La hija de mi prima y demás familia
Ir a conocer a familiares lejanos, a veces trae agradables sorpresas, aparte de ver de donde vienes y por qué eres de una forma determinada.
Durante unas vacaciones, mi marido y yo nos fuimos a pasar unos días a la isla de la que mi familia era originaria y en la que todavía me quedaban bastantes familiares allí a los que hacía años que no veía y así aprovecharía para conocer ese lugar y para que conocieran a mi marido.
Mi madre ya me había comentado algo sobre las costumbres tan liberales que tenían allí, y que mías tías por parte de mi padre, hacían nudismo desde hace muchos años, cuando esto no era tan popular como ahora, pero teniendo en cuenta el clima cálido y esa relajación natural que produce el vivir en una isla paradisiaca, tampoco era tan extraño.
Cuando llegamos, la primera a la que fuimos a ver fue a una de esas tías, que ya era bastante mayor, y que vivía con una hija ya casada y sus hijos pequeños. Casi ni me conocía ya, después de 20 años que no me veía, desde una visita que había hecho a nuestra casa con su marido, pero le hizo mucha ilusión verme y se puso muy contenta, Luego nos presentó a su hija y demás familia que tenían una animada charla en el salón de su casa. Al no haber sitio para todos, una de sus nietas, ya adolescente, se sentó en las rodillas de su padre, y como estaba vestida con una falda y una camiseta corta, nos dimos cuenta de que no llevaba sujetador, lo que tampoco nos extrañó mucho dada su edad y el calor que hacía.
Mientras hablábamos de la familia y los temas típicos en estas ocasiones, a mi marido y a mí nos llamaron la atención las caricias demasiado íntimas que el padre hacía a su hija, que ya excedían de lo normal entre un padre y una hija, ya que prácticamente una de sus manos acariciaba descaradamente sus muslos perdiéndose bajo su falda y deteniéndose en la zona más íntima de la niña y la otra mano, por momentos parecía dedicarse a sobar sin ningún pudor los pechos de su hija bajo la camiseta, mientras con toda naturalidad participaba en la conversación que manteníamos, aunque a su hija parecía costarle aparentar esa naturalidad, ya que el rubor de sus mejillas y el acaloramiento que mostraba ante nosotros, hacía notar su turbación y la excitación del momento.
Esta situación no pasaba desapercibida para nosotros y mi marido me miraba sorprendido por lo que estábamos presenciando, sin poder ocultar un morboso nerviosismo por la excitante escena, aunque para los demás pareciera ser algo cotidiano y habitual a lo que no daban importancia, como el ver al resto de los chicos y chicas deambular por allí medio desnudos de forma despreocupada.
Luego subimos con mi tía al piso de arriba, para enseñarnos la terraza y la piscina que tenían y al pasar por delante de una de las habitaciones, vimos a una de las nietas de mi tía haciéndole una felación a uno de sus hermanos mayores, por lo que les dijo mi tía:
—Chicos, os cierro la puerta, que tenemos invitados.
La cara de mi marido era de total asombro ante lo que veía sin atreverse a decir nada, aunque quizás también fuera culpa mía el no haberle contado antes lo que se podía encontrar con más detalle, oero tuve miedo también de que no me creyera, aparte de lo que me estaba sorprendiendo a mí también, ya que no estaba acostumbrada a esas cosas.
Más tarde, cuando pude hablar con mi tía a solas, me mostró su preocupación por que mi marido se hubiera escandalizado por las escenas anteriores que había visto:
—No te preocupes por eso, tía, que él está encantado.
—¡Ah!, bien, es que me parecía verle en la cara que estaba un poco asustado, jeje, pero tú ya sabes cómo son las cosas aquí, ya que tu madre te contaría algo.
—Sí, siempre me contó recuerdos que tenia de la familia y más anécdotas cuando le dije que veníamos, pero verlo aquí impresiona más.
—Pues esto no es nada, hija. Cuando viene gente de fuera intentamos guardar las formas, porque siempre hay personas a las que les puede molestar, y ya sabemos que no aceptan estas cosas.
—Por nosotros no os cohibáis, que también nos gusta saber cómo son las cosas aquí y ver como vivís.
—Me alegra que pienses así. Nosotros somos felices viviendo de esta forma y como estamos un poco aislados aquí, en esta isla, se respetan nuestras costumbres y nos dejan a nuestro aire.
—Es una suerte, seguro que a mi marido le encantaría vivir aquí.
