La lechita de mamá | 2
La noche apenas comenzaba para mi yerno y para mí….
Carlo siguió mamando de mi pecho por varios minutos, era tan excitante escuchar cada vez que tragaba mi lechita, tenía mi seno derecho en la boca y el otro lo estimulaba con sus dedos, apretaba suave y dejaba caer gotitas de leche al suelo, yo acariciaba su cabeza y lo dirigía al ritmo que más me gustaba.
Mis gemidos ahogados y lo morboso de la situación despertó en mi yerno una gran erección, dejó de apretar mi seno para dirigir su mano a mi nalga, me tomaba con fuerza, siguió bajando su mano hasta llegar a mi vagina, pudo notar lo caliente y mojadita que estaba, empezó a jugar con toda mi vulva, ¡me estaba torturando! yo quería que me empotrara, quería sentir su verga y al parecer él quería que se lo exigiera, ¿sería su suegra tan puta para pedirle que se la cogiera?
Ya no aguanté más, lo tomé del rostro e hice que se recostara en el sofá, quería descubrir ese miembro del cual mi hija estaba enamorada, era una verga deliciosa, hacía muchos años que no veía una igual, ¡no me pude resistir!, pasé mi lengua lentamente por toda la cabecita, la tomé gustosa, subía y bajaba con delicadeza pero mucha cachondería, miraba a mi yerno y él estaba perdido, ambos lo estabamos disfrutando al máximo, no teníamos remordimiento, tampoco ganas de evitar lo que pudiera suceder; mi yerno entrelazaba sus dedos entre mi cabello rizado y me hacía bajar a modo que me comiera entera esa verga calentita, rosadita y gruesa que tenía.
Sentí su líquido preseminal en mi boca, fue un regalo preciado, un tesoro, lo más rico que jamás había probado, bebí cada gotita, no quería que nada se desperdiciara. Mi mente me decía que lo invitara a mi cuarto, que ahí podríamos estar más cómodos y coger a lo ancho de mi cama, tan grande para una putita solitaria como yo. Ambos sabíamos que mi princesita Helena no despertaría hasta el otro día, así que aún teníamos muchas horas para divertirnos… Tomé su mano y lo dirigí a mi cuarto, él iba tras de mí, repegando su verga en mis nalgas, besando mi nuca, lamiendo mi oído, tomando mis tetas con sus manos, seguía estimulando mis pezones, parece que la lechita de su suegra era algo que le fascinaba.
Claro está que a mis 45 años soy una mujer muy experimentada, haría gozar a ese muchacho como nunca en su vida, me compararía con mi hija y sin dudarlo preferiría estar conmigo, estoy segura de que querría venir muy seguido a visitar a su querida suegra, esta noche todo cambiaría en nuestras vidas.
CONTINUARÁ…
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Me gusta, sigue asi.
Que rico, quiero saber más de esa putita suegra 😋