La Isla de los Niños 8
De nuevo en una balsa. .
La balsa
Durante meses estuvimos juntando madera en el bosque, trocos, ramas tablas, lo que fuera. Recorría las playas recuperando maneras, baúles, planchas de cubiertas, todo lo que las olas botaban a la playa y que estaba en los arrecifes.
Fui armando la balsa por partes, después de que mi hermana tuvo a su hijo, esperamos que la amamantara un par de meses y se la dejamos a nuestra hija mayor.
Le dijimos que íbamos a buscar otra isla, con más comida y volveríamos a buscarlos. Que era muy peligroso, que por eso no los llevábamos, además de que la balsa con suerte nos serviría a los dos.
En la parte de atrás de la isla armamos la balsa, pusimos unas ramas entre dos capas de madera para que soportara mejor.
Pusimos en la balsa toda la comida que pudimos y agua en cocos vaciados.
Mi hermana se subió y empujé la balsa mar adentro, hasta que el agua me llegó al pecho. Me subí y con las manos remanos hasta pasar los arrecifes.
Habíamos llevado una hojas de elechos como cama, pero nos sirvió para taparnos del sol.
Vimos alejarse la isla y apareció otra y luego otra, pero la Balsa cada vez iba más adentro, hasta que al final veíamos agua por todos lados.
Cómo podríamos regresar si ni siquiera sabíamos donde estábamos. Los días fueron pasando, lo primero que se terminó fue el agua. Las frutas y los bulbos la reemplazaron.
Al igual que la vez anterior, nos tomamos nuestra orina. La comida se había terminado y amamataba a mi hermana con mi leche y ella me daba de la suya.
Finalmente se acabó todo, me sumergí en una oscuridad y no supe nada más.
– Está despertando, si por fin, yo creía que se morían –
– Yo pensé que ya estaban muertos –
– No sólo deshidratados, desnutridos también –
Abrí un ojo, era una sala blanca, en una camilla estaba mi hermana tapada con una sábana y con unas bolsas de agua conectadas a su brazo por una mangera. Levanté la vista y yo tenía las mismas bolsas.
Una semana después nos daban comida, comida de verdad, deliciosa.
Pregunté dónde estábamos, era un barco mercante, que debido a una tormenta se salió de su rumbo y nos encontró. Unas semanas después desembsarcamos en un puerto. Después de un chequeo médico a un avión y 10 horas después llegábamos a casa. Al aeropuerto de nuestro país.
Había un revuelo impresionante, parecía que un artista había llegado junto con nosotros.
La policía internacional nos tuvo horas sentados en una sala.
Finalmente llegó una pareja de adultos mayores y hablaron con la policía.
Después entraron a la sala, al principio no los reconocí y luego…sí, eran ellos.
– Papá, mamá – nos abrazamos llorando.
Luego de eso vino otro problema, teníamos que tener identificación para entrar a país.
Mi hermana tenía 14 años y yo 15, lo que no concordaba con los documentos de nuestros padres.
Al final, huellas dactilares, fotos y confeccionaron los documentos. Segun eso, yo tenía 28 años y mi hermana 25.
Salimos raudamente del aeropuerto directo a la casa. Estábamos cansados, muy cansados y nos fuimos a acostar.
Nuestros dormitorios estaban igual que cuando nos fuimos. Mi hermana se acostó conmigo, y estábamos tan felices que hicimos el amor por horas.
– No quiero separarme de ti – me dijo ella.
– Nadie nos va a separar – le dije mientras la acariciaba y penetraba profundamente.
Mi hermana gemia de placer con cada estocada.
– Si, así, sigue, sigue…
– Así, te gusta así –
– Sí, mételo todo, todo.
No nos importó que ellos nos escucharan coger. En la isla nadie se reprimia, escuchando a los demás fue como me cogia a mi hermana la primera vez.
No habíamos tenido sexo de que salimos de la isla.
– Cómo están? – dijo mi madre en la mañana después de una rica ducha caliente.
– Bien, felices de estar en casa – dije.
– Hija, yo entiendo que allá andaban desnudos, pero aquí no se puede. Yo te voy a prestar ropa, ven conmigo – le dijo mi madre a mi hermana.
Mi padre me prestó ropa de él. Después del desayuno, sentados en el livig, preguntaron mil cosas. Mi hermana se paró y se sacó los calzones.
– Perdona mamá, pero me molestan, no estoy acostumbrada. En realidad toda la ropa molesta, pero me voy a aguantar – dijo ella .
– Ami los zapatos, no los soporto, además me quedan chicos –
Después tocaron el tema del sexo, tratando de no incomodar.
– Hijos, aquí no pueden tener sexo –
– Porqué no? –
– Porque a la sociedad le molesta y la ley prohíbe el sexo entre hermanos –
– Mamá, él me salvó la vida, hemos tenido sexo por años, yo lo amo y el me ama –
– Mamá, papá, dejamos muchos hijos en la isla, yo creo que por lo menos 6 hijos eran míos – dije.
Se produjo u silencio, mi hermana se paró y se fue al dormitorio, la seguí y me acosté a su lado, nos besamos como reafirmando nuestro amor y nos quedamos abrazados.
Miles de veces nos preguntaron por la ubicación de la isla. Nosotros queríamos que la encontrara para tener nuestros hijos con nosotros.
Habían miles de islas, muchas desconocidas, pero la» Isla de los Niños » no se encontró.
Además de que le cambiaron el nombre, ahora pasó a llamarse » La Isla de la Juventud «.
Muchos laboratorios farmacéuticos financiaron expediciones.
Finalmente todo quedó en nada.
La Isla de la Juventud, pasó a ser un mito.
Una Buena Historia. esperaba un cierre muy diferente como un par de publicaciones más, solo falto más detalle cuando follaban en casa y algo de morbo de parte de la madre o un herman@ nacido tiempo después de la desaparición de los dos Hermanos.
En fin Linda Historia para ser la primera novela erótica de una niña de 10!