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Incestos en Familia, Orgias, Sexo con Madur@s

La historia de Karina

Una de las primeras experiencias que me han contado y que tanto marcó la vida de esta amiga seguidora de mis relatos.

Este es uno de los primeros correos que recibí de una seguidora, que al leer mis primeros relatos, me contó su experiencia, y me pareció de lo más interesante y reveladora, por lo que prefiero transcribirlo aquí para que lo leáis con mis arreglos, para hacer la lectura más amena y rigurosa:

“Hola Veronicca;

Soy una seguidora de tus relatos y una admiradora tuya por lo bonitos que los haces todos, llenos de sensualidad, morbo y naturalidad. Mi nombre es Karina, y me siento muy identificada contigo por lo que me ha pasado en mi vida.

Tengo 45 años, soy argentina y llevo viviendo en España hace años. Estoy casada y tengo una niña, actualmente en edad adolescente, pero esto que te cuento ya tuvo lugar su comienzo unos años atrás.

Cómo tú cuentas en muchos de tus relatos, las que tenemos niñas, sabemos lo mimosas que son y como les gusta estar en la cama con los papás desde pequeñas. La mía no era una excepción y siempre venía con nosotros cuando podía o la dejábamos estar, hasta el punto de que muchas veces se quedaba durmiendo con nosotros, como creo que es normal en muchas familias.

Siendo una niña todavía, yo veía en muchas ocasiones como jugaba con el pene de su papá, pero yo no le daba mucha importancia, porque era inevitable que eso pasara, al estar en la cama juntos y desnudos muchas veces, es lógico que a ella le llamara la atención la verga de su papá, sobre todo cuando se le paraba, y la verdad es que no te voy a ocultar que me llegaron a dar cierto morbo esas escenas que aunque en un principio no me preocupaban, porque lo veía como juegos inocentes, según fue pasando el tiempo empecé a preguntarme si estábamos haciendo lo correcto como padres.

Lo que sí es verdad, también, es que mi marido se mostraba encantado con estas situaciones que se daban, y sabiendo como son los hombres, yo percibí que él se excitaba demasiado con estos juegos, hasta que empezó a convertirse en algo que se me escapaba de las manos, porque nuestra hija iba creciendo y cada vez mostraba más interés por estos jueguecitos con su papá, sin que yo me atreviera a decir nada o a prohibírselo, porque por un lado, mi marido me decía que no tenía importancia, que la niña lo veía como algo natural y que no iba a prohibírselo ahora para que lo viera como algo malo.

Yo, en parte estaba de acuerdo con eso, pero una lucha se desató dentro de mí, porque la educación recibida no me permitía ver eso como algo que estuviera bien, pero por otro lado, cada vez que sucedía yo me sentía excitada, aunque no participara de ello y simplemente fuera una espectadora de lo que pasaba.

Creo que estos sentimientos son muy comunes en todas las madres que pasan por una situación así, que al parecer son bastantes, por lo que yo no paraba de darle vueltas a la cabeza, porque por un lado estos sucesos me incomodaban y me llenaban de culpabilidad y por otro lado, me producían morbo y venían a mi cabeza recuerdos de mi niñez (como los tuyos y de tantas otras niñas), cuando veía paradas las pijas de mis hermanos o de mi papá, y de cómo a escondidas de mi mamá me dejaban tocarlas para satisfacer mi curiosidad con eso que tanto me llamaba la atención.

Al fin y al cabo, mi niña estaba haciendo lo mismo y a mí me faltaba decisión para prohibírselo, lo que seguramente muchas madres me reprocharán y me considerarán una mala madre por permitir este exceso de intimidad entre ellos, como en una ocasión me dijo una amiga a la que le comenté algo por encima, sobre que mi marido dormía desnudo con la niña en nuestra cama, lo que ella me reprochó, aconsejándome que mi marido debería vestirse cuando estuviera con la nena, como hacía el suyo cuando su hija dormía con ellos, pero yo le contesté que eso no quitaba que su hija metiera la mano dentro del pijama de su papá y le agarrara el pene como hacía la mía, por lo que se enfadó conmigo por decirle eso y me contestó que si la viera hacer eso a su hija, la cortaba la mano.