—Estoy segura, ya me fijé en como miraba a las niñas. Al fín y al cabo es un hombre, y yo creo que ya está deseando tener a alguna encima.
—En los días que estemos aquí supongo que ya tendrá oportunidad de eso, pero yo no le voy a decir nada. Le voy a dejar disfrutar de todo esto libremente, porque si no, no lo hubiera traído aquí sabiendo lo que hay.
—Haces bien, hija, a los maridos hay que tenerlos contentos y así la relación va mucho mejor.
Luego decidimos hacer una visita a una de mis primas, a la que igualmente hacía muchos años que no veía, prácticamente desde la celebración de un boda en la que habíamos coincidido. Ahora tenía una hija y así la conoceríamos también.
Al llegar nos hizo pasar y nos dijo que su marido estaba trabajando y su hija estaba en la ducha. Después de estar un rato hablando, entró su hija al salón a saludarnos, pero nos sorprendió que estuviera solamente con la toalla echada por encima y al secarse dejaba ver prácticamente todo su cuerpo, y la verdad es que ya no era tan niña como para presentarse así delante de nosotros.
—Hola, Andrea, estás muy guapa —la dije yo, con un poco de ironía viendo su desnudez—. Mira, este es mi marido José.
Mi marido le dio dos besos, pero no podía evitar fijarse en su cuerpo, por lo que le notaba nervioso mirando de reojo a la niña. Quizás mi prima lo notó también y le dijo a su hija que fuera a vestirse, pero ella no le hizo caso y le dijo que otras veces estaba así en casa y no le decía nada:
—Pero es que hoy tenemos visita y no está bien que estés así.
—Otras veces tenemos visitas y estoy así también, además ellos son de la familia —congtestó ella, desafiante.
—Que cosas dices. ¡Ay!, estas crías, no se puede con ellas, prima. —no pudiendo evitar sentirse incomoda con la actitud de su hija, por lo que yo, intenté disculparla—.
—No te preocupes, están en la edad rebelde.
La niña se sentó en el sofá a nuestro lado, colocándose con las piernas flexionadas y los pies encima del sofá, por lo que se la veía perfectamente su vagina desde el sillón donde estaba sentado mi marido, que cada vez se mostraba más inquieto no sabiendo donde mirar ya el pobre. A mí la situación me estaba dando mucho morbo, porque me encantaba ver a mi marido en estas situaciones en las que no podía evitar mostrar su timidez y hasta se le notaba que se había puesto todo rojo, lo que me hizo mucha gracia.
En ese momento llamaron a mi prima por teléfono, y después de colgar, nos dijo:
—Era mi madre. Tengo que ir a hacer un recado, volveré en menos de una hora. Quedaros aquí hasta que vuelva para comer juntos.
—De acuerdo, te esperaremos —le dijimos.
Cuando mi prima salió por la puerta, nos pusimos a hablar con su hija Andrea, que se mostró más relajada sin las reprimendas de su madre, y sin ningún problema, acabó mostrándose ya completamente desnuda ante nosotros, y le preguntamos:
—¿Por qué dijiste antes que estabas desnuda cuando venía alguien a visitaros?:
—Porque solemos estar así en casa y cuando unos amigos de mis padres, con sus dos hijos, estamos todos desnudos en casa.
—Vaya, que bueno. Ya sé que son las costumbres de aquí, os lo pasareis bien.
Andrea nos dijo que si sonriendo
—Y ¿qué edad tienen sus hijos?
—Mario tiene dos más que yo y su hermana uno menos.
Mi marido escuchaba sorprendido la conversación y más se sorprendió cuando le dije a Andrea:
—Pues mira, si quieres, para que estemos todos igual, nos desnudamos nosotros también.
—Sí, vale, mejor —dijo ella, mientras mi marido me miraba como si estuviera loca, pero al final conseguí convencerle, mientras seguíamos la conversación preguntándole:
—¿Y que hacéis cuando viene gente a casa y estáis todos desnudos?
—A veces hacemos fiesta. Ponemos música, nuestros padres beben y nos dejan beber un poco a nosotros también.
—¿Os emborracháis entonces?
—No, yo sólo bebo un poquito de la sangría que hacen, que está muy rica, y me pongo un poco alegre como dicen ellos; bailamos juntos y todo eso. Ellos a veces sí que se emborrachan y se van a las habitaciónes.
—¿Y vosotros no vais?
—Si, a mí me lleva el papá de Mario. Luego, mi papá se lleva a la hermana de Mario o me quedo yo con él si no se fue con mi mamá.
—Qué lio, ¿no? O sea, que al final os acabáis liando todos con todos.
