La historia de Noemí
El inicio de una historia incestuosa..
Noemí camina por las calles del pueblo haciendo las compras, sujeta a su hijo de 6 años, en su vientre se gesta otra nueva creatura y en su otro brazo va cargando las compras.
Noemí tiene 18 años recién cumplidos, es hija de Severo, nombre que le queda perfecto al padre, un hombre de 50 años, el capaz de la hacienda, temido en el trabajo, en el pueblo y pueblos vecinos.
La historia de Noemí comenzó bien, su madre la dio a luz y estuvo con ella, cuidándola, hasta los casi 4 años de edad, la mujer murió por problemas de parto de su segundo hijo, ambos murieron en labor, Severo cuidó a su hija desde entonces.
Eran aproximadamente las 6 de la tarde, Severo regresaba de la hacienda, traía comida para ambos. Después de la cena la chiquilla le da un beso a su padre, que tiene la verga parada y dura, se despide él y se va a dormir.
En su cuarto una nena de 5 años duerme plácidamente, en la sala, una mujer muerde la almohada para no hacer ruido por semejante cogida que le ponía Severo.
Además de fuerte y peligroso, Severo era conocido por su apetito sexual, mas de una mujer del pueblo acudía a Severo para conseguir lo que sus esposos no podían en casa, pero esto no era suficiente para Severo, siempre estaba caliente, siempre quería mojar la brocha, pero no se atrevía a buscarse una vieja, le daba pereza, la única hembra que le aguantaba sus largas jornadas de sexo era su difunta esposa.
Severo necesitaba una mujer que no se quejara por mas sexo que le pidiera y que estuviera a su disposición todo el tiempo, callada y obediente como su difunta esposa.
12 de media noche en el reloj, hacía una hora la mujer se había marchado llega de leche de macho y Severo tenía su verga parada de nuevo castigándola a puñetas para sacarse el veneno.
– ¿Qué estás haciendo papi? – Esa voz hizo brincar a Severo del asiento intentando cubrir su hombría, que, dicho sea de paso, no es que fuera una bestia, era un pene normal de 17 centímetros de largo y 4 de diámetro.
– Nada niña, vuelve a dormir – dijo severo que a la tenue luz de la luna observaba a su hija, era un reflejo de su madre, su rostro, su cuerpo, el carácter, la voz, la verga de Severo había perdido un poco de su erección, pero de pronto la recuperó pues ideas le vinieron a su cabeza.
Severo puso las barbas en remojo y con su voz mas suave invitó a su hija a su lado, la pequeña obedeció a su padre, Noemí no le tenía miedo a su padre, si bien el hombre nunca le había hecho daño, su rostro, voz y fama le daban pavor, por eso, la pequeña de 4 años obedeció.
– Sabes mi niña, extraño mucho a tu mami, me he sentido solo, no me había dado cuenta lo bonita que eres, lo mucho que te pareces a tu mami, y ya estas grandecita, deberías tomar el lugar de tu mami, ¿O quieres que traiga a otra señora que no te quiera y cuando tenga hijos con ella los quiera más que a ti?
La pequeña comenzó a llorar, su papi era lo único que tenía y no quería que otra mujer viviera con ellos, tampoco quería que esa señora no la quisiera, mucho menos que su papá tenga otros hijos y ya no la quiera ella.
– No papi – dijo Noemí llorando – Por favor no tengas otra mujer y otros hijos – continuó la pequeña desconsolada abrazada a su padre, con las piernas abiertas ajustadas a la cintura de su padre, la pequeña sin darse cuenta había dejado su desnuda vagina sobre el pene de su padre quien sentía el calor de la puchita de la nena en su verga.
– Ah bueno, entonces yo creo que debes tomar el lugar de tu mamá, así yo me quedo contigo nada más – dijo el caliente Severo que agitaba sus caderas sintiendo los tiernos labios de su hija besar el rabioso glande que presionaba deseoso de placer.
– Si papi, yo tomo el lugar de mi mami, pero por favor no tengas otra mujer –
Las 12:20 en el reloj, en una pequeña casa del pueblo, en la cama del hombre, daba inicio a la 2da parte de la historia de la vida de Noemí, quien acostada al filo de la cama con la cabeza colgando recibía en su boquita de 4 años la verga del hombre que hace casi 5 años le dio la vida.
6 centímetros de verga estaban alojados en la cálida, suave y jugosa boca de la nena.
– Eso así, usa tu lengua, chupa, no dejes de chupar, vamos putita, sácame la leche, te voy a llenar la pancita de leche, vas a quedar bien llena – la pequeña Noemí con los ojos rojos hacía lo que su padre le decía, pequeñas arcadas presionaban el pene de Severo cada vez que empujaba demasiado profundo y él solo gemía de placer, sentía dan delicioso que lo hacía a propósito, causando que la pequeña produjera grandes cantidades de saliva que facilitaban la labor haciendo la función de lubricante.
Sin querer la pequeña mordió el glande de su padre con sus muelitas sobresaltando al hombre que encontró en eso una especie de placer nunca antes sentida.