Ante esas palabras, yo no quise seguir la conversación, porque esa es una actitud bastante habitual en muchas madres cuando les hablas de esos sucesos, tan comunes en muchas familias. Es como si no quisieran ver lo evidente y prefieren ignorarlo para no tener que enfrentarse a ello con sus maridos, pero yo si me imaginé que su hija se la agarraría a su papá, como todas, y quien sabe si algo más, aunque ella no los viera o le doliera admitirlo, mientras yo al menos, veía como lo hacía y hasta donde llegaban sin que se escondieran de mí.

Normalmente, son temas difíciles de hablar con otras mujeres, porque muchas se sienten avergonzadas de esas cosas y no quieren reconocer lo que pasa en la intimidad de su hogar, a no ser que te encuentres con una verdadera amiga que se abra contigo para poder compartir nuestras preocupaciones.

Pero en esa época contacté con alguien por internet que me ayudó mucho a quitarme esa culpabilidad de la cabeza, ya que me dijo que él incestaba con su hija, que muchas familias lo hacían, y que su mujer había propiciado esa situación, así como que conocían a otras familias que hacían lo mismo, y que se contaban entre ellas las diversas experiencias que tenían, y así siguió contándome otras cosas que me sorprendieron mucho, a la vez que se disparaba mi imaginación.

Aunque al principio tuviera muchas dudas, él y su mujer me ayudaron a que la situación en mi casa se normalizara, a que fuera ayudando a mi hija a ver el sexo como algo placentero que podía compartirse para mayor satisfacción de todos, de tal modo que siguiendo sus instrucciones dejé que la nena nos viera cuando teníamos sexo su papá y yo y que se fueran propiciando varios momentos para compartir entre las dos buscando una complicidad con ella que nos llevó en un momento dado a practicar una felación a dúo a mi marido, en donde le enseñaba como debía hacerse, así como otras experiencias y juegos entre los tres que me hicieron ver cómo me excitaban todas esas situaciones que iban produciéndose.

Cada día íbamos avanzando más y ya eran habituales las lamidas mutuas o en trío con mi marido, masturbaciones y penetraciones que me acababa haciendo mi marido para desahogarse de tanta excitación, mientras nuestra hija nos miraba expectante, llena de curiosidad y deseo, lo que la llevó a pedir a su papá que la penetrara a ella también, pero en ese momento sólo contaba con 11 años y no vimos conveniente que sucediera, aunque mi amigo de internet me dijera que fue la edad en que comenzó a penetrar a la suya con la ayuda de su mujer.

Pero la verdad es que nosotros no pudimos esperar mucho más, porque con 12 años, lubricaba tanto por la excitación, que el pene de mi marido acabó introduciéndose casi por accidente en su conchita, para gozo de mi hija, que a pesar de la resistencia ofrecida, pedía a su papá que siguiera, que quería ser mujer como su mamá.

Mi marido actuó con precaución para no lastimarla y en un principio no se la introdujo toda, pero con tantas eyaculaciones en su interior, la lubricación ayudó a que acabara metiéndose al completo para plena satisfacción de nuestra hija que lo gozaba como cualquier novia en su noche de bodas.

Mi marido estaba entusiasmado por como había derivado esa situación en algo tan morboso e inimaginable para él, y por como había aceptado yo que todo eso pasara con naturalidad.

El caso es que mi hija nos solicitaba a cada noche practicar sexo y llegó un momento en que a mi marido ya casi no le salía ni semen, por lo que decidimos comprarle a la niña un vibrador adecuado para que ella pudiera satisfacerse cuando quisiera y dejara descansar un poco a su padre y a recuperarse de tanta cogida, aunque al final acabara convirtiéndose igualmente en un juguete compartido por las dos junto a otro vibrador que ya tenía yo, en esos momentos íntimos que las dos disfrutábamos.