—Si —dijo Andrea, mientras se reía con picardía.
Mi marido, con la conversación, no había podido evitar tener una erección y al verlo Andrea dijo:
—Jaja, que grande se le puso.
—Sí, la tiene hermosa, aunque tú ya estarás acostumbrada a verlas así
—Bueno, sólo vi la de mi papá y a los que vienen a casa, que también se les pone dura cuando hacemos la fiesta. —su sonrisa pícara indicaba que mentía.
—¿Y te gusta la de mi marido?
—Si —me contestó con un poco de vergüenza.
—No tengas pena, si quieres él te deja tocarla.
Mi marido ya no podía más con la excitación que tenía, imaginando a todos los que habrían podido disfrutar con aquella cría, apenas iniciada la adolescencia, por todo lo que estaba contando y por lo que se adivinaba que no contaba, así que la invitó a hacerlo, alargando ella la mano con timidez al principio, para agarrarla y empezar a moverla con una soltura que demostraba su experiencia.
Mi marido seguía muy sorprendido con lo que estaba pasando, y mientras la niña le pajeaba, me expresó su temor a que mi prima volviera a casa y les pillara así, por lo que le contesté:
—No te preocupes, ya viste como es mi prima y todos los de aquí, Mira la niña como disfruta mamándote la polla. Disfrútalo tú también.
—Sí, tú prima también está muy follable, pero yo nunca le he chupado el coño a una cría y me muero por comérselo todo.
—Por mi no te prives. Ya sabes que si te traje, fue para que vieras que era verdad todo lo que te conté.
Para que no se sintiera tan cohibido, me puse con él a acariciar a la niña por sus pechos, porque yo también estaba excitada viendo todo eso, y luego, él bajó una mano hasta su húmeda vagina, que masajeó con sus dedos, frotándola hasta que fue tomando un aspecto de lo más apetecible, por lo que le dijo que se volvía loco por chupársela, así que la tumbó sobre él para saborear esos jugos que empezaba a destilar su tierna vagina, dando ella también sus primeros lametones a la polla de mi marido, que se sorprendió de su habilidad con la lengua, pero quiso aguantar sin correrse todavía, porque tenía que preguntarme:
—¿La puedo follar también?
—Si tienes ganas…. Ella creo que lo está deseando y no debe ser su primera vez.
Sentó a la niñá sobre él para probar como entraba en su apretado coño, pero antes quería recrearse viendo como su polla pasaba por su rajita abriéndolo cada vez más, y ante las ganas que debía de estar sintiendo la cría para que se la metieran, ella misma agarró la polla de mi marido y se la empezó a meter despacio hasta que la tuvo toda dentro, y tras arrancarle los primeros gemidos, la cría se puso a subir y bajar rítmicamente gimiendo cada vez más deprisa, haciéndonos ver su experiencia y que desde luego, esa no era su primera vez, por lo que ya no pudo aguantar mucho tiempo más mi marido sin correrse, y me dijo:
—¡Dios mío!, como folla esta niña.,,,,,
—No te corras dentro de ella, por si acaso…..—le dije yo.
—¡Aaaahhhhh!, lo siento, no aguanto más, me parece que algo la eché dentro ya.
—Esperemos que no pase nada.
—No, no pasa nada. Todos se corren dentro de mi —nos dijo Andrea.
Mi marido todavía la tenía dura y la puso a cuatro patas para metérsela por detrás y empezar a bombearla con fuerza, ya completamente desatado, ante los continuos gemidos de esa cría que disfrutaba del sexo como cualquier mujer adulta.
Esta vez, mi marido, estaba tardando más en correrse y a mí me preocupaba que pudiera llegar mi prima a casa y vernos así:
—Acaba ya con la niña, que puede venir su madre.
Andrea no paraba de gritar encadenando un orgasmo tras otro y mi marido se corrió otra vez abundantemente esta vez sin sacarla, diciendome que nunca había sentido tanto placer follando a alguien y aunque a mí eso no me dejara en buen lugar eso, lo comprendí, porque mi vagina ya no estaba tan apretada como la de ella y el roce y el contacto sería mucho mayor en ese coño tan estrecho.
Afortunadamente nos dio tiempo a vestirnos y hasta Andrea se puso la ropa para tranquilizar a su madre, antes de que llegara mi prima y nos preguntara:
—¿Qué tal se ha portado Andrea?
—Muy bien. Hemos estado hablando y nos ha contado muchas cosas.
—Madre mía, que miedo, que os habrá contado ésta.
