confundimos en un beso apasionado y luego inicié un maravilloso mete y saca y estábamos bastante agitados cuando desde la habitación uno de sus hijos grito… ¡mama!
Nos detuvimos y ella fue a la habitación, atendió a su hijo y al regresar me dijo…continuemos ya volvió a dormirse. Mientras ella regresaba no paré de masturbarme para evitar que mi verga se pusiera flácida. Ella se volvió a subir sobre la mesa, se recogió la falda, separó sus piernas y me dijo… Soy toda tuya, me voy a volver a correr contigo en un segundo orgasmo.
Volví a penetrarla, estaba superlubricada y mi verga entro fácilmente, reiniciamos el mete y saca y pronto los dos estábamos volando y una vez que la escuche disfrutar su orgasmo acelere el movimiento de mis caderas y con fuerza penetre su concha una y otra vez hasta explotar dentro de ella. Quede respirando agitadamente y pegado a ella. La besé y le agradecí esos hermosos momentos. A continuación, recompusimos nuestras ropas, ella se puso un panty y me dijo… quiero conservar tu semen dentro de mí, por eso no me voy a secar.
Después estuvimos compartiendo muchos secretos de nuestras vidas intimas, los cuales hasta me excitaron, pero ya no había posibilidad de volver a follar otra vez esa noche.
Al regresar a casa de mis suegros dije que tenía mucho calor y me fui directamente a bañar para borrar cualquier olor a sexo. Hasta aquí mi relato, de pronto puede que haya otro más adelante.
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