Mi amigo de internet me sugirió que había llegado el momento de compartir nuestra intimidad con otras familias que hicieran lo mismo, pero yo lo veía muy complicado eso, porque eran cuestiones muy privadas que no solían comentarse, y él me dijo que en su caso le había pasado igual, pero a través de varias conversaciones de su mujer con otras mamás de compañeras del cole de su hija, descubrió que en una clase mixta de 30 niños, 4 de ellos al menos, incestaban, lo cual era bastante sorprendente, y que en la clase de mi hija seguramente sucedería parecido, pero lo complicado sería indagar sobre ello, por lo que me dio varios consejos para iniciar esas conversaciones, aparte de que estuviera atenta al mínimo comentario que siempre suele hacerse sin que reparemos en él, para poder continuar esa conversación más en profundidad.

De este modo, empecé a estar atenta a esos comentarios que surgen en cualquier conversación entre madres, y surgió la ocasión en que una mamá de dos niñas, que la pequeña era compañera de la mía, me dijera que estaba algo preocupada, porque su marido le metía mano a su hija mayor y que tenía miedo de que empezara con la pequeña también, por lo que yo aproveché ese momento, como me aconsejó mi amigo, para hablarle de ello y meterme de lleno en el tema, aunque en otras ocasiones no hubiera comentado gran cosa por discreción, o quizás sólo hubiera intentado tranquilizarla, pero en este caso, le dije:

—Me temo que eso lo hacen todos, son hombres, y a las nenas a estas edades, a veces las gusta provocar un poco también y se dejan sobar.

Mi amiga, un poco sorprendida por mi comentario, me preguntó:

—¿Te pasa con la tuya también?

—Sí, claro, no he podido evitarlo.

—Pues cuando sea mayor va a ser peor, porque acabará encamándose con ella, como hace con la mía mayor.

De esta forma, acabó confesándome que su marido tenía sexo completo con su hija mayor y que ahora seguramente empezaría con la pequeña, pero que le guardara el secreto, porque no quería dar que hablar. Ella intentó justificarse, al decirme que aunque esas cosas estaban muy mal vistas aquí, como ella era colombiana, sabía que pasaban con cierta frecuencia en su país y que quizás por eso, su marido había empezado a hacerlo, porque lo había visto en su familia, incluso.

—Si a las niñas les gusta la pija, poco podemos hacer. Solo mirar, o participar con ellas —le dije resignada, un poco para tranquilizarla y darle confianza.

—Exacto. Tu lo sabes bien, Cuando se tiene una niña en casa pueden pasar estas cosas…..

Así que ya, sincerándonos las dos, le comenté:

—No habría estado mal haber tenido un nene, en vez de tantas nenas, porque con ellos nosotras también podríamos pasárnoslo bien, a lo que ella me respondió:

—Sí, como Adela, que tiene un niño de la edad de la mayor mía, que me contó que había empezado a meterlo en la cama cuando su marido no dormía con ella.

—¡No me digas…! No me lo hubiera imaginado, que bien se lo debe de pasar Adela con el crío —le dije, dejándome llevar por mi morbo.

—Sí, quizás tengas razón en que haber tenido un nene nos hubiera venido muy bien en nuestro caso, jaja —me contestó, ya sin nada que esconder….

Yo no paraba de sorprenderme con todo lo que estaba averiguando y al comprobar que mi amigo de internet tenía razón, porque ya habían salido dos casos en mi entorno, y que seguramente habría más. Así que le dije, medio en broma, que si hiciéramos una reunión entre las dos familias sería la bomba y ella volvió a sorprenderme, al decirme que ellos habían estado con Adela y su familia en una fiesta en su casa del campo y que había sido todo genial, que había disfrutado como nunca, lo que me dejó a mí con la boca abierta y al seguir preguntándole, me acabó poniendo los dientes largos, con todo lo que me fue contando.