—No te preocupes, cosas nuestras.
Mi prima no se quedó totalmente tranquila y trató de justificarse por lo que pudiera habernos dicho su hija:
—Veréis. Es que nosotros hemos intentado educarla sin prejuicios ni tabús. Vamos a las playas nudistas de aquí y tenemos amigos así, y por eso ella no le da mucha importancia a estas cosas y ya ha tenido sus primeras experiencias.
—Eso está muy bien. No tienes que justificarte, prima. Ahora la mayoría las tienen a estas edades en todos los lados y creo que es mejor así. Yo si tuviera hijos haría igual que tú.
—Se nota que eres de la familia La pena es que no los tengas,. Jajaja.
—Sí. Así podrías invitarnos también a esas fiestas que organizáis.
—Madre mía, que vergüenza. ¿Os ha contado eso también? —mientras miraba a su hija con cara de enfado.
—No te enfades con ella. Nosotros estamos de acuerdo con esas cosas también y nos gustaría participar en algo así.
—Pues mira, en verano os venís con nosotros a la playa nudista, que allí se hacen fiestas también.
—Prima, a mí no me sorprenden esas cosas, porque he oído y me han contado como son esas fiestas de los sitios nudistas.
—¿Si, que oíste?
—Bueno, pues que niñas como Andrea acaban teniendo sexo con los mayores.
Mi prima duda un poco antes de responder porque no sabe si hablarme abiertamente del tema, aunque suponiendo lo que nos ha contado su hija, se decide a hablar e irme contando:
—Que no te parezca mal, pero es que tienes que ver como es el ambiente allí. La gente te invita a estar con ellos. Nosotros veíamos lo que hacían allí. A mi marido le llevaban con las chiquillas y a mí me traían a los nenes sus mamás, así que ya puedes suponer que no podíamos evitarlo y si venían a buscar a Andrea no podíamos decir que no, así que nos dejábamos llevar y lo disfrutamos todos.
—Madre mía, ¿qué me estás diciendo? Así que tú también estuviste con nenes así. Sería muy rico supongo.
—Pues sí, para que te voy a mentir. No voy a ser hipócrita, te entra un morbo que te mueres.
—Jajaja, que bueno, quien pudiera.
—Y mi marido con las nenas, imagínate, quería probarlas a todas.
—Pues como el mío si va a un sitio así. Le daría un infarto al pobre. Pero cuando estáis en la fiesta y están varias familias con sus hijos, ¿cómo saben a las que pueden penetrar y las que no?
—Allí la gente es muy respetuosa y si no se conocen, suelen preguntar antes, pero si tienen tetas, ya se supone que si pueden normalmente. Otras veces, como tienen tantas ganas lo piden ellas mismas, porque con los juegos se excitan muchísimo y al ver a las demás no pueden aguantarse.
—Si claro, ya supongo que debe ser tremendo eso y habrá muchos a los que les guste estrenarlas ellos.
—Hay para todos los gustos. Si estáis de acuerdo este verano nos veremos allí.
—Ya que vamos a estar juntos en esto, y has sido sincera conmigo, yo también tengo que contarte lo que pasó cuando te fuiste, antes de que te lo cuente tu hija. Mi marido y tu nena acabaron liándose en el sofá haciendo de todo.
—Ya me lo sospechaba, no me extraña nada. Además estoy segura de que tú marido no tuvo la culpa, seguro que Andrea le provocó hasta que lo consiguió. Esta hija mía es que no se cansa, si anoche estuvo con su padre en nuestra cama hasta que le dejó agotado,
—Es que es la edad. Tienen muchas energías y nosotros ya no aguantamos tanto como ellos.
—Y que lo digas. Ahora va a venir mi marido y no sé cómo contarle todo esto. Creo que lo mejor será que invitemos a nuestros amigos y hagamos una fiesta para que participéis vosotros también y así se lo tomará mejor.
—¿Si? Estaría genial eso. Te lo agradecería mucho.
Así que esa misma tarde estaba todo organizado y llegaron los amigos de mi prima con sus hijos. Nos presentaron y me puse a hablar con la amiga de mi prima para preguntarle como habían empezado ellos a participar en estas fiestas:
—Pues mi marido estaba todo el día tocándole la rajita a la niña, al principio sin que le viera yo, pero luego veía como ella se ponía descaradamente con él para que se lo hiciera, por lo que acabé enterándome, y aunque me daba un poco de rabia que se lo hiciera, como a ella le gustaba y lo pedía no tuve más remedio que aguantarme y aceptarlo.