– ¡Muchacha cabrona, fíjate pendeja, no me vayas a morder! – gritó Severo causando que la pequeña comenzara a temblar de miedo. Severo podía oler ese miedo y le causaba más placer, sumisa, obediente y me tiene miedo, voy a hacer con esta mujer todo lo que se me de mi chingada gana, pensó Severo olvidando que era su hija y una menor de 3 años.
El primer orgasmo de Severo fue potente, inundó la boca de la niña y la obligó a tragar – Trágatelo pendeja, bébete toda mi leche – La niña asustada se bebió todo y se puso a limpiar los restos que salieron de su boca y nariz al toser.
Sin piedad Severo obligó a la pequeña a seguir con la felación, al mismo tiempo con una de sus manos tallaba la pequeña vagina de la infante que saltaba cada vez que su padre hacía presión con su yema como tratando de entrar en la diminuta vagina de 4 años.
La segunda descarga fue menos intensa, la pequeña ya sabía que hacer y se tragó todo con más facilidad.
A Noemí le dolía su boca y garganta de tanto mamar, se sentía seca de tanta saliva y lágrimas, su garganta le dolía de tantas contracciones, pero a Severo esto no le importó, volvió a meter su verga en la boquita de 4 años y la pequeña de inmediato comenzó a lamer y chupar.
Una botella de agua ardiente descansaba en el mueble de noche, Severo le dio un trago grande y el resto lo tiró sobre la vulva de la pequeña que se acostó a mamar. Su enorme y áspera lengua causaban cosquillas a la pequeña que tenía parte de la verga de su padre en su boquita, cálida, húmeda y apretada. Doble malestar sufría la pequeña Noemí, la verga de su padre en la boca y la lengua de su padre raspándole en su bollito. Por suerte su papá no duro mucho, la venida final de Severo fue suave, la nena bebió sin problemas el poco esperma que salió
La más torpe y deliciosa mamada de su vida, pero estaba satisfecho, se vino en la boca de su nena 3 veces esa noche, en su boca tenía su sabor, Severo descubrió que su hija sabía igual al sabor de su madre que el hombre guardaba en su memoria.
Unos suaves ronquidos llamaron la atención de Severo, la pequeña Noemí dormía plácidamente, su verga reaccionó de nuevo y este colocó con cuidado de no despertarla boca abajo con una almohada en su vientre, quedando con el culito parado.
Detrás de ella estaba su padre con la verga parada y aun lubricada con la saliva de la pequeña, el hombre metió un calcetín en la boca de la nena, con el otro la amordazó, una mano sosteniendo las dos manitas detrás de su espalda, la otra sujetaba su pene y apuntaba al culito de la nena de 4 años que dormía plácidamente sin saber lo que le esperaba.
El glande de Severo se veía enorme en comparación de las pequeñas nalguitas y el aún más pequeño culito.
Con fuerza Severo presionó y el glande entró en el apretado culito despertando a Noemí que con gritos ahogados protestaba por la violación.
Sus piernitas se sacudían, los bracitos luchaban por soltarse, el culito presionaba luchando por expulsar al invasor, pero era inútil, al contrario, el caliente ariete de carne entraba cada vez más causando un dolor tal que la nena se desmayó, Severo se preocupó un poco, pero pudo más la calentura y prosiguió con la violación como si la cosa no fuera con él. Con la nena inconsciente, el esfínter se relajó permitiendo que la mitad de su pene entrara, cosa que Severo aprovechó para copular como si fuera una mujer adulta, aunque con la limitación de medio pene y no más.
15 minutos de bombeo en la inconsciente Noemí hasta que despertó, el llanto se apoderó de ella y el padre la ignoró, incluso incrementó los embistes con medio pene enterrado en el culito – tranquila putita, esa es tu labor, tienes que aguantar como tu mama aguantaba – la nena se calmó poco con estas palabras, lloraba en silencio y dejaba a su padre violarla, no quería a otra mujer o que tuviera más hijos, su ano estaba bien dilatado por tanta verga que le habían metido en este lapso ayudó en gran medida a que se calmara.
Severo eyaculó con fuerza la última leche que le quedaba en los huevos y se desplomó sobre el cuerpo de la pequeña de 4 años metiendo un poco mas de pene, un pujido-gruñido salió de la nena que se quedó quieta aguantando a su padre.
La 130 de la madrugada, una nena dormía con el estómago y ano llenos de semen de su padre quien la violó sin contemplaciones, amenazada de traer otra mujer a su casa que seguramente la despreciaría, además de que tendría mas hijos y ya no la querría.
Severo estaba saciado, tenía una mujer en casa que podría coger a su antojo, sin importarte que fuera una nena de 4 años sangre de su sangre.
Así comienza la historia de Noemí.
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Hay no, violaciones no!
El inicio de la sumisión es difícil, la pequeña Noemí tiene una historia llena de placer, cargada de pavor a su padre.
Buen relato espero el próximo
sigue con la historia
excelente relato espero con muchas ansias la continuacion
Quiero mas
Espero más relatos