—¿Qué quieres decir? ¿Qué tuvisteis sexo entre todos?

—¡Uuufff! No sé por qué te estoy contando esto. Me parece que ya me he ido de la lengua, perdona…..

—No te preocupes, soy muy discreta y todo esto queda entre nosotras, pero ahora no me dejes así, sigue contándome…..

—Bueno, espero no arrepentirme…. Verás, es que su hijo celebraba su cumpleaños, y como son compañeros de clase, invitó a mi hija, y los padres nos dijeron que fuéramos nosotros también, que iba a ser una fiesta familiar en la intimidad.

—Ya, sigue, estoy muy intrigada con lo que pasó allí….

—La cosa fue calentándose, son gente muy abierta que nos hicieron sentir muy cómodos hablando de todo, sin ningún problema. Su marido es encantador también, y en confianza, Adela es muy diferente a como la ves, que parece tan seria y distante.

—Sí, es verdad, pero es una suerte tener unos amigos así. Ya me gustaría a mí algo parecido, pero dime, ¿por qué te lo pasaste tan bien?.

—Por el ambiente que se creó, bebiendo, charlando…, y llegó un momento en que Adela me confesó que en el anterior cumpleaños de su hijo, le hicieron el regalo de poder quitarse la virginidad con ella.

—¿Qué dices? ¿Así, por las buenas?

 —Bueno, me dijo que ellos ya había tenido sus juegos, te puedes imaginar… Así que eso fue la culminación. Se dejó follar por su hijo, con la complicidad de su marido. Todo perfecto, vamos.

—Ya te digo, que maravilla de familia…. Y este año, ¿que le regalaron?

—Pues imagínate, esa fiesta que le organizaron, en la que yo, sin saberlo, iba a ser su regalo.

—¡Pero bueno….! Me estás dejando loca con lo que me estás contando, jaja…. ¿Y cómo te quedaste cuando te lo propuso?

—En shock. No me lo esperaba para nada. Cuando Adela me preguntó que si quería cumplir la fantasía de su hijo, no sabía ni qué decir, porque yo tampoco quería reconocerle que también era mi fantasía oculta.

—O sea, que el chaval ya se había fijado en ti…., y bueno, tu en él, jaja.

—Bueno, lo normal, ya sabes…, son cosas que no piensas que se puedan hacer realidad, pero es normal que los adolescentes tengan esas fantasías en esa edad en la que están todo el día pajeándose, jaja.

—Es verdad, pero sigue. ¿Como hicisteis entonces? ¿Te fuiste a la cama con él?

—Adela nos llevó a su habitación. Yo estaba de los nervios, pero miraba a mi marido, y él me decía “Adelante…”

—Tu marido es genial también. Muy comprensivo.

—Que menos, para no serlo, después de estar tirándose a nuestra hija….

—Te lo debía, claro.

—Así es, nos dejaron solos en la habitación, y el niño me miraba como esperando que me quitara la ropa, pero estaba bloqueada, así que él con una madurez que ni te imaginas, empezó a besarme y a acariciarme por debajo de la ropa, sin que yo pudiera impedírselo, pero es que yo estaba temblando como una adolescente.

—Que gracia… El mundo al revés, jaja.

—Sí, así era. Él parecía el experimentado y yo una tonta, que no sabía ni que hacer con él.

—Pero al final te espabilaste, ¿no?

—Ya vés, ese crío sabía como calentar a una mujer. Empezó a tocarme el chocho y me lo hizo agua.

—¡Puufff! Madre mía, que situación…..

—Al final nos quedamos desnudos, y que cosa más rica tenía, ¡Dios mío! Me lancé a lamerlo con todas mis ganas, y créeme, que eso era lo más rico que había probado en mi vida. Destilaba un líquido que me enloquecía, pero el tío aguantaba sin correrse, mientras yo ya había mojado toda la cama.