—Pero esas cosas son bastante comunes aquí, parece ser.
—Sí, ya lo sé, pero yo no estaba acostumbrada a hacerlas en mi casa y aunque mi marido me decía que seguramente a mí me atraería el chico también y que podía disfrutar con él todo lo que quisiera, yo no acababa de atreverme, pero cuando mi madre estuvo viviendo una temporada en nuestra casa, ella prefirió compartir la cama con su nieto en vez de su nieta que sería lo más normal, pero yo en ese momento no le di más importancia hasta que empecé a notar cosas.
—Ya me lo imagino, jaja.
—Claro, pero yo no me lo esperaba de mi madre todo eso, porque antes no era así o no me lo parecía a mí. Se llevaba muy bien con su nieto y hasta esa época, a Mario siempre me costaba que se fuera a la cama a dormir, pero con su abuela se iba enseguida. Una vez la sorprendí a ella en la cama con las piernas abiertas enseñándole el coño a mi hijo, que el pobre estaba alucinado viéndolo, Yo era muy inocente para esas cosas y no podía imaginarme nada de eso con mi madre, hasta que ella me contó que ya le había sacado las primeras leches y aunque al principio me escandalicé un poco y me enfadé con ella, me dijo que hacía dos años ya que se había muerto mi padre y que no había estado con ningún hombre en ese tiempo y que la comprendiera como estaba. Así que le dije que la verdad es que no me gustaría que estuviera con otros hombres y que por lo menos si así se consolaba……., pues que iba a hacer yo.
—Vaya historia…., por lo menos te sirvió para que te abriera los ojos.
—Vaya si me los abrió. A partir de eso empezamos ya todos a disfrutar con naturalidad y hasta tuve que ver como mi marido se encamaba con mi madre, aparte de su hija, claro. Así que ahora no tengo ningún problema en aceptar lo que sea.
Después de la charla, acabamos todos desnudos en el salón, mientras la bebida empezaba a hacer sus efectos, las miradas ya no podían disimularse y mi prima ya me animó a ponerme al lado de Mario y mi mano no tardó en empezar a tocarle la polla que se puso al instante completamente erecta, no pudiendo reprimirme para chupar eso tan rico que tenía en mi mano y metérmelo hasta lo más profundo de mi garganta para degustar todo su sabor y esos primeros líquidos que empezaba a derramar. Tan excitada me encontraba que me metí en la boca hasta sus testículos, y para mi gusto se lo hubiera devorado todo si no fuera porque sentí como me la metía por atrás el marido de mi prima y me bombeaba con tanta fuerza que tuve que dejar de chupar a Mario y dejarme llevar por los pequeños orgasmos que iba sintiendo uno tras otro.
Mi marido tampoco perdía el tiempo y no quiso quedarse sin saber, como sabían los jugos de una nena como la hermana de Mario, notándose como lo disfrutaba como nunca en su vida y cuando se la quiso meter tuvieron que pararle para que no fuera con tanto ímpetu y se lo hiciera despacio, ya que hacía poco que había empezado a ser penetrada, y cuando vio cómo su polla quedaba enterrada en la pequeña vagina de la cría, no paraba de exclamar como si estuviera en el cielo.
—¡Aaahhh!, que sensación, esto es lo más rico del mundo.
Y aunque ya había empezado a correrse, seguía follando a la niña sin poder parar, provocando sus gritos de placer.
Yo, por mi parte, me habían colocado para que Mario me la metiera por el culo, que así la sentiría más me dijeron, mientras su padre me la daba en la boca para que continuara el trabajo que había dejado de hacer mi prima, mientras su marido ya se dedicaba a la madre de Mario en una enloquecida orgía que sólo nos provocaba gritos de placer de unos y otros.
Los mayores nos habíamos quedado agotados, pero Mario seguía con la polla dura y las niñas seguían entreteniéndose con él sentándose encima turnándose, y mi prima nos djo:
—Me parece que ya estáis preparados para el próximo verano.
—A mí se me va a hacer muy largo, prima.
Pero como todo acaba llegando, nos reservamos unos días de vacaciones para ese verano y allí nos presentamos otra vez, dispuestos a todo, sin ningún remilgo.
Buua!! Tremendo relato, con esa perversidad y morbo al cual ya nos tienes acostumbrados.. Me encantan tus relatos y me ponen mucho. Felicidades!
hubiera sido genial si pusieras las edades de los protagonistas
Uff que rico. Cacbondo relato. Maz5
Hola que rico relato me encantan espero los demás