—Su madre le tendrá bien entrenado, jaja.

—Ni me lo digas, cada vez que pienso en su madre, en como disfruta de su hijo, me pongo loca….

—No me extraña. Hasta a mi me está mojando esa escena, jaja.

—Pues nada, ahí seguimos, hasta que se puso encima de mí y empezó a follarme con un ímpetu que me tenía gimiendo todo el rato, haciendo que me corriera dos veces, hasta que él ya se corrió también, pero quiso seguir dándome en otras posturas. Me hizo ponerme de todos los lados, hasta por el culo me la metió, que no le dejo ni a mi marido.

—¡Qué bárbaro…! Ojalá pudiera tener yo algo así…..

Después de contarme todo eso, nos despedimos, y al llegar a casa se lo comenté a mi marido, que no salía de su asombro tampoco, pero esta fantasía de reunirnos con otra familia íntimamente, que hasta hace poco nos parecía tan inalcanzable, ahora veíamos la posibilidad de conseguirlo, aunque a mi marido le retraía un poco el no haber hablado nunca con esos padres, aunque conociera a las niñas de vista y siempre se hubiera fijado en ellas.

Pero en una ocasión, se dio la coincidencia de encontrarnos todos en un bar del barrio y nos pusimos a hablar de forma animada, ayudados también por el vino que estábamos bebiendo. Las mujeres iniciamos el tema de las niñas, poniendo a nuestros maridos en un aprieto, porque estando con nosotras son más reacios a hablar de estas cosas, aunque los hombres cuando están solos bien que se desahogan hablándolo todo, como cuando van a esos lugares de chicas alegres y buscan a las más jovencitas.

Finalmente, los maridos se dieron cuenta de sus gustos comunes y se quedaron en un aparte hablando de sus niñas, hasta que acordaron seguir la noche todos en su casa para seguir tomando, porque la cosa estaba ya bastante calentita.

Al llegar, mi amiga dijo a sus hijas que se cambiaran de ropa y se pusieran cómodas para estar en casa, por lo que se fueron a su habitación con mi hija. El marido de mi amiga le hizo una señal al mío para que le acompañara y al abrir la puerta de la habitación de sus hijas, se encontró a la mayor con los pechos al aire y a la pequeña sin braguitas ni nada, por lo que se enojaron con su papá por llevar a mi marido a verlas así, pero tras conversar con ellas, las convenció para que se dejaran ver y acariciar por mi marido, que le invitó también a él a que hiciera lo mismo con la nuestra, que las estaba acompañando.

Como tardaban mucho en volver al salón, nosotras fuimos a buscarles y nos los encontramos con las niñas encima de ellos, mi marido con la suya mayor y él con la nuestra, penetrándolas y haciéndolas sentir rico, mientras su hija pequeña les miraba con un poco de envidia.

Ellos siguieron cogiendo con las nenas hasta que se corrieron y cuando terminaron, les dijimos que no nos parecía bien que nosotras no tuviéramos nuestra chance, por lo que los padres de las nenas nos propusieron llevarnos a alguna fiesta en la casa de Adela, cuando la celebraran.

A los pocos días mi amiga me dio la buena noticia, mientras esperábamos a nuestras hijas a la salida del cole, de que tendríamos una fiesta el fin de semana, y que nos habían invitado, así como a más gente que no conocíamos.

Cuando se lo dije a mi marido, se alegró mucho, y los días siguientes estuvo muy nervioso esperando a que llegara el día, en el que nuestros amigos vinieron a buscarnos para llevaron a la casa de campo de Adela y su marido, donde nos esperaban, con otra pareja, que tenían dos chicos, uno de la edad de las nuestras y otro mayor.

Al llegar, nos presentamos los que no nos conocíamos y empezamos a charlar como si se tratara de una reunión cualquiera de amigos. Los padres de los chicos, nos comentaban que la mujer tenía muchas ganas de ver a su marido con alguna nena, mientras él no perdía de vista con la mirada a las dos hermanas, esperando nervioso a que llegara el momento.

De pronto, Adela nos reunió a todos y nos contó que habían preparado una habitación sin luz, del tipo de los cuartos oscuros de los clubs swinger para romper el hielo y que allí empezáramos a morbosear.

Primero nos desnudamos y luego entramos todos en esa habitación, en la que al cerrar la puerta no veíamos nada, sólo sabíamos que había unos sofás alrededor de la habitación y una alfombra en el centro. Pronto empezamos a sentir los roces de los cuerpos de los demás y una multitud de manos que tocaban aquí y allá como buscando algo de su agrado.

De pronto empecé a sentir las manos de otra mujer tocando mi cuerpo, e invitándome a tocar el suyo. Yo nunca había estado con una mujer y eso me pareció raro, pero muy morboso también, por lo que aproveché esa situación para echarle mano al coño y meterle los dedos, porque lo tenía muy mojado, aparte de besos con la lengua que me calentaban más todavía.

En un momento dado, ella guió mi mano hasta llevarme a tocar lo que creí adivinar que era el cuerpo de uno de los chicos y palpé todo su cuerpo con mis mano hasta llegar a la zona de su pija, que acaricié muy excitada al darme cuenta de que no tenía ningún vello público ya que solo sentía su suave piel y la dureza de su miembro que parecía aumentar de tamaño según mi mano insistía en su masturbación, por lo que bajé mi cabeza para saborear con la lengua aquella cosa tan deliciosa que tenía en mi mano. Al lado mío, pude escuchar como gemía mi amiga, que estaba con otro de los chicos, en una situación más avanzada que la mía porque ya se estaba dejando chingar por él.

Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, vi como el hombre que no tenía hijas, tenía a la mía y a la pequeña de mi amiga sentadas en sus piernas, besándolas y acariciándolas totalmente excitado, observando yo todo eso que estaba pasando entre penumbras, disfrutando de ese momento tan especial.

Yo, en ese momento pude cumplir esa fantasía de cogerme a un chaval de esas edades, y aunque no pudiera verlo plenamente, lo disfruté de igual modo hasta correrme como una loca, y después lo intercambié con mi amiga, que acababa de terminar con su hermano pequeño, pudiendo comprobar que no se le daba nada mal tampoco, y ya para más locura, terminé con el hijo de Adela, cuando ya había perdido la cuenta de los orgasmos que había tenido con todos ellos.

Como yo estaba muy entretenida, no pude ver o intuir como los demás también follaban entre ellos, pero lo más gracioso de todo, fue la pequeña discusión que tuvo el papá de las niñas con su invitado, porque al parecer se había follado a la pequeña, también, aprovechando la oscuridad de esa habitación.

Pero al final resultó que solo se enfadó con él para disimular delante de Adela, porque ella no sabía que el padre ya se había follado también a su hija pequeña, algo que no entendí muy bien, porque cuando ya estás metido en esa dinámica, no tiene mucho sentido ocultar esas cosas, pero bueno, supongo que la madre preferiría que esperara un poco más, aunque claro, con todo lo que ella estaba viendo, se moriría de ganas por hacerlo como su hermana mayor.

Lo demás ya te lo puedes imaginar, porque al leer tus relatos sobre intercambios familiares, veo que ya sabes bien las cosas que suceden en esos encuentros, aunque hasta que no los vives no te haces la idea de lo súper excitantes que son esos encuentros, como tú bien detallas en ellos.

Ahora sólo despedirme con un fuerte beso y agradecerte todos los buenos momentos que me has hecho pasar.

Besos Kari”

Y hasta aquí la carta de esta querida amiga, a la que le doy muchas gracias por contarme su historia y permitir que la comparta con todos vosotros.

139 Lecturas/10 mayo, 2025/0 Comentarios/por Veronicca
Etiquetas: amigos, cumpleaños, hermana, hermano, hermanos, mayor, recuerdos, sexo
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